Cambio climático
El aviso de 'Leslie': llegarán huracanes a la Península Ibérica
La palabra huracán inspira miedo. No es para menos: se trata de uno de los fenómenos meteorológicos más extremos del planeta. Pero como otro tipo de eventos climáticos, suena lejos, a catástrofes más propias de otras latitudes. Y con razón: hasta ahora, eran propios de otros climas y mares tropicales, más calientes, que alimentaban mejor a la bestia. Esa circunstancia está cambiando, como tantas otras cosas, por efecto del cambio climático. El primer aviso ya lo ha dado el ciclón Leslie: como aseguran los científicos, ha sido "histórico". Leslie no llegó a la Península Ibérica como huracán: afortunadamente, perdió fuerza al contactar con la tierra. Pero mantuvo su categoría de huracán inusualmente cerca de la costa de Portugal, algo muy pocas veces visto. Los climatólogos consultados por infoLibre aseguran que los ciclones llegarán a España en el futuro con una intensidad y una frecuencia nunca antes vista. Y advierten: tenemos que estar preparados.
Los ciclones reciben diversos nombres según la zona del mundo donde se manifiesten, según los factores que los generen y según su intensidad. En su sentido estricto, se trata de zonas de baja presión, en las que el aire que se encuentra dentro asciende con rapidez y, como consecuencia, llevan consigo nubosidad, precipitaciones e inestabilidad. En esta acepción, ciclón es sinónimo de borrasca. Generalmente, se suele utilizar el primer término cuando se trata de fenómenos acompañados de grandes rachas de viento y lluvias. Cuando los ciclones se generan en mares con aguas muy calientes, que aceleran y agravan el proceso, pasan a llamarse ciclones tropicales. Y son los ciclones tropicales los que, al llegar a una velocidad del viento de 120 kilómetros/hora (según la escala Saffir-Simpson), pasan a ser denominados huracanes. Si pierden características, se convierten en ciclones postropicales, aunque pueden ser de igual o mayor intensidad y abarcar más terreno que sus antecesores.
Es por eso que hasta ahora era prácticamente imposible que un huracán llegara a la Península Ibérica, o incluso a Europa en toda su extensión. Necesitan aguas tropicales para generarse y, en la larga travesía atlántica hasta llegar hasta nuestras costas, pierden fuerza debido a la temperatura del océano. Pero el Atlántico, como todas las grandes masas de agua del planeta, se está calentando. La evidencia científica apunta a que se calienta y se calentará lo suficiente como para que los grandes ciclones aguanten el viaje y toquen tierra en España conservando su fuerza huracanada: lo que ha estado cerca de pasar con Leslie.
"Es difícil saber en qué momento un huracán podría llegar como tal a nuestro territorio, pero a la vista de lo que está pasando en los últimos años (Delta, Vince, Ofelia, Leslie…), si se cumplen las proyecciones climáticas y sigue subiendo la temperatura, tanto de la baja atmósfera como del agua del mar en contacto con ella, ese escenario es posible y puede que no tardemos mucho tiempo en verlo", asegura el climatólogo José Miguel Viñas. El experto coincide con el resto de los consultados en calificar de "histórico" o, como mínimo, "anómalo" el ciclón Leslie, a pesar de que se debilitó considerablemente al tocar tierra en Portugal. "El Centro Nacional de Huracanes ha determinado que Leslie perdió la categoría de huracán a tan sólo unos 300 kilómetros de las costas portuguesas. Muy pocos casos han ocurrido así en los registros oficiales", apunta, por su parte, el investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha Juan Jesús González.
Los precedentes
Los primeros registros meteorológicos con cierta fiabilidad son de finales del siglo XIX. Desde entonces, un huracán nunca ha llegado a la Península Ibérica, pero sí existen precedentes de restos de ciclones tropicales afectando a España o a Portugal. "Por ejemplo, en el siglo XX restos extratropicalizados de huracanes o tormentas tropicales afectaron de forma más o menos directa a la Península en los años 1944, 1984, 1987, 1992 y 1998", data Darío Redolat, de la Fundación para la Investigación del Clima. Antes de Leslie, el último gran precedente fue el huracán Vince (2005), “que afectó a las costas de Andalucía como depresión tropical, lo cual supuso un hito en los registros meteorológicos", asegura el experto. Álex (2016) y Ophelia (2017) llegaron, con fuerza, al entorno del archipiélago portugués de las Azores, lo que también supuso un hito en el Atlántico nordeste.
Todo apunta a que están llegando cada vez con más fuerza y frecuencia. Sin embargo, y como suele pasar con la predicción climática, hace falta contar con largos lapsos de tiempo para establecer una tendencia. Más en fenómenos como las grandes borrascas, influenciados por una larga lista de factores. No solo dependen de la temperatura del nivel del mar, aunque sean la causa principal y lo más influenciable por el cambio climático. En algunos casos, son directamente impredecibles: los meteorólogos fueron incapaces, a tres días de la llegada de Leslie a la Península, si iba a entrar cerca de Lisboa o si por el contrario se dirigiría a las Canarias. En todo caso, pese a que siempre es difícil asegurar si los fenómenos extremos están siendo ya más comunes en la actualidad, sí está ampliamente demostrado que el cambio climático aumentará su crudeza y su número.
En todo caso, los climatólogos consideran que es muy improbable, por no decir imposible, que en España y, en general, en el continente europeo lleguemos a ver grandes y destructores huracanes como María o IrmaMaríaIrma, por poner dos ejemplos recientes. O Patricia (2015), el mayor huracán de la historia desde que se cuenta con registros. Los huracanes se distinguen por su categoría dentro de la escala Saffir-Simpson, que mide su peligrosidad a partir de la velocidad del viento que les acompaña. La categoría 1, la más baja, incluye a los ciclones con vientos de entre 118 y 153 kilómetros por hora. La categoría 5, la más alta, engloba a los que cuentan con ráfagas de más de 250 kilómetros por hora. Los científicos están estudiando inaugurar la categoría 6, ya que el cambio climático está agravando estos fenómenos: Patricia, sin remontarnos más lejos, llegó a los aterradores 350 kilómetros/hora.
Los científicos consultados creen que lo esperable es que lleguen huracanes de categoría 1 o 2, cuyos daños potenciales incluyen inundaciones en puertos y zonas costeras y destrozos en vegetación y casas móviles, aunque sin afectar a la estructura de los edificios. Ciclones superiores no alcanzarán las costas europeas porque el calentamiento global no llegará a subir tanto la temperatura del Atlántico. Además, apunta el investigador Miguel Ángel Gaertner, la composición y dirección de los vientos aleja a las grandes borrascas de España cuando vienen desde América. "Lo habitual es que bordeen el anticiclón de las Azores y se dirijan hacia el noreste, hacia Francia o Reino Unido", apunta. Otros vientos, añade Viñas, debilitan el ciclón antes de tocar tierra en la Península y lo degradan de categoría. Atmosféricamente hablando, estamos protegidos.
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¿Y estamos preparados?
No existen estudios que analicen los posibles impactos de la llegada de huracanes de categoría 1 y 2 a la Península Ibérica. La certeza de que el cambio climático aumentará la frecuencia y la intensidad de fenómenos así es relativamente nueva, lo que unido a que la zona ha estado siempre protegida de ciclones tropicales, provoca una ausencia casi total de información sobre los daños potenciales en regiones costeras y vulnerables y cómo podrían protegerse.
Gaertner, sin embargo, participa en Soclimpact, un proyecto financiado por la Unión Europea que está analizando cómo afecta y afectará el cambio climático a las islas del club comunitario. Incluyendo, cómo no, a fenómenos tropicales que dejan especialmente expuesto al archipiélago canario, que se salvó por los pelos de recibir a Leslie. La literatura científica ya está escribiendo sus primeras líneas sobre este particular efecto del calentamiento global. Aún está por ver si la política hará lo mismo.