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Barreras a la anticoncepción masculina: escaso interés empresarial, falta de corresponsabilidad y mitos sociales

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Las luces y sombras que envuelven a la anticoncepción hormonal sitúa a la clásica píldora como objeto de complejos debates. Desde los años sesenta, la píldora anticonceptiva se convirtió en símbolo de la liberación sexual de las mujeres y el movimiento feminista la celebró como un éxito a la hora de separar la maternidad obligada de las relaciones sexuales. Si bien los efectos sobre la salud de las mujeres ponen ahora en un brete el prestigio del anticonceptivo, existe otra perspectiva que divide a los consumidores y sitúa sobre la mesa una cuestión clave: ¿qué ocurre con la anticoncepción hormonal masculina?

La cuestión sobrevuela cíclicamente en torno al debate público para posteriormente quedar en la sombra de nuevo. Así ocurrió en noviembre de 2016, cuando un comité médico interrumpió el ensayo de un anticonceptivo masculino administrado a base de una inyección de testosterona y un implante de progesterona por efectos secundarios no graves y similares a los que toleran las mujeres consumidoras de la píldora anticonceptiva.

Ahora, una empresa farmacéutica estadounidense ha anunciado la posibilidad de comercializar próximamente una píldora anticonceptiva dirigida al público masculino. El producto, en fase de prueba, ha presentado resultados positivos y su funcionamiento es similar al de la píldora femenina.

Guillermo González es ginecólogo y preside la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE). Explica, en conversación con infoLibre, que la nueva fórmula "parece inhibir la espermatogénesis con efectos secundarios incluso inferiores" a los que soportan las mujeres. Estas consecuencias se basan esencialmente en un aumento de peso y una bajada del colesterol bueno, "pero no con grandes problemas y además es reversible". Los estudios primarios parecen haber mostrado la ausencia de una contraindicación de gravedad, por lo que existe una "vía abierta importante".

Con él coincide el ginecólogo Modesto Rey, portavoz de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), aunque se reconoce escéptico respecto a una puesta en marcha próxima. "Hay estudios que se han demostrado eficaces y han sido paralizados en aras de unos efectos secundarios en muchos casos no distintos" a los de la píldora de consumo femenino. Este último estudio, relata, "demuestra que disminuyen los niveles hormonales y por tanto se interpreta que también disminuirá la producción de espermatozoides". A su juicio, se trata de un análisis "prometedor, con efectos secundarios menores y tolerancia por vía oral". No obstante, insiste, "ya conocíamos otros muchos que se habían mostrado eficaces". ¿Por qué entonces no ha prosperado, hasta el momento, ninguno de los intentos por sacar al mercado la anticoncepción masculina?

Los ginecólogos consultados por este diario detallan algunas de las claves que dan respuesta al interrogante.  "Hay un rechazo de la industria a la hora de impulsar estos métodos porque no hay voluntad real de desarrollarlos", indica el doctor Rey. La escasa corresponsabilidad y los mitos sociales, producto de una deficiente educación sexual y reproductiva, tienen asimismo mucho que ver con los motivos.

Falta de interés de las farmacéuticas

El poder de la industria explica en parte el fracaso que hasta ahora han experimentado los intentos de consolidar un método anticonceptivo masculino eficaz. "Siempre ha habido protocolos que se habían probado y resultado, pero la sensación es que la industria farmacéutica tiene poco interés", valora Guillermo González. El motivo es claro. "Los hombres no están interesados en asumir la corresponsabilidad" dentro del ámbito anticonceptivo, de modo que la inversión que lleva aparejada lanzar un proyecto de tales características corre el riesgo de caer en saco roto.

Por otro lado, plantea González, "siendo mujer querría tener el control del anticonceptivo" porque "confiar en el varón es complejo". Por ello, la corresponsabilidad real se limita aún a día de hoy a "parejas estables, con una sinceridad y honestidad que no admita grietas". Ante este escenario, las farmacéuticas perciben que el producto resultante puede ser de "bajo consumo" y su mercado "muy reducido".

Modesto Rey añade que, entre los diferentes factores que entran en juego, lo cierto es que "quienes toman las decisiones suelen ser hombres y blancos". Cuando los responsables de la toma de decisiones se preguntan a sí mismos si usarían este tipos de anticonceptivos, razona el doctor, la disposición es baja. "Culturalmente se interpreta que la concepción afecta a las mujeres" y lo cierto es que "los hombres, en base a un estudio de mercado, no están muy dispuestos a utilizar estos métodos". Hay por tanto "barreras de tipo empresarial" respecto a su rentabilidad que lastran la evolución de este tipo de proyectos. 

Corresponsabilidad: la asignatura pendiente

Los escollos a nivel económico y empresarial se explican en parte por el arraigo cultural de determinados planteamientos. "Es una cuestión estructural", observa González, "el patriarcado hace que la situación sea muy negativa" y eso sitúa a la educación como uno "de los principales problemas". La sensación, admite el doctor, evidencia que "lo hemos hecho mal". 

Para muestra, los muchos estereotipos que definen las relaciones afectivas: "Es difícil asumir que todavía existan determinadas creencias" machistas, "como el control hacia las mujeres entendido casi como muestra de amor", reflexiona el experto. Y eso, agrega, sólo puede significar que "algo hemos hecho fatal". Desde el punto de vista "estructural y político no se ha dado pábulo a que los hombres se impliquen en la contracepción" y, por tanto, "es necesario modificar estructuras arcaicas que dejan en manos de las mujeres todo el asunto de la anticoncepción".

Este jueves el Grupo confederal Unidos Podemos registraba una proposición no de ley para solicitar la puesta en marcha de estudios que analicen la posibilidad de comercializar anticonceptivos hormonales masculinos. El Grupo argumenta, entre otras cuestiones, que "para profundizar en la equidad de género también en el ámbito de la salud, y cumplir con lo dispuesto tanto en la ley orgánica 2/2010 así como en las estrategias de nuestro propio Sistema Nacional de Salud, la anticoncepción y la salud sexual y reproductiva deben ser responsabilidad tanto de hombres como mujeres".

La educación, estima también el doctor Rey, "es una parte dentro de la sexualidad" y en efecto "la educación afectivo-sexual no existe en este país como proceso dentro del desarrollo educativo". De hecho, añade, la sexualidad "se mira con cierta distancia y todavía la seguimos viendo de una manera muy centrada en el coito, la heterosexualidad y la reproducción". En este sentido se muestra categórico: "Es necesario un cambio, un desarrollo educativo que haga a los hombres y mujeres entender las diferencias y la responsabilidad mutua en las relaciones, así como las consecuencias negativas y positivas que puedan tener esas relaciones". El experto recuerda que la ley de 2010 ya aborda todas estas cuestiones, pero el problema es que "no se ha desarrollado". Se trata, por tanto, de "una obligación que los poderes públicos" están desoyendo. 

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Ambos doctores coinciden en añadir, como elemento directamente relacionado con la educación sexual y reproductiva, los mitos que orbitan alrededor de la anticoncepción hormonal. Se trata, según indica Modesto Rey, de "razones de tipo cultural". Hay, según ha podido constatar, "muchos mitos y dificultades para el uso de anticonceptivos hormonales", por lo que "sigue habiendo nebulosas" que tienen que ver con "la disposición del varón". La solución, indica, es que "se lleve a la práctica y es ahí donde la industria tiene que tomar decisiones".

Tal y como argumenta Guillermo González, lo cierto es que está ampliamente asumido "que las mujeres pueden hormonarse con una cierta tranquilidad". Que los hombres, una vez salga al mercado un producto eficaz, "muestren preocupación no es de recibo", censura. "Hemos permitido que las mujeres asuman como una cuestión normalizada" el consumo de métodos hormonales con determinados efectos secundarios "pero cuando a los hombres les toca, empiezan a cuestionar" este tipo de fórmulas.

Las reticencias masculinas, matiza, tienen más que ver con la falsa creencia de "una posible pérdida de parte de su virilidad". De hecho en las operaciones quirúrgicas para la vasectomía, "las preguntas típicas tienen que ver con si las sensaciones serán iguales", por lo que se centran "en el resultado final desde un punto de vista de lo que llamamos comúnmente su virilidad". Una inquietud, sostienen los expertos, del todo infundada y una muestra más de la deficiente y estereotipada educación sexual y reproductiva que se imparte en el país.

Las luces y sombras que envuelven a la anticoncepción hormonal sitúa a la clásica píldora como objeto de complejos debates. Desde los años sesenta, la píldora anticonceptiva se convirtió en símbolo de la liberación sexual de las mujeres y el movimiento feminista la celebró como un éxito a la hora de separar la maternidad obligada de las relaciones sexuales. Si bien los efectos sobre la salud de las mujeres ponen ahora en un brete el prestigio del anticonceptivo, existe otra perspectiva que divide a los consumidores y sitúa sobre la mesa una cuestión clave: ¿qué ocurre con la anticoncepción hormonal masculina?

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