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Memoria histórica

Barrié de la Maza, el virrey de Franco en A Coruña que comienza a desaparecer del callejero

Los condes de Fenosa, Pedro Barrié de la Maza y Carmela Arias, en una fotografía de 1970.
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Mayo de 1970. El dictador Francisco Franco recibe en su despacho una carta procedente de A Coruña. Su remitente, Pedro Barrié de la Maza. Desde la primera línea, el empresario gallego muestra un cariño que se aleja de toda formalidad. “Mi querido y respetado amigo. Como V. conoce muy bien, mi mayor preocupación a lo largo de toda mi vida ha sido el procurar la elevación cultural y económica de la región gallega, considerada siempre como formando parte del conjunto nacional”, comienza una misiva en la que pide ayuda en relación a la delicada situación que vive una de sus empresas. Lo hace, por supuesto, consciente de los estrechos vínculos que le unen desde hace años al dictador y que le han permitido situarse en lo más alto de la oligarquía económica española. Un santo venerado entre las élites al que ahora se está empezando a bajar del altar. La pasada semana, el Ayuntamiento de Sada, con los votos a favor de cuatro partidos – Sada Maioría, BNG, PSOE y Alternativa dos Veciños–, decidió retirar el nombre del empresario del callejero de la localidad, además de abrir un proceso para eliminarlo también de uno de los colegios públicos.

Para el periodista Mariano Sánchez Soler, autor de la obra Los ricos de Franco (Roca Editorial, 2020), Barrié de la Maza ejemplifica “el funcionamiento de los grandes empresarios vinculados al régimen”. Su historia arranca en A Coruña en 1888, durante la Restauración Borbónica. En concreto, en el número 19 de la Plaza de María Pita, en el seno de una familia de la burguesía comercial y financiera de la ciudad que, por aquel entonces, sostenía buena parte del negocio familiar sobre la empresa Sobrinos de José Pastor, de la que pronto fue nombrado socio y gerente. Corría el año 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera, cuando Barrié de la Maza y su tío deciden segregar la parte financiera de la firma. Emerge entonces el gigante Banco Pastor, del que se conforma con ser vicepresidente y director general a pesar de ser el accionista mayoritario de la firma. “Por aquel entonces, como vemos, ya tenía dinero”, explica Sánchez Soler. Sin embargo, el golpe de Estado y la dictadura le permitieron seguir ampliando su imperio. “El gran acierto del banquero fue apostar por los vencedores y saber utilizar los resortes de la dictadura al servicio de sus intereses”, señala el periodista en el libro.

El empresario y el Banco Pastor no tuvieron ningún problema en posicionarse claramente durante la Guerra Civil al lado del Ejército golpista. “Dentro de las llamadas Campañas Patrióticas de apoyo a los sublevados, Pedro Barrié aparecía destacado con esta donación: ‘6.100 latas de conservas; 15.000 pastillas de jabón La Toja; 240 kilos de jabón especialmente elaborado para la tropa; 1.000 botellas de aguas de Mondariz”, explicaba en un artículo el sociólogo y ensayista gallego Manuel Monge. Respaldos patrióticos que también se produjeron a nivel económico. Sólo hay que poner el ojo, por ejemplo, sobre la edición del 28 de enero de 1939 de Azul, el diario de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. En concreto, en una pieza que giraba alrededor del envío de ayuda desde todos los rincones de España a los “hermanos liberados” una vez que las tropas franquistas habían conseguido entrar en Barcelona. “En el Gobierno civil se están recibiendo cuantiosos donativos en metálico y en especies, destacándose el de la Banca Pastor, que ha hecho entrega de 25.000 pesetas”, puede leerse en la noticia.

Recorte de 'Azul', publicación de la Falange.

Las historiadoras Margarita Vilar y Elvira Lindoso, en su artículo “El negocio de la Guerra Civil en Galicia, 1936-1939”, explican que justamente el caso del Banco Pastor representa un “magnífico ejemplo” del “amplio abanico de ayudas que se desplegaron en la zona ocupada desde los círculos empresariales”. “La actuación de la entidad resultó clave en los primeros meses de la guerra, ya que se convirtió en custodio de valores y reservas de otras entidades financieras en la zona controlada por los sublevados”, apuntan las dos expertas, que también recuerdan que el gobierno de Burgos solicitó en su momento la colaboración de quien fuera entonces presidente de la entidad, el tío de Barrié de la Maza, para negociar con la Alemania nazi “la impresión de moneda que necesitaba el gobierno de Franco”. En concreto, las historiadoras calculan que en los tres años en los que se prolongó la contienda los “donativos patrióticos” del Pastor ascendieron a 454.888 pesetas de la época. Un desembolso en el que se incluía la “suscripción nacional”, “suscripción para Ejército y Milicias”, “suscripciones para aviones y armamentos” o “suscripciones para vestuario del Ejército”, entre otras.

Agasajando al caudillocaudillo

Pero la relación del magnate gallego con Franco iba un paso más allá del respaldo que tanto él como otros empresarios daban al bando golpista durante el conflicto. En 1937 se encargó de promover la creación de la Junta pro Pazo del Caudillo, el instrumento en el que figuraba como presidente efectivo y que fue utilizado para financiar a través de la recaudación de donativos –buena parte de ellos bajo amenazas– la compra del Pazo de Meirás a la familia de la escritora Emilia Pardo Bazán. A pesar de que la propiedad fue adquirida en un primer momento por este colectivo en el que participaba lo más granado de la burguesía coruñesa, el dictador se encargó de simular una venta con su propio nombre para ocultar la donación y poder inscribir el inmueble como propio en el Registro de la Propiedad, tal y como ha considerado probado la justicia. ¿Y quién interviene en esa operación fraudulenta en representación de Franco? El propio Barrié de la Maza. “Fue el testaferro del dictador y uno de sus financiadores”, apunta al otro lado del teléfono Fernando Souto, presidente de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña (CRMH).

No es una afirmación que haga a la ligera. “Su nombre también aparece vinculado en otra de las propiedades con las que se quedó la familia en A Coruña”, continúa. Se refiere a Casa Cornide. Este edificio de piedra de tres plantas, cimentado en pleno casco viejo de la ciudad a comienzos del siglo XVIII, fue adquirido en 1958 por el Ministerio de Educación y, cuatro años después, pasó a manos del ayuntamiento. Luego, el palacete salió a subasta. La puja fue de lo más discreta. Sólo estuvieron presentes el subjefe provincial del Movimiento, José Luis Amor Fernández, y Barrié de la Maza. El inmueble cayó en manos del segundo, que pagó por él, según recoge Sánchez Soler en su libro La familia Franco SA (Roca Editorial, 2019), 44.813 pesetas menos respecto a la tasación que hizo el arquitecto municipal. Un día más tarde, el empresario gallego hizo constar en escritura “su deseo de transmitir la finca” a la mujer del caudillo, Carmen Polo.

El negocio eléctrico tras el asesinato de Miñones

Entre los dos regalos pasaron veinticuatro años. Algo más de dos décadas en las que el magnate fue ampliando todavía más sus negocios. Cuenta Monge que una de las primeras decisiones que tomó Barrié de la Maza nada más acceder a la presidencia del Pastor tras el fallecimiento de su tío fue la compra en 1941 de las minas de wolframio de San Finx a través de Industrias Gallegas SA. De hecho, continúa, la exportación de este metal, muy codiciado por los nazis, fue uno de los negocios que “facilitó” también la creación del emporio empresarial. Un imperio que durante años compaginó –hasta la Ley de Incompatibilidades de 1968– con puestos de consejero en el Banco de España o el Banco Español de Crédito o con su cargo de procurador en las Cortes franquistas. En 1954, una publicación antifranquista le vinculaba desde el comienzo de la dictadura a casi una treintena de empresas diferentes, entre las que destacaban nombres como Astilleros y Talleres del Noroeste (Astano) o Fuerzas Eléctricas del Noroeste (Fenosa).

Souto pone la mirada, sobre todo, en esta última compañía. Principalmente, por un episodio que guarda cierta relación con su conformación. “Barrié forjó su imperio, sobre todo, beneficiado por el asesinato del diputado republicano José Miñones”, recoge el periodista Antonio Maestre en su obra Franquismo SA (Akal, 2019). En los años previos al golpe de Estado, Miñones controlaba el sector eléctrico de la región a través de su empresa, Unión Eléctrica Coruñesa. Era, por tanto, competidor directo de la Sociedad General Gallega de Electricidad, propiedad de Barrié de la Maza. Y lo fue hasta que los golpistas lo fusilaron en diciembre de 1936. Tras su asesinato, comenzó el proceso de extracción de los bienes de sus herederos. No fue inmediato, se prolongó durante casi una década. “La desaparición de Miñones, las presiones externas y alguna medida legislativa franquista que dificultó el devenir de Electra Popular Coruñesa propiciaron el hundimiento de la Casa de Banca de los Miñones, que se encargaba de financiar a la eléctrica. El 30 de marzo de 1948 terminó la agonía, y Pedro Barrié de la Maza consiguió recoger los frutos al adquirir el negocio de su competidor”, recoge el libro.

La 'lista' del Pastor

La historiadora Aurora Paz también ha dedicado tiempo, junto con Berta Vigil, a investigar la figura del empresario para la exposición (Es)Pazo Meirás, preparada por la CRMH en colaboración con ayuntamiento y diputación de A Coruña. “Lo definiría como un tipo inteligente que supo trepar bien, pero también como un señor muy oscuro”, señala al otro lado del teléfono. Dentro de esta penumbra alrededor de su figura pone el acento, sobre todo, en la “depuración” política dentro de la plantilla del Banco Pastor. Un proceso que arranca en 1937, con el envío por parte de la entidad financiera al Gobierno Civil de A Coruña de una relación completa de los trabajadores de la firma. Esta lista, a su vez, es remitida a la Comandancia de la Guardia Civil, que se encarga de hacer un perfil de cada una de las personas que desempeñan su labor en el Pastor. Incluido, por supuesto, el propio empresario. “Persona de buena conducta pública y privada. No se tiene noticias de que haya estado afiliado a partido político alguno. Es de sentimientos católicos, que practica, y está considerado como uno de los principales capitalistas de la población y se le considera afecto al Glorioso Movimiento Nacional”, dice sobre él la Benemérita en uno de los informes derivados de la investigación que se muestran en la exposición.

Tras las pesquisas, comenzaron los castigos. Según se recoge en el libro Meirás: un pazo, un caudillo, un espolio, de Carlos Babío y el historiador Manuel Pérez, solo en el edificio de los servicios centrales 77 de los 115 trabajadores reciben informes desfavorables. En total, se imponen 51 sanciones. Media docena de ellas suponen la pérdida de empleo. Así, por ejemplo, el 19 de febrero de 1938 el propio Barrié de la Maza remite al gobernador civil de A Coruña una carta en la que informa de la “separación definitiva y baja en el escalafón” de Antonio Souto Mourenza, un trabajador que la propia Guardia Civil definía en sus informes como “de ideología marcadamente marxista, afecto al Frente Popular, del que con frecuencia hacía la apología”. “En los primeros días del Movimiento, por desafecto al mismo, y por su actuación anterior, fue detenido y sancionado con 500 pesetas de multa. Sigue considerándose desafecto al Glorioso Movimiento. A juicio del informante, este individuo es inmerecedor por su actuación pasada a seguir disfrutando del destino que ocupa”, ya anticipaba la Benemérita.

El conde “en los altares”“en los altares”

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Para el presidente de la CRMH, el empresario era “la cara visible” del dictador en suelo gallego. “Era uno de sus amigos íntimos”, reitera Paz. Una confianza que, según recoge Soler en su libro, se concretaba en largas jornadas de pesca y tertulia en el yate Azor. Y se ponía de manifiesto en la carta, publicada en su día en La Marea, que aquel mayo de 1970 envió al caudillo para que intercediera ante un Ministerio de Hacienda que ponía algunas dificultades a la financiación de su empresa Astano. “Espero que, como todos los años, si usted me lo permite, pueda visitarlo este verano en el Pazo de Meirás. Recordaremos nuestros muchos años de amistad y podré reiterarle mi inquebrantable lealtad y afecto. Hasta entonces, reciba los más afectuosos saludos de su siempre amigo”, concluía la misiva. Un año después, Barrié de la Maza falleció. Y lo hizo con un currículum cargado de reconocimientos que recogieron los obituarios de la época: el título de conde de Fenosa –creado expresamente para él–, Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica, Medalla de Oro de la Cámara de Comercio de A Coruña, Gran Cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco o Medalla de Oro de la Diputación de A Coruña, entre tantos y tantos otros.

Informe de la Guardia Civil sobre los trabajadores de Banca Pastor. | Exposición '(Es) Pazo Memoria'

Casi medio siglo después de su muerte, comenta Souto, el empresario gallego sigue “en los altares”. “Persiste esa imagen de empresario ejemplar, serio, innovador, creador de puestos de trabajo. Una aureola que se encargó de crear la propaganda franquista”, sostiene el presidente de la CRMH. Su nombre está en colegios, avenidas y algún que otro monumento en la vía pública. También cuenta con una fundación. “Sigue siendo venerado. En la transición, hubo un acto de desmemoria”, completa Paz. “Con independencia del éxito de sus empresas; con independencia de los amores, los odios y las discusiones que su vida –como la de todos los que se empeñan en hacer algo– suscitó; al margen de su papel como financiero y banquero; además de su talla intelectual y humana, Pedro Barrié de la Maza (...) fue sobre todo un empresario vocacional que como ningún otro –en palabras de un reciente número de Economía Gallega– “pudo, quiso y materializó la obra económica más gigantesca de la historia de Galicia”, apuntaba a finales de los ochenta el presidente de la patronal bancaria. Hoy, sin embargo, su nombre está en el foco de los colectivos memorialistas. Y el Ayuntamiento de Sada se ha encargado ya de coger este testigo.

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