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La batalla política de la derecha contra el catalán dinamita el “catalanismo constitucional” de Feijóo

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El enfrentamiento lingüístico en Cataluña, azuzado desde hace años por una parte de la derecha mediática madrileña y utilizado por el PP, Vox y Ciudadanos como arma arrojadiza en la arena política amenaza con dinamitar, antes de nacer, el proyecto de Alberto Núñez Feijóo de resetear el partido. Todo ello en una comunidad que él mismo considera clave para ganar las elecciones municipales del año que viene y, a continuación, imponerse en las generales.

Su plan para el PP catalán pasa por reescribir el ideario del partido a partir de lo que él llama el “constitucionalismo catalanista”. Se trata de un intento de conciliar un cierto grado de elementos identitarios, en particular la lengua, con la defensa del autonomismo para así reducir el rechazo creciente que el partido ha sufrido en todas las elecciones celebradas en los últimos años. Un declive que comenzó con Mariano Rajoy hace casi 20 años liderando la oposición a las demandas de mayor autogobierno respaldadas por la mayoría de la sociedad catalana. “Lo vamos a defender con todas sus consecuencias”, anunció la semana pasada en un acto en Tarragona. 

En coherencia con ese planteamiento, Feijóo defiende lo que desde que gobernaba Galicia define como la “cordialidad lingüística” y respalda la protección del catalán, aunque haciéndolo compatible con la utilización del castellano.

Ese proyecto, unido a la confirmación de que no estará presente en la manifestación convocada este domingo en Barcelona para exigir el español en los colegios y en las administraciones públicas, no está siendo bien recibido entre las filas más radicales de su propio partido y ha motivado críticas y duros reproches por parte de la derecha mediática y de la ultraderecha de Vox. Feijóo ha preferido clausurar el domingo una reunión en Toledo con diputados del partido organizada apara preparar las elecciones municipales.

Lo cierto es que, aunque a la manifestación acudirán otros dirigentes del PP como la secretaria general, Cuca Gamarra, lo que reclaman los convocantes es poco compatible con la “cordialidad lingüística” que propone Feijóo, más partidario de la convivencia entre las dos lenguas que de la segregación que, sobre todo en la escuela, defienden los convocantes de la protesta. 

La decisión del líder del PP de no hacer acto de presencia en las protestas se entiende mejor repasando su pasado. El Feijóo que una parte de la derecha presenta como un político sospechoso de defender las lenguas cooficiales llegó a la presidencia de la Xunta en 2009 con un discurso en contra del gallego en la enseñanza que desbarataba los consensos con socialistas y nacionalistas celosamente preservados por su antecesor al frente del partido en Galicia, Manuel Fraga. 

El hoy líder del PP no tuvo reparo alguno en ponerse a la cabeza de quienes denunciaban una supuesta imposición del gallego en las aulas porque la Xunta, entonces presidida por el socialista Emilio Pérez Touriño, había establecido que un mínimo del 50% de las asignaturas tenían que ser impartidas en gallego.

A eso hay que sumar que aunque la de Barcelona ha sido convocada por la asociación Escuela de Todos, tiene el apoyo de la organización Hablamos Español, responsable de las protestas organizadas ese día en otras doce ciudades españolas y presidida la profesora viguesa Gloria Lago, una vieja conocida de Feijóo. 

El “engaño” de Feijóo

Lago dirigía la asociación Galicia Bilingüe cuando el hoy líder del PP ganó sus primeras elecciones en Galicia, allá por el año 2009. Su asociación, muy minoritaria en la sociedad gallega, obtuvo en su momento un gran eco en los medios de comunicación de Galicia al respaldar a Feijóo y su promesa para que los padres pudiesen elegir el idioma en el que se educaría a sus hijos. No la cumplió y, como consecuencia de ello, la hemeroteca está llena de declaraciones de Lago en las que, meses después, acusaba a Feijóo de haberles engañado: “Nos toma por idiotas y se ha aprovechado de nosotros”.

Esa es la idea que preside el malestar de quienes forman parte de la derecha radical dentro y fuera del PP, que temen una vuela a lo que consideran políticas de colaboración con formaciones independentistas. Especialmente ahora que Feijóo ha anunciado una reunión con el presidente del PNV. 

A la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, le ha faltado tiempo para pronosticar que Feijóo “será igual que Rajoy y se arrodillará ante el separatismo”. “Tiene complejos” frente a los partidos nacionalistas y “se cree que para agradar hay que estar bien con el nacionalismo”.

Santiago Abascal, el líder de Vox, más suave en las formas, aseguró que sería “contradictorio” que Feijóo fuese a la protesta. “Acudir a Barcelona a cuestionar una política lingüística que ha aplicado con matices en Galicia sería una posición incómoda”, razonó. Él sí estará y no habrá foto de los dos dirigentes de la derecha, algo que Feijóo lleva evitando desde que llegó a la presidencia del PP.

Las críticas también afloran dentro del partido, aunque de momento sin nadie que les dé respaldo con nombre y apellidos. Los más explícitos manifiestan tener dudas sobre los planes de Feijóo y muestran entre desconfianza y desconcierto ante la indefinición del “catalanismo” del que habla su líder. 

La estrategia divergente con la que PP, de un lado, y Vox y Cs, del otro, enfocan este asunto se pondrá de manifiesto la semana que viene en el Congreso. Todos los grupos tendrán oportunidad de pronunciarse durante el debate de una proposición no de ley presentada por la ultraderecha exigiendo que se aplique el artículo 155 de la Constitución para obligar a la Generalitat a garantizar la enseñanza en español. Es una idea que respalda Cs pero que el PP ha evitado, de momento, apoyar.

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Más allá de la batalla política abierta en torno a la lengua, los datos dicen que el castellano está progresando desde hace años en Cataluña a pesar del uso mayoritario del catalán en la escuela. 

En Cataluña, según datos del Tribunal Superior de Justicia, la media de horas de utilización del castellano en los centros de enseñanza era hasta ahora del 18% en el caso de la educación primaria, del 19% en los centros de educación secundaria obligatoria y del 26% en el caso del bachillerato. 

A pesar de ello, y según una encuesta del Consejo Superior de Evaluación realizada a los alumnos de Cuarto de la ESO que se realizó en 2021, 2013 y 2006, el uso generalizado del catalán entre los escolares dentro de las aulas está claramente en retroceso. Del 67,8% que lo empleaban “siempre o casi siempre” hace quince años, se ha pasado al 21,4%. El porcentaje de alumnos que “nunca” lo utilizan, “casi nunca” o “pocas veces”, ya alcanza el 49%. De ahí que el catalán goce de la protección de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales de 1992 que España ratificó por unanimidad en 2001 con José Maria Aznar en la presidencia del Gobierno.

El enfrentamiento lingüístico en Cataluña, azuzado desde hace años por una parte de la derecha mediática madrileña y utilizado por el PP, Vox y Ciudadanos como arma arrojadiza en la arena política amenaza con dinamitar, antes de nacer, el proyecto de Alberto Núñez Feijóo de resetear el partido. Todo ello en una comunidad que él mismo considera clave para ganar las elecciones municipales del año que viene y, a continuación, imponerse en las generales.

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