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El bloque progresista pincha: el BNG logra su mejor resultado pero no suma por el desplome del PSdG

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Hasta el cierre de las urnas la izquierda veía posible el cambio en Galicia. Y los datos de participación daban esperanzas. Pero los votos aguaron el sueño del BNG y del PSdG de ganar la Xunta. Un jarro de agua fría, que dejó a un BNG logrando su mejor resultado histórico, pero básicamente por el trasvase de un PSOE hundido, que volvió a sentir el escalofrío de otro 28M.

El BNG y el PSOE gallego habían confiado el resultado final a una suma de los dos partidos y en una alta movilización. Y, a pesar de la subida de la participación, el bloque progresista aunó 34 asientos en el Parlamento autonómico, sólo uno más que hace cuatro años en los comicios de 2020 en plena pandemia.

El Bloque acabó este 18F logrando su mejor resultado en las autonómicas, con 25 escaños, lo que supone 6 puestos más respecto a hace cuatro años. Los nacionalistas se consolidan como la alternativa al Partido Popular después de una campaña de menos a más y con la irrupción de Ana Pontón como referente del ámbito progresista. Pero esta subida se debe al voto que le llega principalmente del PSOE gallego, lo que es un trasvase de apoyo del mismo espacio y no materializa esa esperanza de acercarse a los treinta diputados como muchos en el ámbito progresista vaticinaban. No obstante, el Bloque rompe moldes y ve cómo ha funcionado su apuesta por su vertiente más social mientras el tema identitario se queda en un segundo plano.

El resultado, según describió Pontón, pone al BNG como la "gran esperanza de las personas que creen que Galicia necesita más". Pero señaló que es "insuficiente": "Nuestro objetivo era abrir un tiempo nuevo en este país y darle un gobierno liderado por el Bloque". Para ella, este 18F evidencia que la comunidad "ya cambió, hay un antes y un después". "Nada va a volver a ser como antes", recalcó.

El principal problema de la izquierda este 18F fue su incapacidad para dinamitar el bloque de la derecha y convertirse en una opción más transversal. Además, de que se aguó su teoría de que una mayor participación llevaría al PSdG y al BNG a San Caetano. Lo que logró el BNG básicamente fue comerse al PSOE gallego, que sufrió la mayor debacle en la comunidad autónoma. Y una lección que saca ya la izquierda de la noche del domingo: muchos votantes se levantaron del sofá para paralizar precisamente ese cambio con el nacionalismo y el socialismo al frente.

El hundimiento socialista

El socialismo gallego, en shock. El PSOE rompió su suelo electoral al pasar de los 14 diputados de 2020 (que había sido su peor resultado hasta ahora) a 9. El partido de Pedro Sánchez se ve devorado por los nacionalistas y pincha tras una campaña en la que fío todo al final a la denuncia de la "gran mentira" de Alberto Núñez Feijóo por sus negociaciones secretas con Junts sobre la amnistía.

Esto animó mucho a los socialistas en los últimos días al entender que podía movilizar a los suyos y el presidente del Gobierno se volcó con el PSdG para remover el voto urbano que suele apoyar a los socialistas en las generales y en las municipales en Galicia. Nadie esperaba este enorme desplome de la candidatura de José Ramón Gómez Besteiro, que era para Ferraz el mejor candidato que habían presentado en años.

Pero el PSOE no logró esa "remontada" del 23J que se vaticinaba en el partido y la noche se convirtió en un 28M. Estas eran las primeras elecciones a las que se enfrentaban los socialistas tras la investidura y la negociación con los independentistas para aprobar la ley de amnistía. Aunque en el socialismo descartaron en todo momento que esto influyera, supone un duro varapalo electoral para el PSOE después de lograr el Palacio de La Moncloa.

En el PSOE ven truncada también la idea de que estas elecciones supusieran un golpe para el PP a nivel nacional y que Alberto Núñez Feijóo saliera muy tocado por perder su principal feudo. Asimismo, esta decepción lleva al socialismo a seguir con su escueto poder territorial al tener sólo el poder en tres autonomías en estos momentos: Castilla-La Mancha, Navarra y Asturias.

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Otro de los fiascos para el BNG y el PSdG ha sido no poder tumbar a la derecha en unas elecciones en las que había un cambio en la papeleta del Partido Popular. Alfonso Rueda era percibido por los dos principales partidos de la oposición como un aspirante con mucha menos fuerza que Núñez Feijóo y sin el tirón en las urnas de su predecesor. Creían en el PSOE y en el Bloque que su figura no podría movilizar entre los suyos, además de que podía dividirse el bloque de la derecha con un Vox más duro frente al actual líder autonómico de los populares.

"No tuvimos el resultado esperado"

Después de los malos datos, Gómez Besteiro reconoció: "No obtuvimos los resultados que esperábamos". "No lo hemos conseguido por ahora", añadió el candidato socialista, que sí puso sobre la mesa su intención de quedarse en el Parlamento y hacer oposición. "Ningún cambio es fácil. No se consigue de un día para otro", proclamó el socialista, que prometió a sus votantes que no les va a defraudar "desde la oposición". "Hoy iniciamos una nueva etapa", apostilló el cabeza de cartel del PSOE, que se estrenó en estas autonómicas.

En la dirección del partido reconocieron el "mal resultado" y fuentes del PSOE achacaron la pérdida de escaños a la transferencia de voto hacia el BNG. Además, en el núcleo duro de Pedro Sánchez consideran que les faltó atraer "voto nuevo". Y con un tercer factor muy importante: la derecha consiguió aumentar la movilización por el miedo in extremis a perder la Xunta. En Ferraz remarcan que se ha votado "en clave gallega" y descartan que tenga implicaciones en el panorama nacional, porque el poder territorial sigue con el mismo reparto. Además, descartan que les haya pasado factura la amnistía, ya que el partido que más ha crecido, el BNG, es uno de los defensores de la medida de gracia en el Congreso.

Hasta el cierre de las urnas la izquierda veía posible el cambio en Galicia. Y los datos de participación daban esperanzas. Pero los votos aguaron el sueño del BNG y del PSdG de ganar la Xunta. Un jarro de agua fría, que dejó a un BNG logrando su mejor resultado histórico, pero básicamente por el trasvase de un PSOE hundido, que volvió a sentir el escalofrío de otro 28M.

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