Entre la despoblación de la provincia de Soria, la falta de comunicaciones ferroviarias en Extremadura y la huelga del metal en Cádiz hay un hilo conductor: la creciente sensación de que las necesidades de los ciudadanos de estos territorios ni forman parte del debate público, ni están entre los grandes temas de la agenda política, ni tienen apenas voz en el Congreso. “Hemos tenido que meter fuego para que en Madrid nos escuchen”, dijo el alcalde de Cádiz, José María González Santos, megáfono en mano, durante una de las movilizaciones de los trabajadores de la metalurgia. Un sentimiento que ya se vehicula a través de plataformas ciudadanas como las de la España Vaciada pero que amenaza con extenderse aún mucho más allá de una cuestión meramente demográfica, dando paso a algo parecido a una “España frustrada” por las profundas desigualdades territoriales y por el olvido de las administraciones.
En el caso de la bahía de Cádiz y el campo de Gibraltar, por ejemplo, se trata de una de las zonas con mayor tasa de paro de toda la Unión Europea. Y no es algo nuevo. “Las protestas de estos días no tienen que ver solamente con una situación concreta de un convenio. Son fruto de décadas y décadas de abandono de todas las administraciones que han llevado a que Cádiz sea un solar industrial. Aquí no hay nada, no hay trabajo. Y el poco que hay ha visto recortados sus derechos sistemáticamente”, explica uno de los trabajadores que ha participado en las movilizaciones y que prefiere mantener el anonimato.
Desde Adelante Andalucía, que pretende impulsar una candidatura andaluza para las próximas elecciones generales, su líder Teresa Rodríguez, denuncia que, en su opinión, Andalucía recibe un trato de” chiringuito de la playa y rebujito de la feria. Por eso, cuando ha tocado cerrar una planta de Airbus en toda Europa, la multinacional, Industria y las federaciones de los sindicatos mayoritarios han firmado el cierre de la de Puerto Real, el eslabón más débil, mientras se invertían 400 millones en la planta de Getafe”.
En ese sentido, Teresa Rodríguez tiene claro que existe un nexo de muchas Españas vaciadas u olvidadas: “Claro que hay un nexo con la España vaciada y con Extremadura, con Murcia, con Canarias y con Vallecas, con Nou Barris o con las comarcas mineras de Asturias. En todas partes hay pueblos, barrios y comarcas perdedoras y olvidadas”.
En la provincia de Soria, y siguiendo la estela de Teruel, la plataforma Soria Ya! lidera el movimiento de la España vaciada que se organiza ya de cara a las elecciones generales. En su caso, con una densidad de 8.6 habitantes por kilómetro cuadrado, denuncian igualmente que desde hace décadas los grandes partidos y administraciones han hecho caso omiso de sus principales reivindicaciones: “En Soria tenemos que recorrer 280 kilómetros para ir a un centro de radioterapia, llevamos años reclamando un tren digno o una autovía del Duero. O una fiscalidad especial que frene la destrucción de empresas”, explica Vanesa García, portavoz de Soria Ya. “Es necesario tener en el Congreso a representantes que luchen de verdad por sus provincias, que son las que les han dado los votos. En los grandes partidos, normalmente se dejan guiar por las disciplinas internas y no por los intereses de la gente de esas provincias”, apunta la portavoz.
La experiencia de Teruel
El diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, cuenta cómo llegaron a la conclusión en su plataforma de que había que presentarse a las elecciones: “Después de muchos años sin que nos hicieran caso en nada decidimos que la única alternativa era que la ciudadanía diera el paso y se presentara”. Habitualmente se recurre a los casos de los partidos nacionalistas vascos y catalanes y a su influencia en los gobiernos estatales para describir las ventajas que unos territorios pueden tener respecto a otros en inversiones o en el tratamiento de sus demandas. Pero la legislatura actual ha supuesto un salto cualitativo y cuantitativo en lo territorial por la presencia de partidos como el Partido Regionalista Cántabro, el propio Teruel Existe y los ya más tradicionales canarios o gallegos.
¿Ha tenido consecuencias esa presencia en el Congreso y que el Gobierno dependa de sus votos? Tomás Guitarte pone varios ejemplos: “A nosotros se nos comunicó un reparto de dinero de créditos ICO para empresas en apuros de 2.5 millones de euros para las provincias menos pobladas. Lo negociamos y conseguimos llegar a disponer de más de 70. En mi provincia ninguna empresa en apuros se ha quedado sin ayudas”, expone. Pero hay más ejemplos: “Al negociar los presupuestos hemos hecho valer nuestra fuerza y nuestra voz, obviamente. Y hemos conseguido inversiones que para la provincia son muy importantes, como el museo Etnográfico o el Consejo Regulador de la trufa”, cuenta Guitarte.
“Lo veo con envidia sana”, dice Teresa Rodríguez. “Yo también quiero esa voz propia de obediencia popular andaluza negociando presupuestos y leyes. Pero también quiero un andalucismo fuerte en el Parlamento andaluz que tenga las manos libres para exigir y acordar con el gobierno autonómico y el central todo lo que sean mejoras para las mayorías sociales de esta tierra. Sin compromisos con los aparatos sino con el pueblo”, añade.
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El representante de los trabajadores del metal de Cádiz que prefiere guardar el anonimato también saca una lectura política de todo lo que ha vivido durante nueves días de protestas: “Si no estás en Madrid, no existes”. Desde la plataforma España vaciada, su portavoz Antonio Saz coincide en que “los problemas que no existen en el Congreso y en el Senado parece ser que no existen. Es fundamental que tengamos la posibilidad de poner voz a los problemas de tanta gente que está viendo como sus representantes no dan respuesta a sus problemas”.
Desde los partidos grandes, solo un diputado por la provincia de Cádiz ha asistido a las manifestaciones y ha puesto voz a la problemática de los trabajadores del metal desde el Congreso de los Diputados. Juan Antonio Delgado, de Unidas Podemos, subió con el casco de un trabajador a la tribuna de oradores: “Subo con este casco en señal de apoyo y para defender las justas reivindicaciones de más de 20.000 trabajadores y trabajadoras del metal en Cádiz que luchan por el pan de sus hijos y por tener futuro. Y también en defensa de una provincia que no puede más tras 40 años de desmantelamiento de su industria”, afirmó.
"Lo hice porque soy de Cádiz, porque me votaron los gaditanos y gaditanas y porque tengo la obligación de representar y de trasmitir en la sede del pueblo lo que al pueblo le está pasando", dice Delgado en declaraciones a infoLibre. Preguntado por la crítica y el malestar de ciudadano hacia la falta de voz de sus reivindicaciones en el Congreso, el diputado admite que existe un problema: "Entiendo a los gaditanos y no comprendo al resto de Diputados del resto de los partidos. Ese es el problema de la madrileñización y de perder la empatía con la tierra que te ha puesto en el congreso para que les represente", concluye.
Entre la despoblación de la provincia de Soria, la falta de comunicaciones ferroviarias en Extremadura y la huelga del metal en Cádiz hay un hilo conductor: la creciente sensación de que las necesidades de los ciudadanos de estos territorios ni forman parte del debate público, ni están entre los grandes temas de la agenda política, ni tienen apenas voz en el Congreso. “Hemos tenido que meter fuego para que en Madrid nos escuchen”, dijo el alcalde de Cádiz, José María González Santos, megáfono en mano, durante una de las movilizaciones de los trabajadores de la metalurgia. Un sentimiento que ya se vehicula a través de plataformas ciudadanas como las de la España Vaciada pero que amenaza con extenderse aún mucho más allá de una cuestión meramente demográfica, dando paso a algo parecido a una “España frustrada” por las profundas desigualdades territoriales y por el olvido de las administraciones.