La segunda sorpresa de este proceso de renovación en el Partido Popular, tras la espantada de Feijóo, fue él. Pablo Casado (Palencia, 1981) fue el primer dirigente conservador de peso en dar un paso al frente cuando quedó convocado este XIX Congreso Extraordinario tras la marcha de Mariano Rajoy. Se presentó tirando de las orejas a sus compañeros por no decidirse a dar el paso, por marear la perdiz, como el candidato de la “integración”. Y con un objetivo: recuperar a los votantes del PP que se han ido a Ciudadanos y a Vox recuperando los “principios y valores” que llevaron al partido a ganar elecciones por amplias mayorías absolutas.
Casado intentó toda esta campaña presentarse como el rostro de la regeneración, como el símbolo del nuevo tiempo que ha de vivir el PP. Un rostro joven para competir con líderes también jóvenes, sobre todo con Albert Rivera, jefe de Ciudadanos. Pero su pasado le obligó a explicar en muchas ocasiones cómo encaja eso de los nuevos tiempos habiéndote dejado arropar por Esperanza Aguirre, ya fuera de la política activa, o de dirigentes que dieron un portazo a Rajoy hace 10 años y que ahora decían volver a ilusionarse ante la posibilidad de un PP liderado por otra persona, como María San Gil, expresidenta del PP vasco.
José María Aznar no le ha dado su apoyo explícito. Comentan en el partido que para no perjudicarle. Pero hay pocas dudas de con quién va el expresidente del Gobierno. Ya lo había dicho en mayo de 2015, cuando el presidente de FAES participó en algunos actos de la campaña de las municipales y autonómicas: "Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo". Estaba en Ávila, circunscripción por la que el exvicesecretario de Comunicación del PP es diputado desde 2011.
Son estos apoyos los que movilizaron al sector más conservador de los afiliados del PP en la primera ronda, también a un buen número de miembros de las Nuevas Generaciones del partido, donde Casado conserva buenos amigos de su etapa como líder en Madrid. Estuvo dos mandatos, entre 2005 y 2013. Su ascenso en el partido fue rápido. Se afilió en 2003.Sin renegar del pasado, sin miedo al futuro
Sin renegar del pasado, sin miedo al futuro
Pese a haber hecho gran parte de su carrera política en el aguirrismo, Casado se declara siempre sin mochilas, sin asuntos pendientes con el pasado. No reniega del pasado de su partido, dice, pero tampoco le tiene miedo al futuro.
Con Santamaría empeñada en huir del discurso ideológico para vender gestión, la de sus años en el Palacio de la Moncloa, Casado pudo desplegar todo su arsenal: unidad de España, defensa de la familia, defensa del castellano, liberalismo económico… Corrió el riesgo incluso de cuestionar algunas de las decisiones del Gobierno de Rajoy en un intento de marcar un antes y un después. Pero esto le puso a sus detractores las críticas en bandeja. ¿Cómo puede permitirse el lujo de hablar así cuando ha sido portavoz del partido desde 2015?, se preguntaban.
Cuando Casado llega a la dirección del PP en julio de 2015 ya llevaba casi diez años en primera línea. Entre 2007 y 2009 fue diputado en la Asamblea de Madrid. En 2009 pararía para trabajar con Aznar como director de gabinete y en 2011 aterrizó en el Congreso de los Diputados, donde sigue a día de hoy.
La lista de Madrid
En los últimos meses, cuando nadie se esperaba el fin de Rajoy, era el favorito en las quinielas internas del partido para ocupar la lista al Ayuntamiento o a la Comunidad de Madrid en 2019.
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Presume de haber dado la cara por el partido en los peores momentos, cuando había que reaccionar a la corrupción y cuando había que asumir batazos electorales. También, de haber logrado colarse en la votación final sin apoyos del ‘aparato del partido’ y con muchas zancadillas.
Con una de estas ‘zancadillas’ ya se presentó como candidato: las dudas sobre sus estudios, un episodio que se le puede complicar porque ya está en manos de la Justicia. Él asegura que todo está en orden y que lo ha demostrado y lo seguirá demostrando. Vamos, que entre su caso y el del máster de Cristina Cifuentes hay un abismo.
El defensor del 'juego limpio' se vio en un aprieto en la última semana de campaña tras la difusión de un vídeo en el que se cargaba contra algunos de los principales apoyos de Santamaría. Él y su entorno negaron con insistencia la autoría y se declararon indignados por el tono de este documento gráfico. Pero la idea que caló es que su equipo estaba tras ello. Y su rival se pudo permitir la licencia de atacarle con su propio argumentario: sus "principios y valores", dijo la exvicepresidenta, consisten en "no hacer daño jamás al PP".
La segunda sorpresa de este proceso de renovación en el Partido Popular, tras la espantada de Feijóo, fue él. Pablo Casado (Palencia, 1981) fue el primer dirigente conservador de peso en dar un paso al frente cuando quedó convocado este XIX Congreso Extraordinario tras la marcha de Mariano Rajoy. Se presentó tirando de las orejas a sus compañeros por no decidirse a dar el paso, por marear la perdiz, como el candidato de la “integración”. Y con un objetivo: recuperar a los votantes del PP que se han ido a Ciudadanos y a Vox recuperando los “principios y valores” que llevaron al partido a ganar elecciones por amplias mayorías absolutas.