El líder del Partido Popular ha desempolvado en los últimos días todo el argumentario conservador contra Ciudadanos. Él mismo reconoce que estar a la defensiva con formaciones con las que debe entenderse en un escenario de fragmentación política como el actual no es su estilo, pero que en esta ocasión, al contrario que en la campaña de las elecciones generales, no se va quedar de brazos cruzados. Enfrente tiene a un Albert Rivera que le lleva algo de ventaja porque, ya antes del arranque de la campaña que culminó con el 28A, dejó muy claro que su principal rival era Pablo Casado. Lo hizo cuando subrayó que los votos de su partido no iban a servir para investir al socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
Ahora, tras unas generales en las que el PP vio reducido su apoyo en el Congreso desde 137 a 66 escaños y el partido naranja pasó de 32 a 57 diputados, la diferencia entre ambas formaciones es tan pequeña –nueve actas– que la pelea por el liderazgo de la derecha está en ebullición.
La segunda parte de este combate tendrá lugar en poco más de dos semanas, cuando los conservadores tendrán que demostrar si han sido capaces de mantener bajo sus siglas los gobiernos autonómicos y locales que han liderado en los últimos cuatro años. Ciudadanos, por su parte, busca gobernar, arrebatar poder al partido de Casado, pero también a la izquierda.
Mientras, Vox, el otro actor de la plaza de Colón, que se estrenará en el Congreso con 24 diputados, ha quedado en los últimos días en un segundo plano del que intentará salir una vez arranque la campaña en la noche de este jueves. Si lo que ocurrió el 28A se extrapola a lo que pueda ocurrir el 26M, los votos del partido de ultraderecha liderado de Santiago Abascal van a ser claves a la hora de configurar mayorías en comunidades y en los principales ayuntamientos. Un proceso que no estará exento de dificultades si se tiene en cuenta que Pablo Casado ya se ha atrevido a calificarles de "extrema derecha" en pleno enfado interno puertas adentro del PP por una campaña alejada del centro político.La "farsa" de la ronda de contactos de Sánchez
La "farsa" de la ronda de contactos de Sánchez
Vox ha aprovechado esta semana su exlusión de la ronda de contactos de Pedro Sánchez con los líderes del PP, Cs y Unidas Podemos para hablar de "farsa" y destacar que ni estaban invitados ni pensaban haber acudido. Porque ellos sólo acudirán a la llamada del rey para comunicarle su negativa a la investidura del líder de los socialistas.
Precisamente, estas reuniones en la Moncloa han servido para que la pelea entre Casado y Rivera por el liderazgo de la derecha quedaran negro sobre blanco.
El presidente de los conservadores quiso dejar claro que en España el puesto de líder de la oposición es algo que se gana en las urnas, siendo el partido más votado y que, por tanto, la pelea en la que quiere entrar Rivera no tiene mucho sentido. Pero no quiso dejar pasar la oportunidad de poner al partido naranja ante el espejo de un eventual apoyo a Sánchez.
En la rueda de prensa posterior a la reunión con Pedro Sánchez, Casado informó de que había advertido al presidente de que si pactaba con los independentistas para ser investido iba a encontrarse con la oposición "frontal" del PP. Pero que no iba a poner mayores obstáculos si lo intentaba con otras fuerzas constitucionalistas. No citó a Ciudadanos, pero no hubo dudas de por dónde iba el presidente del PP.
El mejor escenario para el PP: que Cs apoye al PSOE
A los conservadores les interesa recordar que en 2015, tras las generales, Rivera accedió a apoyar a Pedro Sánchez por mucho que en campaña hubiese negado tal escenario. A día de hoy es un escenario que parece poco probable. Pero si Cs diera sus votos al PSOE, el partido naranja se caería de esa pelea por el liderazgo de la derecha. Sería el escenario idóneo para el PP.
Algo menos de 24 horas después, el martes fue el turno de Rivera. Recurriendo a un tono más duro que Casado, se erigió en líder de la oposición, en líder de la formación que está en mejores condiciones de controlar a Pedro Sánchez. "Ante la descomposición del PP", remataría.
Y de paso, aprovechó para pedir al presidente del Gobierno en funciones la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Llegó incluso a ofrecerle a Pedro Sánchez el voto a favor de los senadores de Ciudadanos.La guerra de los "chistes"
En el PP, el ofrecimiento cayó como un jarro de agua fría. Casado, por respeto institucional, no llevó a la reunión con Sánchez ninguna propuesta concreta y Rivera aprovechó para poner sobre la mesa un asunto del que los conservadores siempre han hecho bandera.
Así, si en Ciudadanos habían calificado de "chiste" que ellos fuesen a apoyar una investidura de Sánchez, en el PP calificaron también de "chiste" que Rivera hubiese ofrecido sus "cuatro senadores" para la aplicación del 155. Una forma de ridiculizar el resultado del partido naranja en la Cámara Alta. En PP salió algo mejor parado que Cs, pero el resultado tampoco fue para sacar pecho si se tiene en cuenta que han pasado de 130 a 56 parlamentarios en esta Cámara y que una de sus promesas estrella era precisamente la intervención de la autonomía catalana.
Este miércoles, a un día de la pegada de carteles, la pelea no paró. Rivera, en una entrevista en Antena 3, pidió al PP de Casado que no "frivolice" con el 155. "Aplicar la Constitución, defender la convivencia y que se cumplan las leyes en Cataluña no es un chiste".
"La culpa de la debacle de un partido tiene que ver con el propio partido, no con los demás", añadió al tiempo que demandaba a los conservadores "hacer autocrítica" por los escándalos de corrupción y las "peleas" internas.
Asimismo, sostuvo que si Cs hubiera pasado de 137 escaños a 66, como le ha pasado al PP en el Congreso, él se habría pensado la opción de dimitir, aunque admitió que tendría que verse en esa situación para tomar una decisión, informa Europa Press.
"Plagios" de programas políticos, fichaje de "tránsfugas"...
Al PP no le sirve que Rivera niegue la posibilidad de una abstención en la investidura. Y en la campaña que está a punto de comenzar los conservadores van a apretar a Cs con los pactos posteriores a las municipales y autonómicas, destacando la posibilidad de que el partido naranja vaya a ser la "respiración asistida" del PSOE. También les van a acusar de "plagiar" el programa del PP –uno de los puntos es el de la aplicación del 155– y con fichar a "tránsfugas" como el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido.
En su último acto de este miércoles, en Toledo, el líder del PP le devolvió las críticas por la derrota el 28A recordando que "lleva trece años liderando el partido y lleva cuatro derrotas".
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En estos días en los que el batacazo electoral de las generales ha hecho que desde diferentes sectores del PP se expongan dudas sobre el liderazgo de Casado, en la dirección nacional del PP subrayan que no es algo que esté en cuestión puesto que, con los estatutos del partido en la mano, no debe celebrarse un congreso hasta dentro de poco más de tres años. Fue elegido el pasado julio, por cuatro años, en el congreso extraordinario de sucesión de Mariano Rajoy.
En el Comité Ejecutivo Nacional de la semana pasada, varios dirigentes regionales trasladaron a Casado la necesidad de ampliar la base electoral por el centro. Una demanda que ya le habían hecho las horas posteriores a las elecciones el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, o el presidente de los conservadores vascos, Alfonso Alonso.
El grueso de las fuentes consultadas consideran que Casado ha ganado tiempo hasta después del 26M. Pero que si los resultados son malos, tendrá que hacer cambios de calado en la dirección nacional del PP. Además de Casado, gran parte de las críticas internas van destinadas al secretario general, Teodoro García Egea, y al jefe de gabinete del líder, Javier Fernández-Lasquetty, una persona muy próxima a la Faes de Aznar.
El líder del Partido Popular ha desempolvado en los últimos días todo el argumentario conservador contra Ciudadanos. Él mismo reconoce que estar a la defensiva con formaciones con las que debe entenderse en un escenario de fragmentación política como el actual no es su estilo, pero que en esta ocasión, al contrario que en la campaña de las elecciones generales, no se va quedar de brazos cruzados. Enfrente tiene a un Albert Rivera que le lleva algo de ventaja porque, ya antes del arranque de la campaña que culminó con el 28A, dejó muy claro que su principal rival era Pablo Casado. Lo hizo cuando subrayó que los votos de su partido no iban a servir para investir al socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.