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Castilla y León inclina la balanza de la batalla del lobo hacia los cazadores

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Las últimas noticias de la guerra por el lobo entre cazadores y ganaderos, por un lado, y ecologistas y conservacionistas por otro informan de una victoria de los primeros en una importante batalla: la de los Picos de Europa. El patronato del Parque Nacional, compuesto por políticos de las tres administraciones regionales que lo controlan (Asturias, Cantabria y Castilla y León), ha dado vía libre al "control" de un animal mítico de la fauna española como es el lobo ibérico en una de las zonas donde más presencia tiene y más importancia simbólica alberga. La comunicación de la decisión, tomada por políticos de PP y PSOE y sin presencia de las organizaciones ambientales, habla de "extracción de ejemplares" o "captura de animales", sin especificar si se le dará rienda suelta a la caza como método de control de las manadas, una práctica habitual al norte del Duero.

El Parque Nacional de los Picos de Europa se encuentra en el centro de la zona de influencia del lobo ibérico en España, como se puede comprobar en este mapa del Observatorio de la Sostenibilidad que, en un reciente informe, intenta cuantificar las manadas que habitan en el país y los conflictos en los que se ven inmersas. El 60% de ellas, según datos del Observatorio, se encuentran en Castilla y León, cuya Junta ha protagonizado varias de las polémicas más sonadas con respecto al animal en las últimas semanas.

 

Mapa del lobo en España.

El mismo Gobierno regional que ha favorecido, con su presencia en el patronato, la "extracción de animales" en el parque es el que ha recibido un nuevo revés judicial con respecto a su gestión del lobo. En febrero, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León anuló íntegramente el Plan de Conservación y Gestión del Lobo ante la falta de informes técnicos o científicos "independientes" que avalen la decisión de establecer cuotas de muerte de ejemplares para el control de la especie. La decisión judicial no ha impedido la determinación de los gestores de los Picos de Europa, tomada después de que ascendiera al Consejo de la Red de Parques Nacionales la oleada de lobos matados ilegalmente en los Picos, cuyos cadáveres han aparecido en zonas públicas como modo absurdo de aviso mafioso contra un animal irracional. Cantabria, Asturias y Castilla y León se negaron a suspender cautelarmente los controles de población porque "incrementaría el conflicto social".

No es el primer varapalo judicial que recibe el Ejecutivo regional con su trato al lobo. El mismo tribunal anuló hace unas semanas los cupos de caza del animal y en 2017 rechazó que se considerara una "especie cinegética". Al ser recurribles, las sentencias no han tenido aún efecto sobre la política del Gobierno. "Es una vergüenza que, pese a tener tres sentencias en contra, las administraciones se empeñen en dar mil vueltas para acabar con la vida de los animales", aseguraba Pacma sobre lo aprobado en Picos de Europa.

La falta de información científica es uno de los argumentos de los conservacionistas que se oponen a que se cace al lobo como medida de prevención ante los ataques que la especie protagoniza contra la ganadería extensiva. Así lo defiende el Observatorio de la Sostenibilidad en su informe Estado de conservación del lobo en España, que estima entre 500 y 650 los lobos muertos durante el año 2017, cazados legal e ilegalmente o muertos en accidentes. "Actualmente los controles de las poblaciones de lobo se realizan de una forma aleatoria e irracional, sin tener en cuenta la jerarquía de los diferentes individuos en la manada ni su sexo o edad, lo que determina una desestructuración de las manadas que implica mayor conflictividad", defiende el organismo.

Matar a lobos sin un control científico ni estudios exhaustivos provoca que las manadas se rompan, generando ejemplares solitarios mucho más agresivos contra las cabezas de ganado, advierten muchos ecologistas. Un estudio realizado a petición del Parlamento Europeo a finales de febrero así lo corrobora. "La idea de 'controlar' a la población de un depredador clave que está legalmente protegido está fuera de lugar debido a la relevancia ecológica de la población y porque tal acción es incoherente con el conocimiento científico. Los depredadores tienen rasgos únicos que permiten la autorregulación de la población, debido a su comportamiento y ecología. Estos rasgos importantes pueden verse gravemente afectados por perturbaciones como la caza", asegura el documento.

"La eficacia de las medidas preventivas", contrapone, "han sido probadas y testadas en programas en diferentes países de la Unión Europea". El Observatorio de la Sostenibilidad, en su trabajo, defiende que estas medidas, a tomar por la ganadería, son mucho más efectivas y respetuosas con el lobo ibérico, de cara a lograr la coexistencia entre el hombre y el animal. "La ausencia de los grandes depredadores de nuestros hábitats naturales, de donde los extinguimos hace muchos años o incluso siglos, ha traído una suerte de acomodo en la práctica ganadera que ha abandonado parcial o totalmente las prácticas tradicionales", asegura la organización, que apuesta por el empleo de pastores eléctricos o perros de guarda para ganado, la custodia nocturna de los animales o la contratación de seguros ganaderos "a precios asequibles", así como un "contrato territorial" con el que la Administración subvencione a los ganaderos cuyo trabajo se desarrolle en zonas con presencia del lobo con independencia del número de cabezas atacadas.

El informe, que cifra entre 500 y 650 los lobos muertos en 2017 en una población calculada por los ecologistas de 2.500 ejemplares, advierte: el lobo ibérico no está en peligro inminente, pero sí sufre de estrés poblacional por causa del hombre. "Este número de bajas anuales es probablemente muy cercano a la tasa de reclutamiento de la especie", advierten, por lo que rechazan que la especie esté en expansión, como afirman tanto ganaderos como cazadores. El Observatorio recuerda que en los años 70 estos cánidos estuvieron a punto de desaparecer de la Península por la caza indiscriminada.

La memoria de Félix Rodríguez de la Fuente

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El reciente aniversario del nacimiento y la muerte del gran divulgador ambientalista español, Félix Rodríguez de la Fuente (14 de marzo), ha coincidido en apenas unas semanas en tiempo tanto con la decisión del Parque Nacional de Picos de Europa como con la manifestación en Madrid en defensa del lobo ibérico. "Félix, escucha, seguimos con tu lucha", corearon algunos asistentes a la marcha. La figura del famoso conservacionista, célebre por su programa de televisión El hombre y la Tierra, siempre ha generado consenso: trajo una conciencia ecologista al país hasta entonces inédita. Pero con motivo del aniversario, su recuerdo se ha colocado en el centro del debate sobre si la caza es realmente compatible con el conservacionismo. ¿Está justificado matar animales para proteger a otros, o para asegurarse el desarrollo de una actividad económica?

Rodríguez de la Fuente es reconocido por su amor y predilección por una especie: el lobo ibérico. Es por ello que asociaciones como Lobo Marley criticaron que el Centro del Lobo de Castilla y León pasase a llamarse con el nombre del ambientalista, una decisión de la misma Administración que autoriza controles de población rechazados por un tribunal autonómico y apoya la misma medida en un Parque Natural. Su hija, Odile Rodríguez de la Fuente, que participó en el acto del centro, salió al paso de las críticas recordando una cita de su progenitor: "Donde el lobo cause daños o ponga en peligro la vida humana, el lobo debe ser controlado". Sin embargo, muchos ecologistas consideran que en el contexto actual, donde la actividad cinegética cuenta con un apoyo mucho menor, el discurso del conservacionista sería muy diferente. "Seguramente Félix, de seguir entre nosotros y ante una realidad actual tan diferente a la de hace décadas, hubiese conseguido proteger al lobo definitivamente", afirma el Observatorio de la Sostenibilidad en su informe.

Unos recuerdan que Rodríguez de la Fuente practicaba la caza con cetrería: otros afirman que dicha modalidad no es igual que la caza por escopeta y que, en su juventud, se opuso radicalmente a las leyes franquistas que permitían abatir prácticamente cualquier carnívoro bajo el sobrenombre de "alimaña" y que casi consiguen acabar con el lince ibérico o con el oso, entre otros depredadores. La batalla del lobo sigue enconada y ambos bandos no coinciden en apenas nada, salvo en reivindicar la memoria de Félix, tan querido y añorado, para su causa. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas, con Cantabria también a punto de declarar a la especie como cinegética, parecen indicar que las administraciones al norte del Duero –más sensibles a las demandas de la caza y de la ganadería y a salvo de la prohibición europea de cazarlo en las regiones del sur– están inclinando la balanza.

Las últimas noticias de la guerra por el lobo entre cazadores y ganaderos, por un lado, y ecologistas y conservacionistas por otro informan de una victoria de los primeros en una importante batalla: la de los Picos de Europa. El patronato del Parque Nacional, compuesto por políticos de las tres administraciones regionales que lo controlan (Asturias, Cantabria y Castilla y León), ha dado vía libre al "control" de un animal mítico de la fauna española como es el lobo ibérico en una de las zonas donde más presencia tiene y más importancia simbólica alberga. La comunicación de la decisión, tomada por políticos de PP y PSOE y sin presencia de las organizaciones ambientales, habla de "extracción de ejemplares" o "captura de animales", sin especificar si se le dará rienda suelta a la caza como método de control de las manadas, una práctica habitual al norte del Duero.

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