Cataluña, el feudo perdido de los socialistas

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"El mitin de la Vall d'Hebron estuvo muy bien, nos inyectó un chute de ilusión... Pero este era el mismo partido que hace años llenaba el Palau Sant Jordi". La confesión, de un diputado del PSC, resume bien el sentimiento de contención que pesa en el partido, mezclado con un punto de amargura, de nostalgia de lo que fue y ya no es. Los socialistas catalanes viven su peor momento electoral, condenados a una posición de segundones por el desafío soberanista, en el que tardaron en ubicarse y construir un discurso propio frente al polo proconsulta (CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP) y el bloque de PP y Ciutadans. 

El PSC pugna por la tercera plaza en estas europeas del 25-M. Pero había sido tradicionalmente la fuerza hegemónica en Cataluña, sin discusión. Los socialistas ganaron en todos los comicios a la Eurocámara, menos los de 1994, y en todos con bastaste holgura sobre su más directo rival, CiU. La mayor distancia entre ambos, en 2004: un 42,9% frente a un 17,8%. 25,1 puntos de ventaja. En las últimas elecciones, las de 2009, un 36% frente a un 22,4%. 

Esos eran los tiempos en los que el PSC era capaz de poner el cartel de completo en el Palau Sant Jordi de Barcelona, con un aforo para 20.000 personas. Los años en los que el PSC era una máquina de votos para el PSOE: 907.121 en 2004; 708.888 hace cinco años. Cataluña y Andalucía eran los feudos fetiche para Ferraz, los que tiraban del carro de los resultados hasta en los momentos más delicados. Ahora, ya ha perdido uno de ellos, Cataluña. Queda por saber la magnitud de la caída y cuánto logrará salvar los muebles, porque de ello también depende el resultado de la cabeza de lista, Elena Valenciano. Pero es evidente que mucha diferencia tiene que sacar en Andalucía para poder compensar el seguro desplome en Cataluña. Eso complica los números. 

La dirección socialista afronta las urnas con un pesimismo moderado. Es consciente de que las cifras de antaño quedan muy lejos, pero siente que durante la campaña ha fluido "de menos a más", según el análisis de varios dirigentes. Empezó muy a medio gas –como el PSOE en toda España–, pero luego fue ganando intensidad, gracias a la polarización inducida por los comentarios machistas de Miguel Arias Cañete, que le puso "sal y pimienta" a la confrontación. Hasta llegar al momento culmen: el mitin en el pabellón deportivo de la Vall d'Hebron, que reunió el miércoles pasado a más de 3.000 personas y que llevó a Barcelona a dos de las cabezas líderes de la izquierda europea: Martin Schulz, candidato a la Presidencia de la Comisión, y el primer ministro francés, Manuel Valls.

Escenario ideal, "triple empate"

La significativa concurrencia en el acto central del PSC –"el mitin más importante de todo el socialismo europeo", según lo definen en el equipo del primer secretario, Pere Navarro– ha animado a la dirigencia del partido y le ha hecho prever que la segura caída sea contenida. En la sede de la calle de Nicaragua, no se espera una debacle total. O sea, quedar como cuarta fuerza, por detrás del PP, o a gran distancia de CiU y ERC. El escenario ideal, "el mal menor", sería "un triple empate", según convienen desde la cúpula, un podio bastante igualado entre convergentes, republicanos y socialistas. "Mal resultado va a ser porque tendremos menos votos que en 2009, es evidente [los 907.000 sufragios, el 36%], pero es que entonces gobernábamos en España, en Cataluña, en la mayor parte de municipios... –opina un dirigente de la confianza de Navarro–. Pero debemos compararnos con las generales de 2011 [26,6%] o con las autonómicas de noviembre de 2012 [14,43%], y seguramente el resultado será algo mejor". "Si aguantamos el tipo quizá se pueda explicar", añade un diputado del PSC en el Congreso. 

El heterogéneo sector crítico del PSC es mucho más pesimista. Observa apatía en las bases y advierte de que "obtener una tercera plaza" el 25-M "es un fracaso". "Ojalá las encuestas se equivoquen y obtengamos un mejor resultado, pero si no es así, hay que fijarse en la evolución, y es espantosa. Los electores, y no sólo los cargos electos y orgánicos, nos están abandonando", reflexiona con preocupación una conocida responsable de este grupo. 

El núcleo oficialista se queja, sin embargo, de la falta de colaboración de los críticos, su "desidia y actitud de brazos caídos" durante la campaña, comportamiento que desmienten desde el otro lado. 

"Europeizar la campaña"

El PSOE, consciente de la importancia del granero catalán, se ha implicado a fondo en la comunidad. La candidata, Elena Valenciano, al igual que el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, y más dirigentes federales (Óscar López, Ramón Jáuregui, Juan Fernando López Aguilar, Eduardo Madina, Patxi López, Felipe González...) han viajado a Cataluña para apoyar a los dos integrantes de la candidatura del PSC en puestos de salida, Javi López y Esther Niubó, ambos próximos a Navarro. Ayer mismo Valenciano hizo dos mítines exprés en L'Hospitalet de Llobregat y Cornellà, en el cinturón rojo de Barcelona, histórico fortín del partido. 

Pero la campaña en Cataluña no se ha vertebrado sobre el eje izquierda-derecha, como en el resto de España, sino sobre todo sobre la columna soberanismo-no soberanismo. La consulta. "El debate aquí es el que es. Todo está colonizado por el referéndum. Aquí por ejemplo la cuestión de Cañete se ha visto mucho menos que en el resto del país", lamentan fuentes próximas al primer secretario. No obstante, en la cúpula hay cierta satisfacción porque al final el PSC ha logrado uno de sus objetivos, "europeizar la campaña", hacer que se cuelen los temas de la UE, lo que les permite identificar a Artur Mas con Mariano Rajoy, situar la confrontación en la línea izquierda-derecha. 

El 25-M arrojará sombras sobre el futuro del PSOE (si hay derrota), pero también sobre el PSC. Los críticos reconocen que este último mes han dado "tregua" a la dirección, para no emponzoñar el debate de europeas, pero pasado el Rubicón de las urnas, habrá "decisiones". Probablemente pidan un congreso extraordinario (o, como poco, "una reflexión profunda"), a lo que la cúpula de Navarro ya tiene una respuesta: no, porque además está segura de que volvería a ganar el sector federalista, el más nutrido, el que decidió bajarse del tren soberanista el pasado noviembre. Los próximos al primer secretario sí adelantan que "lo más posible" es que haya una remodelación de la ejecutiva del PSC, necesaria tras el goteo de deserciones de los últimos meses. 

¿Recomposición del Govern?

En la jefatura del partido, no obstante, insisten en que el principal titular de la noche del 25-M será otro: quién gana el pulso por la primera plaza del podio. O CiU o ERC. Las encuestas no son unánimes. Unas conceden la victoria a los convergentes –sería su segundo triunfo en la historia, tras las europeas de 1994–; otras, a los republicanos. Si la balanza se decanta hacia el candidato de ERC, Josep Maria Terricabras, significará que es ella la que capitaliza la tensión soberanista y se habrá consumado así el entierro del mapa político catalán, la tradicional pugna de CiU y PSC. Un sorpasso que, según los cálculos de los socialistas, debilitaría profundamente a Artur Mas como líder del proceso. El resultado de las urnas también podría provocar la entrada de ERC en el Govern, la opción ambicionada por los convergentes, porque eso les permitiría compartir el desgaste de la gestión. CiU, que intentó una alianza con el partido de Oriol Junqueras y no lo logró, se presenta esta vez bajo el nombre de Coalición por Europa, con PNV y Coalición Canaria, y su número uno es Ramon Tremosa

"Si Terricabras, que tiene de dos al socialismo maragallista [a Ernest Maragall, hermano del expresident], tendremos que hacer una lectura, querrá decir que parte de nuestras bases han emigrado", sanciona una cabeza muy reconocible del sector crítico del PSC. En la dirección creen que la posición federal, aunque encuentre difícil encaje ahora por la polarización política, acabará prosperando, porque es la de "entendimiento", la de diálogo. Y acusan a la oposición interna de querer la derrota para justificar su siguiente paso: la escisión, que ya muchos en el partido dan por descontada de cara a las municipales

El examen ciudadano pondrá asimismo a prueba al frente antisoberanista. En él no está solo el PP. Todos los sondeos atribuyen una importante subida a Ciutadans, el partido de Albert Rivera que tiene como candidato al abogado y tertuliano Javier Nart, que se presenta como una formación sin lastres –sin responsabilidades de gobierno–, nueva, creyente de la regeneración democrática. De lograr escaño, sería su primera legislatura en la Eurocámara. Los conservadores, por su parte, pagarían el castigo a la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy y sufriría un importante descalabro. 

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Aumento del voto por correo

Quien también sube, aunque de forma mucho más moderada que ERC, es ICV-EUiA, lista que en Cataluña encabeza el joven diplomático Ernest Urtasun y en el resto de España, Willy Meyer. Su porcentaje de voto se aproximará al obtenido por IU en todo el Estado, en torno al 9%. La Candidatura d'Unitat Popular (CUP), el partido revelación en las autonómicas de 2012, no concurre este domingo.

Las elecciones del 25-M servirán para confirmar o romper una tendencia repetida desde 1987. Desde las primeras europeas, la participación en Cataluña ha estado por debajo de la media nacional. En la primera convocatoria, fue del 67,9% (68,52% en el conjunto del país). En las últimas, del 39,6%, frente al 44,9% de España. Para el domingo, se espera una mayor movilización, y hay un dato objetivo: el voto por correo. Frente a un panorama de caída generalizada, en Cataluña las solicitudes aceptadas de sufragio postal han crecido espectacularmente, hasta el 44,99% (21.276 peticiones en 2009, 30.849 ahora). La duda es si esa mayor participación del voto por correo se corresponde con un aumento en las urnas y si beneficia más al bloque proconsulta o al antisoberanista. 

"El mitin de la Vall d'Hebron estuvo muy bien, nos inyectó un chute de ilusión... Pero este era el mismo partido que hace años llenaba el Palau Sant Jordi". La confesión, de un diputado del PSC, resume bien el sentimiento de contención que pesa en el partido, mezclado con un punto de amargura, de nostalgia de lo que fue y ya no es. Los socialistas catalanes viven su peor momento electoral, condenados a una posición de segundones por el desafío soberanista, en el que tardaron en ubicarse y construir un discurso propio frente al polo proconsulta (CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP) y el bloque de PP y Ciutadans. 

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