CCOO y UGT salen de nuevo a la calle este domingo en Madrid con el objetivo de "engrasar" la negociación con el Gobierno de Mariano Rajoy de cara a la próxima legislatura. Los dos sindicatos mayoritarios no aceptan que el nuevo Ejecutivo conservador quiera dar el pistoletazo de salida al diálogo social, paralizado desde hace un año, poniendo como líneas rojas el cumplimiento de los compromisos con Bruselas y, sobre todo, la reforma laboral. Por eso, con el objetivo de forzar al Gobierno a negociar sin cortapisas, las dos centrales sindicales recorrerán desde este mediodía la distancia que separa las plazas madrileñas de Neptuno y Sevilla en una manifestación que ha estado precedida durante los días previos de protestas en más de 60 ciudades españolas.
Los dos sindicatos pretenden revertir una buena parte de las políticas que se han aplicado durante la pasada legislatura. Por eso, durante la marcha, pondrán de manifiesto la necesidad de crear empleo de calidad que elimine de una vez la figura del trabajador pobre, exigirán que en los próximos Presupuestos Generales del Estado se contemple una renta mínima garantizada, pedirán una subida del salario mínimo interprofesional y pondrán el foco sobre una reforma laboral que creen necesario liquidar. Sin olvidarse, tampoco, del problema de las pensiones y la "insuficiente revalorización" –del 0,25%– que planea el Ejecutivo de Rajoy para 2017.
Con estas primeras movilizaciones, que se irán repitiendo si el Gobierno del PP no atiende sus peticiones, las dos centrales pretenden volver a recuperar músculo sindical después de varios años de descrédito. Quitando las tradicionales movilizaciones del Primero de Mayo, hace años que CCOO y UGT no organizaban de la mano en la capital una manifestación multitudinaria. Hay que remontarse a 2012, cuando los efectos de la crisis comenzaban a notarse con mayor intensidad, para encontrar las últimas marchas en Madrid organizadas por los dos sindicatos con un seguimiento importante.
La primera huelga general de la legislatura
El primer año de Mariano Rajoy al frente del Gobierno se caracterizó por una fuerte presión sindical en la calle. En plena crisis económica, el nuevo Ejecutivo conservador dio el pistoletazo de salida a la legislatura con una nueva reforma laboral. El Real Decreto-ley, aprobado en Consejo de Ministros el 10 de febrero, se registró en el Congreso de los Diputados para su convalidación el 13 de febrero. Seis días más tarde, el 19, CCOO y UGT se echaron a la calle para protestar contra la reforma laboral y para pedir el freno de los recortes. La movilización, que fue considerada en aquel momento una de las más numerosas de los últimos años, aglutinó en el centro de Madrid a decenas de miles de personas –medio millón, según los organizadores–.
Durante la marcha se escucharon los primeros gritos a favor de una huelga general. Cánticos que se repetirían unos días después en las movilizaciones organizadas por los dos sindicatos en 60 ciudades españolas y que reunieron a cientos de miles de personas –en la capital las cifras de asistencia oscilaron entre las 500.000 personas que calcularon los sindicatos y los 30.000 asistentes que cifró la Policía Local–. Estas marchas fueron el termómetro perfecto para medir el respaldo con el que contaban los sindicatos de cara a la primera huelga general convocada contra el Ejecutivo de Rajoy.
El parón nacional del 29 de marzo tuvo un seguimiento, según UGT, del 77% –más de 10 millones de trabajadores la secundaron, según el sindicato–. La jornada, de nuevo, terminaría con movilizaciones en más de un centenar de ciudades españolas. En la manifestación central, que discurrió durante la tarde por el centro de Madrid, los líderes de UGT y CCOO mostraron su oposición a una reforma laboral "lesiva y desequilibrada" y pidieron "otras medidas, otras políticas" para España. El Gobierno tenía entonces dos opciones: "O cambiar o cambiar".
Segunda huelga general
Pero el Ejecutivo del PP no dio un paso atrás. La única concesión que hizo fue que la reforma laboral, que convalidó el Congreso a comienzos de marzo, se tramitase como proyecto de ley para que el resto de grupos parlamentarios pudieran proponer cambios. Tras varios meses de tramitación, la nueva norma fue aprobada definitivamente en la Cámara baja a finales de junio con los votos a favor de PP, CiU, UPN y Foro Asturias. Según la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, la reforma laboral generaría "confianza y empleo".
Una semana antes, los dos sindicatos reunieron en la capital a miles de personas bajo el lema No te calles. Defiende tus derechos y avisaron al Gobierno que seguirían saliendo a la calle para protestar contra la reforma laboral y los recortes hasta conseguir una rectificación de la política económica y social del Gobierno conservador. Y así lo hicieron de nuevo el 19 de julio, cuando consiguieron movilizar en Madrid a unas 40.000 personas, según la Delegación del Gobierno –800.000, según los sindicatos–. De nuevo, una de las consignas más repetidas fue "Huelga general, ¡ya!".
Pero el nuevo parón nacional –el cuarto desde 2010– se produciría unos meses más tarde, el 14 de noviembre. El día de huelga general, que tuvo un seguimiento, según los sindicatos, de más del 76% –la patronal lo rebajó al 12%–, finalizó con manifestaciones en más de un centenar de lugares en las que participaron, según datos del Ministerio del Interior, unas 800.000 personas. La marcha en Madrid, que discurrió bajo el lema Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones, agrupó a más de un millón de personas, según los dos sindicatos. Una cifra que la Delegación del Gobierno rebajó a 35.000.
Contra las políticas de austeridad
Pero la olla a presión fue enfriándose poco a poco ante un PP que no se retractaba. CCOO y UGT convocaban manifestaciones multitudinarias en la capital con menos frecuencia. Aunque desde los dos sindicatos aseguran que en ningún momento abandonaron la calle, donde cada vez adquirían más importancia los pequeños movimientos sociales. "Lo que pasa es que en todo este período han cobrado más fuerza las iniciativas sobre temas de carácter más sectorial", sostenía el pasado jueves en conversación con infoLibre Fernando Lezcano, secretario de Organización de CCOO.
Las movilizaciones de ambos sindicatos durante los dos siguientes años trasladaron el foco a Bruselas. Así, en junio de 2013 y marzo de 2014, CCOO y UGT, junto a la Unión Sindical Obrera (USO), salieron a la calle en Madrid –y en decenas de ciudades españolas– para exigir a la UE el fin a las políticas de austeridad y reclamar una Europa con "fuerte" dimensión social. Sin embargo, ambas centrales sindicales seguían sin olvidarse de una de sus principales demandas: la derogación de la reforma laboral.
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2015: por el derecho a la huelga
Durante el último año de legislatura, los dos sindicatos mayoritarios pusieron el foco sobre el derecho a la huelga ante el aumento de sindicalistas imputados tras las últimas huelgas generales. De todos los casos, el de los ocho de Airbus se convirtió en todo un símbolo: el Ministerio Fiscal pedía para cada uno de ellos ocho años y tres meses de cárcel por los sucesos ocurridos a las puertas de la factoría de Getafe durante el parón de septiembre de 2010.
Aunque finalmente fueron absueltos, las dos centrales sindicales salieron en su defensa y en la de más de 300 sindicalistas que, según denunciaban, se encontraban envueltos en procesos penales o administrativos por las huelgas de 2010 y 2012. Por ello, en febrero de 2015, las dos centrales se echaron a la calle de la mano para pedir que se respete el derecho a la huelga y que se elimine del Código Penal el artículo 315.3 –"Quienes actuando en grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionen a otras personas a iniciar o continuar una huelga, serán castigados con la pena de prisión de un año y nueve meses hasta tres años o con la pena de multa de dieciocho meses a veinticuatro meses"–. A la marcha acudieron unas 1.500 personas, según los organizadores.
CCOO y UGT salen de nuevo a la calle este domingo en Madrid con el objetivo de "engrasar" la negociación con el Gobierno de Mariano Rajoy de cara a la próxima legislatura. Los dos sindicatos mayoritarios no aceptan que el nuevo Ejecutivo conservador quiera dar el pistoletazo de salida al diálogo social, paralizado desde hace un año, poniendo como líneas rojas el cumplimiento de los compromisos con Bruselas y, sobre todo, la reforma laboral. Por eso, con el objetivo de forzar al Gobierno a negociar sin cortapisas, las dos centrales sindicales recorrerán desde este mediodía la distancia que separa las plazas madrileñas de Neptuno y Sevilla en una manifestación que ha estado precedida durante los días previos de protestas en más de 60 ciudades españolas.