El censo previo que prepara el PSOE para las primarias abiertas limita la participación

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Los socialistas dispondrán en apenas 48 horas de un reglamento de primarias abiertas. Pero ese será sólo un modelo de los muchos posibles. Y no será el más abierto de todos, en opinión de los expertos. Será, en cualquier caso, la primera experiencia que ponga en marcha un partido de gobierno en España, y cuyo éxito (o fracaso) y su capacidad de influencia en el comportamiento de otras formaciones sólo se podrá medir a toro pasado. 

Los más de 200 miembros del Comité Federal tendrán la última palabra este sábado, aunque ya hay cuestiones que están más que desbrozadas: el censo previo y cerrado, la rebaja de los avales para los candidatos (del 10% al 5%), la celebración a una sola vuelta, la creación de una autoridad electoral, el impulso de los debates... Ninguna de esas decisiones es inocente y todas tienen consecuencias. Un resultado que, a ojos de los analistas, parece claro es que contar con un registro previo de electores días antes de la votación puede reducir la participación. Advierten, no obstante, de que es comprensible apostar por esa alternativa para poner en marcha una experiencia tan innovadora –y de resultado incierto, porque nada dice que eso garantiza la victoria en los comicios, que en teoría es lo que se persigue–, para controlar en lo posible los riesgos

La decisión inicial

Como asegura un veterano conocedor de la fontanería del partido, una de las primeras decisiones que se tomó en el proceso de elaboración de las normas fue optar por un censo cerrado. O sea, que tras la recogida de los avales –y garantizado que compiten dos o más candidatos–, se abre el plazo para que los ciudadanos se inscriban: den sus datos, aporten una cantidad simbólica de uno o dos euros y firmen una declaración de apoyo a los principios del partido. Pasado un tiempo, en torno a un mes (eso es lo más probable), se cierra la ventanilla. Con un censo abierto, la otra alternativa, un ciudadano podría levantarse el día de la votación, acercarse a la mesa electoral, registrarse y meter su papeleta en la urna, sin más complicaciones. 

Esta última fue la opción del Partido Democrático italiano en las primarias abiertas de noviembre de 2012 –en las que se eligió a Pier Luigi Bersani como el cabeza de cartel electoral– y en las de diciembre de 2013 –las que situaron a Matteo Renzi como secretario nacional–. Y lo es también en el PSC, tanto en sus elecciones para designar al candidato a la Presidencia de la Generalitat, a la alcaldía de Barcelona y a los gobiernos de las ciudades de más de 50.000 habitantes. En Francia, el otro ejemplo cercano, los socialistas pudieron hacer uso del censo electoral oficial, algo que en España la ley prohíbe. 

¿Qué diferencia un sistema de otro? Politólogos, sociólogos y constitucionalistas ponen por delante cautelas, porque las experiencias son aún escasas. Pero la conclusión mayoritaria es que, en efecto, un censo abierto favorece la participación, en mayor o menor medida. Y ese es uno de los parámetros por los que se mide el éxito de convocatoria. En el país vecino participaron una media de 2,5 millones de personas en las dos vueltas de 2012, y en Italia se rondaron los tres millones de participantes en 2012 y 2013.

Los politólogos Belén Barreiro y Fernando Vallespín, ambos expresidentes del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), adelantan un principio general: "Cuantas más trabas pongas al elector, menos participación. Y cuanto más tiempo tienes para poder votar, más favoreces la participación". Es decir, "se aumenta el coste del voto" si un ciudadano tiene que acudir primero a inscribirse –aunque el PSOE está estudiando el registro online– y luego otro día a introducir su papeleta en la urna, como explicita Barreiro. Se desaprovecharía, además, el efecto arrastre de los últimos días de campañaefecto arrastre. "Es cierto que estas trabas influyen menos en un elector más comprometido como es el simpatizante que en un elector general, pero algo influye", añade. Antonio Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional de la UNED, también cree que mantener la ventanilla abierta hasta última hora "fomenta la participación, porque puede haber votantes de última hora".

"No son ciudadanos normales"

Ese es el argumento que, de hecho, manejó el PSC desde el principio para implantar el modelo de censo abierto. Como reconocen distintos dirigentes del partido, el objetivo primordial era ese, "facilitar la participación". "Al poder inscribirte hasta el último día, logras que ciudadanos que en principio no estaban movilizados, acudan finalmente a las urnas tras ver el devenir de la campaña. Nosotros nos decantamos por la máxima participación", asegura Lourdes Muñoz, secretaria de Organización de la federación de Barcelona y coordinadora de la comisión organizadora de las primarias en la ciudad condal.

Sara Sánchez, politóloga, se sitúa en un planteamiento diametralmente opuesto. Ella cree que no se pueden equiparar unas primarias abiertas de un partido con unas elecciones normales, porque el perfil del votante difiere. En el primer caso, subraya, "los interesados estarán movilizados desde el primer minuto". "No son ciudadanos normales, son ciudadanos muy interesados en la política, aunque tengan un nivel de compromiso más bajo que el de los militantes". Es más, lo que busca Ferraz es ampliar su base social y captar simpatizantes. Sánchez opina que el efecto arrastre que se origina siempre en los últimos días de campaña se puede conseguir igualmente en el tramo final del plazo para poder inscribirse. 

El daño colateral que produce un censo previo se amortigua, no obstante, como recalca Torres del Moral, si se aproxima el cierre al día de la votación. Y en esas anda el PSOE. El aparato quiere situar el final del periodo de registro "lo más cerca posible" de la jornada de primarias, en torno a una semana antes. 

Comprensión ante el "salto al vacío"

Pero, ¿por qué en el PSOE, en la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba y en las federaciones, se quiere un censo previo y cerrado? Ya se estimó así en la Conferencia Política, el pasado noviembre. "Tenemos que ser especialmente escrupulosos, limpios y transparentes con el censo, para que no haya ninguna duda sobre el proceso –afirmó el lunes Elena Valenciano, la vicesecretaria general. El censo tiene que permitir saber que uno no va a votar tres veces al mismo sitio". En los territorios se escuchan argumentos similares. La tesis es la "seguridad" que debe transmitir el procedimiento, la búsqueda de un "voto comprometido, ideológico", no un voto de última hora. Sin embargo, un grupo de diputados –entre los cuales se encuentran los próximos a la exministra Carme Chacón– defiende que no deben ponerse "cortapisas" a los ciudadanos, y entrevén una intención aviesa en la decisión de la dirección: conseguir una "participación a la baja", lo que permite, a su juicio, "un mayor control del proceso" desde el aparato, según expresa un parlamentario.

Vallespín, aun defendiendo que el censo abierto alienta la movilización, cree que también se puede justificar lo contrario "con buenos argumentos". "Entiendo que se pretenda que esta cuestión no sea algo frívolo. Yo comprendo la preocupación porque a fin de cuentas es un salto al vacío. Y comprendo que se quieran modular conductas erráticas y que se quiera comprometer a la gente. Tiene sentido. Pero lo contrario tampoco es un disparate, claro". Torres del Moral converge con este planteamiento: "Entiendo que ante la falta de experiencia, los socialistas quieran tenerlo cerrado. Los aparatos siempre dominan estos procesos, y lo suelen regular de forma que se sientan seguros. A un partido que va a celebrar primarias abiertas por primera vez y cuya convocatoria puede servir de pauta para que se extiendan, no se le puede exigir que esté completamente abierto. Así que el PSOE querrá amarrar esto. Los votantes de última hora pueden llegar a las urnas resabiados, indignados, cabreados". 

Aunque los expertos consideran que hay "mayores garantías" con el modelo cerrado, sí desechan que la alternativa contraria carezca de controles o resulte insegura. "Si ha funcionado bien en otros países y ya lo ha adoptado el PSC, ¿por qué aquí va a funcionar mal?", inquiere Barreiro. Muñoz explica que la federación de Barcelona, que celebrará su primera vuelta el 29 de marzo, utiliza la misma herramienta informática que adquirió el partido. "Es una base de datos en la nube, sin mayor misterio. Si un elector va a votar una segunda vez, el sistema te alerta al introducir el DNI. O sea, el método digital es garantista, no menos que lo es el papel. Quizá en el ámbito de la participación política se usa menos esto, pero ofertas de bases de datos en la nube hay muchísimas. Lo que nos exige es tener ordenadores en todos los colegios electorales que pongamos", agrega. 

¿Vale Barcelona como ejemplo?

En el PSOE, en cambio, piden ponerse en la piel de una agrupación pequeña, en un pueblo, que puede no disponer de la última tecnología. Y, según resaltó Valenciano, no se puede homologar un proceso localizado en una ciudad o en una comunidad a todo un país, en una jornada de votación simultánea. Muñoz asume que "Barcelona tiene unas características especiales", con una "mayor penetración de las nuevas tecnologías" y una especifidad que le da su carácter y su historia, donde la izquierda ha gobernado históricamente "y está obligada a innovar sí o sí" ahora que está fuera del Gobierno local. 

De nuevo, Sánchez tiene más reservas respecto al procedimiento abierto. "Un censo cerrado evita el pucherazo. En un escenario muy confrontado y ajustado, uno puede llevar a ciudadanos a votar de la pechera. Puede ayudar a la limpieza que todo el mundo sepa a qué atenerse". Esta politóloga no cree, sin embargo, que haya dificultades técnicas: "Si obligas a la gente a identificarse con el DNI, es imposible votar dos veces. No veo problemas logísticos, sino la conveniencia de jugar con un censo cerrado con el que todo el mundo juegue". 

Ciudadanos franceses votando en la segunda vuelta de las últimas primarias del Partido Socialista, el 16 de octubre de 2011 | PS FRANCIA

Javier Astudillo, profesor de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y uno de los especialistas en los procesos de primarias, no se atreve a aventurar qué fomenta más la participación, pero sí descarta que un censo abierto sea más inseguro

Los socialistas insisten en que hace falta un censo "conocido", que no se puede arriesgar a que haya reclamaciones que no se resuelvan, que haya ciudadanos que descubran que no estén en el listado por error, que eso podría arruinar el proceso. 

La lógica del poder

No es, además, un empeño de Ferraz. Con Rubalcaba y sus escuderos, Elena Valenciano y Óscar López, están la inmensa mayoría de las federaciones, empezando por Andalucía, Extremadura, Valencia, Madrid o Castilla-La Mancha. Barreiro lo encuentra previsible: "La lógica de poder se aplica igualmente a los territorios y se impone a la lógica de apertura. Si se hubieran aislado las primarias nacionales, los barones tal vez protestarían. Pero al emparejarlas [las autonómicas y municipales precederán a las generales], la pregunta que se hacen los barones es '¿Dónde pierdo yo?'. Es decir, las reglas de Ferraz también les benefician a ellos en sus territorios. Es una jugada maestra".

Para la expresidenta del CIS y doctora en Ciencia Política, Sociología y Antropología Social, el fin último que perseguiría el partido es conseguir un cuerpo electoral más pequeño –"Se controla más fácilmente a medio millón de votantes que a más de un millón"– y "más parecido a la militancia", ya que los más movilizados son los más cercanos al partido. Torres del Moral no lo tiene tan claro que ese diseño "favorezca al aparato", porque a veces "las primarias las carga el diablo y pueden salir rana para la dirección", como se comprobó con el duelo entre Joaquín Almunia y José Borrell, que ganó el segundo contra pronóstico. Asimismo, Astudillo tampoco aprecia "trampas" que puedan "beneficiar a un determinado candidato". 

No obstante, los expertos piden no centrarse únicamente en el censo. Es un elemento mollar, pero no el único. Para el profesor de la Pompeu Fabra es igual de importante que haya mecanismos que propicien la competición de candidatos. Cosa que no siempre ocurre. Y pone el ejemplo de las primarias andaluzas del pasado julio, donde sólo Susana Díaz consiguió el 15% de los avales requeridos. O los pocos casos en los que ha habido elecciones internas en las federaciones, "que ocurría cuando el aparato estaba fragmentado". En ese sentido, aprecia la rebaja de apoyos del 10% al 5%. 

Otro tanto se puede decir de la preferencia por la celebración a una vuelta, que Valenciano justificó por la "cultura política" de España y la del propio PSOE, y también para evitar que en la segunda ronda gane quien no venció en la primera fase. Barreiro sostiene que la reducción de avales y la preferencia por una vuelta favorece al secretario general, sobre todo si el voto de los contrarios a Rubalcaba se divide en varias candidaturas. "Si hay muchos aspirantes, y muchos no son conocidos, se da la sensación de confusión y caos, y eso favorece a los que gozan de mayor notoriedad". Torres del Moral también conviene que una ronda da más juego "al aparato". Astudillo, en cambio, no aprecia que con ese diseño gane más el líder orgánico. Lo que sí rechaza es el argumento de la "cultura". "Por esa regla de tres, España no tenía cultura democrática en 1978". 

En el PSC de Barcelona la apuesta por la "participación de los ciudadanos", para Muñoz, es "integral": desde la elaboración del reglamento (en el que intervinieron expertos), el diseño de la autoridad electoral (dos de los cinco miembros no son miembros del partido), la recogida de avales (los aspirantes han de recabar apoyos dentro y fuera de la formación), la designación del candidato y hasta el portal de la transparencia

Prudencia en las previsiones

El catedrático de la UNED sí ve con buenos ojos, a diferencia de Ferraz, las "alianzas entre candidatos" que propicia una segunda vuelta y la mayor "legitimidad" que obtiene el ganador. "Además, se estimula la participación y la educación política, porque obliga al elector a votar con el corazón en la primera fase y con la cartera, según sus intereses, en la segunda. En una ronda, el voto es más ideológico". 

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Los expertos, no obstante, abogan por la prudencia, por no dar nada por hecho, porque no ha existido nunca un proceso semejante en España y no se puede predecir cómo va a responder la ciudadanía. Como avisa Sánchez, de quien aventure una previsión cerrada, mejor "desconfiar". 

"La experiencia es positiva para el PSOE, y debería cundir en el resto de partidos ese ejemplo", dice Torres del Moral. Astudillo anticipa el efecto de "dosis de ánimo" para una formación en estado de depresión, pero le previene contra la euforia: "Pensar que las primarias pueden ser la piedra filosofal sería una locura". El Partido Democrático ganó en 2013, sí, pero no con la suficiente holgura como para gobernar en solitario, recuerda. "Con las primarias –acaba Barreiro– para como con los sistemas electorales. Tienen que responder a la pregunta de si gozan del mejor diseño para ganar las elecciones. Mi respuesta es que no porque podría garantizarse un esfuerzo de participación auténtica". 

La respuesta se irá construyendo a partir del Comité Federal. Para el acuse de recibo de los ciudadanos –muchos o pocos, ya se verá– habrá que esperar unos meses más. Hasta el otoño

Los socialistas dispondrán en apenas 48 horas de un reglamento de primarias abiertas. Pero ese será sólo un modelo de los muchos posibles. Y no será el más abierto de todos, en opinión de los expertos. Será, en cualquier caso, la primera experiencia que ponga en marcha un partido de gobierno en España, y cuyo éxito (o fracaso) y su capacidad de influencia en el comportamiento de otras formaciones sólo se podrá medir a toro pasado. 

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