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Fin de ciclo: el terremoto electoral anticipa una larga fase de recomposición del tablero político

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Fin del ciclo electoral iniciado con las autonómicas andaluzas (2 de diciembre), continuado con el punto culminante de las generales (28 de abril) y cerrado con las municipales, autonómicas y europeas (26 de mayo). Mientras se aborda una fase de negociación para la formación del Gobierno de España, las comunidades y los ayuntamientos, ahora los partidos –especialmente sus líderes, claro– encaran ya la necesidad de reubicarse en la partida tras un nuevo reparto de cartas. El PSOE ha reforzado su posición. No se discute su liderazgo en el campo progresista, pero ahora la duda se concentra en si mirará al centro, en línea con los vientos europeos, o a la izquierda. El PP sale de las autonómicas y municipales con el guión claro: esperar a que su reclamación del liderazgo del centro-derecha dé sus frutos mientras cuajan las alianzas con Cs y Vox y se consolida Pablo Casado. ¿Resistirá la pujanza de Cs y la erosión de Vox? Otras grandes incógnitas afectan al partido de Albert Rivera –¿volverá al centro tras el chasco del 26M?–, a Vox –¿cómo jugará sus bazas institucionales?– y al espacio a la izquierda del PSOE –¿qué forma adaptará su recomposición tras la debacle?–.

El terremoto electoral –que deja a Pedro Sánchez encumbrado sin discusión como referente político del país, a la derecha sumida en una lucha sin cuartel por la hegemonía y a las fuerzas "del cambio" en una crisis a la que no se le adivina fin– supone un fin de ciclo y, al mismo tiempo, el inicio de una reconfiguración de todo el tablero electoral. infoLibre analiza el complejo escenario recabando el punto de vista de dos politólogos, un periodista y un político alejado de la primera línea, que observa con preocupación.

  Recomposición general

"Todos los partidos, a izquierda y derecha, son conscientes de que estamos en un periodo de recalibrado después de las elecciones. Hay unas incógnitas que no se pueden resolver a corto plazo", explica Pablo Simón, editor de Politikon. Y esas incógnitas, señala, afectan más a los partidos nuevos. Simón recuerda que, pese al relativo éxito del PSOE, lo que era el antiguo bipartidismo está superado. "La suma de PP y PSOE ha tocado suelo. El multipartidismo está para quedarse", señala. Ahora bien, las nuevas fuerzas de ese multipartidismo tienen ante sí importantes exámenes (cuyos resultados afectarán, lógicamente, a los partidos históricos). "Cs tiene que decidir qué hace con respecto al PP, si sigue intentando superarlo por la derecha o juega al centro", señala el investigador. Cs decidirá con un ojo en Bruselas, donde los resultados de las elecciones abren la puerta a una posible alianza entre liberales y socialdemócratas que cuestione el liderazgo de los conservadores y orille a la extrema derecha, un mensaje que flotaba sobre la reunión de esta semana entre Pedro Sánchez y Emmanuel Macron.

El periodista Enric Juliana conecta esta naciente hipótesis europea con el ofrecimiento de apoyo de Manuel Valls a Ada Colau en Barcelona: "Valls, que sabe leer la política europea, ha decidido emanciparse de Rivera, que acabará atado a Vox en Madrid. Su movimiento encaja con el esquema de [Fran] Timmermans [candidato socialdemócrata a la presidencia de la Comisión Europea]: 'Una mayoría europea que vaya de Macron a Tsipras'. De Macron a Ada Colau", escribe Juliana en La Vanguardia. También está por ver dónde inserta Pedro Sánchez al PSOE dentro de este mapa, especialmente en las negociaciones que ahora se abren, en las que puede afinar el perfil de izquierdas o mirar a Cs. La reacción del partido del puño y la rosa tras el ciclo electoral, mostrando su rechazo a gobernar junto a Podemos, da pistas valiosas para una posible respuesta.

Volviendo a Pablo Simón, el politólogo recuerda que en el escenario político por definir todo estará entrelazado, lo que hace aún más difícil un pronóstico. "Hay que ver cómo reacciona el PP ante los movimientos de Vox, que tiene que decidir cómo hace valer su posición institucional", señala. Según Simón, he ahí otra gran cuestión: qué tipo de decisiones sobre su comportamiento como partido adopta Vox ahora que ha cerrado el primer gran ciclo electoral con representación en el Congreso, ocho Cámaras autonómicas y el Europarlamento. ¿Intentará ensanchar su espacio con una posición menos radical? ¿Se inclinará por quintaesenciarse para afianzar a su electorado más duro? ¿Establecerá alianzas estables con el PP e incluso con Cs?

Hay que estar atento a las pistas que deja Casado. Si elige a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso –lo que podría chocar con el criterio de líderes territoriales como Alberto Núñez Feijoó o Juanma Moreno–, tendrá más dificultades para afianzar una imagen de "centro-derecha", dado el perfil duro de la diputada por Barcelona.

La situación del conglomerado Podemos-IU-confluencias, que ha sufrido un notable retroceso electoral en las generales y aún mayor en europeas, municipales y autonómicas, es más que delicada. Añade incertidumbres la emergencia, de momento sólo en Madrid, del nuevo partido de Íñigo Errejón, Más Madrid, que ha cosechado en la comunidad unos resultados claramente superiores a los de Podemos. "Hay que ver qué capacidad existe de recomponer ese espacio, que necesariamente va a experimentar una reconfiguración territorial, porque las estructuras en los territorios ni se han asentado ni han funcionado", explica Simón. A su juicio, todo en Podemos –los tiempos orgánicos, la posición del líder y el debate interno– está supeditado a una cuestión: si el partido entra o no a formar parte de un Gobierno de coalición con el PSOE.

  Acumulación de poder

El decano del Colegio de Politólogos de Cataluña, Jordi Pacheco, cree que la recomposición del tablero político va a estar determinada por un factor que se tiene poco en cuenta, pero que resulta crucial: la necesidad de los partidos de acumular el máximo poder institucional posible, incluso a costa de establecer alianzas puntuales que desagraden a sectores significativos de su base social. Al fin y al cabo –recuerda Pacheco–, es una de las ventajas de que a priori no haya elecciones a corto plazo. "Lo que va a primar va a ser maximizar poder, incluso subordinando el juego estratégico. Luego la gente se olvida. ¿Quién se acuerda ahora de lo que pasó en 2015? Pues lo mismo en 2023 de lo que pase ahora".

Esto no significa, recalca Pacheco, que los líderes vayan a prescindir descaradamente de la coherencia, pero sí que se dan las condiciones para salir de la lógica de campaña permanente en la que se ha insertado la política española. "Ciudadanos tiene ahora más incentivos para buscar la equidistancia [entre izquierda y derecha]. En Europa es difícil de explicar [pactar con el PP y Vox]. El PP se desplazó a la derecha para evitar fugas a Vox, pero ahora puede cambiar de estrategia y eso afectará a Ciudadanos. Cualquier error de cálculo ahora no será tan grave".

Pacheco ve al PSOE con más margen de maniobra que al resto de partidos, al tener capacidad de pacto con Cs –en línea con el acercamiento de liberales y socialdemócratas en Europa– y con Unidas Podemos. Ahora bien, en el caso de la relación con el partido de Pablo Iglesias, los socialistas temen verse arrastrados por el deterioro de la marca morada, indica. "La fuerza negociadora de Podemos es escasa y el PSOE no quiere que se visualice un acuerdo".

  Encrucijada para Podemos e IU (y Errejón)

Esteban Hernández, autor de El tiempo pervertido. De Izquierda y derecha en el siglo XXI (Akal), observa a las distintas facciones del espacio Podemos-IU enfrascadas en una espiral de disputas internas que ciegan las posibles salidas del atolladero. Vías, por ejemplo, como "una transición hacia otra parte, lejos de Iglesias, Errejón, Teresa Rodríguez, Monedero o Garzón", con un liderazgo que "genere simpatías fuera y cierto consenso dentro", para el que Hernández imagina un perfil tipo Pablo Bustinduy. "Sólo una acción de este tipo conseguiría que la travesía del desierto durase menos", escribe Hernández en el artículo ¿Y ahora qué? Después del fracaso de Podemos en El Confidencial. Atento observador de los movimientos en el universo Podemos-IU, Hernández cree que es urgente un cambio de política comunicativa. "Generar ruido por redes y salir en tertulias televisivas no parece un camino particularmente ganador. Pero todo eso supondría insistir en lo estratégico, y nadie parece estar demasiado cómodo en ese terreno. A pesar de que la izquierda, si algo tiene ahora, es tiempo", escribe.

Pero esto es lo que Hernández sugiere: autocrítica, liderazgo, revisión estratégica, nueva comunicación. ¿Es ahí donde está el debate en Podemos e IU? "En absoluto", responde Hernández. "Ahora mismo cada cual está jugando sus cartas. Errejón pretende hacerse con el espacio de Podemos. Primero en Madrid, donde ha obtenido unos resultados decentes. Y luego lo hará en otras partes de España, con acuerdos con otras fuerzas, apoyándose en antiguos socios de Podemos. Por su parte, Iglesias e IU intentan hacerse fuertes", explica. Y todo ello con la incógnita sobre dónde se insertan los anticapitalistas, una corriente reforzada por los comparativamente aceptables resultados en Andalucía de Teresa Rodríguez y los muy buenos en Cádiz de José María González Kichi. De modo que todos los actores hacen sus cábalas, pero Hernández señala que hay problemas objetivos para que cualquiera de ellos pueda recuperar la pujanza política del primer Podemos: "El deterioro de la marca les afecta a todos, no sólo a Pablo Iglesias. Todos estuvieron allí y son responsables. Errejón intenta ahora distanciarse, pero él llevó la campaña que iba a ser del sorpasso y no pasó, él llevó el aparato, no dio la cara en Vistalegre II, contribuyó también al declive con su ruptura...".

El diagnóstico de Hernández es poco halagüeño para las fuerzas a la izquierda del PSOE. "Están pensando en el futuro pero repitiendo las fórmulas ya utilizadas. Ahora Errejón ataca a Podemos como Podemos atacaba a IU. Su propuesta feminista y verde ya la ha utilizado Podemos. Cada cual se ha refugiado en su espacio, atribuyendo el fracaso a que otros no hacen las cosas 'como yo digo'. Eso es un error enorme. Lo que vale para un momento no vale para el siguiente. Y las cosas han cambiado mucho en el mundo. Hay una recomposición geopolítica, con un auge de la extrema derecha en toda Europa. Si insisten en hacer lo mismo, no van a tener recorrido social", dice. Hernández cree que vamos a un enconamiento de posiciones donde se pensará mucho en imponerse y poco "en el futuro". Se puede bloquear así el paso a "nuevos actores, nuevas ideas, nuevas gentes". Si no se adopta una posición autocrítica y mirando al futuro –opina–, de poco servirá que la cúpula actual de Podemos impulse una renovación táctica. "Un Vistalegre III sin Errejón ni los anticapis es Pablo Iglesias pensando qué hacer".

A pesar del éxito mundial de los emprendedores políticos estilo Trump, Bolsonaro o Macron, que hacen fortuna política al margen de viejos aparatos, con más confianza en el marketing que en las estructuras orgánicas, Hernández cree que si la izquierda se embarca otra vez en esa nave asume riesgos importantes. "Son opciones de todo o nada. O funcionan, o se rompen rápido. Los franquiciados, cuando la marca no tira, te dejan tirado, mira el caso de Compromís", señala el periodista, para quien todo apunta en el espacio a la izquierda del PSOE a un segundo intento de las mismas estrategias –maquinarias electorales, mucha tele, hiperliderazgos–. "Son los mismos haciendo las mismas cosas, van a tener los mismos resultados", pronostica.

Hernández ve más fácil de delimitar el panorama en la derecha, salvo que Vox fuera capaz de salir de la horma de "partido ultrarreligioso y ultraliberal, con base social limitada", que ha construido Santiago Abascal hasta ahora. "No es Salvini, no es Le Pen. Si cambiara, podría tener más recorrido", señala. Si Vox continúa en su rincón del 10%, Hernández observa que sólo hay dos candidatos, PP y Cs, al trono de la derecha. "Los dos van a maniobrar [en busca de ese liderazgo]. El que lo logre, quedará al final muy por delante de los demás", señala. Ciudadanos parte a su juicio con un problema, su menor implantación territorial: "Es un partido personalista. Y los partidos personalistas tienen recorrido... cuando ganan".

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El histórico comunista Felipe Alcaraz cree que la izquierda –concepto del que excluye por completo al PSOE– se suicida por el camino del personalismo, las marcas, las siglas de quita y pon, el disimulo ideológico y el tacticismo. Pero es ahí donde la ve dirigirse. Autor de Los últimos días de la izquierda (Almuzara), una crónica novelada sobre el ocaso de la izquierda que quizás tenga su puntito adivinatorio, Alcaraz observa que el debate ya está abierto y va a crecer en intensidad. "De este debate depende todo. Si no acertamos, la izquierda transformadora desaparece de España", señala.

Alcaraz sigue con interés las noticias. Lee sobre un posible estrechamiento de la relación entre Podemos e IU. Lee sobre los sectores de Podemos que piden un Vistalegre III inmediato para renovar la dirección y proyecto. Lee sobre el papel –o no papel– de Podemos e IU en un hipotético gobierno con el PSOE. Pero cree que son asuntos secundarios. "El debate no es unidad sí o no, confluencia sí o no. Es si vamos a seguir con esta confluencia por arriba, pensada para distribuirse puestos, o vamos de verdad a un polo nuevo formado desde la unidad popular. El debate es si seguimos con organizaciones mediáticas a través de hiperliderazgos o vamos a una organización social anticapitalista y antifascista", señala Alcaraz.

El que fuera diputado en el Congreso cree que la gran disyuntiva que se debe resolver es si se va a producir un debate democrático en el seno de la izquierda o una batalla entre familias dirimida ante la opinión pública. "No podemos suplantar el debate real por esa democracia de primarias y referéndums, sin síntesis colectivas ni participación real", dice.

Fin del ciclo electoral iniciado con las autonómicas andaluzas (2 de diciembre), continuado con el punto culminante de las generales (28 de abril) y cerrado con las municipales, autonómicas y europeas (26 de mayo). Mientras se aborda una fase de negociación para la formación del Gobierno de España, las comunidades y los ayuntamientos, ahora los partidos –especialmente sus líderes, claro– encaran ya la necesidad de reubicarse en la partida tras un nuevo reparto de cartas. El PSOE ha reforzado su posición. No se discute su liderazgo en el campo progresista, pero ahora la duda se concentra en si mirará al centro, en línea con los vientos europeos, o a la izquierda. El PP sale de las autonómicas y municipales con el guión claro: esperar a que su reclamación del liderazgo del centro-derecha dé sus frutos mientras cuajan las alianzas con Cs y Vox y se consolida Pablo Casado. ¿Resistirá la pujanza de Cs y la erosión de Vox? Otras grandes incógnitas afectan al partido de Albert Rivera –¿volverá al centro tras el chasco del 26M?–, a Vox –¿cómo jugará sus bazas institucionales?– y al espacio a la izquierda del PSOE –¿qué forma adaptará su recomposición tras la debacle?–.

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