GALICIA

Cinco años y 500 bebés después: así logró la movilización social reabrir un paritorio en Verín

Ciudadanos y profesionales de la salud celebran la reapertura de la maternidad de Verín en febrero de 2020.

Miguel Pardo

Praza.gal —

El hospital de Verín ha acogido alrededor de 500 nacimientos desde que reabrió el paritorio que la Xunta de Galicia había cerrado hace cinco años. Este servicio y el de pediatría permanecieron inactivos durante los meses de diciembre de 2019 y enero de 2020 tras la decisión del Sergas de cerrar la sala de partos, lo que provocó una masiva e histórica movilización ciudadana y la firme respuesta del personal del hospital.

Desde que, tras la presión social, se reabrió el paritorio el 4 de febrero de 2020, han nacido 485 bebés en el hospital comarcal de Monterrei, según los datos hasta finales de 2024 facilitados por los profesionales del servicio de Obstetricia y Ginecología del centro. Una cifra a la que habría que sumar los once que tuvieron que ser derivados al Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) en enero de hace cinco años, lo que elevaría prácticamente a 500 el número de nacimientos en unas instalaciones donde el Gobierno gallego había decidido que no se podían realizar partos. Hasta que rectificó. 

Fue hace cinco años. Una respuesta ciudadana masiva, con importantes manifestaciones y un largo cierre del hospital, se generó en Verín y la comarca contra una decisión que el Sergas justificó, entre otras cosas, por el bajo índice de natalidad. El reducido número de nacimientos supondría, según el entonces responsable del área sanitaria de Ourense, Verín y O Barco, Félix Rubial, un "riesgo" para los bebés y las madres por la "pérdida de experiencia" y la "falta de pericia" de los profesionales, que recibieron esas palabras con indignación. 

El Ejecutivo gallego incluso utilizó una recomendación del Ministerio de Sanidad para justificar el cierre de la que obviaba las excepciones "por motivos de tiempos de desplazamiento o accesibilidad". Todo cuando la única alternativa que ofrecía el Sergas a las madres embarazadas era un desplazamiento de más de una hora hasta el hospital de Ourense para dar a luz. Quiso el destino que, pocas semanas después de ordenarse el cierre, incluso una concejala del PP tuvo que dar a luz en Verín porque los médicos desaconsejaron su traslado a Ourense, tal y como indicaba el protocolo que acaba de imponer el Gobierno de su partido desde Santiago. 

El personal del hospital de Verín acusó a la Consellería de Sanidad de ocultar los verdaderos motivos del cierre: la mala organización, la consiguiente falta de pediatras y una gestión basada en la rentabilidad económica y los recortes que favorecieron a las zonas urbanas y perjudicaron a las menos pobladas. El propio Gobierno gallego acabó asumiendo que la imposibilidad de encontrar profesionales de pediratría fue el motivo fundamental de su decisión . 

Pero había más. Los 44 pediatras y ginecólogos del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) habían firmado un documento en el que respaldaban la decisión de la Xunta. Todos ellos, como recordaba y recuerda la plantilla de Verín, se vieron directamente afectados, tanto por las guardias que tuvieron que realizar en Verín y que no fueron incentivadas, como por la posibilidad de que la reducción del número de nacimientos en la capital provincial provocase que se quedasen sin residencias de médicos MIR. Incluso Núñez Feijóo se había referido a esas firmas como el argumento que más pesó en la decisión de su gobierno. Las heridas tras esa decisión aún no han cicatrizado del todo entre los compañeros del área sanitaria.

Tras 63 días de cierre, con los ciudadanos movilizados y la plantilla encerrada en el hospital, el Gobierno gallego decidió reabrir el paritario y las urgencias pediátricas tras la incorporación de un nuevo pediatra. Alcaldes de la provincia de todos los partidos, incluido el PP, habían rechazado la medida de la Xunta e incluso el líder provincial de los populares y presidente de la Diputación, Manuel Baltar, había llamado a "revertir" la situación. 

"Lo que hicieron en aquellos días la gente de Verín y de toda la comarca fue algo extraordinario; la respuesta social me hizo sentir muy orgulloso y lo sigo sintiendo hoy", afirma Javier Castrillo, jefe del servicio de Ginecología del Hospital de Verín. En su opinión, ese conflicto no fue sólo una victoria por la reapertura de la sala de partos, sino también para la "sensibilización ciudadana". 

“Se han dado cuenta de la importancia de manifestarse, de defender los servicios básicos, pero también de que la presión social puede conseguir resultados", insiste quien cree que la movilización de "personas de todas las clases, ideologías y partidos" fue clave en la decisión de la Xunta. "Salió escaldada, no creo que, en estos momentos, le queden muchas ganas de intentar cerrar un servicio tan fundamental porque además sabe que toda la población volverá a estar en contra", insiste Castrillo. 

"El apoyo de la gente fue lo más llamativo y positivo, no tiene parangón... Mantener el cierre por tanto tiempo y la movilización fue ejemplar. Le hizo mucho daño a la Xunta”, explica Rogelio Viñán, ginecólogo también del hospital de Verín, que coincide con su colega. "No sé si ahora el Sergas se atrevería a hacer algo como lo que hicieron; ya dan por hecho que el número de nacimientos bajará, pero pasa aquí, en un lugar que ya está despoblado, pero también en Ourense o Vigo", reflexiona. 

Castrillo, referente de la movilización contra el cierre, sufrió incluso la apertura de un expediente disciplinario que calificó de "venganza" y que fue archivado cuatro años después. "A pesar del coste personal, volvería a hacer lo mismo", afirma uno de los tres ginecólogos que trabajan en un hospital que atiende un número de partos acorde con la curva descendente de la natalidad y con cifras incluso superiores a las de los años inmediatamente anteriores a la decisión de cerrar el servicio. 

Cifras que, como recuerda Javier Castrillo, demuestran que los motivos para querer cerrar la sala de partos eran otros. "Evidentemente unos 80 nacimientos al año es una cifra baja, pero hay que dar servicios a la gente y este es un servicio que está funcionando y lo está haciendo bien . Quitar un servicio como este es algo delicado y muy serio", afirma alguien que recuerda que la tendencia a la baja de la tasa de natalidad es habitual. 

Así, y según datos del Sergas, el descenso del número de nacimientos en el hospital de Verín en 2023 –último año con datos completos en todas las áreas– respecto a 2020 fue de casi el 22%. Pero en Valdeorras ronda el 38%, en A Mariña el 15% y en el Complexo Hospitalario Universitario de Vigo, con todo el casco urbano que abarca, supera el 11%. 

"La tendencia es la que es y no llama la atención; Ourense es la provincia más envejecida y nunca he visto pasar los 140 nacimientos anuales en Verín. A partir de la crisis de 2008, muchos jóvenes emigraron y la cosa empeoró, pero también en el CHUO, en la capital provincial, donde no hace mucho eran más de 1.500 y ahora rozan el millar", añade Rogelio Viñán. 

"El problema es general y común en las zonas rurales y más despobladas, un círculo vicioso. Si quitas servicios, la gente se va y si la gente se va, las administraciones argumentan que la falta de población supone la supresión de servicios que son básicos y tienen que ser siempre", insiste Viñán en una reflexión que acompaña a Castrillo. 

"La gente tiene derecho a los servicios básicos"

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"La atención sanitaria es clave para mantener las zonas rurales y hay una cosa que es tan obvia como importante: la gente tiene derecho a tener ese y otros servicios básicos. El problema último de todos es el abandono de las zonas rurales, la clave es que hay que hacer algo, ¿o nos vamos a vivir todos a A Coruña, Vigo o Madrid? La gente, viva donde viva, tiene derecho a unos servicios mínimos y se los hay que dar", afirma el responsable de Ginecología. 

"Hay que impulsar incentivos para que los profesionales vengan a zonas menos pobladas y el Sergas y otros sistemas de salud siguen teniendo el problema de no saber gestionar la descentralización de los servicios cuando todo el mundo quiere ir a las ciudades o zonas urbanas" , añade Viñán, que recuerda que "se jubilan más médicos de los que entran en la carrera". 

"La verdad es que nadie quiere venir a zonas rurales o menos pobladas y los primeros que sufrirán las consecuencias serán los hospitales comarcales; es un trabajo cómodo, no hay tantas listas de espera, es una buena vida... Pero la gente quiere estar en el centro del universo", afirma Viñán, que pide a las administraciones que afronten el "problema" de una vez por todas. Castrillo, por su parte, advierte: "Si haces las cosas a las bravas, como hizo aquí el Sergas hace cinco años, vas a tener gente en tu contra, pero todos sabemos que hay formas más sibilinas de ir dejando morir un hospital o una comarca”.

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