"Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo". Así hablaba José María Aznar, expresidente del PP, en mayo de 2015, en la campaña de las municipales y autonómicas. Estaba en Ávila. Y tocaba apoyar a su pupilo, número uno de la lista. No fue dicho y hecho. Pero en junio, Mariano Rajoy le incluyó en el nuevo organigrama como vicesecretario de Comunicación, como portavoz del PP. Se interpretó como un guiño a Aznar y a Esperanza Aguirre, siempre críticos con el ya expresidente Rajoy, y al sector del electorado más conservador. Y como una pista de que estaba llamado a ocupar un lugar destacado en el partido. Pero nadie pensaba que fuera a ser tan rápido.
Sus críticos se han cansado de decir que no era su momento. Que tenía que esperar y probar suerte en las autonómicas y municipales, encabezando cualquiera de las dos listas por Madrid. Que nada de coger atajos. Se quiso saltar este paso. Y, a tenor del resultado de las votaciones de este sábado, la jugada le ha salido bien. El 57% de los compromisarios le han aupado a la séptima planta de Génova, 13, cuartel general de los conservadores. La planta noble.
¿Cuáles son las claves de su victoria? infoLibre analiza las principales.
La edad: en la línea de los nuevos líderes políticos
Muy consciente de que sus rivales le atacaban por la edad, con eso de 'todavía no te toca', su equipo de campaña se volcó en derribar todo este argumentario.
En las últimas semanas, las redes sociales se han llenado de mensajes oficiales de su candidatura en los que se repasaba la edad de los principales líderes europeos y también la edad en la que muchos de los expresidentes del Gobierno de España habían llegado a La Moncloa. Una forma de insistir en que el tiempo de Casado había llegado. Un ahora o nunca que, con los resultados en la mano, ha funcionado.
Casado, 37 años, es de la misma generación que los líderes políticos, los de los nuevos partidos a los que tendrá que plantar cara. Comparte generación con Pablo Iglesias (Podemos) y con Albert Rivera (Ciudadanos). Pedro Sánchez (PSOE) es nueve años mayor. Pero con él también comparte algo: el de haber logrado el respaldo de su partido sin haber empezado la batalla como el favorito. Muy al estilo Sánchez, presentó su candidatura diciendo a los periodistas que le esperaban en la puerta de la sede del PP: "Nos vemos en la carretera".
También logró combatir a esa corriente del PP que abogaba por que llegara al poder una mujer. El PP, defendió él, no es de cuotas, sino de capacidades. Con su proclamación como líder del partido también es candidato a las próximas elecciones generales.
El 'efecto Cospedal'
Este congreso no estaba concebido para ser tan disputado. Se esperaba a Alberto Núñez Feijóo y, por tanto, una sucesión más o menos tranquila. Pero con Feijóo fuera de la batalla si Santamaría daba el paso, Cospedal también lo haría. Y así pasó. Diez años de enfrentamientos tenían que acabar en una traca final. Y así ha sido.
Cospedal perdió el 5 de julio. Pero su derrota es este sábado más dulce. Porque su máxima enemiga interna ha perdido.
Para Casado fue clave que personas de la candidatura de Cospedal se pusieran a trabajar en la suya a la hora de llamar a compromisarios, pensar estrategias... También ha sido clave que la propia exsecretaria general se declarara abiertamente partidaria suya.
Sus rivales pensaban que Cospedal podía restar más que sumar. Pero ha sumado. No pasa inadvertido que, por sus diez años en la Secretaría General, tenía un control importante del aparato del partido. Y que en esto ha ganado también a Javier Arenas, otro dirigente con mando en Génova y al que se le suponía un absoluto control de la organización en Andalucía.
Pero no sólo sumó a Cospedal y sus fieles. También acertó, al menos a ojos de los compromisarios, sumando al resto de derrotados el 5 de julio. ¿Su reto y quizás mayor dificultad? Que esa integración pase del papel a la realidad.
El 'factor Ciudadanos'
Casado lo dijo claramente en el momento de anunciar su candidatura. Uno de sus objetivos era recuperar a los votantes que se han ido a la formación de Albert Rivera.
En este sentido, Casado es un líder que aglutina algunos elementos también presentes en el líder de la formación naranja. Son de edades similares y presumen de hablar de ideología sin complejos. Las técnicas de comunicación, con mucha presencia en redes sociales, son parecidas. Y también compiten por los mismos símbolos: la unidad de España, la defensa del castellano, la bandera... Y los referentes: Casado se supo atraer a su candidatura a Adolfo Suárez Illana, hijo del expresidente del Gobierno.
"Con Pablo al frente del PP, a Ciudadanos se le achica el espacio. Y eso lo han sabido ver los militantes y, ahora, los compromisarios", dice un miembro de su equipo. Está por ver, dicen sus rivales, si las propuestas de Casado, además de a los militantes, convencen a los votantes del PP. Y también habrá que ir comprobando si Casado va matizando la dureza de su discurso para intentar disputar también el espacio de centro.
El VOTO OCULTO
La guerra de cifras de los últimos días entre candidaturas no salía de la imaginación de los equipos de campaña. A diario se llamaba a compromisarios para pulsar el ánimo. Para ver si habían cambiado de opinión, para fidelizar o para intentar convencer. "Arenas lleva a sus espaldas campañas y campañas electorales. No deja nada al azar", valora un veterano dirigente conservador.
¿Qué ha pasado entonces para que desde ambas candidaturas se asegurara que tenían el 60% de los apoyos y haya resultado que sólo se haya cumplido en la de Casado? Es el voto oculto o del miedo. En ambos equipos contaban con ese factor, como también con un pequeño porcentaje de indecisos. Pero en el de Santamaría, los cálculos se le fueron de las manos. El viernes, a pocas horas de concluir la campaña, se ubicaba en el 63% "y subiendo" el respaldo a la exvicepresidenta. "Tiene que haber gente que engañó. No salen los números", añade ahora la misma fuente.
Santamaría ganó el 5 de julio, sobre todo, gracias a los apoyos de Andalucía. Cuatro mil votos fueron fundamentales. El viernes, a pocas horas de la votación, desde el equipo de la vicepresidenta señalaban que esta comunidad iba a volver a cimentar su victoria. Pero que, además, eran muy mayoritarios entre los compromisarios de la Comunidad Valenciana y Castilla y León. Esas previsiones fallaron, como también fallaron quienes creían que los delegados iban a votar pensando en la posibilidad de, en poco tiempo, tener un líder imputado en el marco del caso mástercaso máster. Internamente se ha demostrado que el escándalo sobre los estudios y títulos de Casado no preocupa al PP.
Ideología frente a gestión
Casado desistió de demandar la celebración de un debate entre candidatos cuando vio que estaba muy solo. No lo quería la rival ni tampoco gustaba mucho a la Comisión de Organización del Congreso (COC). Lo aceptó. Pero los suyos no se han cansado de destacar que al PP le hacía falta un "rearme ideológico" y Santamaría estaba ignorando algo que es una "urgencia para el PP".
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"¿Qué ideas tiene Santamaría? ¿Qué opina de los temas que ha planteado Casado? ¿Qué problemas tiene con los principios y valores del PP?", se preguntaba uno de sus críticos. En el otro lado, dicen, se ha situado una persona que no rehúye debates y que defiende aquello en lo que cree para derribar "la superioridad moral" de la izquierda. "Familia, Memoria Histórica, vida, banderas, defensa del castellano, eutanasia... Pablo ha hablado de todo y todos saben lo que opina", defiende uno de sus colaboradores.
Santamaría, mientras, ha preferido venderse como una candidata solvente, que sabe gestionar y que gana en las encuestas. Sus principios y valores, dijo intentando lanzar un dardo a su rival cuando estalló el escándalo del vídeo contra su equipo, son no hacer daño a sus compañeros.
Lo cierto es que finalmente la estrategia de Casado, la dureza de su discurso y los rasgos que diferencian su perfil de los de la exvicepresidenta del gobierno de Rajoy se han impuesto por un margen de más de 15 puntos. Cabe concluir que muchos compromisarios que ven cerca distintas citas electorales han apostado por él como más firme opción para garantizar su propio futuro político.
"Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo". Así hablaba José María Aznar, expresidente del PP, en mayo de 2015, en la campaña de las municipales y autonómicas. Estaba en Ávila. Y tocaba apoyar a su pupilo, número uno de la lista. No fue dicho y hecho. Pero en junio, Mariano Rajoy le incluyó en el nuevo organigrama como vicesecretario de Comunicación, como portavoz del PP. Se interpretó como un guiño a Aznar y a Esperanza Aguirre, siempre críticos con el ya expresidente Rajoy, y al sector del electorado más conservador. Y como una pista de que estaba llamado a ocupar un lugar destacado en el partido. Pero nadie pensaba que fuera a ser tan rápido.