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La otra cara de un CIS obsoleto que da la victoria a la derecha y señala el traspaso de votos en la izquierda

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El último CIS publicado nace con el vicio importante de estar ya desfasado en el tiempo, al dar resultados con entrevistas realizadas entre el 31 de mayo y el 6 de junio, en la última semana de la campaña de los comicios europeos recién celebrados. No recoge por tanto la resaca de las elecciones comunitarias, la victoria del PP por la mínima, el hundimiento de Sumar ni la irrupción de Alvise.

El análisis independiente de Logoslab de los datos internos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas deja una fotografía que sigue otorgando una mayoría ajustada a la derecha pero con importantes movimientos en las fronteras de voto entre varios partidos.

El PP retrocede, Vox aguanta y asoma Alvise

El próximo mes conoceremos si la victoria agridulce del PP en las europeas, que salvó los muebles sobre la bocina, supone un cambio de tendencia para los populares, pero los datos que conocemos hoy dibujan un camino errante y una trayectoria que en Génova debería preocupar porque vaticina un vía crucis difícil para alcanzar el gobierno:

 1.- Su 32,9% está ya por debajo de su resultado en las últimas elecciones generales (33,1%), cuando se quedó con las maletas a la puerta de La Moncloa, y supone un retroceso de 4,8 puntos respecto a marzo (37,7%). La amnistía y el caso Koldo no dan más de sí.

2.- Pierde apoyos entre sus propios votantes al bajar su fidelidad del 89% al 85%, fundamentalmente por la fuga de votos a Vox, a la agrupación de Alvise y la abstención. La lealtad electoral siempre ha sido un atributo de fortaleza de la marca PP y empieza a flaquear.  

3.- Capta menos votante socialista al caer la transferencia origen PSOE del 4% al 3%, lo que es clave en términos de pulso entre bloques. El PP ha dilapidado gran parte del botín que le llegaba de la izquierda y ha entrado en una dinámica de polarización permanente que no le beneficia porque pierde voto por la izquierda y por la derecha.

4.- Conquista muchos menos electores de Vox, y aquí subrayamos lo de “muchos”, puesto que entre mayo y junio el PP ha pasado de “robar” a los de Abascal un 18% de sus votantes a solo un 10%. Esto supone 268.000 votos menos. Lo que está ocurriendo es que muchos de los que hacían el viaje de Vox al PP se van hoy con destino a Se Acabó la Fiesta. 

5.- Por último, el PP recibe menos votantes de la abstención de lo que venía incorporando en los meses precedentes. Todo ello se traduce en un millón menos de votos respecto a marzo. Hoy sería presidente con la venia de Abascal y siempre y cuando la izquierda siguiera rota. Lo primero puede ser, lo segundo está por ver.

Hay vasos concomitantes entre PP y Vox, si le va mal a uno le va bien al otro, lo que no sorprende ya a nadie y eso es justo lo que pasa este mes. El PP toca mínimos y Vox recupera aire hasta situarse en el 12,7%, cuando llegó a estar en el 10% hace pocos meses. Los de Abascal se han marcado otra campaña que ha dejado en fuera de juego al PP, exprimiendo al máximo el fenómeno Milei, con la ayuda inestimable de Ayuso estos días, que vuelve a volar libre. 

Respecto a Alvise, hasta el barómetro del próximo mes de julio no podremos calcular con exactitud su impacto nacional tras entrar en el Parlamento Europeo con 3 diputados, pero es de prever que sea significativamente mayor del que hoy conocemos, que es del 1,4% y alrededor de 320.000 electores. En los comicios europeos obtuvo el respaldo de más de 800.000 españoles. Si esta cifra se trasplantara al ecosistema de elecciones generales provocaría dos reacciones inmediatas, la primera una quita de apoyos significativa a Vox y PP, por este orden, y la segunda una alteración en el número total de escaños de la derecha, por los efectos de la ley D’Hondt en esa horquilla electoral. 

El PSOE estable, Sumar sufre y Podemos crece

La mala dinámica del PP no supone un deterioro de las expectativas de la derecha en su conjunto, en gran parte por los deméritos de la izquierda, que replican la pelea cainita de la derecha con más división en la izquierda. Si PSOE pretende ahora ganar desde la absorción olvidaría que Sánchez está en La Moncloa gracias a que maximizó las aportaciones de sus socios. 

El CIS mantiene al PSOE por delante del PP y el partido de Alvise irrumpe por encima de EH Bildu y PNV

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El Partido Socialista, con un 30% de los votos, se mantiene en los valores que viene mostrando desde octubre del año pasado. Desde entonces su estimación apenas ha variado, siempre en la horquilla del 29%-31%, ligeramente por debajo de lo que obtuvo en las pasadas elecciones generales. Eso no significa que las cosas no se hayan movido. Sánchez sigue absorbiendo el voto de Sumar para compensar las pérdidas hacia la abstención y la derecha. Ya son más de millón y medio los votantes de Yolanda Díaz que hoy optarían por el PSOE. Esta estrategia que pasa por capitalizar y concentrar el voto de izquierdas en sus siglas ha sido un éxito en las europeas, puesto que ha tenido un efecto vigorizante en la estimación de los socialistas, le ha permitido armar el relato de remontada y meter el miedo en el cuerpo del PP. Pero, de ahondar en ella, podría dificultar las cosas en generales. La diferencia entre ambas contiendas es total, mientras en las europeas hay circunscripción única y el premio gordo es ganar y debilitar al máximo rival, en las generales la circunscripción es provincial y la victoria se dirime en términos de bloque. ¿De qué sirve a Sánchez que Feijóo retroceda si la derecha sigue sumando? ¿De qué sirve al PSOE absorber la mitad del voto de Sumar si esto desmoviliza a otra parte de sus electores o genera más división y pérdida de escaños por la ley electoral?

Lógicamente la responsabilidad es compartida, Yolanda Díaz, que ha sido y es un activo electoral de primer orden, de tanto pegarse al PSOE llevaba meses alimentando la indiferenciación, y el intento sobre la bocina de marcar distancias ha resultado demasiado forzado y poco creíble. Tampoco se trata de estirar la cuerda hasta el punto de romperla, pero no se puede olvidar que hubo una voluntad popular que se expresó en urnas a la izquierda del PSOE con más de 5 millones de votos y que la demanda de cambio que la sustentaba no ha desaparecido del todo. Por tanto, cada actor juega su papel y es la suma de todos lo que amplifica su caudal electoral. No por repetido deja de ser menos cierto: Sumar y Podemos apenas congregan hoy 18 escaños yendo por separado, cuando juntos sumaron 31 en julio’23. 

Por otra parte, el PSOE ha reducido sus fugas a la derecha, pero éstas no han desaparecido. Ni lo harán mientras siga hablando de financiación singular en vez de pacto fiscal y Estatut. La singularidad como eufemismo que alimenta la idea de una España con ciudadanos de primera y de segunda, y que pone en pie de guerra a parte de sus socios y barones. Este mes el PSOE vuelve a ceder espacio al PP entre el público moderado y canibaliza la pelea por el que está a la izquierda de sus siglas, lo que está ayudando indirectamente al tercero de los actores: Podemos. La formación de Ione Belarra es la única que tiene motivos para sonreír estos días, puesto que su 3,8% de votos le garantiza 3 escaños, le acerca a la pelea por otros tantos y es, de largo, su mejor resultado desde la ruptura con Sumar, que le situó en el entorno del 2,5%. Más aun, veremos en unas semanas qué depara la resaca europea, pero el marco de si podría dar el sorpasso a Sumar empieza a ganar peso, con lo que ello supone. ¿La resiliencia de Podemos será buena para las expectativas de conjunto de la izquierda? De la respuesta a esta pregunta dependerá parte de sus opciones. Mientras la izquierda siga dividida la brecha respecto a la suma de fuerzas de la derecha seguirá ahí. Ésta, con un porcentaje de voto similar al que venía registrando en los meses anteriores hoy ampliaría su ventaja de los 176-177 escaños a los 180, a la espera de que Se Acabó la Fiesta haga acto de presencia en el barómetro de julio. 

El último CIS publicado nace con el vicio importante de estar ya desfasado en el tiempo, al dar resultados con entrevistas realizadas entre el 31 de mayo y el 6 de junio, en la última semana de la campaña de los comicios europeos recién celebrados. No recoge por tanto la resaca de las elecciones comunitarias, la victoria del PP por la mínima, el hundimiento de Sumar ni la irrupción de Alvise.

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