El recuento electoral del 24-M dejó, en una primera lectura, malas noticias para el soberanismo en Cataluña y País Vasco respecto a los resultados que habían logrado en las municipales de hace cuatro años. CiU perdió el Ayuntamiento de Barcelona y se estrelló en el cinturón metropolitano de la ciudad condal. Bildu, por su parte, acusó el desgaste de la gestión y se quedó sin consistorios emblemáticos como los de San Sebatián o Arrasate-Mondragón y perdió también la Diputación Foral de Gipuzkoa. El análisis detallado de los resultados, sin embargo, deja conclusiones que cambian por completo esta percepción.
El foco ha estado puesto, sin duda, en Cataluña. El propio president de la Generalitat, Artur Mas, fió al resultado de estos comicios parte de su plan soberanista, pactado con Esquerra Republicana, de declarar la independencia en 18 meses si gana las elecciones previstas para septiembre. "CiU se juega el 24-M cuántos ayuntamientos estarán al lado del proceso soberanista", llegó a decir. La realidad de las cifras demuestra que el soberanismo sube –CiU, ERC y la CUP suman ahora el 45% de los votos, por el 38,27% que aglutinaban en 2011–, pero este aumento no se produce precisamente gracias a los convergentes, que se dejan un 14% de los votos respecto a hace cuatro años.
En Euskadi el nacionalismo vasco sigue tan fuerte como en las últimas elecciones. La suma de los votos de PNV y EH Bildu alcanza el 56,52% de las papeletas (en 2011 se hicieron con el 55,51% de los sufragios). La formación de la izquierda abertzale, sin embargo, perdió casi 22.000 votos. El secretario general de Eusko Alkartasuna y parlamentario de EH Bildu, Pello Urizar, reconoció el pasado lunes que no había sido capaz de "aglutinar los apoyos suficientes para dar el siguiente paso" y que, por tanto, era necesaria la "autocrítica". Pero aquí también hubo un reequilibrio, en este caso, a favor del PNV, que recuperó los votos que se dejaron los abertzales principalmente en Gipuzkoa y Bizkaia.
01. la situación en Cataluña
En Cataluña, la observación de los datos ofrece una primera conclusión: a CiU no le han ido bien estas elecciones. Eso no quiere decir, sin embargo, que le haya ido mal al soberanismo en su conjunto. Más bien, todo lo contrario. ERC la CUP y los convergentes sumaron en total 1.400.775 papeletas, lo que supone un aumento en el número de sufragios del 27,5% respecto a 2011. Pero es CiU quien sufre la sangría (-14,1%) frente a los buenos resultados de sus aliados en el proceso secesionista ERC (+98%) y CUP (+256%).
CiU perdió además el Ayuntamiento de Barcelona, clave para el procés pues, segúnel propio Mas, este fracasaría si la ciudad de Barcelona no lo apoya. Esta institución ha sido, además, una pieza clave que lideró el PSC desde 1979 hasta 2011. Fue la gran conquista de los convergentes hace cuatro años. Pero los resultados de CiU también son malos en el cinturón metropolitano de Barcelona. Pierde casi la mitad de los votos que tenía en L'Hospitalet de Llobregat y alrededor del 40% en otros municipios como Santa Coloma de Gramenet o Terrassa.
El capital simbólico, pero también económico, de Barcelona parece incuestionable. Pero hay que tener en cuenta que no es el soberanismo quien ha perdido la ciudad, sino CiU. De hecho, Ada Colau, la candidata de Barcelona en Comú y próxima alcaldesa, subrayaba en TV3 que su plataforma no sólo no pone "palos en las ruedas al proceso", sino que es "aliada". "Damos pleno apoyo al proceso. Estaremos al lado de cualquier movilización popular, incluido el proceso", dijo la futura regidora, lamentando a la vez la instrumentalización de los convergentes. Colau también aprovechó para tranquilizar a los empresarios catalanes.
Marc Sanjaume, investigador postdoctoral en la Universidad de Québec en Montréal (UQÀM), recuerda que Ada Colau votó sí-sí en la consulta sí-sí aunque no se declare independentista. No obstante, este experto sostiene que "el resultado electoral de Barcelona supone un gran aviso de la pluralidad territorial e ideológica del movimiento y de la necesidad de adaptar la estrategia para convertirla en un proceso constituyente amplio en Cataluña que puede ser independiente del proceso a nivel estatal". "El proceso de autodeterminación en Cataluña es hoy más rico que la semana pasada en términos ideológicos y de debate en la opinión pública", añade.
El liderazgo de Mas puede "perder fuerza"
El pasado martes Mas dejó en manos de ERC mantener las elecciones del 27-S pero, según informó La Vanguardia, tras ver los resultados un sector de Convergència y de sus aún socios de Unió Democràtica pidieron al president que pospusiera la convocatoria. No obstante, Mas dejó abierta la posibilidad de modificar la hoja de ruta si se suman nuevos partidos como la CUP, UDC o ICV.
Sin embargo, el debate que está ahora encima de la mesa es hasta qué punto el liderazgo de Mas en el camino a la independencia queda tocado. "El liderazgo de Mas puede perder fuerza ante la recomposición de apoyos y, sobre todo, las nuevas posibilidades de alianza entre el polo de izquierdas que lidera Guanyem Barcelona, ERC y la CUP", señala Sanjaume. Este experto considera que el electorado de CiU castigaría un posible retraso de las elecciones ya que supondría aplazar el proceso y los votantes de la federación nacionalista son hoy mayoritariamente secesionistas.
Para Andrés de Blas, catedrático de Ciencia Política de la UNED, la pérdida de votos de CiU revela el desconcierto del grueso de la opinión catalanista ante el rumbo adoptado por el president Mas y hace prever el aumento de las tensiones internas del principal partido político de Cataluña.
En términos generales Sanjaume considera que el del 24-M es un buen resultado para el soberanismo. Y más teniendo en cuenta que tradicionalmente los partidos nacionalistas han tenido menos apoyo a nivel municipal –generalmente han aumentado hasta un 10% en las autonómicas siguientes a las municipales– en parte como consecuencia de la hegemonía local que tenía el PSC. "No llegar al 50% es, en cualquier caso, un aviso para los soberanistas que necesitan ampliar sus apoyos para seguir legitimando el proceso de autodeterminación", sentencia.
Para De Blas, que las fuerzas nacionalistas no hayan alcanzado el 50% de los votos, es algo que debe hacer pensar a los impulsores del soberanismo. "La falta de apoyo en la ciudad de Barcelona es muy significativo del estado de la opinión en Cataluña, máxime si se tiene en cuenta que ello se une al fracaso del voto nacionalista en otras dos capitales catalanas: Lleida y Tarragona", añade. A su juicio, con este resultado se configura un panorama en que la Cataluña urbana parece descolgarse del proceso soberanista.
02. La situación del País Vasco
En un escenario que no giró alrededor del eje soberanista o territorial –ni en la campaña ni en los programas– la realidad de las cifras refleja que EH Bildu ha perdido apoyo popular allí donde ha gobernado. El pasado domingo 254.253 electores del País Vasco optaron por dar su respaldo a esta formación en los comicios municipales. En 2011 fueron 276.141. La caída roza, por tanto, el 8%. Sin embargo más que en número de votos –que también– la sensación es que la izquierda abertzale lo que ha perdido es poder. Se quedó sin ayuntamientos emblemáticos como los de San Sebastián o Mondragón y perdió también la Diputación Foral de Gipuzkoa.
Braulio Gómez, investigador en Ciencia Política en la Universidad de Deusto, señala que EH Bildu no ha sido castigado por su apuesta por la independencia de Euskadi porque esta ha sido una campaña "muy local y muy de politicas relacionadas con la economía y el empleo". Lo que han castigado los electores, añade, es su gestión. En este análisis coincide también un dirigente nacionalista, que cita la recogida de la basura puerta a puerta –un severo sistema de separación de residuos en cinco tipos con cubos que se colocan en la calle– impulsada con EH Bildu en Gipuzkoa como uno de los aspectos más polémicos de la gestión de esta formación.
El aún alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, de EH Bildu, valora los resultados electorales del 24-M | EFE
Pero esta última fuente añade otro elemento al debate. Asegura que un análisis comparativo de los resultados de estos comicios con los de 2011 –mientras EH Bildu perdió un 7,9% de los votos el PNV ganó un 10,4%– debe tener en cuenta necesariamente cómo estaba Euskadi hace cuatro años. "En 2011 muchos electores decidieron premiar a Bildu. Aunque todavía no se había producido el cese de la actividad armada sí se percibía que el fin de ETA estaba cerca. Votar a EH Bildu, que se pudo presentar casi en el último momento, fue percibido como una forma de impulsar el fin del terrorismo", subraya.
Para Andrés de Blas, la pérdida de EHBildu, además de manifestar el desgaste ligado al ejercicio del poder, refleja una pérdida de apoyo al proceso soberanista si se tiene en cuenta la actitud más prudente adoptada por el PNV ante la cuestión. "El electorado vasco ha premiado este giro en la actitud del gobierno Urkullu", asegura.
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En el conjunto de la comunidad autónoma, el nacionalismo vasco sigue tan fuerte como en las últimas elecciones. La suma de votos PNV-EH Bildu sigue representando a la mayoría de los votantes vascos en Gipuzkoa y Bizkaia. "Y la pérdida de votos de EH Bildu en estos territorios no se ha ido a Podemos o a otras candidaturas municipalistas, se han ido al otro partido nacionalista, PNV", añade Gómez.
El ejemplo claro está en las tres diputaciones forales, muy relevantes en Euskadi por sus competencias en materia de recaudación e inversión. En las tres, en conjunto, EH Bildu ha perdido 31.000 votos, mientras que el PNV ha ganado 26.000. En Gipuzkoa es, además, donde se ha producido la mayoría de ese efecto.
A juicio de Braulio Gómez, este resultado sí va a tener consecuencias en la deriva de la política vasca en esta legislatura. "El PNV va a apostar en su política de pactos por el PSE en detrimento del EH Bildu para seguir priorizando en su agenda los temas económicos y sociales por encima del debate territorial porque le ha dado muy buenos resultados hasta la fecha", sentencia.
El recuento electoral del 24-M dejó, en una primera lectura, malas noticias para el soberanismo en Cataluña y País Vasco respecto a los resultados que habían logrado en las municipales de hace cuatro años. CiU perdió el Ayuntamiento de Barcelona y se estrelló en el cinturón metropolitano de la ciudad condal. Bildu, por su parte, acusó el desgaste de la gestión y se quedó sin consistorios emblemáticos como los de San Sebatián o Arrasate-Mondragón y perdió también la Diputación Foral de Gipuzkoa. El análisis detallado de los resultados, sin embargo, deja conclusiones que cambian por completo esta percepción.