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La Comunidad Valenciana, única autonomía con un plan de 'vuelta al cole' consensuado con profesores y sindicatos

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Queda algo menos de un mes (en algunas comunidades se arrancará el 4 de septiembre) para la vuelta al cole más difícil de las últimas décadas: el curso 2020/2021 estará determinado inevitablemente por el covid-19, toda vez que la pandemia está lejos de estar controlada en España. Y hay muy pocas certezas sobre cómo va a funcionar el regreso a las aulas: habrá, eso es seguro, mascarillas, esfuerzos para mantener la distancia social, pegatinas de entrada y salida en el suelo y litros de gel hidroalcohólico. Pero profesores, padres y madres no creen que sea suficiente como para garantizar una vuelta segura. "En muchos sitios se pretende volver con una normalidad que no existe y a un coste mínimo", denuncia la responsable de Educación de UGT, Maribel Loranca. Señala a una región, la Comunitat Valenciana, como la única que ha ofrecido un plan "de contingencia" y "consensuado con la comunidad educativa". En el resto solo hay promesas, denuncian los sindicatos: de contratación de profesores para bajar las ratios, de reformas, de dinero... pero nada concreto sobre la mesa. Y la cuenta atrás no se para. 

"La única que tiene un plan es la Comunitat Valenciana. Que no sea poner hidrogeles, claro. Hay una situación muy grande de precariedad. La mayor parte de las comunidades autónomas están siendo irresponsables, barajando la hipótesis del 'a ver si no pasa nada'", coincide el delegado de Educación de Comisiones Obreras, Francisco García. La Generalitat Valenciana cuenta con una hoja de ruta para una vuelta al cole segura desde principios de julio, en la que la administración asegura que solo habrá veinte alumnos por aula de infantil a cuarto de primaria. Solo con un profesor por clase: es lo que se conoce como los grupos burbuja. Se limita el contacto con otras personas ajenas a la burbuja tanto a los chicos como al docente. Así, en caso de que haya un positivo confirmado, solo hay que rastrear a 21 personas (contando con el adulto) en vez de testear a todo el colegio entero cada vez que surge un caso.

No es la única comunidad autónoma que ha pensado en cómo organizar el regreso, evidentemente. Las medidas más populares, además de la creación de los grupos burbuja, es la instauración de clases vespertinas, las salidas y entradas escalonadas para no coincidir en el pasillo, la habilitación de salas grandes como laboratorios para dar clase o las reformas para ampliar la distancia entre los alumnos. En todas, la mascarilla será obligatoria si no se logra habilitar una separación de entre metro y medio y dos metros entre los chicos.  Pero en el resto, defienden tanto CCOO como UGT, no ha habido ni diálogo ni garantías de que el colegio será un espacio seguro, o lo más seguro posible, para niños, niñas y personal docente. "Se han dado pasos", reconoce Loranca, "pero pesa esa incertidumbre. Es un proceso muy largo en el que se han ido rebajando los condicionantes por falta de acuerdo entre el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas. Creemos que en algunos sitios no se va a afrontar el curso con esas garantías. Estamos en ese impasse".

La comunidad educativa ha centrado la batalla en dos factores que consideran esenciales: distancia física y ratios suficientes. Hacen falta más profesores para bajar la cantidad de alumnos por clase y hacen falta más infraestructuras, en caso de que los colegios e institutos no tengan aulas suficientes. La demanda de barracones, aulas prefabricadas, se ha disparado. Y los sindicatos no se fían de las promesas de la administración. En algunos casos, detectan trampas. "En Madrid dijeron que iban a contratar a 600 profesores", pero se trataba de la cifra ya comprometida antes de la pandemia, denuncia Loranca. "En Cantabria, ha dicho la consejera que va a contratar a profesionales para refuerzo de covid, hemos echado cuentas y suprimen apoyos en la educación infantil, por lo que te sale el mismo número de docentes. En Extremadura, se planteaban incluso recortar. Al final eso lo paramos y se va a hacer una mínima inversión". 

Para García, de CCOO, el Ministerio de Educación ha perdido "una oportunidad magnífica" de hacer finalistas los 2.000 millones de euros que transferirá a las comunidades autónomas para adaptar los colegios al covid-19. "Nos parece poco responsable que no se condicionen esos fondos. Hay equipos directivos presionados por las comunidades autónomas, echándoles encima la preparación cuando los equipos directivos no tienen conocimiento de temas de prevención. Está todo con unos niveles de improvisación muy grandes", denuncia.

Los cálculos de Comisiones Obreras apuntan a un gasto estatal de 7.300 millones de euros para garantizar una vuelta al cole por 15 alumnos por aula y garantizando todas las medidas de seguridad. "Lo que recortó Rajoy en varios años fueron 9.000 millones de euros", apunta. UGT, por su parte, calula que sería necesario contratar a 70.000 profesores más para reforzar un 10% las plantillas de todos los colegios públicos. "No se va a llegar a eso ni de lejos", estima la delegada. 

Desde el punto de vista de las familias, los postulados son similares. Ha habido casos aislados, como los padres y madres de Sevilla que denunciaron en junio que los profesores no quieren volver a las clases y prefieren seguir en sus casas. Para los docentes ha sido un impacto brutal cambiar sus planes en apenas 48 horas cuando la emergencia sanitaria se desató en marzo, y desdibujar al máximo la frontera entre su vida profesional y su vida personal, atendiendo dudas y planificando las lecciones a distancia, explican los sindicatos. Por lo que consideran esas críticas absolutamente injustas. Pero no son generalizadas. "En general, los padres y madres defienden lo que defendemos nosotros", confirma García. La Confederación Española de Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado (Ceapa) insiste no solo en los ratios y la distancia física, también en servicios que se pueden considerar secundarios pero que garantizan la conciliación y la igualdad de oportunidades: el comedor, las aulas matinales para los padres que entran a trabajar pronto y las actividades extraescolares. Así lo aseguraron en una reunión con Educación hace unas semanas. 

Una presencialidad "irrenunciable"

Lo único en lo que parecen coincidir al 100% tanto las familias como los profesionales, así como todas las regiones y el Gobierno central, es en una frase que la titular de la cartera a nivel estatal, Isabel Celáa, repite en cada comparecencia: "La enseñanza presencial es irrenunciable". Es difícil que los más pequeños mantengan la atención cuando el profe aparece en una pantalla, algo que sí pueden hacer los mayores. Por lo tanto, la mayoría de las comunidades autónomas solo se plantea las lecciones a distancia en los más mayores, de Secundaria y Bachillerato. "Tanto en infantil como en primaria o especial no se puede sustituir por nada", confirma Loranca. Juega a favor de este planteamiento la evidencia científica: está ya bastante claro para toda la comunidad investigadora que los niños sufren síntomas del covid-19 con muchísima menor frecuencia. Aún no hay nada claro, pero algunos estudios apuntan a sus sistemas inmunes, entrenados por otros coronavirus causantes de resfriados comunes. Solo un 2% de los chicos y chicas hasta los 10 años desarrolla formas graves de la enfermedad, señala el estudio Kids Corona, del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona.

La evidencia, sin embargo, de que los niños transmiten menos, es limitada por el momento. Un estudio realizado en Corea del Sur apunta a que los menores de 10 años transmiten el coronavirus hasta un 50% menos que los adultos, pero aún no hay certezas y, a pesar de que se tomen todas las medidas posibles, hay riesgos evidentes juntando a decenas de personas durante varias horas al día en espacios cerrados. No solo los jóvenes pueden enfermar: también las personas mayores con las que se relacionen al salir de clase.

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En otros países de nuestro entorno más cercano y también muy golpeados por la pandemia, el plan es el mismo: volver sí o sí. Francia ha aplicado protocolos mucho menos estrictos que en mayo, cuando algunos cursos regresaron a clase tras el confinamiento. La mascarilla solo será obligatoria a partir de los 11 años, los menores no tendrán por qué utilizarla, y los docentes tampoco. Se recomienda la distancia, pero no se obliga. En Alemania, al igual que en España, la protagonista es la incertidumbre, las familias protestan y las medidas son similares: mascarillas obligatorias a partir de infantil (aunque no en todos los länders), distancia y grupos burbuja.

En Italia, la gestión ha sido más centralizada que en nuestro país: los sindicatos firmaron el protocolo que propuso la ministra del ramo, Lucia Azzolina. Con una propuesta estrella: "mesas de ayuda" en cada centro para ofrecer ayuda psicológica a alumnos y docentes que encuentren dificultades para abordar la situación. Ha prometido fichar a 100.000 profesores más en todo el Estado, 30.000 más de lo que los sindicatos consideran ideal en España y que está muy lejos de conseguirse. Reino Unido pretendía volver a llenar las aulas en junio, pero el gabinete de Boris Johnson tuvo que rectificar y retrasarlo para septiembre, aunque tampoco cuentan con un plan definitivo y se mantienen las negociaciones a un mes del deadline.

Precisamente Reino Unido cuenta con una situación epidemiológica parecida a la española: alto número de positivos y falta de control en algunas zonas, aunque con muchos más fallecidos declarados. Francia, Alemania e Italia cuentan con un escenario mucho más benigno. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, reconoció este jueves que el objetivo es llegar a septiembre con "la menor transmisión comunitaria posible", para que esta vuelta sea lo menos peligrosa posible. Identificar a todos los brotes, que seguirán surgiendo hasta que haya vacuna, pero controlando y acotando el avance de la enfermedad. Sin embargo, la realidad es tozuda: Aragón y Cataluña continúan con números muy altos y pronto se sumarán Euskadi y Madrid, viendo su crecimiento en los últimos días. Por lo que, tal y como reconocen muchos responsables autonómicos, solo se podrá saber al 100% lo que hacer y cómo afronta cada comunidad el regreso a las aulas durante los días previos. 

Queda algo menos de un mes (en algunas comunidades se arrancará el 4 de septiembre) para la vuelta al cole más difícil de las últimas décadas: el curso 2020/2021 estará determinado inevitablemente por el covid-19, toda vez que la pandemia está lejos de estar controlada en España. Y hay muy pocas certezas sobre cómo va a funcionar el regreso a las aulas: habrá, eso es seguro, mascarillas, esfuerzos para mantener la distancia social, pegatinas de entrada y salida en el suelo y litros de gel hidroalcohólico. Pero profesores, padres y madres no creen que sea suficiente como para garantizar una vuelta segura. "En muchos sitios se pretende volver con una normalidad que no existe y a un coste mínimo", denuncia la responsable de Educación de UGT, Maribel Loranca. Señala a una región, la Comunitat Valenciana, como la única que ha ofrecido un plan "de contingencia" y "consensuado con la comunidad educativa". En el resto solo hay promesas, denuncian los sindicatos: de contratación de profesores para bajar las ratios, de reformas, de dinero... pero nada concreto sobre la mesa. Y la cuenta atrás no se para. 

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