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La corte de los milagros de Botella y Gallardón

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“El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”. Las palabras de García Lorca podrían reflejar la decadencia de un Madrid marcado por los excesos, el caciquismo, el despilfarro y el desgaste. Una ciudad donde sus vecinos viven “como si ya estuviera desahuciada”. Madrid es víctima del "lujo exótico". Es el cántaro que, explotado por sus máximos responsables, acabó por romperse. Esta es la historia de los últimos cuatro años de la capital vista por Máximo Pradera en Madrid Confidencial, un relato crítico y polémico de la gestión de Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella.

"No sé si Madrid es resucitable o no, pero sus vecinos tienen la sensación de que no lo es (...). Incluso los propios médicos encargados de revivirla, los políticos, nos ofrecen la visión de una ciudad muerta". El periodista madrileño dibuja un retrato de la capital devastada por el "faraón de Cibeles", Alberto Ruiz-Gallardón, y su secuaz, Ana Botella. "El PP ha dejado la ciudad tetrapléjica", afirma una profesora de música de San Blas, ahora en paro. Y es que, como recuerda Pradera, "Madrid es, con mucho, el ayuntamiento más endeudado de España". En 2013, uno de cada tres euros que aportaron los madrileños a las arcas municipales iba a parar a los bancos, explica el guionista y presentador.

En Madrid se respiraba un lujo exótico; "nadábamos en pasta, había mucho dinero en manos de los contribuyentes", describe Pradera a infoLibre. El exalcalde de Madrid Ruiz-Gallardón "viajaba, por ejemplo a Lisboa, en avión y hacía que sus coches oficiales, dos Audis blindados, fueran por su cuenta para que le hicieran de taxi por la ciudad", relata. Excesos a los que se suma el mayordomo particular que "el faraón de Cibeles" tuvo contratado por 3.150 euros al mes hasta su último día en el ayuntamiento. Servicio destinado a "que le sirviera el almuerzo y los cafés, en un comedor de cincuenta metros cuadrados" y que "abonaba con dinero público", apunta el periodista.

Las exuberancias de Gallardón no conocen límites. "El Palacio de Cibeles, sede del actual ayuntamiento, es el templo de Luxor que mandó levantar en honor a sí mismo el faraón Tutankardón", recuerda en Madrid Confidencial. "El total definitivo del sueño faraónico ascendió a 466 millones de euros [...]. El doble de lo que costó reformar la Tate Modern" de Londres, el museo de arte contemporáneo más visitado del mundo. Y ya que de plétoras se trata no hay que olvidar la titánica inversión de las tres candidaturas olímpicas. "6.536 millones de euros es lo que ha costado a los madrileños no hacer los Juegos Olímpicos", señala Pradera. Cifra que casi asciende a "la deuda total de Madrid". 

De exceso en exceso "Madrid se ha convertido en una comunidad de individuos maltratados, sin proyecto ni futuro", sentencia el autor. De poco ha servido que su alcaldesa, un "personaje siniestro bajo la batuta de Montoro y Rajoy", decidida a dar ejemplo, anunciara el pasado mes de marzo una rebaja del 1,9% de su sueldo –pasando de 101.687,12 a 100.000 euros justos–. "¡Por fin el PP ha entendido que hay que dar ejemplo!", ironiza Pradera en las páginas de su libro. El Ayuntamiento de Madrid está desbordado. La capital española, explica, "tiene una cantidad ingente de infraestructuras que se pusieron en pie durante el reinado del Faraón de Cibeles" pero "no hay ya presupuesto para gestionarlas".

Madrid y la deuda

No hay presupuesto, pero si hay deuda. Madrid tiene un agujero de más de 7.000 millones de euros. Para Pradera, su gestión por parte del ayuntamiento madrileño supone el regreso al thatcherismothatcherismo. "Se trata de gestionar el país como una economía del hogar, como un crédito hipotecario que pagas a plazos cuando estás en casos de necesidad". El valor nominal de la deuda, explica el periodista, es cada vez más pequeño, pero aumenta la proporción por la propia dinámica de ingresos y gastos. "Con el tiempo el dinero deja de significar lo mismo y el valor de los 7.000 millones de deuda será menos en unos años, se va erosionando y es necesario renegociarla", añade. Administrar una ciudad como un hogar es, a su parecer, "una barbaridad".

Y mientras Madrid nada en números rojos, la cultura se ahoga. El consistorio madrileño considera “las inversiones en cultura como gastos” y, así, la capital ha dejado de ser “la ciudad de la virtud para ser la administración de la miseria”, denuncia el guionista. No es de extrañar cuando su alcaldesa, “no electa”, recuerda Pradera, dejó de lado el Museo del Prado, el Thyssen, los conciertos en La Riviera, el Festival de Otoño o los musicales en la Gran Vía para defender en Buenos Aires la candidatura olímpica de Madrid. El arte, la música, la esencia de la capital quedó en un segundo plano, desplazada por un café con leche en la Plaza Mayor.

“El PP, donde no hay ladrillo, se dedica a explotar de manera salvaje”, asegura el autor de Madrid Confidencial. Quizá aquí resida la razón de la paralización del Paseo de las Artes ideado por Gallardón y aprobado por todos los grupos municipales. “El proyecto fue saboteado por Esperanza Aguirre –explica Pradera-, y olvidado por Ana Botella”. Desde el Ayuntamiento de Madrid “no se apuesta por el turismo, ni por la cultura, no ven que se trata de una buena inversión”. El dinero destinado a cultura en Madrid es tres veces menos que el destinado en otras capitales europeas, denuncia.

Con su llegada al consistorio, Ana Botella “esperaba ser la alcaldesa de los Juegos Olímpicos y Eurovegas, la emperatriz de Lavapiés”, relata Pradera. Sin embargo, Madrid se quedó sin juegos y sin casinos. El proyecto de Eurovegas “empezó con mal pie: excepciones fiscales, cambios legales…, la ciudad de la virtud y de niños ludópatas”, ironiza el periodista.

La rana de Al Gore

Mientras Madrid se vuelve más gris, más sucia, más silenciosa, en definitiva, más pobre, sus vecinos sufren como la rana de Al Gore. En una cacerola llena de agua fría una pequeña rana nada confortable a su antojo. Poco a poco el agua se va calentando y el anfibio se encuentra de lo más a gusto. La temperatura sigue subiendo, el agua acaba hirviendo, y la rana muere frita. Con esta fábula, Máximo Pradera explica la actitud, quizá “pasividad”, de muchos madrileños frente al saqueo de su ciudad.

“Igual que no se reacciona ante el cambio climático porque no se ven sus consecuencias a corto plazo, muchas personas no son conscientes del estrangulamiento de Madrid”, asegura el periodista. Hay quienes “no son capaces de poner en reacción lo que pasa” ya sea porque “hay menos información o porque renuncian a leer los periódicos”.

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Resucita ¡Madrid!

A pesar de que muchos madrileños padecen de la ignorancia como la rana de Al Gore, otros tantos salen a las calles para recuperar lo que fuera su ciudad. “Los vecinos se quejan, Madrid es una ciudad peleona, es la ciudad de la mareas”, recuerda el guionista y presentador. La capital “deprimida, paralizada, distópica” descrita por Pradera quizá tenga salvación porque “Madrid podrá ser una cloaca invivible, pero es insustituible para triunfar”.

“La única forma de desarticular la red de clientelismos” que ha terminado por enfermar a la capital “es desalojar el consistorio para que entren otros”, asegura el autor del polémico libro. Nuevos líderes políticos y cultura, mucha cultura. Para Máximo Pradera, “la gran baza de una ciudad como Madrid solo puede ser la misma que la de los 80: la cultura”. Pues “solo una nueva movida madrileña puede sacar a la ciudad del coma vegetativo en que está sumida”.

“El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”. Las palabras de García Lorca podrían reflejar la decadencia de un Madrid marcado por los excesos, el caciquismo, el despilfarro y el desgaste. Una ciudad donde sus vecinos viven “como si ya estuviera desahuciada”. Madrid es víctima del "lujo exótico". Es el cántaro que, explotado por sus máximos responsables, acabó por romperse. Esta es la historia de los últimos cuatro años de la capital vista por Máximo Pradera en Madrid Confidencial, un relato crítico y polémico de la gestión de Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella.

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