"Cree el ladrón que todos son de su condición": Koldo García llena el Senado de silencios y dardos contra el PP

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11.06. El sol primaveral tornasolado del verde de los árboles entra por la ventana. Madrid está casi de espíritu verbenero. Y el rostro de Clara Campoamor domina la sala. A gran escala. Las cámaras se agolpan, los periodistas llenan los bancos del fondo. Bienvenidos a la comparecencia de Koldo Garcia, el hombre de confianza de José Luis Ábalos que hoy investiga la justicia por las mordidas en contratos de material sanitario durante la pandemia.

El PP quiere aprovechar su mayoría absoluta en la Cámara Alta para sacarle el mayor rédito político al escándalo de las mascarillas en pleno ciclo electoral con las catalanas y las europeas a la vuelta de la esquina. Y Koldo García era el más esperado, el hombre con el que quieren cercar al propio Pedro Sánchez y a altos cargos del PSOE como Santos Cerdán. La gran pieza con la que quieren hacer caer al Ejecutivo de coalición.

García llegaba a la sala a las 10.58 después de acceder por la plaza de la Marina al Senado para evitar a la prensa que lo esperaba por la entrada de la calle Bailén. Inconfundible por su altura, entraba con uniforme de comparecencia: traje oscuro, camisa blanca y corbata roja (por si alguien quería hacer un juego con los colores). Pero con el accesorio más importante: su abogado, codo con codo para evitar cualquier tipo declaración que le afecte al proceso judicial en curso.

En la sala Clara Campoamor le esperaban especialmente con ganas los populares, que llevaban revoloteando minutos antes. Por allí estaban Alfonso Serrano, Sergio Ramos, José Antonio Monago y María Salom capitaneados Luis Santamaría. En cambio, los miembros del PSOE accedían en bloque poco después que García, con el socialista vasco Alfonso Gil como portavoz. 

"Me acojo a mi derecho de no declarar"

Precalentamiento, aprobación del acta anterior. Y a la piscina de la comisión a las 11.06. García empezaba con la intención de hablar poco, muy poco. Pero tenía ya un apunte al iniciarse: "Lo primero, en ningún momento, he querido esquivar o no comparecer en ningún sitio. Soy una persona totalmente localizable. He atendido a todo el mundo por teléfono. Las fuerzas y cuerpos de seguridad me tienen totalmente localizado. Cada quince días comparezco en el juzgado". De esta manera quería deslucir las sombras que llevan los populares sembrando desde hace días de que el exasesor no iba a aparecer o de que el Gobierno trataba de que no fuera (Génova 13 quiere implicar ahora a Fernando Grande-Marlaska en una supuesta operación de no tenerlo localizado).

Allí le aguardaba en el primer turno María Caballero, de UPN, con preguntas sobre el caso, pero especialmente dirigidas a intentar vincular a socialistas navarros como Cerdán y María Chivite. ¿Sigue siendo del PSOE?, le espetaba, y García no rememoraba desde cuándo estaba vinculado al partido, pero se acordaba de que su abuelo y su padre fueron militantes. "Eso no se lo puedo contestar, porque no lo sé. Pero no se preocupe: volveré", lanzaba misteriosamente. "Me acojo a mi derecho de no declarar", era la frase que ya lanzaba en el primer turno para que dominara a partir de ese momento el silencio. Con mirada al frente y continuos giros para buscar la aprobación de su abogado, al que el Senado colocó en primera fila a su vera. Con otra (no) explicación: ahora está en un proceso y sólo va a contestar al juez.

Silencio que alguna vez rompía y retumbaba en la sala. "¿Tiene la conciencia tranquila?", volvía a la carga Caballero, que recibía la respuesta inesperada de Koldo García: "Mucho". Y es que el antiguo militante del PSOE de Navarra no entró en ningún momento en cuestiones de fondo sobre si recibió órdenes o cómo se montó el entramado de mordidas a través de contratos con la administración en plena pandemia. Pero en alguna ocasión dejó de mirar al frente y no se mordió la lengua. Sobre todo sacando a relucir su situación personal y familiar. ¿Tiene la conciencia tranquila?, salía del asiento de Josu Estarrona (EH Bildu), a lo que contestaba: "Igual ustedes no, los primeros". "Vamos a ver si ponemos algún sentido común", rezumaba al escuchar a Joan Josep Queralt (ERC).

"Mediáticamente estoy muerto"

Para intentar jugar el papel de víctima ante los senadores: "Mediáticamente me han crucificado vivo. No puedo tener relación con nadie, no puedo salir a la calle. Mediáticamente estoy muerto". Y denunciaba en la comisión que parte de los parlamentarios quieren dar "más carrera" a este asunto y que "se alargue innecesariamente". Hasta retaba en la sala a los presentes: "¿Me van a llamar todos ustedes cuando me declaren inocente?"

García llevaba bien preparada la estrategia con su abogado: él es inocente, no hizo nada malo y con una defensa cerrada de los trabajadores profesionales del Ministerio de Transportes. Y silencio absoluto sobre cualquier dirigente del PSOE, el partido al que estaba ligado. La bancada socialista estaba preparada. La dirección en el Senado ha puesto como portavoz a Alfonso Gil, uno de los más veteranos dirigentes y un hombre curtido en mil batallas políticas en Madrid y en Euskadi. Llegaba directamente desde Bilbao, donde había pasado la noche electoral del 21A y había participado en las tertulias. 

Gil quiso en todo momento dejar clara la actuación del PSOE y su intención de que llegue la "luz" a todos los rincones de ese caso. Y a García le leía los artículos sobre ética de los estatutos del Partido Socialista. Tres preguntas directas de sus excompañeros para que los españoles conociesen de su propia "boca": ¿Realizó labores de búsqueda de empresas durante la pandemia? ¿Conocía a las otras personas implicadas en la trama? ¿Qué tienen que ver Miguel Tellado y "Alberto" a los que citaba en conversaciones?. Su respuesta de siete palabras tres veces: "Me acojo a mi derecho de no declarar". Gil también tenía armada una parte contra el PP: "Puedes ustedes decir misa, pero la verdad judicial no se va a determinar aquí". Y hasta sacaba expresiones de su pasión taurina: "Pueden hacer cuantos volatines quieran..."

"No puedo salir a la calle"

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Llegaba, llegaba y llegaba el momento del PP, el más esperado. Teclados en tensión. El momento que había diseñado Génova 13: un enfrentamiento con Koldo García, la imagen que buscaban para los telediarios. Toda la responsabilidad en los hombros de Luis Santamaría, que desde el primer segundo disparó contra el exasesor y la "organización criminal que se forró a manos llenas a costa de la salud y de la vida de los españoles". "No se puede ser más miserable", le reprochó durante su intervención.

García callaba, el PSOE reclamaba que el PP fuera acabando cuando habían pasado 15 minutos. El presidente de la Comisión. Eloy Suárez, también del PP, pedía a su compañero que finalizar. Y el compareciente, de repente, giraba la cabeza y miraba al popular. Rompía su silencio al final: "Después de todo lo que ha hablado de mí, lo único que puedo decir es que se cree el ladrón que todos son de su condición".

"Mediáticamente estoy en la situación en la que estoy, se ha dicho de todo. No ha habido pruebas", repetía ante la atenta mirada de su abogado. "No puedo salir a la calle, hay una mujer, hay una hija...", enlazaba, con la idea de que: "Quien tiene que dictaminar es la Justicia, no lo medios", "he estado quieto y escuchando lo que dicen de mi persona, verdaderas salvajadas". "Me gustaría verlos dentro de un tiempo cuando la justicia dictamine", resumía. Llegaba el fin con Santamaría tratando de responderle pero cortándole el presidente de la Comisión. 12.11 del lunes. García se va, toma el ascensor sin responder a los periodistas. Se marcha con sus silencios de fondo y sus perlas contra el PP. Ya no se acuerda de la Chalana ni de los pasos de Benidorm.

11.06. El sol primaveral tornasolado del verde de los árboles entra por la ventana. Madrid está casi de espíritu verbenero. Y el rostro de Clara Campoamor domina la sala. A gran escala. Las cámaras se agolpan, los periodistas llenan los bancos del fondo. Bienvenidos a la comparecencia de Koldo Garcia, el hombre de confianza de José Luis Ábalos que hoy investiga la justicia por las mordidas en contratos de material sanitario durante la pandemia.

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