Cuatro claves para entender la crisis de Podemos en la Comunidad de Madrid

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Podemos se enfrenta a una crisis territorial en una comunidad, la de Madrid, que inevitablemente genera lecturas en clave nacional. De ahí que, pese a no ser la primera renuncia en una dirección autonómica que sufre el partido –que tiene gestoras establecidas en Galicia y Cataluña y acaba de renovar sus órganos en La Rioja y País Vasco–, la dimisión de diez miembros del Consejo Ciudadano madrileño en tan sólo tres días haya suscitado interpretaciones sobre una posible división en la dirección estatal.

No obstante, la crisis en la Comunidad de Madrid se debe fundamentalmente al enfrentamiento existente dentro de la dirección regional, que desde que se constituyó estuvo dividida casi a la mitad en dos sectores antagónicos que desde hace unos meses han sufrido cambios en su composición y en mitad de los que se encuentra el secretario general autonómico, Luis Alegre, que ha sido muy criticado por los dirigentes dimisionarios por su supuesta inacción.

El choque viene de lejos y se explica, en parte, por las diferentes corrientes que existen dentro de Podemos –de hecho, los diez dimitidos forman parte del sector más afín al número dos, Íñigo Errejón–, pero no tiene como causa principal un enfrentamiento a nivel estatal entre las facciones. De hecho, según las fuentes consultadas, la relación entre Errejón y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, no pasan por un mal momento, y los problemas se resumen fundamentalmente en dos: el descontento por la gestión de Alegre y los cambios en la correlación interna de fuerzas en el Consejo Ciudadano madrileño.

1. La relación Iglesias-Errejón

El hecho de que la Comunidad de Madrid albergue la capital del Estado conlleva un altavoz para los partidos políticos, ya que tanto la ciudad como la región funcionan como uno de sus principales escaparates. Por ello, cualquier problema interno de una formación a nivel autonómico trae asociada una interpretación en clave estatal, que en el caso de Podemos se ha traducido en la eventual mala relación y la oposición entre Iglesias y Errejón, los números uno y dos del partido que, junto a Carolina Bescansa, son las dos figuras con más peso orgánico.

No obstante, varias fuentes del partido coinciden en que los dos principales líderes de Podemos no mantienen un enfrentamiento abierto en la dirección del partido, aunque tengan diferencias de discurso. Según estas fuentes, Errejón es partidario de mantener un tono más suave con el PSOE, mientras que Iglesias se ha mostrado más beligerante con los socialistas a la hora de afrontar la negociación para formar Gobierno. Pero no existen posiciones encontradas, y la sintonía es mejor que hace unos meses, señalan los dirigentes consultados, que ponen como ejemplo que antes de las elecciones autonómicas y municipales quien tomó un mayor peso orgánico fue el secretario de Relaciones con la Sociedad Civil, Rafael Mayoral.

2. Las diferencias con Luis Alegre

La figura de Luis Alegre fue fundamental en los inicios de Podemos. De hecho, el secretario general de la Comunidad de Madrid formó parte –junto a Iglesias, Errejón, Bescansa y el ex número tres, Juan Carlos Monedero– del grupo de cinco personas que puso en marcha la formación allá por enero de 2014, y también integra la ejecutiva a nivel estatal, ocupando el cargo de secretario de Participación Interna. Asimismo, desempeñó durante unos meses el puesto de coordinador de la Oficina del secretario general, que ahora mismo ocupa Irene Montero.

En la Asamblea Ciudadana –el congreso– que celebró Podemos en Vistalegre en otoño de 2014, el dirigente participó activamente: se encargó de coordinar el equipo que diseñó su funcionamiento, y además estuvo a la cabeza de la elaboración y defensa, junto a sus cuatro compañeros del grupo promotor, de los documentos político, organizativo y ético que terminarían imponiéndose en la votación de la militancia y convirtiéndose en la hoja de ruta, los estatutos y el código ético, respectivamente, de Podemos.

Posteriormente, Alegre fue elegido líder de Podemos en la Comunidad de Madrid, pero su influencia fue decayendo poco a poco y fue perdiendo paulatinamente peso orgánico. En primer lugar, el secretario general autonómico rechazó postularse para las elecciones autonómicas, y tampoco ocupó un puesto en las candidaturas para las generales ni tuvo un papel especialmente destacado en la campaña electoral, algo que le reprochó en su escrito de dimisión el exsecretario de Organización madrileño, Emilio Delgado, que aseguró que el barón madrileño no había estado "a la altura del nivel de exigencia de la última campaña electoral a las elecciones generales".

Las fuentes de Podemos consultadas por infoLibre ofrecen, no obstante, versiones contradictorias en torno a la figura del secretario general de la Comunidad de Madrid. Mientras unos dirigentes aseguran que Alegre se ha mostrado "incapaz de coordinar" una dirección regional muy dividida y afirman que ha recurrido a un estilo autoritario, otras fuentes rechazan que Alegre haya caído en una "dejación de funciones" –tal y como critican los diez dirigentes dimisionarios– y aseguran que, pese a que en los primeros meses existieron "dificultades" para poner de acuerdo a los dos sectores presentes en el Consejo Ciudadano madrileño, posteriormente se fueron "limando" esas diferencias.

3. Una dirección dividida y con cambios en la correlación de fuerzas

El funcionamiento dentro de Podemos en la Comunidad de Madrid no ha sido fácil desde el principio. Y es que, en contra de lo que ocurrió en la mayoría de las comunidades autónomas, el proceso de elección de órganos internos que tuvo lugar a principios de 2015 tuvo como resultado que el Consejo Ciudadano autonómico quedase compuesto por 18 miembros de la corriente oficialista y 16 de la crítica, liderada por el ahora eurodiputado Miguel Urbán –procedente del sector Anticapitalistas–, que obtuvo en su pugna por la Secretaría General regional un 44,4% de los votos, por un 49,9% que consiguió Alegre.

Los recelos entre ambos sectores, aseguran fuentes del partido, fueron una constante desde el primer momento. "Madrid es complejo desde el inicio", admite un diputado regional, que señala no obstante que las diferencias que han provocado la crisis y las dimisiones no pueden entenderse únicamente teniendo en cuenta qué dirigentes fueron elegidos en las listas oficialistas comandadas por Alegre y cuáles concurrieron en la candidatura crítica de Urbán.

"La correlación de fuerzas ha cambiado", afirma este dirigente. Y otras fuentes del partido coinciden en que los sectores dentro del Consejo Ciudadano autonómico ya no se corresponden exactamente con la división oficialistas-críticos. Algunos dirigentes dentro del sector más cercano a la dirección, sostienen estas fuentes, habían pasado a mostrarse más proclives a integrar a los críticos en las decisiones, mientras otro grupo –dentro del cual, según estos dirigentes, se encontraban los diez dimisionarios– se mantenía firme en la postura de que la confrontación de opiniones debía dirimirse mediante los votos, mayoritariamente oficialistas. Aplicando la clave estatal, los diez dirigentes que han renunciado a su puesto son los más cercanos a los postulados de Íñigo Errejón.

4. El momento escogido

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Lo que menos ha gustado en Podemos es que las diferencias en una dirección tan icónica como la madrileña se hayan hecho públicas en un momento en el que los focos están puestos en Podemos por su papel en la formación del próximo Gobierno central. De hecho, en la escueta respuesta a la dimisión de diez de los integrantes del Consejo Ciudadano, la ejecutiva autonómica aseguró que "no va a favorecer la distracción de atención de las necesarias negociaciones y debates sobre la conformación de Gobierno de cambio a nivel estatal".

Y es que este nuevo frente se abre a los que ya tiene abiertos el partido en Galicia y Cataluña, fundamentalmente. En Cataluña, la dirección provisional que dirige Podemos desde la dimisión el pasado otoño de la exsecretaria general, Gemma Ubasart, se mantendrá aún durante unos meses, ya que el debate de fondo es en torno al proyecto de partido unitario cuya construcción está liderando la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

Por su parte, hace pocos días la dirección estatal hizo público que el proceso de elección de órganos internos en Galicia tendrá lugar entre el 15 de marzo y el 12 de abril. El detonante de la crisis allí fueron unas declaraciones del secretario general autonómico, Breogán Riobóo, en las que planteó que Podemos podría presentarse en solitario a las elecciones autonómicas –que se celebrarán este año– en lugar de confluir con Anova e IU. Esa intención provocó una cascada de dimisiones en el Consejo Ciudadano autonómico y forzó a la dirección estatal a imponer una gestora. No obstante, Riobóo se niega a dimitir alegando que, estatutariamente, la dirección provisional no afecta a la Secretaría General.

Podemos se enfrenta a una crisis territorial en una comunidad, la de Madrid, que inevitablemente genera lecturas en clave nacional. De ahí que, pese a no ser la primera renuncia en una dirección autonómica que sufre el partido –que tiene gestoras establecidas en Galicia y Cataluña y acaba de renovar sus órganos en La Rioja y País Vasco–, la dimisión de diez miembros del Consejo Ciudadano madrileño en tan sólo tres días haya suscitado interpretaciones sobre una posible división en la dirección estatal.

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