Los datos del primer año de Madrid Central disipan los malos augurios que hizo la derecha

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Este jueves, Ecologistas en Acción ha publicado su balance sobre el primer año natural de vida de Madrid Central, la zona anticontaminación del centro de la capital, que entró en vigor en noviembre de 2018. Y los resultados son muy positivos en todos los ámbitos: la ciudad en su conjunto, y no solo la almendra central, registra los niveles más bajos del principal gas nocivo para la salud que respiramos a diario, el dióxido de nitrógeno (NO2), en la última década. Se ha reducido el NO2 en 22 de las 24 estaciones que miden la polución al comparar los datos de 2019 con el valor medio del promedio 2010-2018. El mayor descenso se registra en la Plaza del Carmen, en pleno centro y cercana a Gran Vía, una de las principales arterias para el tráfico rodado de la urbe.

"Hay 10 estaciones que pasan de tener un valor medio anual superior al límite legal en el promedio de los últimos 9 años a quedar por debajo del mismo. La reducción en el conjunto de la ciudad es de un más que notable 10%", explica la organización. Los datos desmienten los malos augurios que desde la derecha, especialmente desde el PP, se lanzaron cuando Madrid Central empezó a funcionar. Pronosticaron que se produciría un "efecto frontera", es decir, que la contaminación bajaría en el centro pero aumentaría en las calles adyacentes, producto de la acumulación de coches que bordearían el perímetro al no poder entrar en la zona de bajas emisiones. Este efecto no se ha producido, ya que la polución en los barrios cercanos, como Chamberí, también ha bajado: Ecologistas en Acción, de hecho, ha hablado en su presentación de las cifras de un "efecto contagio". Ha pasado exactamente lo contrario que lo que PP y Cs dijeron que pasaría. 

Los partidos de la derecha agitaron con insistencia el fantasma del "efecto frontera" antes y después de la puesta en marcha de Madrid Central. "La contaminación va a aumentar en la periferia y en los distritos aledaños al distrito centro", dijo el 30 de noviembre de 2018, fecha de inicio de la zona de bajas emisiones, el ahora alcalde y entonces líder de la oposición municipal, José Luis Martínez Almeida. En Telemadrid, además, se dedicó a atacar a la portavoz municipal, Rita Maestre, por un comienzo "fake" del área anticontaminación, ya que no se empezó a multar hasta marzo. Fue precisamente el líder conservador el que, poco después de asumir la vara de mando del Consistorio, impuso una moratoria de multas que fue tumbada por la justicia. 

El mismo día, Almeida dijo a laSexta que en el PP no creían "en la eficacia de las medidas de Madrid Central para reducir la contaminación", sacando a relucir los datos del día anterior, 29 de noviembre, que –aseguró– fueron mejores que los del día 30. Ningún analista serio tomaría un día como referencia para medir la eficacia de una medida contra la polución: las cifras útiles utilizan escalas de meses o años. Incluso a esos niveles, en ocasiones, las comparaciones pueden estar distorsionadas, ya que las condiciones meteorológicas (viento, lluvia) influyen de manera directa en la concentración de dióxido de nitrógeno o partículas en suspensión. No es el caso del trabajo de Ecologistas en Acción, dado que ha comparado 2019, un año "normal" en cuanto a la meteorología de la capital, con el promedio 2010-2018. 

El argumento del "efecto frontera" fue también asumido por el PP a nivel nacional. En junio de 2019, el líder del partido, Pablo Casado, aseguró que "el problema" de Madrid Central era que "crea más contaminación", aludiendo a que provoca "más atascos" causados por los coches que circulan por las zonas adyacentes. En junio del mismo año, Ecologistas en Acción presentó su balance de lo recorrido por la zona de bajas emisiones hasta el momento, donde ya se demostraba que la contaminación en los barrios limítrofes había disminuido. El líder conservador ignoró esos datos en su análisis. No hay cifras de la congestión, pero se puede extrapolar que no se produce, dado que los atascos son habitualmente producidos por más vehículos de lo normal en circulación, lo que sube los niveles de polución. Una hipotética subida que no se ha registrado. 

La por entonces portavoz de Ciudadanos en el Consistorio y ahora vicealcaldesa, Begoña Villacís, también defendió durante todos estos meses el supuesto "efecto frontera", pero con otros argumentos. En enero de 2019 aseguró que Madrid Central causaba "niveles intolerables de contaminación en barrios periféricos", como Plaza Elíptica, El Pardo y Sanchinarro. No se refirió a los barrios adyacentes, pero sí a los más alejados, afirmando que restringir la circulación en el centro aumenta el tráfico en esos puntos. En el caso de Plaza Elíptica, la zona, puerta de entrada de los coches que quieren acceder a la capital desde Toledo, sigue siendo un punto negro en cuanto a calidad del aire. Junto a Escuelas Aguirre (un barrio cercano a la calle Alcalá, una de las principales arterias), son los dos únicos lugares donde se ha superado el valor límite anual que establece la Unión Europea. Sin embargo, el balance anual desmiente a la dirigente naranja: tanto en Plaza Elíptica como en Sanchinarro se han igualado los registros más bajos de la década en cuanto a los principales contaminantes. Siguen siendo altos, sobre todo en el primer caso, pero con Madrid Central han bajado. En El Pardo, los niveles son más o menos iguales a la media de los últimos 10 años. 

Begoña Villacís afirmó hace justo un año que Madrid Central aumentaba la contaminación en la periferia, en puntos hasta 15 kilómetros alejados de la zona de bajas emisiones, pero no es verdad. Además, la ahora vicealcaldesa ignoraba el descenso del 10% en la concentración de NO2 en el conjunto de la ciudad. También lo ha ignorado este jueves el concejal de Medio Ambiente y Movilidad de Madrid, Borja Carabante, asegurando que se demuestra que el área anticontaminación es "ineficaz" porque la polución en Plaza Elíptica sigue demasiado alta. Las cifras demuestran que, en todo caso, Madrid Central es insuficiente y que hacen falta más medidas, pero no es el término que ha utilizado.

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A partir del 1 de enero se aplican algunos cambios en Madrid Central, ahora redenominado como Madrid 360. Algunos, fruto de la ordenanza de movilidad sostenible aprobada por el Gobierno de Manuela Carmena. Otras medidas han sido añadidas vía decreto por Almeida. Algunos de vehículos más contaminantes, sin etiqueta o con etiqueta A, dejan de disfrutar de la moratoria que había sido concedida hasta el comienzo del nuevo año. Es el caso de los vehículos industriales, utilizados en la zona de bajas emisiones sobre todo para el reparto. Los más sucios dejarán de poder entrar, y a partir de 2021, si el Ayuntamiento no modifica la norma, dejarán de acceder los que tengan el distintivo B emitido por la Dirección General de Tráfico. Vehículos de entre 3.500 y 18.000 de masa máxima autorizada sin etiqueta sí podrán prestando servicios dentro de Madrid Central durante los próximos dos años.

Por otro lado, el Gobierno municipal decidió sacar del trazado de Madrid Central dos calles que concentraban el mayor número de multas: las calles Mártires de Alcalá y Seminario de Nobles, dos pequeñas vías que unen las calles de Princesa y Alberto Aguilera. Argumenta el equipo de Almeida que muchos conductores accedían a estos trazados por error, y que esta medida aligerará el tráfico en la zona. 

El Ayuntamiento, fruto de su estrategia conocida como Madrid 360, prohíbe a partir del 1 de enero aparcar dentro del anillo de la M30 a los vehículos convencionales sin etiqueta ambiental, salvo que sean de residentes. Una noticia que ha pasado bastante desapercibida estos días es que la medida más polémica del plan anticontaminación que Almeida presentó en septiembre, el levantamiento de la prohibición para vehículos C con dos o más ocupantes, no se ha aplicado finalmente. 

Este jueves, Ecologistas en Acción ha publicado su balance sobre el primer año natural de vida de Madrid Central, la zona anticontaminación del centro de la capital, que entró en vigor en noviembre de 2018. Y los resultados son muy positivos en todos los ámbitos: la ciudad en su conjunto, y no solo la almendra central, registra los niveles más bajos del principal gas nocivo para la salud que respiramos a diario, el dióxido de nitrógeno (NO2), en la última década. Se ha reducido el NO2 en 22 de las 24 estaciones que miden la polución al comparar los datos de 2019 con el valor medio del promedio 2010-2018. El mayor descenso se registra en la Plaza del Carmen, en pleno centro y cercana a Gran Vía, una de las principales arterias para el tráfico rodado de la urbe.

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