No hubo debate, tal y como pretendía el partido y como prefería el aspirante del aparato, el exentrenador de baloncesto Pepu Hernández, promovido para el puesto por el presidente Pedro Sánchez en persona. El formato, distribuido en bloques absolutamente rígidos y sin derecho a réplica, puso anteojeras a los tres aspirantes pese a los intentos de abrir diálogo uno de ellos, el exalcalde de Fuenlabrada Manuel de la Rocha, secundado por el concejal Chema Dávila. Y convirtió el supuesto debate en una sucesión de monólogos, lo que permitió a Hernández no sólo ignorar las preguntas de De la Rocha sino leer todas sus intervenciones.
Las exposiciones sobre vivienda, urbanismo, modelo de ciudad o servicios sociales no permitieron atisbar diferencias entre los tres: si mantienen serias discrepancias de fondo desde luego no afloraron durante la hora que duró la reunión, celebrada a puerta cerrada y retransmitida por Internet.
La rigidez del formato quedó patente cuando la moderadora de encuentro, la periodista Cristina Gil (Europa Press), convertida en un semáforo viviente que se limitó a dar paso a cada turno de palabra, llamó la atención a Chema Dávila por salirse momentáneamente del tema de uno de los bloques para responder a las preguntas que De la Rocha había planteado a sus dos supuestos interlocutores: ¿apoyan la Operación Chamartín, tal y como ha sido diseñada por la alcaldesa Manuela Carmena? ¿Están dispuestos a pactar con Ciudadanos o con Ahora Madrid después del 26 de mayo?
Dávila respondió dejando patente su coincidencia con De la Rocha en ambos asuntos: no está dispuesto a apoyar la Operación Chamartín en sus actuales términos, quiere un gobierno de izquierdas en el ayuntamiento compartido con Carmena y rechaza de plano cualquier pacto con Ciudadanos. Hernández ignoró las dos preguntas. Y siguió a lo suyo: la lectura de los papeles que llevaba preparados.
Apelación a los militantes
Constreñidos por un formato que hacía a todas luces imposible el debate, De la Rocha y Dávila jugaron la que es su principal carta en estas primarias: la apelación a su condición de militantes. El primero reivindicó su experiencia como alcalde, como concejal y como diputado, sus años de militancia en el PSOE y hasta su pasado como abogado de UGT defendiendo los derechos de los trabajadores. El segundo comenzó subrayando que tiene carné del PSOE desde 1998 —hace más de 20 años— ademas de recordar su conocimiento de la realidad de Madrid, donde todavía es concejal.
Hernández repitió una y otra vez la metáfora deportiva que ha convertido en el eje de campaña de primarias y apeló al trabajo “en equipo”, al “juego limpio” y hasta a “la cantera”. Y ni siquiera se inmutó cuando De la Rocha le reprochó haber descubierto la desigualdad de los barrios de Madrid durante las visitas que está realizando estos días: “Me ha sorprendido que hayas descubierto ahora la desigualdad; los socialistas lo sabemos de siempre, por eso nos afiliamos”.
En su turno final, a la hora de emplazar a los afiliados a apoyar su candidatura, Hernández pidió “la confianza de todos los socialistas”, insistió en defender la necesidad de desarrollar “juego de equipo” y pidió unidad.
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Dávila emplazó a una “participación masiva” y aprovechar “la ola de entusiasmo” que está seguro va a generar la victoria de Pedro Sánchez en las elecciones del generales del 28 de abril para ganar incluso las municipales de mayo.
De la Rocha subrayó que ser militante “no puede ser un pasivo”. Y, después de subrayar que de los tres candidatos él fue el único que apoyó a Sánchez en las primarias que ganó a Susana Díaz, recordó a los afiliados que son ellos los que deciden el sábado, no el presidente. “Elegimos todos; la responsabilidad es nuestra”.
La solución, el sábado en primera vuelta. Y si nadie consigue superar el 50% de los votos, el sábado 16 de marzo.
No hubo debate, tal y como pretendía el partido y como prefería el aspirante del aparato, el exentrenador de baloncesto Pepu Hernández, promovido para el puesto por el presidente Pedro Sánchez en persona. El formato, distribuido en bloques absolutamente rígidos y sin derecho a réplica, puso anteojeras a los tres aspirantes pese a los intentos de abrir diálogo uno de ellos, el exalcalde de Fuenlabrada Manuel de la Rocha, secundado por el concejal Chema Dávila. Y convirtió el supuesto debate en una sucesión de monólogos, lo que permitió a Hernández no sólo ignorar las preguntas de De la Rocha sino leer todas sus intervenciones.