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"La denunciante sintió desasosiego y estupor, y adoptó una actitud de sometimiento"

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La sentencia dictada por la Audiencia de Navarra para condenar por abusos sexuales a La Manada señala que la joven denunciante sintió "un intenso agobio y desasosiego" en el portal en el que ocurrieron los hechos, "que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados".

La sentencia, de 371 páginas, hace un relato de los hechos probados desde que la víctima conoció a los cinco condenados de madrugada en la plaza del Castillo de Pamplona, cuando ella se separó del grupo de conocidos con el que estaba, hasta que los miembros de La Manada fueron detenidos.

Según expone la sentencia, en el momento en el que la joven se vio en el portal en el que ocurrieron los hechos, "al encontrarse en esta situación, en el lugar recóndito y angosto, con una sola salida, rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte complexión, conseguida conforme a lo pretendido y deseado por los procesados y querida por estos, la denunciante se sintió impresionada y sin capacidad de reacción".

La sentencia continúa señalando que "en ese momento notó" cómo los acusados comenzaban a quitarle la ropa, "desde lo que experimentó la sensación de angustia". "La denunciante sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados", añade la resolución.

A continuación, los procesados "aprovecharon la situación de la denunciante en el cubículo al que la habían conducido, para realizar con ella diversos actos de naturaleza sexual, con ánimo libidinoso, actuando de común acuerdo".

Desde la plaza del Castillo

Los cinco sevillanos (José Ángel Prenda Martínez, Ángel Boza Florido, Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena y Jesús Escudero Domínguez) y la joven madrileña se conocieron en la plaza del Castillo minutos antes de las 3 de la madrugada. La joven les dijo que se marchaba al coche para descansar y ellos se ofrecieron a acompañarla.

Una vez habían salido los seis en dirección a la calle Espoz y Mina, dos de los procesados se acercaron al Hotel Europa, quedándose retrasada la denunciante.

En la entrada del establecimiento, junto a la escalera que da acceso a la recepción, se hallaba el encargado de control de acceso de clientes al hotel, "a quien se dirigieron dichos dos procesados pidiéndole una habitación por horas 'para follar', indicándoles que eso no era posible y que se dirigieran a otros establecimientos; sin que la denunciante hubiera escuchado esta parte de la conversación", según la sentencia.

Seguidamente, los seis siguieron su camino por la avenida de Carlos III en sentido ascendente dirección hacia la plaza de la Libertad, girando a la derecha continuando por la calle Cortes de Navarra.

Se sintió "incómoda"

"En este trayecto uno de los procesados empezó a coger a la denunciante del hombro y de la cadera. Sintiéndose incómoda, propuso girar a la izquierda, tomando el inicio de la calle Paulino Caballero", añade el relato de hechos probados.

Una vez en la calle Paulino Caballero, José Ángel Prenda reparó en que una mujer accedía al portal del inmueble número 5, y "después de mantener una breve conversación con ella, simulando que estaba alojado, cogió uno de los ascensores y subió al segundo piso, bajando al portal por las escaleras". "Seguidamente, abrió la puerta de acceso al portal".

Entretanto, la denunciante y los otros cuatro procesados permanecían apoyados en la pared divisoria del acceso a los garajes de los inmuebles número 3 y 5 de la calle Paulino Caballero", expone.

En esta situación, la sentencia señala que Ángel Boza y la denunciante "estaban besándose en la boca" y el procesado que estaba en el interior del portal mantuvo la puerta abierta pidiendo al resto que entraran diciendo "vamos, vamos".

Entró al portal "de modo súbito y sin violencia" y "la rodearon"

En ese momento, el acusado que se besaba con la denunciante "tiró de ella hacia él, cogiéndole de la otra mano Alfonso Jesús Cabezuelo". "Ambos la apremiaron a entrar en el portal tirando de la denunciante, quien de esa guisa entró en el recinto de modo súbito y repentino, sin violencia".

En un habitáculo del portal, los acusados "la rodearon". "Al encontrarse en esta situación, en el lugar recóndito y angosto descrito, con una sola salida, rodeada por cinco varones, de edades muy superiores y fuerte complexión, conseguida conforme a lo pretendido y deseado por los procesados y querida por estos, la denunciante se sintió impresionada y sin capacidad de reacción", apunta la sentencia.

La joven "experimentó la sensación de angustia". "Sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados", expone la resolución judicial.

Según los hechos probados, "los procesados conocieron y aprovecharon la situación de la denunciante en el cubículo al que la habían conducido, para realizar con ella diversos actos de naturaleza sexual, con ánimo libidinoso, actuando de común acuerdo".

En esa situación, según la sentencia, la víctima fue penetrada "bucalmente, vaginalmente y por vía anal" varias veces. Durante el desarrollo de los hechos, Antonio Manuel Guerrero grabó con su teléfono móvil seis vídeos con una duración total de 59 segundos y tomó dos fotos y Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena grabó del mismo modo un vídeo, con una duración de 39 segundos.

Finalizados estos hechos, los procesados se marcharon escalonadamente. Antes de abandonar el portal, Antonio Manuel Guerrero se apoderó del teléfono móvil de la víctima, extrayendo la tarjeta SIM y la tarjeta de memoria micro SD arrojándolas en el lugar de los hechos. El primero en salir fue Ángel Boza, siguiéndole progresivamente los restantes procesados, hasta que formaron un grupo.

La denunciante accedió instantes antes de las 3.30 horas a la avenida de Roncesvalles, procedente de la calle Paulino Caballero y "continuó caminando sola y sin cruzarse con ninguna persona por dicha avenida durante unos 20 segundos, hasta sentarse en el primer banco situado en la zona central de la avenida".

La joven tomó asiento "llorando desconsoladamente, hasta el punto que llamó la atención de una pareja, que al verle llorar se desviaron de su trayectoria, dirigiéndose al banco para atenderle; llamaron al teléfono 112, personándose poco después una patrulla de la Policía Municipal". Fue trasladada hasta el Complejo Hospitalario de Navarra.

Los procesados José Ángel Prenda, Ángel Boza y Jesús Escudero entraron en el portal de una vivienda y accedieron al último piso, donde se quedaron a dormir. Al tiempo, Ángel Boza se fue del lugar, contactó con Antonio Manuel Guerrero y Alfonso Jesús Cabezuelo, quienes se habían quedado continuando la fiesta separados de los anteriores.

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Whatsapp al grupo 'La Manada'

A las 6.50 horas José Ángel Prenda envió desde su teléfono móvil varios Whatsapp a dos grupos de chat, uno de ellos La Manada y otro Disfrutones SFC. En estos Whatsapp escribió "follándonos a una los cinco", "todo lo que cuente es poco", "puta pasada de viaje", o "follándonos los cinco a una, vaya puto desfase".

Sobre las 8.20 horas José Ángel Prenda, Ángel Boza, Antonio Manuel Guerrero y Alfonso Jesús Cabezuelo fueron identificados por agentes de la Policía Foral en el callejón de la plaza de toros, dejándoles marchar. Posteriormente los cuatro procesados, se juntaron con Jesús Escudero, desplazándose los cinco en autobús al barrio de San Jorge. Fueron detenidos a las 11.15 horas por agentes de la Policía Municipal.

La sentencia dictada por la Audiencia de Navarra para condenar por abusos sexuales a La Manada señala que la joven denunciante sintió "un intenso agobio y desasosiego" en el portal en el que ocurrieron los hechos, "que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados".

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