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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

La derecha mediática rechaza la propuesta electoral de Feijóo y le pide que asuma pactos con Vox

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La propuesta de Alberto Núñez Feijóo para que en los ayuntamientos gobierne automáticamente la lista más votada se ha topado no sólo con el rechazo de todos los partidos políticos, incluidos su aliado de extrema derecha y alguna voz aislada dentro del PP, como la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sino con una cerrada oposición por parte de la derecha mediática. Como telón de fondo, varios de los textos publicados estos días ponen en cuarentena la credibilidad de un gobierno del PP en solitario y apuntan a un pacto con Vox como una opción mucho mejor que un acuerdo con el PSOE para facilitarse mutuamente la investidura.

El Mundo, en un editorial titulado Un plan ambicioso de regeneración, elogia la iniciativa de Feijóo. La considera “importante para mejorar la salud democrática del país, en un momento en el que la erosión de las instituciones y de la idea común de España ha abierto una crisis sin precedentes en el sistema constitucional”. Feijóo acierta en el diagnóstico, prosigue, y en muchos de los cambios que propone, pero “la introducción de cambios legales para que los gobiernos municipales recaigan siempre en la lista más votada” es una idea que a los editorialistas del diario les plantea “dudas”.

“Más allá de los ayuntamientos, tal medida no parece concordar con el espíritu de la Constitución y el sistema parlamentario que de ella emana, sustentado en los consensos”, afirma este periódico. Y “la idea, en todo caso”, sólo es “ejecutable mediante un acuerdo que ahora mismo resulta utópico”. 

Echa también en falta “concreción en algunas medidas”, “un plan detallado para mejorar la eficiencia de la administración pública y una propuesta clara sobre la política que pretende llevar a cabo respecto a Cataluña”.

El más duro con Feijóo ha sido, como de costumbre, Federico Jiménez Losantos. En una columna publicada en El Mundo este miércoles, calificó de incomprensible “disparate” y “ocurrencia personal, personalista” y “absurda” la idea de Feijóo de que gobierne la lista más votada. Y menos aún le gusta que “la haya presentado en el Oratorio de San Felipe Neri, cuna del parlamentarismo español”. “Es como si en las Cortes se presentara la idea de contraponer, como hacen el Gobierno y sus cómplices, la soberanía popular y la soberanía nacional, justamente en la sede de la soberanía nacional”. “Una afrenta histórica”, acusó.

Losantos sostiene que dejar gobernar a la lista más votada, aun si es la del PP, “sería desastroso para su partido y deslegitimador para la monarquía parlamentaria, nuestro régimen constitucional desde 1978”. “Sustituiría las elecciones generales por plebiscitos presidenciales y haría inútiles los parlamentos en que se eligen poderes ejecutivos, municipales, autonómicos y nacionales a partir de los representantes salidos de las urnas. Contraponer una mayoría de votos a una mayoría de escaños acarrearía una lucha de legitimidades que desembocaría en acusaciones de golpe de Estado, y Feijóo saldría perdedor”, advierte el articulista. 

“Disparate”

Con ella “el PP perdería buena parte del poder territorial, porque si renuncia a sumar los votos de Vox, que es el fin último de ese disparate, se negaría la legitimidad de una mayoría de españoles que elegirán entre dos opciones paralelas para acabar con Sánchez”.

Si no se pueden sumar escaños, “¿para qué queremos parlamentos?”, se pregunta Losantos. “¿Y en qué legitimidad se basaría ese sistema, abocado al guerracivilismo, si lo que hemos votado los españoles es una Constitución que establece que el tipo de representación es la parlamentaria, vigente desde 1977? Ni Ayuso ni Moreno Bonilla hubieran llegado nunca al poder de ese modo”, recuerda para defender que la estrategia correcta es que el PP y Vox pacten entre ellos los gobiernos que se formen a partir del mes de junio.

Como solución alternativa, propone, cabría “cambiar la Ley Electoral, acabando con la prima que la Ley D'Hondt adjudica a unos distritos y que beneficia a los separatistas. Eso sí es lógico y urgente, y aunque no lo apoye la izquierda en el poder tendría un gran eco en la opinión pública, que entiende, con razón, que el régimen electoral español actual parece hecho a medida de los enemigos de España”.

En su programa de las mañanas en EsRadio, Losantos reprochó a Feijóo, igual que El Mundo, que en su plan de regeneración “ilegal” e inconstitucional”se olvidase de Cataluña. “De Cataluña que dice nada. Nada. Será un silencio cordial”, ironizó ridiculizando el “bilingüismo cordial” que defiende el líder del PP. Y se despachó a gusto contra él y su propuesta: es una “ocurrencia ridícula”, “una gansada”, “a quién se le ocurre”, “no hay por dónde cogerlo”.

De este asunto también se ha ocupado el columnista estrella de El Confidencial, Ignacio Varela, en una pieza titulada La lista más votada, el remedio que nada remedia. En ella reconoce que le parecería bueno que “en esta situación excepcional de descoyuntamiento de la nación los dos grandes partidos acordaran liberarse recíprocamente del chantaje de sus socios extremistas, permitiendo gobernar en España y en las comunidades autónomas al que más votos obtenga y acordando unas condiciones mínimas de gobernabilidad para los grandes asuntos”. 

“Entre la ingenuidad y el fraude”

Y aunque “el diagnóstico de septicemia del sistema” expuesto por Feijóo se le antoja “básicamente certero”, afirma que “resultaría más meritorio si se formulara no solo como denuncia, sino también como autocrítica. La era sanchista ha acelerado todos los elementos patógenos, hasta rebasar la frontera de la insalubridad democrática, pero muchos de los fenómenos degenerativos que el documento identifica provienen también de la acción de gobierno del PP o de su comportamiento en sus periodos en la oposición”.

El articulista señala que “las medidas que propone el PP son impracticables en un contexto de confrontación bipolar paroxística como el que se ha instalado en España; y si cambiaran los términos navajeros de la competición y se restablecieran las condiciones ambientales que hicieran posibles esas medidas, desaparecería el foco de la infección y estas ya no serían tan necesarias”.

Pretender ejecutar sus promesas en 100 días, le parece a Varela una “promesa ridícula”. “Incluso en un contexto político saneado, si este programa de regeneración se tomara en serio, cada una de las medidas llevaría varios meses de elaboración y debate; y el paquete entero requeriría mucho consenso y al menos un par de legislaturas. El innecesario estrambote de los 100 días desmiente por sí solo la seriedad de la propuesta y puede convertir un texto estimable en un volátil pasquín de campaña”.

La idea de que por ley se atribuya el gobierno automáticamente a la lista más votada no es otra cosa que “un atajo engañoso para contrarrestar la voladura de los mecanismos de concertación dentro del constitucionalismo y camuflar la inclinación de los partidos centrales a anudar pactos peligrosos con fuerzas extremistas antes que restablecer el entendimiento entre ellas sobre las cuestiones que afectan a los fundamentos del sistema y/o al interés superior de la nación”.

Lo que pretende Feijóo, que califica de notoriamente “oportunista”, está “a medio camino entre la ingenuidad y el fraude”. “Mientras el PSOE deposite todas sus esperanzas de permanencia en el poder en reproducir indefinidamente el modelo Frankenstein y el Partido Popular no descarte de raíz compartir un Gobierno con la extrema derecha, el mal que nos aqueja no tiene remedio: la gobernación del país seguirá en manos de los enemigos del sistema”.

“El principio mecánico de la lista más votada es conceptualmente contrario a una democracia parlamentaria, en la que todo se basa en que el Ejecutivo obtenga y conserve la confianza de la mayoría del Parlamento, provenga esta confianza de uno o de varios partidos”. Sería tanto como deslizarnos “hacia un modelo plebiscitario” cargándonos “el principio de proporcionalidad que consagra la Constitución” e “introduciendo dopajes al primer partido no obtenidos en las urnas”.

Y no hace falta en los ayuntamientos, recuerda, donde “el mecanismo vigente de elección de los alcaldes es sumamente expeditivo y eficaz. Se da una primera y única oportunidad a la formación de una mayoría absoluta. Si esta no aparece, se atribuye la alcaldía automáticamente al candidato de la lista más votada. Esto funciona porque los ayuntamientos no son asambleas parlamentarias, sino órganos de gestión. No radica en ellos la crisis de gobernanza de la democracia española”.

Ignacio Varela recuerda que en Alemania no han necesitado “hacer contorsiones legislativas en la ley electoral para formar sucesivas coaliciones de gobierno, con el criterio sostenido de que la derecha moderada no abre paso al Gobierno a la extrema derecha, y la izquierda institucional tampoco lo hace con la extrema izquierda”. Ambos “asumen la tarea de frenar a su propio vecino extremista en lugar de encamarse con él”.

Lo que propone Feijóo sería intentar corregir por “vía reglamentaria los errores groseros de estrategia política”. “Si un espacio ideológico fragmenta su fuerza en tres partidos, no tiene derecho a quejarse de que el sistema electoral lo castigue, privándolo de ganar gobiernos que, en condiciones normales, habría obtenido. Le sucedió a la derecha en 2019 y puede sucederle a la izquierda en 2023”.

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El diario Abc, del grupo Vocento, también se distanció de la idea del líder del PP, aunque en tono menos crítico. En un editorial publicado este martes, el periódico elogiaba “la defensa de las instituciones y la recuperación de la confianza en la arquitectura formal de la democracia” de Feijóo.

“El paquete de medidas plantea acciones de difícil ejecución, como la garantía de que gobierne la lista más votada”, reconocía a a continuación el mismo texto, porque sólo “con dificultad podría encontrar un acomodo legislativo vinculante”.

En Abc,  además, como en otros medios situados a la derecha del arco ideológico, tienen dudas sobre la verdadera voluntad de Feijóo de cumplir sus compromisos. La agenda reformista del líder del PP, ya estuvo “sobre la mesa en tiempos de Mariano Rajoy”, aunque sólo fuese parcialmente, y “no llegó a satisfacer la expectativa creada. Está por ver que en esta ocasión el compromiso sea, de verdad, irrevocable”. 

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