Biodiversidad
Cuando derribar "casetas de la muerte" en defensa del lobo ibérico puede costar prisión
Se grabaron con gorros de Navidad, pero a cara descubierta. "Os voy a contar un cuento. Había un lobo portugués que vivía en un territorio donde su especie estaba protegida. Pero cruzaba el arroyo, llegaba hasta aquí, España, provincia de Zamora, y lo tiroteaban". Quien hablaba era Luis Miguel Domínguez, líder de la asociación conservacionista Lobo Marley. El 28 de diciembre de 2014 subieron a YouTube un vídeo en el que destrozaban una de las que llaman las "casetas de la muerte", utilizadas por cazadores para dar muerte al lobo ibérico, endémico de la Península. Las consideran ilegales y crueles. Cinco miembros de la asociación se enfrentan a una petición de la Fiscalía de dos años y medio de prisión por haber derribado en total tres construcción, y ya han pagado una fianza de 50.000 euros. El vídeo de YouTube está lleno de comentarios que les atacan por "ecolojetas". El caso ha vuelto a poner de relieve el conflicto que rodea a este cánido en el país, con dos bandos que admiten pocas concesiones. Los conservacionistas rechazan que se dé muerte a un animal símbolo de la biodiversidad española. Y los ganaderos defienden cazas controladas por el peligro que sufren sus vacas o sus ovejas cuando se alejan de la seguridad del establo. El lobo, defienden, es un peligro para su subsistencia y el causante de cuantiosas pérdidas económicas.
Lobo Marley grabó el vídeo en la sierra de la Culebra, en Zamora, una zona donde el contacto entre el lobo y los ganaderos es continuo. Su portavoz, Luis Miguel Domínguez, atiende a infoLibre horas después de celebrarse la primera vista oral del juicio, este jueves. "Salimos contentos. El juicio ha sido muy esclarecedor. Lo hicimos a cara descubierta, pero no pueden imputarte cualquier cosa. Hablan de fechas y lugares que no cuadran". Lobo Marley defiende su acción porque defiende la ilegalidad de estas casetas. El modus operandi consiste en colocar carroña en las inmediaciones y esperar a que el lobo acuda, atraído por el banquete. La asociación defiende prohibir al completo la muerte de estos cánidos, ya que no creen que el "control de las poblaciones" repercuta directamente en la seguridad del ganado extensivo.
Cuando se habla del lobo en España se distingue entre dos núcleos de población: los que residen al norte del Duero, en comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León, y los que residen al sur del Duero, en claro retroceso y con muy pocos ejemplares. La Directiva Hábitats de la Unión Europea establece que el lobo debe protegerse especialmente al sur, y en el país al completo tiene el estatus de vulnerable. "En el noroeste de España la población está en expansión, pero de una manera lenta. Es una tendencia positiva. La caza, a nivel poblacional, no supone ninguna amenaza para ellos", mantiene Yolanda Cortés, bióloga y colaboradora de WWF. La especie, incluso, está llegando a zonas del norte de la Comunidad de Madrid.
En el sur resistían, en las últimas décadas, tres núcleos: en la Sierra de San Pedro (Extremadura), la Sierra de Gata y Sierra Morena (Andalucía). El lobo ibérico ya está extinguido de las dos primeras zonas, y en Sierra Morena sobreviven algunos ejemplares en peligro serio de extinción. En el total del territorio nacional es difícil establecer un número exacto de lobos vivos, por su carácter esquivo. El último censo del Ministerio de Medio Ambiente, de 2014, cuantificaba 297 manadas. Conservacionistas desarrollan el dato y calculan 2.500 lobos ibéricos en España.
Las comunidades al norte del Duero cuentan con legislación que, aseguran, pretende tanto proteger al lobo como al sector primario. Son planes de gestión que consideran a la especie cinegética –susceptible de ser cazada– y establecen cupos o cuotas anuales de cuántos ejemplares se pueden matar en cada temporada y cómo, para asegurarse de que la población no crece demasiado y que represente un peligro mínimo para las reses. Las comunidades al sur, como Castilla-La Mancha o Andalucía, prohíben totalmente la caza del cánido, así como Portugal, que cuenta con poblaciones al norte a salvo de los cazadores.
Lobo Marley y otras asociaciones defienden que el control de las poblaciones es contraproducente, y no mitiga el daño a la ganadería, sino que la agrava. "Descabezan las manadas. Los ejemplares jóvenes pierden a sus referentes y ya no son capaces de cazar presas silvestres", asegura Domínguez, que insiste en un dato: "El lobo afecta a un 0,7% de la ganadería extensiva en nuestro país. Es prácticamente nada". Afirma que no es plausible que el lobo, "estigmatizado", se vea amenazado “por un sector que defiende sus intereses".
La caza controlada
José Manuel Soto, responsable de Medio Ambiente de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), es también ganadero en la Sierra de la Culebra y tiene una visión radicalmente distinta. Sin negar la cifra del 0,7% de la ganadería afectada, calculada gracias a los registros de cada comunidad de cabezas de ganado y denuncias de ataques, niega que sea relevante: "No viene a cuento. Al que tiene 100 ovejas, el lobo puede matarle a 10. Y al que tenga 600, puede matarle a una", pero el primero tiene un problema, mantiene. "La media no sirve de nada". Asegura que el control poblacional sí sirve, ya que se hace, defiende, por expertos que seleccionan a los ejemplares peligrosos. "Hace unos días se ha capturado a un lobo astuto, que se escondía bien, y que había causado un montón de bajas".
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Soto afirma con rotundidad: "Hay que desterrar la idea de que el lobo está en peligro de extinción". Asegura que la caza controlada tiene únicamente el objetivo de "mantener el equilibrio, y que no pasen de 2.000 a 20.000". El lobo, a su juicio, "va ganando territorio" en zonas como la de La Culebra y la caza, que nunca ha sido un problema, lo es ahora por "sectores radicales, ultradefensores por encima de todo" que le dan más importancia al animal que al sector ganadero. No es fácil la situación para ellos, afirma, por las pérdidas económicas y por el lento y laborioso proceso para cobrar las indemnizaciones por cada cabeza de ganado perdida.
Domínguez propone establecer un "contrato territorial" en las zonas con más presencia del lobo ibérico, para "acabar con el sistema corrupto del pago con daños, que estigmatiza al animal". Desarrolla: "Usted, a 1 de enero, recibe esta cantidad de dinero por el hecho de trabajar en territorio de lobos, que son el orgullo del país". Soto, simplemente, pide seguir con la caza para controlar a la población, reclama más protección de la administración y ataca a los "radicales".
Lobo Marley se dirige este viernes a Bruselas para participar en la Alianza Europea del Lobo junto a conservacionistas italianos, belgas, franceses o alemanes, en búsqueda de un mandato europeo que proteja al lobo ibérico en todo el territorio español. Mientras tanto, todo seguirá igual: el cánido, símbolo de la fauna española, seguirá matando: no por agresividad, sino por supervivencia. La caza para el control poblacional seguirá legalizada en las comunidades del norte, sin ninguna iniciativa que amenace su vigencia en el horizonte. Y la división seguirá instalada entre ecologistas y ganaderos, a la espera de que se llegue a un equilibrio entre posturas, entre el bienestar del lobo y la protección de la vida rural.