La ciencia sigue sin ser una prioridad en España. Los datos publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) constatan que el nivel de inversión pública y privada en investigación y desarrollo no remonta a pesar de la recuperación. De hecho, en conjunto, la economía española invirtió el año pasado 1.530 millones de euros menos en investigación y desarrollo (I+D) que en 2008. En porcentaje, el descenso es del 10,4%.
Además, otros estudios como el Innovation Union Scoreboard [PDF en inglés, aquí] que la Comisión Europea hizo público el pasado octubre han puesto en evidencia que España está instalada en el furgón de cola de la UE en lo que a innovación científica se refiere. De hecho, el Ejecutivo comunitario sitúa a España en el puesto 20 de los 28 Estados miembros. Ese documento refleja también que, en los últimos años, la brecha frente a la media de la UE ha aumentado a un ritmo superior que en otros países.
En datos macro, el objetivo que se han marcado los países de la Unión para 2020 es dedicar a I+D el 2% del PIB, una cifra que está muy lejos del 1,22% que ahora dedica España. En 2008 el peso sobre el PIB de esta partida era del 1,35% y desde entonces todos los años se ha seguido una tendencia decreciente. La comparación con el resto de Europa es desalentadora, pues España está por detrás de países con economías menos desarrolladas como Eslovenia, que dedica el 2,21% de su PIB a investigación y desarrollo; República Checa (1,95%), Estonia (1,50%), Hungría (1,38%) o Polonia (1,28%).
Estas cifras, denuncian los expertos consultados por infoLibre, influyen –y mucho– en el modelo de país. Los expertos coinciden también en que la falta de inversión está contribuyendo a consolidar el retraso del país respecto al resto de socios europeos en el énfasis aplicado a la innovación. La creencia común, en cualquier caso, es que la ciencia está entre las perdedoras de la recuperación económica.
"Economía especulativa"
El bioquímico Jorge Barrero, director general la Fundación para la Innovación Tecnológica Cotec, considera que no puede haber un crecimiento económico "sostenible" a medio plazo sin una política de refuerzo de la I+D. "Volveremos a cometer todos los errores que cometimos en el pasado si no tenemos una base sólida de conocimiento que sustente nuestras actividades", subraya.
A su juicio, esta deriva lleva a España a impulsar de nuevo una "economía especulativa" como la que llevó a la crisis iniciada en 2008 y basada en sectores que son intensivos en mano de obra pero no en conocimiento como pueden ser la construcción o el turismo. Considera que ambas son actividades necesarias que pueden y deben ser innovadoras, pero que no tienen una base de conocimiento científico fuerte. "Algunos pensamos que no debemos dedicarnos simplemente a ser la playa de Europa. Podemos aspirar a más. De hecho, hemos realizado una importante inversión en los últimos 25 años para ser algo más. ¿Vamos a echarlo a perder?", se pregunta.
Barrero está convencido de que, de mantenerse esta senda, España no va a ser capaz de generar riqueza en sectores industriales y de alta y media tecnología y, por lo tanto, tampoco empleo en esos ámbitos. "Son dos variables que están ligadas. Si no hay empresas que innoven, que investiguen... pues tampoco habrá puestos de trabajo para investigadores y para técnicos", subraya.
Luis Santamaría, investigador del CSIC y presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia y la Tecnología en España (AACTE), cree que el problema de fondo es la falta de un modelo económico. "El Gobierno actual no ha sido capaz de identificar en qué sectores creen que podemos ser de los mejores del mundo y basar en ellos nuestro desarrollo", asevera. Y advierte de una vuelta al pasado, pues se están potenciando los institutos tradicionales del final del franquismo como los de desarrollo agrícola, los de pesquerías, los energéticos... en detrimento de otros como las renovables, que se ha hundido por la carencia de una estrategia de desarrollo.
"No he conseguido ver qué sectores considera el Gobierno que nos van a sacar de la crisis más allá del turismo y de la agricultura, que son característicos de los países en semidesarrollo. Si dependemos de eso, estamos volviendo cuarenta años atrás. Son sectores que nos llevan hacia el pasado, no hacia el futuro", se queja el investigador del CSIC Luis Santamaría.
Las consecuencias de estas políticas, o quizá de la ausencia de ellas, también están perjudicando al presente de la ciencia en España y a su presencia en el ámbito internacional. "Estamos perdiendo, por completo, la presencia en la representación internacional porque el Gobierno también ha dejado de invertir allí. Eso quiere decir que cuando se decida la política científica y tecnológica y las grandes inversiones, España no va a estar allí", lamenta Santamaría.
También insiste en esta idea Anxo Sánchez, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid especializado en la aplicación de las matemáticas en las ciencias sociales. A su juicio, los grupos de investigación españoles, que hasta ahora eran punteros en determinados campos, están perdiendo recursos, competitividad en el marco internacional y oportunidades de seguir avanzando y ampliando su trabajo.
Precarización
Otro gran problema es la descapitalización de la I+D española en cuanto a los recursos humanos, un fenómeno que se ha incrementado como consecuencia de la crisis y los recortes presupuestarios. Annie Machordom, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales y miembro del colectivo Marea Roja de la Ciencia, lamenta el "entorno precarizado" en el que los investigadores realizan su trabajo en España. A su juicio, desde el ámbito público, es necesario proveer a la ciencia española de fondos necesarios para desarrollar una carrera investigadora estable, bien definida y no sujeta a ciclos electorales.
Anxo Sánchez explica que esta precarización está provocando un envejecimiento progresivo del sector "muy preocupante". "El hecho de que cada vez haya menos dinero para formar investigadores está provocando que la edad media de las instituciones de investigación españolas sea cada vez es más alta. Los jóvenes, o se marchan fuera, o aceptan trabajos en condiciones muy precarias", señala.
También Santamaría alude a las consecuencias que la crisis ha tenido en la investigación española. "Durante ese período de crisis era imprescindible que se desmoronara lo menos posible. Pero no fue así. Por no hacer pequeñas inversiones se han echado a perder infraestructuras o grandes equipamientos de laboratorio que ahora cuesta mucho recuperar. También cayeron mucha colaboraciones público-privadas que es difícil que se vuelvan a establecer", explica.
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Este investigador lamenta, además, que todo el énfasis se esté poniendo en la actualidad en la llamada "transferencia de conocimiento o investigación aplicada". Es decir, obviando la investigación básica. "Hay mucha preocupación con el paro y la generación de riqueza y por eso se pone el énfasis ahí. Hay que pensar que esto no es una carrera de un año o dos, sino de varios. Pero es algo difícil de entender para un país que no tiene tradición de planificar a largo plazo el desarrollo económico", señala.
Machordom también insiste en este aspecto. "Cada vez hay menos proyectos y están peor dotados. Me parece peligrosa esta deriva porque la investigación básica no es muy atractiva para las empresas, pero es muy importante para que otras cosas se desarrollen. Esto lleva a perder una enorme capacidad de investigación", lamenta.
El director de la Fundación Cotec, Jorge Barrero, cree que, al final, la cuestión es tan sencilla (o tan compleja) como decidir "qué tipo de país queremos ser". "Hay otros países que no pueden elegir. Por ejemplo, en la República Dominicana tienen difícil hacer algo diferente al turismo porque no tienen la base ni la estructura de educación superior adecuada para hacerlo. Pero España sí tiene esa opción. Puede elegir, por ejemplo, ser California, que tiene playas, pero también tiene a Google. Nosotros que tenemos la oportunidad parece que estamos renunciando a una economía basada en el conocimiento", sentencia.
La ciencia sigue sin ser una prioridad en España. Los datos publicados esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) constatan que el nivel de inversión pública y privada en investigación y desarrollo no remonta a pesar de la recuperación. De hecho, en conjunto, la economía española invirtió el año pasado 1.530 millones de euros menos en investigación y desarrollo (I+D) que en 2008. En porcentaje, el descenso es del 10,4%.