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Guerra de Irak

Lo que ha dicho Aznar sobre la guerra de Irak

El expresidente del Gobierno, José María Aznar.

"Quiero pedir perdón por los erróneos datos de inteligencia que recibimos. También quiero pedir perdón, por cierto, por algunos errores en la planificación y, desde luego, por nuestro fallo de comprensión al anticipar lo que sucedería con la eliminación del régimen de Husein". Con estas palabras se expresaba el sábado el ex primer ministro británico Tony Blair, durante una entrevista en la cadena estadounidense CNN.

Doce años después de la invasión de Irak, que se saldó con más de un millón de víctimas, Blair ha reconocido su incapacidad para prever las consecuencias que desataría la caída de Sadam Husein, y aunque rechazó disculparse por el derrocamiento del dictador iraquí, sí ha admitido que el auge del grupo terrorista Estado Islámico (Daesh) pudo ser consecuencia de las decisiones que derivaron en una de las más cruentas guerras de las últimas décadas.

En marzo del 2003, los líderes que propiciaron las bases para el inicio del conflicto se reunían en las islas Azores. Con el ex primer ministro portugués José Manuel Durão Barroso como anfitrión, Tony Blair, George W. Bush y José María Aznar se juntaban en lo que se convertiría en el acontecimiento clave para la articulación de la invasión de Irak.

Tras una década de silencio, el balance de las consecuencias y de su gestión deja aún hoy toda una serie de lagunas ante un panorama que exige respuestas.

Aznar: "En Irak no había armas de destrucción masiva"

La implicación del expresidente José María Aznar, fue uno de los puntos fundamentales durante su legislatura al frente del Gobierno español, además de uno de los detonantes que llevarían a su posterior debacle. 

Cuatro años después de anunciar rotundamente que en Irak existían armas de destrucción masiva, Aznar compareció en 2007 ante los medios para, por primera vez, retractarse sobre esta cuestión.

"En Irak no había armas de destrucción masiva, eso lo sabe todo el mundo y yo también lo sé, ahora", decía. "Cuando yo no lo sabía, nadie lo sabía", apuntaba el expresidente, señalando que su postura por entonces se basó en una creencia sostenida por "todo el mundo".

En el segundo tomo de sus memorias, publicadas en 2013, –José María Aznar, el compromiso del poder– Aznar esgrime que "casi nadie" dudaba de que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y afirma que el verdadero motivo de la discrepancia en Europa eran las pretensiones de Francia y Alemania de "romper amarras con EEUU".

Pese a haber reconocido finalmente la inexistencia de armamento nuclear, el expresidente otorga especial importancia a una pregunta: "Si Sadam Husein no tiene armas de destrucción masiva, ¿por qué impide a los inspectores que lo certifiquen y se evita así una intervención militar, o aún peor, su propia caída?"

En el libro, Aznar sostiene que esa cuestión "aun siendo muy lógica, nunca obtuvo respuesta" y argumenta que "todo indica que Sadam había unido su suerte a que los demás creyeran que tenía esas armas". Alude de este modo a la responsabilidad del dictador iraquí, quien "creó todas las condiciones para que la intervención se produjera".

Respecto a Tony Blair, señala que su posición era "especialmente delicada en términos políticos: su partido, el laborista, estaba dividido a cuenta de Irak", y añade que "los dos éramos conscientes del precio político y personal que estábamos pagando por apoyar una intervención", sin embargo, asegura que ambos "coincidíamos en que mucho más grave que nuestro coste personal era el coste para Europa y para nuestros dos países de una ruptura de la relación atlántica".

Bush, Durão Barroso, y los informes erróneos

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Los otros pilares de la intervención, el por entonces presidente del Gobierno de EEUU, George W. Bush, y el primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso, no distan de Aznar a la hora de hacer retrospección sobre los acontecimientos.

En el año 2007, Barroso aseguraba que durante la cumbre de las Azores se pusieron sobre la mesa informaciones "que no correspondían a la verdad". El portugués señalaba que aquellos documentos "decían que había armas de destrucción masiva en Irak".

Un año después, el mayor impulsor de la operación militar, George W. Bush, admitía el error de creer que había armas de destrucción masiva. "Lo que más lamento de todo el período es el error de inteligencia en Irak. Mucha gente se jugó su reputación al decir que las armas de destrucción masiva eran una razón para derrocar a Sadam Husein", afirmaba el expresidente. 

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