Una negociación “compleja” y “difícil”. En los pasillos de La Moncloa se reconoce que no será fácil la investidura. Ya se ha andando de manera discreta, se ha desbrozado el sendero. Pero queda todavía camino por recorrer: “Esto no es fácil”. Y se acabó ya el escudo de que era el tiempo de Alberto Núñez Feijóo, ahora toca el intento de Pedro Sánchez.
El socialista ya es oficialmente el candidato a la investidura tras la designación este martes por parte de Felipe VI. Sánchez ha decidido ponerse en primera línea para buscar la cifra mágica de los 176 diputados que le darían La Moncloa en la primera votación. Frente a las acusaciones de la derecha política y mediática de esconderse y buscar pactos ocultos, el propio presidente ha anunciado que encabezará los contactos.
Esto supone una dinámica distinta a la de 2019, cuando el secretario general del PSOE mantuvo encuentros con Pablo Casado (PP) e Inés Arrimadas (Ciudadanos), dejando a la entonces su ‘número dos’ en Ferraz, Adriana Lastra, que capitaneara los encuentros con el resto de formaciones (con la polémica foto, por ejemplo, con EH Bildu).
"Se le ha puesto cara de Pablo Iglesias"
Sánchez, consciente de la complejidad de la negociación actual y de los mensajes simbólicos que piden algunos de sus posibles socios, despliega ahora una estrategia diferente. Él mismo se reunirá con los presidentes y portavoces de los grupos parlamentarios, a excepción de Vox. La primera cita: este miércoles con Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda. La también líder de Sumar se ha mostrado molesta en las últimas horas con los socialistas por el ritmo de las conversaciones para organizar el futuro Ejecutivo. En Ferraz restan importancia pero ironizan: “Se le ha puesto cara de Pablo Iglesias”.
Los socialistas y Sumar llevan semanas intercambiando impresiones y organizando el futuro Gobierno. Por parte del PSOE, la principal interlocutora es María Jesús Montero, mientras que Nacho Álvarez es el hombre de confianza de Díaz. Uno de los elementos ahora sobre la mesa entre bambalinas es que a Ferraz le gustaría recuperar el Ministerio de Igualdad. Con la reunión de Sánchez y la vicepresidenta se espera desengrasar el tono de las últimas horas y se mandará otro mensaje visual de la futura coalición progresista.
Sánchez también tiene clara otra premisa: aspira a un Gobierno de cuatro años. El acuerdo que persigue con el bloque progresista no es uno simplemente para su investidura, sino que quiere asegurarse una legislatura. La clave de bóveda para ello está en los Presupuestos Generales del Estado. Los socialistas están dispuestos a asumir decisiones complicadas pero quieren atar las cuentas. De hecho, en el Ministerio de Hacienda siguen apostando incluso por acordar unos PGE para 2024, aunque se llegara a la aprobación con un decalaje de días y fuera a principios de enero.
La foto con Junts... pero no con Puigdemont
Esta ronda dejará la foto de Sánchez con, por ejemplo, Mertxe Aizpurua (Bildu) y Míriam Nogueras (Junts). Los posconvergentes llevan tiempo pidiendo signos de que la negociación con ellos sea al mismo nivel que con el resto de partidos políticos. Lo que no habrá es instantánea del presidente en funciones con Carles Puigdemont, pues enmarca los contactos al ámbito de las Cortes Generales. ¿Y con Alberto Núñez Feijóo? El líder socialista dice que le gustaría verse con él, pero pondrá en manos de los populares la elección de la persona para el encuentro. Como confesó en La Moncloa, no piensa pedir la abstención de Génova 13 ni transfuguismo (“la peor forma de corrupción”).
“Lo antes posible”, responden Sánchez y los suyos sobre la fecha de la investidura, pero a continuación reconocen que depende de los otros socios. Por el momento, no se va a fijar el día (una competencia que corresponde a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que suele consultarlo con el aspirante). El plazo máximo para intentarlo es el 27 de noviembre. De no lograrse antes, se tendrían que repetir las elecciones el domingo 14 de enero.
Los socialistas aseguran que “no hay ansiedad” para ir ya a la investidura, aunque no les gustaría un proceso "agónico". Pero, como subrayan fuentes de la dirección, lo importante es asegurar bien “los pasos” y no obsesionarse con la fecha. “Esto es muy complejo”, indican en el círculo de Sánchez, donde se traslada: “Nadie quiere precipitarse”.
Mirando al independentismo
Ahora mismo ven que el independentismo está en posiciones de máximos y que ERC y Junts tienen que hacer su propio trayecto hacia la investidura. Sánchez dejó, en la rueda de prensa de este martes tras ver al rey, abierta la puerta a la amnistía, pero la cerró otra vez a un referéndum de autodeterminación. El presidente en funciones prometió seguir su senda política en Cataluña y apuntó que es la hora de “la política, la generosidad y el liderazgo”.
Sánchez no pronuncia la palabra amnistía, pero prepara el terreno ante esta posibilidad exigida por el independentismo. El presidente también pone sobre la mesa la efectividad de los indultos, una de sus medidas más criticadas por la derecha política y mediática, pero que ha provocado efectos políticos positivos, según defiende. No obstante, el jefe del Ejecutivo en funciones no se pilla los dedos en público y afirma que los socialistas decidirán después de escuchar a sus interlocutores durante estas semanas. "Siempre dentro de la Constitución", defiende.
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A pesar de las fotos de esta ronda de contactos de Sánchez, habrá mucha negociación de manera discreta. Pero en el Gobierno prometen que se explicarán con toda claridad los acuerdos y que no se van a esconder, como intenta proyectar la derecha sobre las conversaciones de los socialistas. El jefe del Ejecutivo en funciones lanzó que el Legislativo se pronunciará sobre cualquier acuerdo (con los votos en la investidura), pero también el Tribunal Constitucional, apuntando ya a posibles recursos de la oposición si se aprueba una ley de amnistía.
“A la tarea”, es lo que repiten ahora mismo en La Moncloa y en Ferraz y ya están con las manos en la masa para intentar sacar adelante la investidura de Sánchez, aspirando a lograr incluso 179 escaños (PSOE, Sumar, ERC, EH Bildu, PNV, Junts, BNG y Coalición Canaria). En el PSOE creen más posible ahora mismo superar este trámite que tener que ir a elecciones en enero. Entienden que ninguno de los actores quiere jugársela a esa carta después del resultado del 23 de julio.
El calendario está abierto hasta el 27 de noviembre, pero también Sánchez tiene varias citas de alto nivel, como, por ejemplo, la cumbre de Granada de esta misma semana con los líderes de la UE. Además, está previsto que el 31 de octubre jure la Constitución ante las Cortes la princesa de Asturias, pero no es ningún problema institucional que esté en funciones o no el Gobierno de coalición. El contador está en marcha. Y Sánchez cree que puede armar esa votación.
Una negociación “compleja” y “difícil”. En los pasillos de La Moncloa se reconoce que no será fácil la investidura. Ya se ha andando de manera discreta, se ha desbrozado el sendero. Pero queda todavía camino por recorrer: “Esto no es fácil”. Y se acabó ya el escudo de que era el tiempo de Alberto Núñez Feijóo, ahora toca el intento de Pedro Sánchez.