A estas alturas, no se puede negar que el debate sobre monarquía y república ha penetrado con fuerza en el PSOE. Y en un movimiento contrario al promovido por Alfredo Pérez Rubalcaba. La rebelión contra Ferraz ha estallado entre las bases, pero también entre los cuadros medios y algunos mandos de primer nivel. Una prueba fehaciente del malestar, transversal, que se ha instalado en el partido a raíz de la abdicación del rey, la tramitación exprés de la ley de sucesión ad hoc y la respuesta dada unilateralmente por la dirección y, singularmente, por el secretario general saliente: elogios y parabienes a Juan Carlos y Felipe de Borbón, loas a la labor de "cohesión" e "integración" y subrayado de la "estabilidad" en la institución, apoyo cerrado y sin fisuras a la Corona. Sin abrir la puerta al cuestionamiento de la monarquía o a un plebiscito sobre la forma de gobierno del Estado. Una posición que militantes y dirigentes entienden demasiado "apegada" al PP.
Las primeras voces discrepantes se oyeron el lunes, durante y después de la ejecutiva federal. En ella, Rubalcaba contó a sus compañeros que el rey le había trasladado sus intenciones en marzo y que ello pesó a la hora de tomar su decisión de no dimitir de forma inmediata en la noche electoral del 25-M. Por eso, dijo, no quiso irse y dejar que se montara una gestora, ya que daría una visión de provisionalidad en una coyuntura delicada de cambio en la Jefatura del Estado. Durante la reunión, hubo quien, como el líder de Juventudes, Nino Torre, o la líder del partido en Baleares, Francina Armengol, apostaron por dar la voz a los ciudadanos, y quienes, como el diputado (y posible candidato al liderazgo del PSOE) Eduardo Madina y el barón manchego, Emiliano García-Page, advirtieron de que el debate sobre la república tiene pegada en la militancia, más escorada a la izquierda que la élite dirigente, y que influiría con seguridad en el congreso extraordinario de julio.
En público, cargos como Torre, el alcalde de Soria, Carlos Martínez; el líder de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro; la ejecutiva de Palma; el aspirante a la Secretaría General y portavoz de Izquierda Socialista José Antonio Pérez Tapias, los diputados nacionales Odón Elorza o Guillem García Gasulla protestaron de forma más o menos contundente a las pocas horas de que Rubalcaba fijase posición. Unos demandaban directamente referéndum o alguna fórmula de participación; otros, que dentro de la reforma constitucional se incluyese la discusión sobre la monarquía. Ayer, el secretario general, en un desayuno informativo, intentó atajar el coro de críticas, recordando de nuevo la posición oficial.
Puig: cada generación no puede estar "atada" a la anterior
Rubalcaba se mostró "orgulloso" del consenso de 1978, del que su partido fue "protagonista", y explicó que con la sucesión de Juan Carlos simplemente se estaba "desarrollando" ese pacto. El consenso alrededor de la Carta Magna ha permitido "una larga historia de estabilidad y progreso en España", dijo. "Y ese consenso nosotros no lo vamos a romper, es un valor que da firmeza a nuestra convivencia". Y aunque reconoció las "hondas raíces republicanas" del PSOE, y que los ciudadanos tienen derecho a manifestarse y pronunciarse "sobre monarquía o república", insistió en que su partido está del lado de la Constitución (y de la Corona) y ahí seguirá estando.
Si el secretario general pretendía apagar el fuego, el goteo constante de declaraciones durante el todo el día dejó claro que no lo consiguió. El desmarque más claro lo protagonizó Armengol. La líder del PSOE balear reclamó un referéndum para que la ciudadanía elija entre monarquía o república. "Ha llegado el momento" de plantear esta consulta una vez que el rey ha abdicado, y de discutir una reforma de la Carta Magna "en profundidad", "sin prisas y con la participación de todos".
El secretario general del los socialistas valencianos, Ximo Puig –segunda federación de mayor peso, tras Andalucía–, no fue tan explícito como Armengol, pero sí demandó una modificación de la Carta Magna abierta a "todas las cuestiones" que quieran plantearse, y "sin ningún tipo de miedo". Puig se preguntó hasta qué punto una nueva generación puede estar "atada" a lo que decidió la anterior. O sea, por qué los españoles de hoy tienen que estar ligados a lo que decidieron sus padres en la Transición. "Cada generación debería poder decidir qué modelo de sociedad quiere, los ciudadanos piden cambio, y el rey abdicó para dar paso a una nueva generación en la Jefatura del Estado, un paso que es una oportunidad para avanzar en las reformas que quedaron aplazadas".
Cataluña, Galicia, Baleares, Euskadi...
Ambos fueron los dirigentes de mayor rango que expresaron sus dudas respecto a la versión oficial. A ellos se unieron las múltiples manifestaciones públicas de ejecutivas locales y provinciales y cargos orgánicos y públicos. La dirección del PSdeG de Pontevedra acordó por unanimidad dar su apoyo a la república y reclamar al Gobierno un referéndum sobre la monarquía. Aitor Bouza, líder de las Xuventudes del partido en Galicia, arremetió contra Ferraz y directamente contra Rubalcaba por haber atado a los suyos en su salida a la Corona: "No puede ser que un secretario general no se vea capacitado para pilotar unas primarias abiertas, pero sí para condicionarnos a todos al futuro", escribió en su cuenta de Twitter.
Bouza pidió referéndum, como lo hizo el alcalde de Barakaldo (Bizkaia), Alfonso García; Txarli Prieto, secretario general de los socialistas alaveses, o como hará el 11 de junio el Consejo Político del PSOE mallorquín. El regidor de Sabadell, Joan Carles Sánchez (PSC), apostó por aprovechar la renuncia de Juan Carlos para constituir una república federal, un Estado moderno, "sin súbditos", donde los ciudadanos puedan elegir su futuro. La federación del PSC en Barcelona vio "legítimo" y natural que se pueda debatir sobre cómo debe ser la Jefatura del Estado, en el marco de la reforma de la Constitución en sentido federal que defienden los socialistas. Maurici Lucena, portavoz del partido en el Parlament, reconoció que esos deseos de consulta opular deberían "canalizarse" a través de la modificación de la Carta Magna.
A la tesis más estática, más moderada, se apuntaron los dos expresidentes socialistas del Gobierno. "Cumplir con la Constitución es lo más republicano", dijo José Luis Rodríguez Zapatero en La Sexta. Felipe González, en la cadena Ser, subrayó que su partido, más que republicano, es en realidad "accidentalista", de manera que "si la monarquía no gustaba de la democracia, el PSOE, que vivía de y con la democracia, no gustaba de la monarquía".
Por la tarde, la dirección del Grupo Socialista reprodujo los argumentos que había venido sosteniendo durante todo el día el Ejecutivo y el PP para defender el voto favorable a la ley de abdicación de Juan Carlos. El proyecto del Consejo de Ministros es una ley, subrayó Soraya Rodríguez, la portavoz, por la que "se escucha y se acepta la decisión legal y voluntaria del rey" de renunciar al trono, y que el PSOE la apoyará porque con ella "se da cumplimiento a la Constitución", informa Yolanda González. En el grupo no se plantean fugas de voto cuando la norma pase por el pleno de la Cámara baja, el próximo 11 de junio.
Carta a Madina
Armengol, como otros dirigentes y militantes de su partido, cree que el PSOE hace mal en cerrar la puerta, porque el debate sobre la Corona está en la militancia y no se puede negar. Ella misma presenció la airada respuesta –bufidos, abucheos, pitidos– con que el plenario de la Conferencia Política recibió la postura adoptada respecto a la Jefatura del Estado, porque era la presidenta del cónclave: allí se reconoció la "tradición y cultura republicana" del PSOE, pero se sumó al pacto constitucional y ahora no ve "motivos" para abandonarlo. Ahora la discusión, calcula, reverdecerá. Primero, porque ha sido el propio rey quien, con su abdicación, ha situado a la institución en primera línea de actualidad –hay un elemento nuevo que no existía hace meses, por tanto–, y segundo porque el partido se halla sumido en una catarsis, en pleno proceso congresual, y a cada candidato que se postule "la militancia le preguntará qué opina".
"Estamos en 2014 y la gente tiene derecho a decidir qué quiere como jefe del Estado, de forma tranquila y sosegada. Me niego a pensar que no podamos debatir sobre esto", señalaba la dirigente, en declaraciones a infoLibre. Ella, como otras fuentes consultadas, señalaba el "cabreo" de la militancia con Rubalcaba, por haber decidido unilateralmente sobre un asunto trascendente y en solitario, cuando ya está de salida. "Está decidiendo el futuro la generación que hizo el pacto constitucional. Un pacto que habría que rehacer: CiU no está, IU tampoco, y el PP, con sus recortes, tengo dudas de que siga ahí. La situación ha cambiado. No es un planteamiento de agresión contra Alfredo, es que de 1978 hasta ahora ha llovido mucho".
La líder de los socialistas baleares, que siempre se ha mantenido fiel al secretario general, cree que es una "equivocación" que el PSOE "copie el discurso del PP y de la patronal", o que no se mencione cómo la corrupción ha socavado los cimientos de la institución. Para el PSIB-PSOE, este es un dato clave, por el "hartazgo" que la militancia siente por el caso Nóos, y ello explica la posición rotunda y discrepante en todas las islas. "Como mínimo, tenemos que hablarlo en el partido. Es incongruente que vayamos a elegir al secretario general por voto directo de las bases y digamos que los ciudadanos no pueden elegir cómo quieren que sea su jefe del Estado", concluía Armengol.
En paralelo a las manifestaciones de diversos dirigentes se producían movimientos entre la militancia. Por ejemplo, de Socialismo Democrático, la suma de las plataformas Bases en Red, Nuevo Socialismo 3.0 o algunos miembros de Foro Ético que ya ha presentado un manifiesto para "refundar el partido" y constituirse como corriente interna. Ayer martes, difundió en las redes sociales una carta que, antes de la votación en el Congreso, dirigirán al secretario general del grupo, Eduardo Madina, uno de los posibles aspirantes a la sucesión de Rubalcaba. En ella, le piden que los diputados rechacen la ley de abdicación. "Lo contrario, tras el abandono de las políticas económicas de izquierdas durante los últimos años y la cerrazón contumaz del partido a la democracia interna, sería la prueba definitiva de que no representáis el sentir mayoritario de la base social de izquierdas de este país", y sería la "señal inequívoca" de "traición" a los ideales del PSOE, "por el que murieron" muchos antepasados. Apoyar el texto legal abriría la puerta, advierten, a la deserción de más afiliados "para siempre". "Votar a favor de la sucesión en la Corona, sin una consulta democrática, sería su acta de defunción".
"La puntilla final"
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Alberto Sotillos, hijo del exportavoz del Gobierno Eduardo Sotillos y uno de los miembros de Socialismo Democrático, también cree que "mucha gente en el PSOE piensa que se está copiando el discurso del PP, más cuando ese discurso no es propio y es contradictorio con las esencias del partido". "Rubalcaba está tomando más decisiones en su salida que antes de anunciar su dimisión. Y está en un pacto secreto con Rajoy y el rey. Esta es la puntilla final. La entrega del PSOE a Podemos. Las bases nos sentimos frustradas, desesperadas". Sotillos insistía en que el problema del partido es su "credibilidad", la divergencia entre lo que dice y lo que hace, y que ahora podría lanzar un gesto potente "permitiéndose el lujo de no apoyar la ley", porque esta va a salir adelante gracias a la mayoría absoluta del PP. En esta semana, los impulsores pretenden ir recogiendo apoyos. Hasta ayer por la tarde, según Sotillos, llevaban "unas cien".
Pérez Tapias comparte la opinión de que el debate interno debe darse, enmarcándolo en una reflexión profunda sobre la reforma constitucional, "no de forma aislada", ofreciendo a los ciudadanos una "propuesta muy elaborada", no "epidérmica" ni retórica. Es consciente de que la "precipitación excesiva" con la que se nombrará rey a Felipe VI, en apenas dos semanas, no permite articular una respuesta sólida, pero sí hay que atreverse, cree, a un debate "riguroso", "a futuro", que visualice una solución distinta a la del PP. Por ello, su opción favorita para la votación en el Congreso y en el Senado es una abstención, "no como un mensaje de dejación, sino de forma activa, para abrir la discusión".
La pulsión republicana y de cambio aflora con fuerza en el PSOE. Más ahora que el partido está abierto en canal, preparando su futuro.
A estas alturas, no se puede negar que el debate sobre monarquía y república ha penetrado con fuerza en el PSOE. Y en un movimiento contrario al promovido por Alfredo Pérez Rubalcaba. La rebelión contra Ferraz ha estallado entre las bases, pero también entre los cuadros medios y algunos mandos de primer nivel. Una prueba fehaciente del malestar, transversal, que se ha instalado en el partido a raíz de la abdicación del rey, la tramitación exprés de la ley de sucesión ad hoc y la respuesta dada unilateralmente por la dirección y, singularmente, por el secretario general saliente: elogios y parabienes a Juan Carlos y Felipe de Borbón, loas a la labor de "cohesión" e "integración" y subrayado de la "estabilidad" en la institución, apoyo cerrado y sin fisuras a la Corona. Sin abrir la puerta al cuestionamiento de la monarquía o a un plebiscito sobre la forma de gobierno del Estado. Una posición que militantes y dirigentes entienden demasiado "apegada" al PP.