"Es duro decir a una madre que su bebé ha muerto": la emergencia migratoria dura ya 30 años en Canarias
"Es lamentable. Hablar de estos temas tan delicados sólo cuando están en juego los intereses políticos es inhumano. Casi 6.000 menores están varados en las islas, y mientras muchos de ellos viven hacinados en centros insalubres, las comunidades se niegan a acogerlos. ¿Cómo puede ocurrir eso? Son niños". Marie Louise Ndiaye, periodista senegalesa residente en Canarias, no disimula su indignación. Hace apenas una semana esos niños y niñas de los que habla ocupaban portadas. Telediarios. Tertulias. Estaban, además, en el foco político. Y siempre iban acompañados de la palabra "solidaridad". Antes, durante e inmediatamente después de la Conferencia Sectorial de Infancia y Adolescencia celebrada en Tenerife el pasado miércoles. Ahora, más de diez días después, el foco ya está en otro sitio. Pero Canarias continúa igual, dicen quienes están sobre el terreno. "No deberíamos hablar de esta situación de forma puntual, habría que hacerlo a diario", reclama Ndiaye.
El foco volverá, en cualquier caso, más pronto que tarde. Este lunes, el Grupo Socialista, Sumar y Coalición Canaria registraron la proposición para reformar la Ley de Extranjería, que era el punto central a debatir el pasado 10 de julio y sobre el que el PP todavía no ha desvelado su posición. En concreto, el objetivo es modificar el artículo 35 de la norma para que la reubicación de menores migrantes que llegan solos a las islas sea obligatoria entre las distintas comunidades autónomas. La razón: el sistema de voluntariedad actual no funciona. Previsiblemente, será el próximo 23 de julio cuando el Pleno del Congreso debata su toma en consideración. Y cuando, por ende, las cámaras vuelvan a las islas. Hasta entonces, los cayucos seguirán llegando. Este mismo viernes 66 personas consiguieron llegar por sus propios medios a la playa de Las Burras, en el municipio de San Bartolomé Tirajana (Las Palmas de Gran Canaria). En total, hay cinco personas en estado crítico, cuatro con patologías graves y dos en estado moderado, todos ingresados en los hospitales Doctor Negrín e Insular.
Un 89,6% más que en 2023
Según el último balance del Ministerio del Interior, hasta el 15 de julio han llegado a España 26.585 migrantes de forma irregular, un 89,6% más que en 2023. Pero es que de ellas, 19.793, el 74,4%, han arribado a Canarias. Sólo en la primera quincena de este mes han sido 536 personas. Lo confirman desde Cruz Roja. "Este 2024 está manteniendo la gráfica de años anteriores, es decir, se observa un incremento de las llegadas a partir de junio. Aun así, es cierto que está siendo más intenso", explica desde el otro lado del teléfono el director de la Unidad de Emergencias de la organización, Íñigo Vila. Él no habla de "emergencia". Ni de "crisis". Explica que la ruta migratoria canaria se inició hace ya 30 años. Y que desde entonces esto ha sido una constante, con sus cifras más altas y con sus cifras más bajas. "Es un fenómeno que no cumple con un patrón exacto. Depende de muchos factores: el meteorológico, la vigilancia, etc.", señala. "Por eso hay que estar preparado siempre", matiza.
Un informe publicado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) avala sus palabras. "La ruta de Canarias no es nueva en el mapa de flujos migratorios, y nunca ha dejado de estar activa. Por tanto, no se puede hablar de estar viviendo una situación de emergencia, sino de un fenómeno estructural, con diferentes ritmos de afluencia en el tiempo, y como tal, hay que abordarlo", señaló la organización en 2022. Nunca hasta ahora se ha hecho así. Y algunas voces expertas creen que ahí está el problema.
Una de ellas es María Greco. Lleva 20 años trabajando en migración —la mitad, desde 2014, en la organización Entre Mares— y no duda en subrayarlo. Es más, descuelga el teléfono expresando, antes de empezar la conversación, una profunda "frustración". "Hace 30 años ya de la llegada de la primera patera a las costas canarias. Y cuatro desde que miles de migrantes se quedaron hacinados en el puerto de Arguineguín en Gran Canaria. ¿Por qué seguimos permanentemente hablando de crisis? Abordar la migración en las islas como si fuera algo momentáneo es un error, porque eso hace que no haya políticas, sino medidas de contención", lamenta. "Después de 30 años, seguimos en el punto de partida. Eso significa que no hemos intervenido, así que la situación no es que sea la misma, es que es peor", denuncia.
De la 'crisis del cayucos' a 2024
Hay un momento concreto que todavía hoy se recuerda. 2006. Más de 31.500 personas llegaron entonces a las playas del archipiélago en destartaladas embarcaciones. Otros tantos perdieron la vida por el camino. Ese año se batieron todos los récords en llegadas por mar: 39.180, según el Ministerio del Interior. Nunca se había visto nada igual y lo sucedido se bautizó como crisis de los cayucos. Pero esos números están ya obsoletos. Según el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, en 2023 arribaron a las islas 39.910 personas. Fue un 154,5% más que un año antes, pero en cualquier caso los informes hablan de un aumentó "drástico" de las llegadas desde finales de 2020, cuando las medidas para contener el covid empezaron a relajarse.
Haridian Marichal es periodista en El Hierro y, además, una voluntaria que trata de que cada migrante que pierde la vida en su intento de llegar a Canarias tenga un entierro "digno". "En lo laboral cubro la emergencia humanitaria y en lo personal reivindico entierros dignos para todas estas personas. Al final, soy una vecina más", relata desde el otro lado del teléfono. Ella sí usa el término "emergencia", aunque también desde la perspectiva de que no es puntual. Ni cosa de ahora. "Desde 2020 no ha parado de aumentar el número de personas rescatadas. El Hierro está preparada para una población de 10.000 personas y sólo en 2023 rescatamos a 14.500", lamenta.
Por eso también reclama medidas. Y critica que Canarias se haya situado en primer plano por la Conferencia Sectorial del pasado 10 de julio. "Siempre hemos pedido auxilio, desde el minuto uno", lamenta. Y pone negro sobre blanco hablando de cifras. "La semana pasada se debatía sobre si acoger o no entre todas las comunidades a 347 menores. Aquí en El Hierro hemos tenido cerca de 400. Con nuestros recursos, que son muy limitados", se queja. "No nos pueden dar lecciones de nada", añade.
"Hay que estar preparado mentalmente para no derrumbarse"
Y aquí Marichal se detiene e insiste. "Nadie nos puede enseñar lo que es la solidaridad", dice. Al igual que ella colabora en poder dar entierros "dignos" a los migrantes que no superan las travesías —cada vez más "largas y peligrosas"—, otras personas lo hacen mano a mano, por ejemplo, con Protección Civil. Indira Carballo es una de estas personas. Lo hace desde hace un año, también en El Hierro, aunque desde hace tres también colabora con el campamento que Las Raíces tiene en Tenerife. Y su percepción es parecida a la de Marichal: las cifras no han dejado de aumentar más o menos desde el año 2020. Y sí, también cree que cada vez llegan más menores. Y no sólo niños, sino también niñas.
En este punto, en cualquier caso, Vila se muestra más cauto. Opina que para hablar categóricamente de un cambio en el perfil de los migrantes que llegan a las costas del archipiélago hace falta un análisis más exhaustivo y, sobre todo, prolongado en el tiempo. Por eso él sigue hablando de que en su mayoría son hombres de mediana edad.
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Pero en cualquier caso hay situaciones de todo tipo. Y muchas para las que, señala Carballo "hay que estar preparado mentalmente". "A veces, bajan del cayuco y te cuentan unas cosas que te derrumban", señala. Ella es una de esas personas que suponen el primer contacto de estos migrantes con Europa. Y es ella por tanto las que, dice, les hace un primer triaje para comprobar su estado de salud, les da de comer, deriva a los menores o se hace cargo de los bebés. Pero también la que en muchas ocasiones tiene que llevar a cabo la peor de las labores. "He vivido situaciones verdaderamente duras. Hace unos días se murió una niña de dos años mientras su madre estaba en el CATE [Centro de Atención Temporal de Extranjeros]. Yo estaba allí con ella y tuve que decírselo", recuerda.
También le ha ocurrido al revés. Viendo el rostro de uno de esos menores no acompañados que hace apenas unos días eran cifras y ahora ni siquiera están en el debate. "Hace poco tuvimos que enterrar a una mujer que vino con su hija de 6 ó 7 años. Ahora esa niña se ha quedado sola. ¿Cómo podemos hablar de cifras con esas situaciones? Les estamos deshumanizando y eso es totalmente cruel", lamenta.
Ndiaye cree que esto cada vez ocurre más. Y sabe quién es la culpable: la extrema derecha. "La forma de ver las cosas ha cambiado", lamenta. Habla con conocimiento de causa. "El otro día estaba en la playa de Las Canteras (Gran Canaria) dando un paseo, iba de camino a casa y pasé por delante de una perfumería. Entré y la dependienta me miró extrañada y se acercó a preguntarme qué quería. Después, fui a la caja a pagar. A veces, hasta que no saco la tarjeta para pagar me siento vigilada", cuenta. "Da pena admitirlo y creo que han sido ciertas personas quienes han empeorado la situación. Pero hay que admitirlo: el mundo es una aldea global en el que el derecho a ir y venir es de todos", sentencia.