Esta semana se hizo viral un tuit que mostraba un cartel en el que la presidenta de una comunidad de propietarios de Barcelona contaba a los vecinos que el edificio había conseguido un importante ahorro en la factura de la luz al contratar el suministro con Barcelona Energía, una comercializadora pública de electricidad. La empresa cuenta a infoLibre que, gracias en parte a la popularidad alcanzada en redes sociales, han conseguido doblar la contratación "de un día para otro", también animados por la subida en los precios de la subasta marginalista y la caída de la reputación de las grandes eléctricas. El secreto del éxito de esta y otras empresas públicas de energía es el mismo: utilizar lo público para poner a la gente por encima de los beneficios.
Las comercializadoras públicas de electricidad son la excepción en un mercado de un bien esencial privatizado hasta niveles récord en la OCDE. No son generadoras (no tienen centrales a su nombre, como las que propone Unidas Podemos) ni distribuidoras (que reparten la electricidad por cada uno de los domicilios), son las que establecen el contrato con el cliente final, y ahí pueden marcar la diferencia. En Pamplona se está estudiando, y en Palma ya está ejecutándose el proyecto a partir de la compañía pública de aguas, Emaya, aunque aún no acepta a consumidores privados. Los dos grandes ejemplos de que esta iniciativa funciona a nivel local son Barcelona Energía y Eléctrica de Cádiz. Sin dificultades y con polémicas de por medio, claro.
"Estamos muy contentos, hemos doblado la contratación". Al habla Iu Gallart, director de Barcelona Energía, que reparte electricidad a toda el Área Metropolitana de Barcelona con el apoyo tanto de la AMB como del Ayuntamiento dirigido por Ada Colau. No saben quién es la mujer que tan bien vendió sus servicios, pero ya venían disfrutando de un aumento de las altas en los últimos meses. "Habíamos detectado que con el debate público que hay, nos tienen como referente o alternativa". Tanto a las comercializadoras públicas como a las privadas fuera del oligopolio, que intentan diferenciarse con más transparencia, asesoramiento a los clientes para que prime el ahorro o renunciando al ánimo de lucro, como las cooperativas.
La clave está en que, al no ser una compañía privada, no tienen que preocuparse por repartir dividendos entre los accionistas. "Las tarifas pueden ser más económicas porque apretamos mucho los márgenes, porque no queremos tener beneficios", asegura Gallart. En el caso de Eléctrica de Cádiz no es exactamente así, pero la mayoría en el consejo de administración es pública, por lo que, en teoría, se toman las decisiones pensando en la ciudadanía y no en el bolsillo. "Desde la pandemia hasta ahora, la comercializadora no ha subido los precios", explica Alba del Campo, concejala de Transición Ecológica del Ayuntamiento de Cádiz. "No queremos tener cuantos más beneficios mejor".
Sin embargo, Eléctrica de Cádiz ha revisado las tarifas al alza este octubre. No ha tenido otro remedio, cuenta Del Campo: como cualquier otra comercializadora, tiene que acudir a comprar la electricidad a la subasta mayorista, por las nubes. Las nuevas subastas a las que podrán concurrir las pequeñas empresas como esta y que puede permitirles bajar el recibo, que anunció el Gobierno en septiembre, tendrán que esperar a final de año. "No podemos tener el precio más bajo del mercado tampoco, porque incurres en pérdidas. Buscamos ese equilibrio. Pero sube menos de lo que estaba subiendo el mercado, la compañía siempre trata de dar el precio más bajo posible".
Pero no es la única ventaja para el consumidor doméstico de contratar su electricidad con una comercializadora pública. Las empresas hacen un esfuerzo activo para aconsejar al cliente y permitirle ahorrar más en su factura, adoptando la potencia que necesite o ayudándole a ser más eficiente. Las grandes eléctricas no suelen hacerlo: no les interesa. En el caso de Eléctrica de Cádiz, la empresa trabaja junto a la concejalía de Transición Ecológica para impartir "talleres de ahorro eléctrico". "Hacemos una campaña muy activa de sensibilización", presume Del Campo. "Aprovechamos para dar pequeñas explicaciones sobre el cambio climático. Utilizamos la factura de la luz como herramienta pedagógica para hablar del cambio de modelo".
Barcelona Energía, por su parte, es proactiva a la hora de preguntarle al cliente por sus hábitos y sus electrodomésticos para recomendarle la mejor potencia y la mejor tarifa. Cada tres meses, el consumidor recibe un informe con su consumo, que le permite comparar por meses, por horas e incluso por viviendas similares de su mismo código postal, para ver si gastan mucho o poco. "Cuando te haces cliente, hacemos estudio de tu perfil. Y si te sale mejor la discriminación horaria [pagar más o menos según el momento del día] te ponemos un mail. Así se puede ahorrar hasta un 15%", cuenta Gallart.
Ambas empresas públicas cuentan con una línea de autoconsumo, para ayudar a los consumidores a instalar placas solares en sus edificios, verter la energía sobrante a la red y ahorrar aún más. Eléctrica de Cádiz, además, está explorando tanto el autoconsumo en edificios, con varios vecinos disfrutando de la instalación, como el autoconsumo compartido: una misma placa fotovoltaica para todos los vecinos a 500 metros a la redonda, ayudándose de la figura de las comunidades locales de energía.
Ojo con el 100% renovable que venden
Tanto Eléctrica de Cádiz como Barcelona Energía aseguran que la electricidad que comercializan es "100% renovable". Pero esta expresión lleva a equívocos. La luz generada por eólica, hidroeléctrica, gas natural o carbón se mezcla en el sistema: una comercializadora no puede nunca prometer que la energía que llega a una casa solo ha sido generada con tecnologías limpias. Lo que hacen es asegurar que toda la electricidad que comercializan ha sido puesta en el sistema por una cifra equivalente de generación limpia. Una planta eólica, por ejemplo, genera un crédito por cada MWh que utiliza, que luego es adjudicado a las empresas mediante el Sistema de Garantías de Origen que gestiona la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
Si una comercializadora asegura que su electricidad es "100% renovable", significa, por tanto, que el 100% de su electricidad está dentro del Sistema de Garantías de Origen y que es un agente de presión para que cada vez se instalen más renovables. Pero nada más. "Le da un mensaje al mercado", asegura Del Campo. En el caso de Barcelona Energía, el 80% de la luz que comercializan está en el mecanismo de la CNMC, y el 20% restante es gracias a las placas fotovoltaicas instaladas en la ciudad y a una planta de biogás.
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Actualmente, el bono social de electricidad solo puede ser gestionado por las cuatro comercializadoras "de referencia", que son las que pueden comercializar electricidad mediante la tarifa regulada (dependiente del precio de la subasta diaria). No es difícil adivinar cuáles son: Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP. ¿Por qué no se cambia el sistema para que las comercializadoras independientes, que actualmente solo pueden operar en el mercado libre, también puedan ofrecer este servicio? Así lo reclama Alba del Campo.
Ante la carencia, el Ayuntamiento de Cádiz ha desplegado, junto a Eléctrica de Cádiz, una ayuda a las familias vulnerables que va más allá del bono: la Cobertura Energética Anual. Asegura el acceso a la energía hasta un límite de consumo razonable. Si se sobrepasa, se paga: si no se sobrepasa, la factura sale gratis. Va mucho más lejos que la medida estatal y no requiere solicitud: se aplica por defecto. "Es fruto de mucho, mucho esfuerzo", explica Del Campo: y un ejemplo de que lo público aún tiene mucho que decir en el mercado de la electricidad.
Esta semana se hizo viral un tuit que mostraba un cartel en el que la presidenta de una comunidad de propietarios de Barcelona contaba a los vecinos que el edificio había conseguido un importante ahorro en la factura de la luz al contratar el suministro con Barcelona Energía, una comercializadora pública de electricidad. La empresa cuenta a infoLibre que, gracias en parte a la popularidad alcanzada en redes sociales, han conseguido doblar la contratación "de un día para otro", también animados por la subida en los precios de la subasta marginalista y la caída de la reputación de las grandes eléctricas. El secreto del éxito de esta y otras empresas públicas de energía es el mismo: utilizar lo público para poner a la gente por encima de los beneficios.