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Elizabeth Duval: "Irene Montero estará orgullosa de que una mujer trans sea la portavoz de feminismo en Sumar"

La portavoz de feminismo, igualdad, derechos y libertades LGTBI de Sumar, Elizabeth Duval.

Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, Madrid, 2000) es licenciada en Filosofía y Letras Modernas por la Sorbona de París. Autora de ensayos como Melancolía (Temas de Hoy, 2023), Después de lo trans (La Caja Books, 2021) o Reina (Caballo de Troya, 2020), ejerce como analista en diversos medios de comunicación. En esta campaña electoral aparca esa faceta, al menos por quince días, para entrar en el mundo de la política activa de la mano de Sumar, la coalición liderada por Yolanda Díaz. Duval asegura que se trata de una "labor transitoria" para poner su "granito de arena".

La vicepresidenta Díaz la ha elegido como la cara visible de Sumar en materia de feminismo y derechos LGTBI y, aunque admite que tuvo dudas, asegura que se trata de una decisión coherente con sus ideas. Duval recibe a infoLibre en la sede de Sumar y no se deja casi ningún tema en el tintero: ley del solo sí es sí, prostitución, vientres de alquiler o ley trans. También habla de la ministra de Igualdad, Irene Montero, excluida de las listas de la coalición.

Es portavoz de feminismos y derechos LGTBI de Sumar desde el pasado martes. ¿Cómo lleva su entrada en política?

Estoy ilusionada con la tarea, aunque con los nervios de aterrizar. El jueves presentamos el programa y fue la primera vez que me puse delante de un atril, pero creo que el acto quedó bastante solvente.

¿Por qué ha accedido teniendo en cuenta que no es candidata y solo quedan 15 días de campaña?

Precisamente por no ser candidata. Me he comprometido a no figurar en ninguna lista a las elecciones, cosa que mantengo de cara al futuro, y a no ocupar un cargo en ningún partido. Para mí era importante tener esa relativa independencia que me da la portavocía y que se mantiene al hacer una labor puntual. En mi caso yo la considero transitoria para poner ese grano de arena. Cuando Yolanda Díaz me lo pidió, hubo un momento de dudas, pero no habría sido del todo consecuente rechazarlo teniendo en cuenta mi aspiración de contribuir a la transformación social de mi país si se considera que soy la persona más idónea para hacerlo.

Me he comprometido a no figurar en ninguna lista electoral y es un compromiso que mantengo para el futuro

Algunas feministas como Amelia Valcárcel, a las que usted ha leído mucho, han criticado su nombramiento incluso entrando en el terreno del insulto. ¿Por qué cree que hay un sector que reacciona de esta manera contra usted?

Es evidente que no se está juzgando qué tipo de feminismo propongo, cuál va a ser mi desempeño, mi capacidad comunicativa, o qué tipo de debates vamos a llevar a cabo desde Sumar. Lo que se está juzgando es mi identidad, el hecho de que yo sea una mujer trans, algo que a mi parecer no debería pasar. Ahí se enquistan unas rencillas y odios que tienen que ver con la forma en la que se ha desarrollado el debate de la ley trans en los últimos años. Un debate profundamente emponzoñado y tóxico que ha dejado la imagen de un movimiento feminista dividido de manera irascible, donde parecía que todo intercambio tenía que pasar por la bilis y el insulto. Yo realmente siempre he abogado por otra cosa. 

Se me está juzgado por mi identidad, no por mis capacidades o mi desempeño

En uno de los ensayos que publiqué en 2021, llamado Después de lo trans, citaba unos párrafos de Amelia Valcárcel para decir que estaba fundamentalmente de acuerdo con sus argumentos y para mí es una referente del pensamiento feminista en nuestro país. A mí no se me ocurriría insultar o menospreciar a Valcárcel ni lo que ella ha representado o ha teorizado. 

Hay otras personas que incluso lo han llevado más allá, como Laura Freixas y otras voces que cuestionan si realmente usted es una mujer. ¿La transfobia ya no se esconde?

De la misma manera en que hubo personas en su momento que llamaron a Carla Antonelli "un señor con peluca de 60 años", ahora sucede lo mismo pero añadiendo lo de Vedette. Esta cuestión ha sido el mayor punto de escalada de violencia en relación a las mujeres trans a la que nos hemos acostumbrado en la esfera de las redes sociales. Lo que yo encuentro fuera de redes es un territorio mucho más amigable y cariñoso. Y desde luego que hay un pozo de transfobia, pero muchas veces se da más peso mediático a esa transfobia del que realmente tiene la sociedad española. 

¿Cree que ha habido resistencias a su nombramiento desde la izquierda? El exlíder de Podemos Pablo Iglesias, por ejemplo, le dijo aquello de “suélteme el brazo, señora”.

No lo creo. Teniendo en cuenta la labor en el Ministerio de Igualdad de Irene Montero y el impulso que ha hecho de la ley trans, con esa defensa acérrima a lo largo de toda la legislatura, considero que Irene Montero estará orgullosa de que una mujer trans ocupe la portavocía de feminismo y derechos LGTBI de Sumar.

Una de las medidas más llamativas de las que se presentaron este jueves fue el teléfono de atención a “hombres en crisis”. ¿Por qué lo consideran necesario?

Para mí hay dos maneras de interpretar la realidad. Una vendría a decir que el malestar específico de los hombres en 2023 es una consecuencia de los avances feministas, como una reacción a esos avances. Y la otra, que es la que tenemos desde Sumar, vendría a decir que ese malestar no es provocado por el feminismo. No es el feminismo el que hace que los hombres en nuestra sociedad se sientan así, sino que eso está vinculado al hecho mismo de la socialización masculina, la represión emocional, el impacto o el peso que implica también tener que ajustarse a todo aquello que se le exige de un hombre.

Para atender a esos hombres en crisis queremos ofrecer alternativas y responsabilizarnos

Esa figura del proveedor, que no se trata solamente de que las estructuras sociales nos afectan a las mujeres, sino que también para ellos imprimen unos roles que pueden ser profundamente nocivos. Eso se manifiesta en datos como la proporción de casos de suicidio entre hombres. Para atender a esos hombres en crisis queremos ofrecer alternativas y responsabilizarnos. 

Es una medida que también puso en marcha la ministra Bibiana Aido en 2008 y que no funcionó. Ella misma tuvo que salir a explicar que no era un teléfono para hombres maltratados. ¿Por qué creen que ahora sí va a funcionar?

Estamos en un momento muy distinto al de 2008, nuestro país ha cambiado en los últimos años, y lo digo también desde la experiencia personal. No es lo mismo dar respuesta a ese malestar masculino en un momento en el que quizá no se ha avanzado tanto en la concienciación social, que hacerlo ahora. Aunque en 2008 ya existieran fuerzas o voluntades reaccionarias, estas no se manifiestan de ninguna manera de la misma forma que en 2023. Ahora tenemos a una extrema derecha que busca apropiarse de esos malestares y que le dice a los hombres que pueden dar una respuesta en contra del feminismo y las feministas. Dejar ese terreno a la extrema derecha es un error porque ellos no ofrecen ninguna solución, sino que solamente refuerzan aquello que, según nuestro análisis, está provocando ese mismo malestar. 

Aparte de esta medida y de las que Sumar ya incluye en su programa, ¿qué se puede hacer para combatir la violencia machista?

Es muy importante no quedarnos solamente en el marco del castigo o de cuánto tienen que ser las penas, sino pensar qué podemos hacer para proteger de la mejor manera posible a esas mujeres. Hablar de qué elementos también de justicia restaurativa podemos implementar para esa protección y cómo podemos ir más allá de un marco en el que tampoco hemos visto una reducción en los casos de violencia machista.

¿Qué implica que haya una vicepresidencia de feminismos en un futuro gobierno de Yolanda Díaz? ¿Le gustaría que la considerasen para el puesto?

Me parecería de una excesiva soberbia proyectarme en un cargo como el de vicepresidenta de feminismos

Respondiendo a la segunda pregunta, no, no me veo en ese puesto. Para mí esta portavocía es un deber que ocupo de forma transitoria, pero mi intención posteriormente es seguir dedicándome al pensamiento y teoría feminista desde otro lugar. No tengo la intención de ocupar un cargo de responsabilidad como sería esa vicepresidencia y parecería casi de una excesiva soberbia siquiera proyectarme en un cargo así. Sobre la importancia de la vicepresidencia, estamos viendo como Alberto Núñez Feijóo dice que las competencias de igualdad recaerán sobre presidencia si llega a Moncloa. Creemos que eso implica suprimir la existencia de la propia institución y lo que queremos hacer con la vicepresidencia es darle el lugar que creemos que el feminismo se merece. 

¿Pero esto no implicaría acabar con el ministerio de igualdad, no? ¿Cómo se coordinarían?

No hemos desarrollado una propuesta concreta de competencia porque hay que tener en cuenta nuestro horizonte. Queremos que Yolanda Díaz sea la próxima presidenta del gobierno, pero somos muy conscientes de que es muy difícil que se dé ningún gobierno en solitario. La negociación entre distintas fuerzas políticas conlleva siempre negociaciones de organigrama y ahora mismo sería inasumible decir qué funciones tendría esta vicepresidencia, sobre todo porque luego podría no materializarse. 

No hay ni una sola referencia a la prostitución en el programa de Sumar ¿Cuál es la postura oficial respecto a este tema? ¿Y respecto a los vientres de alquiler?

No es mi responsabilidad cerrar un debate como el de la prostitución, hay que asumir la pluralidad de posiciones

Creo que no es mi responsabilidad cerrar un debate que existe en el seno del feminismo y que no han inventado las formaciones políticas. Ya hemos visto en esta legislatura  la división de voto en Unidas Podemos, con posiciones más abolicionistas y otras más regulacionistas. Hay que asumir esa pluralidad de posiciones y creo que en el espacio esas opiniones van a tener que seguir conviviendo. Mi posición particular, siendo dialogante y pragmática, ha pasado por considerar que esa explotación del cuerpo de las mujeres es intolerable. Por lo que respecta a los vientres de alquiler, me he posicionado varias veces en contra y es una posición bastante compartida en el seno de Sumar. Con la polémica de Ana Obregón ya se vio que la explotación del cuerpo de las mujeres es intolerable y no lo podemos tolerar.

¿Qué entiende usted por feminismo inclusivo?

En estos años ha habido debates dentro del movimiento feminista y LGTBI que, precisamente por cómo se han dado, han supuesto una suerte de vuelta a las trincheras. En lugar de querer ampliar la transformación social al conjunto de la sociedad se ha convertido al feminismo en un espacio de resistencia. Un espacio cada vez más pequeño, en el cual cobraba más importancia la identidad que esa transformación. Para mí lo importante en feminismo, al igual que con las libertades LGTBI, no tiene que ver con la identidad. Cuando hablamos de feminismo inclusivo, hablamos de logros y libertades que nos hacen mejores a todas como sociedad, y que mejoran, amplían, ensanchan lo que es la democracia española.

¿La ministra Irene Montero no representa este feminismo inclusivo?

Esa diferencia entre ese identitarismo y una visión más integradora no es algo que podamos identificar con personas concretas y menos con el equipo concreto del Ministerio de Igualdad. Se trata de la tendencia generalizada a la que se ha dirigido el debate público en España en los últimos años y nadie puede estar exento completamente. Creo que sería deshonesto señalar actitudes gregarias o cerradas al debate sin admitir que en cualquier momento, por hartazgo, por cansancio, por mil factores, cualquiera puede caer en ese tipo de actitudes. El interés está en evitarlo e intentar conducir ese debate de la manera más sana.

¿A Irene Montero le han pasado factura todos los ataques que ha recibido por parte de la derecha política y mediática y por eso no está como candidata en las listas de Sumar?

Yo no creo que la carrera de Irene Montero acabe en este momento

Yo he llegado a Sumar hace escasos días y no he formado parte de las negociaciones para la confección de las listas, por lo que no puedo hablar. Desconozco que ha llevado a personas como Jaume Asens, Alberto Garzón o Ada Colau a dar ese paso al lado. Es cierto que el vituperio y el odio que ha vertido una derecha muy radicalizada contra Irene Montero está ahí, pero también es algo que han sufrido gran cantidad de figuras en el espacio político de la izquierda de manera general. En ningún caso se trata de que ese odio logre cobrarse las cabezas o arrancar las posibilidades de nadie. Yo no creo que la carrera de Irene Montero acabe en este momento o, si lo hace, sea por culpa de lo que haya dicho u hecho la derecha.

¿Le hubiera gustado que con la ley del ‘sí es sí’, se hubiera abordado precisamente el debate sobre el punitivismo desde el propio ministerio de Igualdad?

Una vez alcanzado cierto poder legislativo o institucional, hemos cometido el error de considerar que con las leyes se empieza y acaba el mundo, o que las leyes son capaces de hacerlo todo. Eso da a entender que la sociedad solo está sometida a lo que se hace en las leyes, cuando en realidad va mucho más allá. Para mí es importante que esos debates se den y siempre he  insistido sobre ello cuando he tenido la oportunidad de hacerlo

Hemos cometido el error de considerar que con las leyes se empieza y acaba el mundo

¿Y qué le parece la gestión que se ha hecho por parte de Igualdad, desde que empezaron a surgir las primeras excarcelaciones y reducciones de condena? 

No voy a enmendar mis propias palabras. He criticado muchas veces la gestión comunicativa que se ha hecho de la ley. Al mismo tiempo creo que la supuesta solución que en su momento proponía el PSOE era un cierre en falso de lo que estaba sucediendo, porque el Código Penal siempre va a aplicar la ley más favorable al reo. Se han cometido errores, de los que se ha responsabilizado todo el Gobierno, que no se van a poder modificar. Al igual que decía antes, la sociedad va mucho más allá de las leyes y hay que asumir que toda ley es imperfecta y, por tanto, reformable.

El líder del PP no ha revelado casi nada de lo que hará si llega a Moncloa, pero sí ha prometido derogar la ley trans. ¿Por qué cree que lo sitúa entre sus prioridades?

Confieso que tengo muchas ganas de debatir con los representantes del PP y Vox sobre este tema y confío en tener ocasión de hacerlo. Me pregunto de donde viene la obsesión de Feijóo con la ley trans y creo que hay dos posibilidades. Una de ellas es la incompetencia y la otra es la mala fe. ¿Por qué digo esto? Porque en 2014 Feijóo aprobó una ley trans autonómica con unanimidad en la Xunta. Esa ley, al ser una autonómica, tiene las competencias de sanidad y educación, es decir, supuestamente las competencias que provocan el gran escándalo en relación con la ley trans estatal. ¿Qué ha sucedido entre 2014 y 2023 para que en nueve años de repente Feijóo se plantee que lo que no era un problema ahora sí lo es? Sucedió lo mismo con Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid, que aprobó una ley pionera. Y ahora mismo su sucesora, Isabel Diaz Ayuso, en lugar de avanzar, quiere dar pasos hacia atrás.

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Lo que ha pasado es que el PP ha comprado el discurso a Vox sobre una presunta corrupción de menores en las aulas educativas. Básicamente, se ha construido una grandísima alarma social a partir, sobre todo, de mentiras. La ley trans estatal, al ser estatal, no regula lo que son las operaciones ni los tratamientos médicos porque estos ya están regulados por las leyes autonómicas. De repente se ha elaborado una suerte de fantasma según el cual se iban a hacer hormonaciones y cirugías a menores, cosa que nadie ha propuesto nunca. La derecha ha construido una ley trans que solo existe en su cabeza y en sus discursos, pero no en la realidad. Les sirve como elemento para demonizar a un colectivo al que en otras ocasiones, quizá cuando consideraban que era provechoso, le han dado la mano.

Ya, por último, ¿qué le hubiera gustado cambiar o añadir de la norma actual?

Uno de los componentes que se quedó fuera fue el reconocimiento de derechos de rectificación registral para las personas migrantes. Ese es un gran agujero dentro de la ley que sí estaba en las versiones iniciales y por el cual hay que seguir peleando.

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