Ni los contratos basura, ni los despidos improcedentes, ni los abusos laborales tienen fronteras o banderas. La precariedad laboral se extiende por el continente europeo y encuentra en los emigrantes a la víctima perfecta. Desconocedores de la lengua, la cultura o las leyes del país que eligen como destino, muchos de los expatriados españoles acaban situándose en el centro de la diana de prácticas empresariales abusivas. Una realidad que enfrentan desde hace años las distintas Oficinas Precarias situadas en las principales capitales europeas.
Esta organización sin ánimo de lucro, nacida en Madrid al albur del 15-M, multiplica ahora sus nodos lejos de las fronteras españolas. Integrada por voluntarios españoles que también viven la experiencia de la emigración, proporcionan asesoramiento legal y administrativo a los compatriotas que marcharon de España huyendo de un escenario laboral devaluado por la crisis. Nuria Fraile, portavoz de la Oficina Precaria de Edimburgo, atiende a infoLibre para acercar la labor multidisciplinar que llevan a cabo desde la capital escocesa.
Viajan a bordo del “precarimóvil”. Las seis integrantes de la Oficina Precaria de Edimburgo se rascan el bolsillo para costear la gasolina que gastarán para recorrer Escocia e impartir su charla “Conoce tus derechos”. Una conferencia que han establecido como talleres informativos, y con la que pretenden ofrecer a la comunidad emigrante hispanohablante los recursos y conocimientos suficientes para desenvolverse con independencia y solvencia en el mercado laboral escocés. “Pretendemos empoderarlos”, señala su portavoz Nuria Fraile. Es la filosofía que envuelve cada una de las múltiples actividades que ejecutan. Entregar las herramientas básicas para que los emigrantes puedan defender sus derechos con autosuficiencia es el objetivo final de esta organización.
Portavoz de la Oficina Precaria con sede escocesa y licenciada en derecho por The Open University, Nuria Fraile, una española afincada en el país británico desde 2001 se ha propuesto, junto a sus cinco compañeras, configurarse como el nexo común entre la comunidad de emigrantes españoles y los recursos existentes en Escocia. La gestión de acciones legales contra empresas que abusan de los emigrantes, el apoyo emocional, el asesoramiento sobre las ayudas estatales, la orientación y formación laboral, la ejecución de campañas, o la orientación en materia de vivienda, son solo parte de las múltiples funciones que ha asumido este equipo configurado por seis mujeres.
Han visto contratos firmados en servilletas, impagos, jornadas laborales interminables y despidos disciplinarios irregulares. Aunque en menor medida que en España, las prácticas abusivas con trabajadores emigrantes, también se suceden en Escocia. “La picaresca es internacional. Y como en otros lugares, ven que no hablas inglés y abusan de ti”, explica Fraile, la especialista en asesoramiento legal que lleva años empeñada en defender en instancias oficiales los derechos laborales de un sector ciudadano que, alejado de sus raíces y su núcleo familiar, se ha convertido en un colectivo vulnerable que soporta especialmente los abusos laborales.
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“Somos efectivas”, asegura su portavoz. “Hoy mismo hemos ganado un caso”, celebra con orgullo. Sin embargo, esta asesora legal advierte que la falta de presupuesto les obliga a recurrir a los tribunales únicamente cuando los casos son muy claros. “Las precarias somos muy precarias. No tenemos dinero. Las donaciones son muy bajas, y no podemos sufragar las pesquisas legales, así que acudimos a instancias judiciales cuando estamos absolutamente convencidas de que vamos a ganar”, aclara. Lo demás, indica, es “jugar al pocker”: “A veces sabemos que tenemos un tope legal, por ejemplo, detectamos una práctica ilegal, porque los horarios laborales se proporcionan al trabajador por móvil y además éste cobra en un sobre sin la existencia de una carta de pago. En este caso, el empleado, que cobra en negro, no puede ir al tribunal a reclamar su sueldo, y es aquí donde entramos a jugar. Les amenazamos con llevarle a un tribunal de pequeñas deudas y funciona”, concluye.
Pero independientemente de la exitosa labor jurídica que llevan a cabo, la Oficina Precaria de Edimburgo extiende su radio de acción más allá del ámbito laboral. “Nuestras funciones han de ser más extensas que la que ofrece la oficina de Madrid. Allí la gente cuenta con su núcleo familiar y no requiere de la atención que exige un emigrante”, explica Fraile. Por eso, ya han establecido lazos con otras organizaciones que ofrecen asistencia psicológica. “El emigrante económico se desmorona, porque viene con unas expectativas y tras seis meses no se realizan. Hay gente que pasa tres años y sigue en el punto de partida, y tampoco pueden volver a España, porque mira cómo está el país que dejaron. Y en ese círculo en el que entran, en el que se sienten atrapados, se desmoronan los ánimos de la gente”, explica consciente de que, más allá de los conflictos laborales, los expatriados españoles acarrean problemas de desarraigo más profundos.
Como las sedes hermanas instaladas en Berlín, París, Viena, Londres o Praga, la Oficina Precaria de Edimburgo ha sabido aunar lo mejor de los sindicatos tradicionales con la libertad que da enmarcarse dentro una plataforma ciudadana que, por su propia naturaleza, se sale de los estrechos límites en los que aquellos se mueven. Así, han podido tirar de ingenio e incorrección política para alumbrar iniciativas novedosas como la como la entrega del “Premio 'cagarro' al empresario precario y explotador del mes”. Esta estatuilla virtual, representada por un excremento asentado sobre un pódium, distingue a aquellas empresas escocesas que se han hecho merecedoras del descredito público en su vulneración de los derechos de los trabajadores emigrantes. “Es un premio que concedemos a la empresa más precaria de Escocia a través de las redes sociales. Es decir, ponemos el link de la web de la empresa y se la colapsamos. No nos pueden acusar de nada, porque no nombramos a nadie. Simplemente otorgamos el premio y ponemos el link para felicitarlos”.
Ni los contratos basura, ni los despidos improcedentes, ni los abusos laborales tienen fronteras o banderas. La precariedad laboral se extiende por el continente europeo y encuentra en los emigrantes a la víctima perfecta. Desconocedores de la lengua, la cultura o las leyes del país que eligen como destino, muchos de los expatriados españoles acaban situándose en el centro de la diana de prácticas empresariales abusivas. Una realidad que enfrentan desde hace años las distintas Oficinas Precarias situadas en las principales capitales europeas.