Talento a la fuga
“Cuando hablas con franceses o alemanes te das cuenta de que todos estamos mal”
Hace un año que Elena Ruiz mira a España desde la distancia. Un año durante el cual se ha impuesto la disciplina de contemplar la realidad del país del que partió a través de los ojos de sus alumnos de español en la Universidad de Ustel, en Irlanda del Norte. Día tras día, esta Licenciada en Traducción e Interpretación corrige textos y exposiciones en las que sus alumnos le trasladan la imagen de un país minado por los escándalos, la precariedad y el desempleo juvenil. “Bueno, algunos hablan del turismo”, se consuela sin ironía.
“Hasta me preguntan por la infanta Cristina” señala sorprendida de ver cómo los tópicos habituales del país feliz de sol y playa han ido dejando paso a los de una corrupción que escala hasta las más altas instituciones. Una impresión que no ha dejado de acompañar a esta granadina desde que llegó para ejercer un lectorado que, espera, le permita ganar la experiencia necesaria para optar a una plaza como docente en el ámbito universitario español.
Su trabajo es, en gran medida, contar España. Como tantos otros que han cruzado las fronteras, Elena se ha convertido en una pequeña embajadora que cada día se esfuerza en llevarle a sus alumnos una realidad que trascienda los titulares de los tabloides británicos: “Me da pena que solo vean la España de la de la corrupción de los políticos y el paro. Soy crítica y consciente de que todo eso es real, pero mi trabajo es también mostrarles lo positivo que tiene nuestra cultura. Me enfada que solo trascienda esa imagen tan terrible, porque parece que es culpa de todos los españoles, y eso no es justo”. Además, su experiencia en Irlanda y el contacto con compañeros y alumnos de diversas nacionalidades, le ha permitido comprobar que la austeridad y la precariedad no solo amenaza a su país natal. “Cuando hablas con franceses, italianos o alemanes, te das cuenta de que todos estamos mal. Ves la reforma laboral propuesta en Francia o el ascenso de la extrema derecha en Europa y comprendes que esto es un problema más globalizado de lo que parece”, puntualiza.
“En Alemania también hay gente pasándolo mal y trabajando por cuatro duros”
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Como otros expatriados, Elena cree que la experiencia migratoria que sufre España está sirviendo para que sus compatriotas se sacudan los complejos que durante tantos años han arrastrado. “Me he dado cuenta de que la formación española, que siempre hemos denostado, es muy buena. A lo mejor no tenemos tanta práctica profesional como ellos, pero el nivel formativo es muy alto”, expone. Una realidad que, asegura, ha puesto sobre la mesa a toda una generación que no le ha quedado más remedio que pelear por un puesto de trabajo en el competitivo mercado laboral internacional. “Hemos estudiado para tener una vida normal. Y ahora mucha gente se marcha al extranjero, no para vivir una vida extraordinariamente cómoda, sino porque no les queda otra. Porque buscan un salario digno que les permita iniciar una vida después de tantos años de preparación”, concluye.
Con tan solo 25 años, Elena acumula ya un currículum en el que, junto al presente lectorado, se suman una licenciatura, dos másteres y el doctorado que cursa en la actualidad. A golpe de codos y largas horas frente a montañas de apuntes, esta andaluza ha cumplido con todos los pasos que, cuando empezó su carrera, le prometieron que le conducirían a una carrera profesional exitosa. Sin embargo, Elena no deja de cruzar los dedos cuando se le pregunta sobre el tan ansiado como temido momento de regresar a España. “Cuando sales al extranjero y te dan una buena oportunidad laboral, siempre surge el temor de no volver. Es algo que todos pensamos”, reconoce a pesar de manifestar su deseo de retornar a casa el próximo año.
Con las miras y todos los esfuerzos concentrados en la universidad española, Elena no descarta replantearse una nueva vida en el exterior “si no se dan las circunstancias necesarias para un retorno seguro”. Todo ello en medio de una Irlanda, cuyo futuro europeo o británico ya no está garantizado, y una España, a la que apenas le quedan horas para decidir su porvenir. Pensar en permanecer en el exterior es un temor que, como asegura, planea siempre sobre los expatriados: “A veces te asalta la duda: ¿Volver para qué?”. Pero como muchos de los emigrados, proyecta una vida en el país en el que nació, porque, como afirma, “aunque te vaya bien profesionalmente, emigrar no es fácil para nadie. Supone un cambio de cultura, alejarte de tu familia y amigos. Significa quedarte donde no quieres estar”.