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¿Por qué emite España cada vez más gases de efecto invernadero?

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El calor sofocante que hemos sufrido en septiembre es parte de una tendencia de romper máximas que ya evidencia los efectos del cambio climático. Notamos su huella en el clima, en la gestión del agua y hasta en las rutinas de la fauna que nos acompaña. No se puede entender el fenómeno sin la incidencia de los gases de efecto invernadero (GEI), que calientan el planeta progresivamente y cuyas emisiones se han comprometido a reducir los países industrializados en el reciente Acuerdo de París. Sin embargo, atendiendo a los últimos datos, España no parece que haya estado ayudando al objetivo. Ni siquiera parece ir en consonancia con sus colegas europeos. Emitimos en 2015 un 4,23% más de gases de efecto invernadero que el año anterior, convirtiéndonos en el país de la Unión Europea líder en aumentar este registro desde 2010, según los datos avanzados por el Ejecutivo a la Comisión Europea. Las causas son complejas: se explica por nuestra predilección por el carbón, la actividad de la industria, razones metereológicas y la adicción al turismo para transportarse de los ciudadanos.

El 'mix' eléctrico, dependiente del carbón

Entendemos como mix eléctricomix la combinación de las diferentes fuentes de energía que cubren el suministro eléctrico de un país. El gráfico de 2015 señala al carbón como la principal materia prima, generando el 21,5% de la electricidad española, empatada a la cabeza con la generación nuclear. La cifra representa un 21,9% más de lo que aportó a la red eléctrica este combustible fósil en 2014. La relación parece clara: el sector energético aumentó en 2015 su emisión de los gases contaminantes que calientan la atmósfera en un 17%.

¿Y por qué generamos cada vez más electricidad dependiendo del carbón? La primera razón es la meteorológica: llovió menos ese año, por lo que las centrales hidráulicas –una energía renovable– aportaron un 28,2% menos. La responsable de Cambio Climático de WWF España, Mar Asunción, acepta la circunstancia, pero matiza: "Por una parte depende de la climatología, claro. Pero las políticas hacen que se instale más capacidad de renovables o no. Y, por otra parte, priman a las centrales energéticas de carbón".

El Observatorio de Sostenibilidad también apunta en este sentido: "El mayor uso del carbón en las plantas térmicas de producción eléctrica" incrementa las emisiones, detallan, para posteriormente añadir las razones: "Las subvenciones que recibe el carbón y unos bajos precios de los derechos de emisión de CO bloquean una mayor apuesta por las tecnologías más limpias y seguras para el clima", reza su informe Cambio climático, emisiones, evidencias y políticas.

El organismo se refiere a que el Gobierno, según un acuerdo cerrado este año, promociona el consumo de carbón nacional con una subvención de 10 euros por tonelada producida. A esto se suma que importar carbón de EEUU es cada vez más barato por la competencia que en el país americano representa el gas extraído mediante fracking. Y la tormenta negra perfecta se completa con el mercado de carbono, sistema de comercio mediante el cual Estados o empresas pueden financiar proyectos de reducción de emisión de gases más baratos que los cambios tecnológicos que requerirían limpiar su producción. El bajísimo precio de los derechos de emisión provoca que su efecto no sea disuasorio, sino que a las térmicas les salga más rentable adquirirlos y seguir utilizando carbón, que ya de por sí es barato. El siguiente mapa del Observatorio de la Sostenibilidad refleja como las mayores instalaciones contaminantes utilizan el carbón como fuente de energía.

2018 es la fecha de caducidad para las minas de carbón españolas, según el último acuerdo del Gobierno con la Comisión Europea. Se invertirán 2.130 millones en ayudas para que, llegada esa fecha, las minas no competitivas hagan efectiva su clausura. La defensa del carbón o de las energías renovables, dos conceptos antagónicos, divide a la izquierda en Asturias, en especial a Izquierda Unida.

El papel de las renovables…

Volviendo al mix eléctrico de 2015, encontramos que las fuentes renovables de energía vuelven a copar el podio de la generación de electricidad, con un 43% de los kilovatios. Una cifra significativa pero menor que la registrada en 2014. En parte por las precipitaciones, y en parte por las políticas. El efecto de las sequías se podría mitigar aumentando la capacidad y las instalaciones, pero los datos a este respecto en 2012, 2013 y 2014 se mantuvieron casi intactos, según un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, siglas en inglés) que señala que estamos estancados en los 50.000 megavatios.

La inversión se frenó bruscamente debido al conocido y polémico hachazo a las renovables del Gobierno de Rajoy. Las primas que recibía al sector se paralizaron hasta alcanzar el montante de 1.700 millones de recorte, una decisión muy criticada por las empresas por la inseguridad jurídica que generaba y que mantiene al Estado español en varios casos de arbitraje internacional.

Las asociaciones ecologistas son claras: "La política energética española va en contra de la lucha contra el cambio climático. Han hundido a muchas empresas renovables. Y, sin embargo, apoya el fracking", declara Asunción. El responsable de Cambio Climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, considera que el "descenso en la implantación de renovables" explica el aumento de emisiones, y juzga: "El modelo de crecimiento que tiene España está relacionado con nuestro consumo de combustibles fósiles. No hemos hecho el desacople de lo que es una economía baja en carbono". A juzgar por los datos y por el impasse político, mejor esperar sentados al desacople del que habla el activista.

…y el papel de la industria

No solo la generación de electricidad emite CO a la atmósfera. Hay industrias que emiten este y otros gases contaminantes como consecuencia de sus procesos, destacando el refinado de petróleo, la industria cementera y la siderúrgica. Las cementeras ya toman medidas para reducir su impacto al medioambiente, al igual que la siderurgia, aunque según explican a infoLibre desde la Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid), hay factores que no están en sus manos.

La industria del acero ha aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero un 17% en 2015 con respecto al año anterior. El encargado de medioambiente de la asociación, Santiago Oliver, explica las razones del aumento introduciendo las dos rutas que sigue la producción de acero. Una parte de la desoxidación del mineral de hierro, mediante el uso de carbón. La segunda consiste en reciclar el material mediante un horno eléctrico. El primer método es mucho más contaminante que el segundo.

Debido a las oscilaciones del mercado, en 2015 resultó mucho más caro proveerse de chatarra de acero (para la segunda ruta) que de mineral de hierro (para la primera). De ahí el aumento del 17%, explica Oliver. No pueden hacer más, justifica: "No se puede hacer todo a partir del reciclado. El mundo cada vez consume más acero. La necesidad de calentar y enfriar es inherente a la industria", argumenta. Además, según el directivo de Unesid, hay estudios que certifican que los gases que emite la siderurgia solo podrían reducirse un 15% con respecto a los registros actuales. El conocimiento científico actual no da para más. "La física es muy testaruda", concluye Oliver.

Nuestros transportes, también responsables

Los datos de 2009 del Observatorio de Sostenibilidad refleja que el 45% de las emisiones de GEI corresponden a 1.000 empresas de todos los sectores contaminantes. Y el 55% restante es responsabilidad de 46 millones de habitantes en España, en conceptos como el transporte (aproximadamente otro 45%), aún enormemente dependiente de los combustibles fósiles. En 2014, el parque móvil de vehículos comenzó a repuntar después de los descensos registrados en 2012 y 2013. En agosto, las matriculaciones de turismos crecieron un 14,61% con respecto al mismo mes del año anterior, por lo que es presumible que este crecimiento tiene relación directa con el aumento en los GEI que emitimos. Además, el parque automovilístico está envejecido, circunstancia de la que ha advertido la DGT en innumerables ocasiones: la media de edad de nuestros vehículos fue de 10,2 años en 2015, lo que incide en la seguridad y en la contaminación. El observatorio señala, además, que España está a la cabeza de las grandes economías europeas en movilidad de mercancías por carretera. Al hacerse públicos los datos de emisiones, Ecologistas en Acción criticó "la nula acción de la administración" frente a la movilidad.

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¿Y qué dicen las empresas?

En 2014 Endesa fue la líder indiscutible del dudoso honor de ser la empresa española más emisora de GEI, con 31 millones de toneladas. Le sigue a bastante distancia Gas Natural Fenosa con 10 millones, Hidrocantábrico (8,3 millones) y Repsol (7,1 millones). Un artículo de El Confidencial reflejaba que la central de As Pontes de García Rodríguez, la más contaminante de España ese año y perteneciente a Endesa, emitía cada día 1,9 toneladas de GEI: correspondiente al CO que saldría del tubo de escape de un coche que recorriera 10 veces el trayecto entre Lugo y Barcelona. Hace unos días, en un congreso organizado por El Economista, Acciona Energía, Endesa, Gas Natural y Repsol pidieron acabar con las subvenciones al carbón y establecer un precio internacional a los derechos de emisión como métodos para regularizar el sector.

El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, auguró que "la humanidad va a ser capaz gracias a la tecnología y la ambición política de contener las emisiones de CO". Por ahora, no hay ni un solo indicio que señale que España vaya a ser parte de la solución a corto y medio plazo.

El calor sofocante que hemos sufrido en septiembre es parte de una tendencia de romper máximas que ya evidencia los efectos del cambio climático. Notamos su huella en el clima, en la gestión del agua y hasta en las rutinas de la fauna que nos acompaña. No se puede entender el fenómeno sin la incidencia de los gases de efecto invernadero (GEI), que calientan el planeta progresivamente y cuyas emisiones se han comprometido a reducir los países industrializados en el reciente Acuerdo de París. Sin embargo, atendiendo a los últimos datos, España no parece que haya estado ayudando al objetivo. Ni siquiera parece ir en consonancia con sus colegas europeos. Emitimos en 2015 un 4,23% más de gases de efecto invernadero que el año anterior, convirtiéndonos en el país de la Unión Europea líder en aumentar este registro desde 2010, según los datos avanzados por el Ejecutivo a la Comisión Europea. Las causas son complejas: se explica por nuestra predilección por el carbón, la actividad de la industria, razones metereológicas y la adicción al turismo para transportarse de los ciudadanos.

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