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La enfermedad mental como insulto: Feijóo frente a la carcajada de Sánchez

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Dos años después de que un diputado del PP utilizase la salud mental para tratar de insultar a Íñigo Errejón, portavoz de Más País en el Congreso, emplazándole a ir al médico por pedir más atención pública en esta materia, las cosas parecen haber cambiado poco, al menos en una parte del hemiciclo.

Esta vez no ha sido un parlamentario anónimo, sino el mismísimo líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, quien recurrió al insulto para tratar de descalificar a su adversario, en este caso el presidente del Gobierno. Al máximo responsable del PP no le gustó nada que Pedro Sánchez se riese a carcajadas, desde la tribuna del Congreso, recordando la incongruencia que él había protagonizado semanas antes al afirmar, contra toda evidencia, que si no era presidente se debía a una elección propia y no al hecho de ser incapaz de reunir apoyo suficiente en el Congreso. 

“Hay un tic patológico ahí”, aseguró Feijóo este martes en una entrevista en Antena 3, que deberían estudiar “los que saben de esto”. “Sería bueno”, insistió, que expertos en salud mental dirimieran “si ese tipo de carcajada en el Congreso de los Diputados es normal o si, por el contrario, hay algún indicio desde el punto de vista patológico que no es menor”.

La actitud del líder del PP no es un hecho aislado. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se ha visto obligado a incoar una diligencia informativa por los comentarios vertidos en redes sociales por el titular del Juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid, Manuel Ruiz de Lara, en los que calificó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de “psicópata sin límites éticos” y de “narcisista patológico”. También siguió esa deriva la portavoz de Vox en Lorca (Murcia) Carmen Menduiña, según la cual los médicos deberían establecer que Sánchez está “mal o bien de la cabeza”. Un comentario jaleado inmediatamente en redes sociales por el diputado ultra Hermann Tertsch.

Precedentes

Las palabras de Feijóo, pronunciadas el mismo día en el que declaraba a un periódico lo poco que le gustan los insultos —“son la ausencia de razones, y a mí no me gusta practicarlos”, proclamó— son además las de un dirigente político experimentado, que ya ha presenciado episodios y polémicas parecidas. Como la que protagonizó hace algunos años uno de sus conselleiros en la Xunta, cuando se dirigió a una diputada socialista, también en el contexto de un debate sobre salud mental, diciendo lo siguiente: “¿Seguro que no está tomando ningún ansiolítico? Porque la veo muy nerviosa, muy nerviosa…”

Lo cierto es que las palabras del líder del PP no ayudan a erradicar la estigmatización de las personas con enfermedad mental, al tiempo que alientan la banalización de este tipo de dolencias al utilizarlas como insulto. Un “tic patológico”, como el que atribuyó Feijóo a Sánchez, es muy a menudo un trastorno neurosiquiátrico.

El psiquiatra José Daniel Gutiérrez no cree que el comentario fuese un error, sino un intento deliberado de relacionar al presidente con las mismas ideas preconcebidas que mucha gente tiene sobre la enfermedad mental: ignorancia, violencia o incapacidad. “Yo no creo que sea casual”, afirma. Hace lo mismo que la calle, convertir una dolencia en un insulto y, de ese modo, concluye, se retrata: “No sé si el argumento que tiene para criticar a Pedro Sánchez es para considerar que es él el que no está capacitado para ser presidente”. 

La portavoz del Movemento Galego da Saúde Mental, Rosa Cerqueiro, confirma que la actitud de Feijóo en nada beneficia a las personas con estos problemas. Son declaraciones “totalmente fuera de lugar. Parece mentira que no se aprenda”. Con esta actitud, explica, no sólo se banaliza la dolencia, sino que “se identifica un problema de salud mental con un hándicap”. Y, lo que es peor, “asociándolo con la idea de peligrosidad, que nada tiene que ver con la realidad”. “Es un despropósito”, porque además Feijóo, por la responsabilidad que ha tenido en Galicia, “sabe perfectamente de qué estamos hablando”. “Enfada mucho”, concluye, tanto a los afectados como a las organizaciones profesionales y civiles que se preocupan por este problema.

Entre el incidente de Errejón y el que ahora ha protagonizado Feijóo han pasado casi tres años y, a pesar de que el problema aparece cada vez con más frecuencia en el debate público, son pocos los avances que se han hecho en materia de recursos públicos.

Mejorar la atención

El presidente Pedro Sánchez prometió en su investidura que esta vez sí va a “garantizar que en España no haya un solo ciudadano que necesite ayuda psicológica y no pueda obtenerla”. La pandemia reveló hasta qué punto se trata de un problema desatendido: la salud mental no tiene hueco en el Sistema Nacional de Salud y su cuidado depende, casi siempre, del bolsillo de quien la nota resentida. 

La principal deficiencia es que no hay quien la atienda. Según la última Estadística de Profesionales Sanitarios Colegiados, publicada por el INE en mayo con datos del año 2022, en España hay 38.427 psicólogos clínicos, tan sólo 2,2% más que un año antes. Por cada 1.000 habitantes, tan sólo suponen 0,8. 

En cuanto al número de psiquiatras, la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) denunció el pasado mes de junio que la ratio es "claramente inferior a la media de los países de la Unión Europea". Concretamente, hay 4.393 psiquiatras en la red pública de atención a la salud mental, lo que supone una ratio de 9,27 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, una cifra muy lejana a los 14 de Portugal, a los 15 de República Checa, a los 23 de Francia o a los 28 de Alemania. 

La nueva ministra de Sanidad, Mónica García, tendrá ahora la oportunidad de hacer realidad planes como el que presentó en marzo de 2021 para Madrid, diseñado para que la espera para psicología o psiquiatría no superara los diez días. Hizo de esta propuesta, además, una apuesta concreta: que ir a terapia no sea “algo vergonzante”, sino algo “cotidiano”. Y puso el foco entonces en una juventud “que tiene más ansiolíticos en la mesilla que perspectivas de futuro”. 

García ya ha dado un primer paso. Su ministerio contará con un comisionado especial sobre salud mental. “Será una línea de trabajo fundamental”, dicen desde su equipo. Ahora falta todo lo demás.

“Rabia y rencor”

Las palabras de Feijóo, en todo caso, no quedaron sin respuesta. El portavoz parlamentario del PSOE, Patxi López, fue el más duro. Acusó al líder del PP de “cruzar todas las líneas de la decencia”. “Manifiesta una falta de respeto absoluto” y evidencia que no tiene “ni una mínima educación”.

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“Es la demostración de que cuando no se tienen ideas, cuando no se tienen argumentos, porque no se sabe qué decir, se recurre exclusivamente al insulto y a la descalificación, que es lo que lleva haciendo el Partido Popular desde hace demasiado tiempo”, criticó López. 

Feijóo “ha convertido en rabia y en rencor su frustración por no ser presidente del Gobierno”. “Y sobre la rabia y el rencor no se puede construir nada positivo, no se puede edificar ningún proyecto político que merezca la pena”, remachó.

La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, también se refirió a este asunto al término del primero Consejo de Ministros de la legislatura. En respuesta a las preguntas de los periodistas, afeó a Feijóo sus palabras y se mostró convencida de que la mayoría de españoles no se siente reconocido en ellas, ni siquiera sus propios votantes. Los ciudadanos esperan de sus líderes políticos “mesura, tranquilidad” y que no caigan en descalificaciones.

Dos años después de que un diputado del PP utilizase la salud mental para tratar de insultar a Íñigo Errejón, portavoz de Más País en el Congreso, emplazándole a ir al médico por pedir más atención pública en esta materia, las cosas parecen haber cambiado poco, al menos en una parte del hemiciclo.

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