Ana López trabaja como enfermera en un centro de salud de la Comunidad de Madrid desde 1996. Se considera afortunada porque su caso no es habitual. Lo normal, lamenta, es que el personal sanitario de la atención primaria rote de un lugar a otro sin que le dé tiempo a conocer a sus pacientes del todo. A ella no le ha ocurrido. En estos 26 años, sin embargo, lo que sí ha tenido que soportar es ver cómo la calidad de la atención a los pacientes ha sufrido un deterioro "absoluto" desde que la expresidenta conservadora Esperanza Aguirre impuso el Área Única Sanitaria. Fue en 2010. "Desde entonces la atención primaria va en picado y la pandemia ha sido la excusa perfecta para liquidarnos del todo", dice. Tanto es así, que Mari Paz, enfermera de un centro de salud en Villaverde que prefiere no dar su nombre real, asegura que hay "mucha gente que se está planteando seriamente dejar la profesión". "El sueldo que tenemos y la responsabilidad que nos exigen no es algo que encaje", critica.
Las últimas decisiones adoptadas por el Ejecutivo conservador de la Comunidad han conseguido, según López, echar "más leña al fuego" al enfado que ya tenían las enfermeras de atención primaria como ella. Han sido, concretamente, dos. Por un lado, el pasado 7 de junio se hizo público el borrador de un nuevo protocolo para regular el funcionamiento de los centros de salud madrileños. Su título, Procedimiento de actuación ante ausencia de médico de familia en centros de salud, ya es toda una declaración de intenciones. El documento viene a reconocer que existe un "déficit" de médicos de familia, una problemática que, sin embargo, no resuelve y carga sobre los enfermeros y enfermeras. Ellos serán los que tendrán que decidir, según lo que marca ese protocolo, cómo actuar ante un paciente.
Por otro lado, la Comunidad de Madrid acabará para siempre con los 37 servicios de urgencias de atención primaria (SUAP) que llevaban más de dos años cerrados. En su lugar, se abrirán 17 Puntos de Atención Continuada, de los cuales siete, según informó el propio Ejecutivo, no tendrán médico. Serán "Cuidados de Enfermería". Para Marisa Fernández, enfermera en otro centro de salud y portavoz de CCOO, esto no es más que "un parche". "Ya teníamos PAC en los años 80. Es adonde acudían los pacientes a solventar una cura o a que les pusieran una inyección. No eran servicios de urgencias como eran los SUAP", critica. Ahora, según prevé, tampoco funcionarán como tales. "A la Consejería de Sanidad parece que le produce sarpullido todo lo que suena a atención primaria. Ahora mismo los centros de salud no están cerrados, pero no hay asistencia sanitaria en todos" en su horario completo, lamenta.
Precisamente porque no hay médicos, como ha asumido la propia Comunidad de Madrid. Según los sindicatos, en la región hacen falta 600 médicos de familia más para una atención adecuada. Pero es complicado encontrarlos por las condiciones de "maltrato" que soportan, según explica Inma Martín, enfermera y delegada de UGT, que teme que ocurra lo mismo con las enfermeras. "Tememos que se vayan, igual que los médicos. Si a la enfermería se la carga con más tareas y se ve ante situaciones que no puede resolver, nos podemos encontrar ante esa situación", augura.
Por ahora no ocurre, aunque el enfado por las últimas decisiones es unánime, según aseguran todas las profesionales consultadas por infoLibre. En primer lugar, porque se ha elaborado un protocolo sin contar con su opinión que viene a protocolizar funciones que, sin estar por escrito, ya asumían. "Todos los centros de Villaverde han estado sin médico o sin pediatra en algún momento, de forma temporal o permanente, y han seguido abiertos", explica Maripaz. Eran enfermeras como ella las que, ante un paciente sin médico, valoraban si se le podía dar una cita presencial o telefónica para más adelante o era necesaria una derivación inmediata. Lo que ahora establece el protocolo, en síntesis.
"El protocolo ha venido a regular una situación que ya se estaba dando. No estamos tan enfadados por eso, sino por cómo lo han hecho. El documento está muy mal diseñado y nos hace resolver a nosotros el problema" de la falta de médicos, se queja López, que incide en que uno de los valores de la atención primaria es, precisamente, el trabajo en equipo. "Una de nuestras bases es la formación de equipos estables, y hace años que no tenemos eso", lamenta.
Además, consideran el protocolo una falta de respeto hacia ellas como profesionales. "La enfermería española es una de las mejor preparadas, nadie nos tiene que decir cómo actuar cuando hay médico o cómo actuar cuando no lo hay", replica Fernández, que trabaja en la atención primaria desde 1984. "La enfermería tiene la capacidad para ejercer su trabajo, pero si nos siguen maltratando al final la gente no va a querer trabajar en esto", lamenta.
Mismas manos y especialización
Juan José Jurado también es enfermero. Trabaja en un centro de salud de Fuenlabrada y además es vocal de la Sociedad Madrileña de Enfermería Familiar y Comunitaria (SEMAP). Opina, igual que Fernández, que la enfermería puede acaparar más funciones, con o sin protocolo. Es más, asegura que hay muchos procesos que, directamente, no necesitarían de un médico. Y agilizarían la atención. Una persona con gastroenteritis, pone de ejemplo, podría ser atendida por una profesional como él. "Muchas de las cosas que hasta ahora se demandan en las consultas posiblemente no necesiten de un médico, así que está bien que haya procesos que asuman las enfermeras", dice. "Ahora bien, no a pelo", añade.
En primer lugar, reclama más manos. "Para hacer esas cosas que hasta ahora no teníamos que hacer, como pudiera ser resolver un catarro, tenemos que ser más", dice. La ratio de enfermeras en la Comunidad de Madrid es la más baja de toda España. Según la cifra de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), hay 0,50 profesionales de enfermería en atención primaria por cada 1.000 habitantes. La media de toda España, en cambio, se sitúa en 0,7, con La Rioja a la cabeza (tiene 0,91 enfermeras por cada 1.000 habitantes).
La cosa tampoco parece que vaya a mejorar. Al menos a corto plazo. Según datos de UGT, el pasado 21 de junio se ofertaron 119 plazas, de las cuales solo se cubrieron 79. "Volvemos a insistir a la gerencia de Atención Primaria que, ante la falta de efectivos y suplentes, y aunque sea una medida que reconoce la mala gestión que se lleva haciendo años desde la Consejería, insistan en que se autoricen las prolongaciones de jornada de enfermería en Atención Primaria antes de que las instrucciones lleguen cuando no haya nada que resolver en los centros porque la falta de efectivos sea imposible de gestionar, ni siquiera doblando turnos", pidió el sindicato.
En segundo lugar, Jurado reclama que las profesionales de enfermería de los centros de salud sean especialistas. "Es necesario para tener un mayor conocimiento", dice. Ahora mismo, según explica, para trabajar de enfermera en un centro de salud no es necesario hacer los dos años de residencia tras el examen EIR (enfermero interno residente). Sí ocurre, por ejemplo, para ser matrona. "Llevamos años permitiendo que profesionales de otros ámbitos lleguen a la primaria sin conocer las competencias específicas que exige. ¿Alguien se imagina que una enfermera aterrizara en una UCI sin haberse formado para ello? ¿Y en unas urgencias?", se pregunta López.
Capacidad de prescribir
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En tercer lugar, lo que también reclama Jurado es que se les habilite la prescripción de ciertos tratamientos. En teoría pueden hacerlo, el problema es que en Madrid, y en la práctica, no les está permitido. Para entenderlo hay que remontarse al año 2018. Fue entonces cuando el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto por el cual los profesionales de enfermería podrían comenzar a recetar medicamentos y dispensar las vacunas. Según dijo el Gobierno entonces, la norma nacía por la necesidad de "aportar seguridad jurídica" al manejo de medicamentos que este colectivo usaba ya "habitualmente".
Según explica Jurado, esto habilitó a prescribir productos sanitarios (como una sonda, por ejemplo), medicamentos de venta libre en farmacias y tratamientos que necesitan receta médica. Ahora bien, son necesarios protocolos para hacerlo. Y solo hay uno: el que permite dispensar medicamentos para heridas crónicas o úlceras que fue aprobado en 2020. "Si quieren que me encargue de las infecciones de orina, de acuerdo, pero tengo que poder prescribir un antibiótico", se queja Jurado. Mientras tanto, será complicado asumir más tareas.
Por el momento, lo que todas las fuentes consultadas por infoLibre reclaman es que dejen de darse pasos orientados al desmantelamiento de la atención primaria. Y sobre todo, que dejen de darse sin contar con los profesionales. "Estamos continuamente sometidos a cambios que nadie nos consulta. Más que la sobrecarga, que siempre ha existido, el problema es el estrés que nos está generando la toma de decisiones en las que no participamos", critica Fernández. "La carga emocional está siendo muy fuerte, y está cayendo sobre profesionales que se han quedado muy tocados tras la pandemia", sentencia.
Ana López trabaja como enfermera en un centro de salud de la Comunidad de Madrid desde 1996. Se considera afortunada porque su caso no es habitual. Lo normal, lamenta, es que el personal sanitario de la atención primaria rote de un lugar a otro sin que le dé tiempo a conocer a sus pacientes del todo. A ella no le ha ocurrido. En estos 26 años, sin embargo, lo que sí ha tenido que soportar es ver cómo la calidad de la atención a los pacientes ha sufrido un deterioro "absoluto" desde que la expresidenta conservadora Esperanza Aguirre impuso el Área Única Sanitaria. Fue en 2010. "Desde entonces la atención primaria va en picado y la pandemia ha sido la excusa perfecta para liquidarnos del todo", dice. Tanto es así, que Mari Paz, enfermera de un centro de salud en Villaverde que prefiere no dar su nombre real, asegura que hay "mucha gente que se está planteando seriamente dejar la profesión". "El sueldo que tenemos y la responsabilidad que nos exigen no es algo que encaje", critica.