LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Europa camina hacia la reducción de jornada mientras en España la patronal permanece parada

El escenario del 23 de julio pronostica duras batallas en las elecciones vascas, gallegas y catalanas

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, junto al portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, y el lehendakari Iñigo Urkullu, en la noche electoral.

Los españoles depositaron su voto el pasado 23 de julio en unas elecciones históricas. Y ahora arranca el proceso hacia la investidura, donde Pedro Sánchez es el candidato con más posibilidades de hacerse con La Moncloa a través de una mayoría progresista en el Congreso de los Diputados. Pero los resultados también se miran con lupa de cara a próximas batallas en las urnas.

Y es que tras las elecciones autonómicas y municipales del 28M y las generales, el calendario electoral se retomará, si no hay sorpresas, el año que viene. Los ciudadanos tendrán que introducir su papeleta en junio en las europeas, pero, además, el foco estará principalmente en los comicios de Euskadi y Galicia, con la vista también puesta ya en las catalanas, que teóricamente serán en febrero de 2025.

En estas tres comunidades los resultados del 23J anticipan una vertiginosa lucha electoral, que también influye en los pactos en Madrid y que hace que los partidos tomen nota y afinen sus estrategias. El País Vasco se prepara ya para unos comicios apasionantes, cuyo horizonte está previsiblemente en el 9 de junio junto a las europeas y que pueden remover el tablero.

Bildu en ascenso, el PNV receloso

En estas elecciones generales el PSE-EE dio la sorpresa, convirtiéndose en la primera fuerza en Euskadi en votos, con el mismo número de diputados (5) que EH Bildu y el PNV. Los nacionalistas vascos han sido la formación que más pujanza ha perdido en esta cita, al dejarse un escaño por el camino y bajar el porcentaje de voto del 32,19 al 24,05. Esto supone un serio aviso para los de Iñigo Urkullu. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, los ha intentado atraer para una investidura, algo que rechazó de manera tajante Andoni Ortuzar de manera inmediata. Ahí estaban varias variables en juego: no se pueden permitir una imagen junto a la ultraderecha de Vox, se podía romper el pacto con los socialistas en el Gobierno autonómico y dejaría mucho espacio a un Bildu en ascenso.

En EH Bildu tienen el convencimiento de que se encaminan también hacia un crecimiento en las próximas elecciones vascas, con su fuerza aumentando gracias incluso a las críticas de las derechas y con su trabajo silencioso en el Congreso para apoyar medidas sociales de la coalición PSOE-Unidas Podemos. De hecho, esa seguirá siendo su estrategia como se ha podido comprobar con su apoyo al bloque progresista desde la misma noche del 23J. Y no han puesto líneas rojas o condiciones para ese ‘sí’ al socialista.

En las pasadas elecciones vascas el resultado fue: PNV (31 escaños) EH Bildu (21), PSE-EE (10), Podemos (6), PP+Cs (6) y Vox (1). En las municipales de mayo, el PNV se impuso, por poco, a EH Bildu, con un 31,69% frente a un 29,21%, pero este segundo partido lo superó en concejales (1.050 frente a 981). En el escenario posterior de pactos, PNV y PSE se aliaron para amarrar las tres diputaciones forales y los principales ayuntamientos (Bilbao y San Sebastián para los peneuvistas y Vitoria para la socialista Maider Etxebarria).

La izquierda mira al número de votos en Galicia

Las elecciones gallegas también presentan muchas incógnitas. Serán las primeras a las que no concurra Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta desde 2009 y 2022 y experto en encadenar mayorías absolutas en su tierra. Esto supone toda una prueba de fuego para los populares, que tiene como nuevo líder autonómico a Alfonso Rueda. Sus rivales en la oposición lo ven como un blanco mucho más fácil, al tener menor carisma que su antecesor y una imagen más elitista. No es un animal político, resumen fuentes socialistas gallegas. Además, hay un factor que puede ser determinante para la oposición: desaparecerá el tirón de Feijóo al no conseguir La Moncloa.

La noche del 23J reveló una radiografía que deja muchas puertas abiertas para los comicios gallegos. El PP subió, respecto a cuatro años atrás, y ha aumentado en escaños (sumando más que todos los conseguidos por las izquierdas). Ha habido un efecto Feijóo en ese resultado, pero también hay otra lectura: el bloque de la izquierda resultó muy competitivo en el número de votos. El PSdG (29,84%), Sumar (10,94%) y el BNG (9,48%) ganaron en votos a las derechas al aglutinar al 50,26%.

En la izquierda confían en que estos resultados totales de voto tiren en las próximas gallegas. El PP autonómico ha tenido la tentación de adelantar las elecciones, pero al final no se ha tomado esa decisión. Al calor de los resultados, Rueda precisamente enfrió esa posibilidad de ir antes a las urnas. El presidente regional indicó el lunes ante la cúpula de los populares en Galicia que mantendrá a la Xunta lejos de “problemas, tensiones o chantajes”: “Intentaremos estabilidad, cereza y, siempre que podamos, soluciones”. 

La izquierda apela a ese número de votos y a la debilidad de la figura de Rueda, en cambio, como principales motores de esperanza de que pueden vencer. Con otra gran pugna dentro de los progresistas entre el BNG y el PSOE. Los primeros son ahora la principal fuerza de la oposición, pero los de Pedro Sánchez recuerdan que han sido segundos en las generales, al igual que en las municipales de mayo (donde le sacaron doce puntos a los nacionalistas).

El PSC, cada día más fuerte en Cataluña

Y, tras el 23 de julio, también Cataluña vuelve a tener casi todo el foco. Las generales han dejado una victoria arrolladora del PSC, con una lista encabezada por Meritxell Batet en Barcelona. Los socialistas consiguieron 19 escaños, con un 1,2 millones de votantes, lo que supone un incremento de siete diputados y su mejor resultado desde hace quince años. Pero, además, Sumar se aupó al segundo puesto, logrando siete puestos en la Carrera de San Jerónimo con sus más de 493.000 papeletas.

El gran perdedor en esta cita ha sido el independentismo, ya que sólo ha logrado 14 diputados (7 para ERC y 7 para Junts, quedándose fuera la CUP). El PP, que obtuvo seis representantes, tuvo más votos que Esquerra o Junts. Pero los soberanistas tienen la llave de la gobernabilidad porque son necesarios para la investidura de Pedro Sánchez. Los de Pere Aragonés ya han dicho que sí a esa investidura, por lo que ahora todos miran al partido de Míriam Nogueras, que debe abstenerse para allanar el camino al PSOE y Sumar.

Todo esto con un panorama en Cataluña, donde gobierna ERC en solitario tras romper el Govern junto a Junts. En los últimos tiempos Aragonès ha mirado al PSC, con el que pactó los últimos presupuestos autonómicos, además de con los comunes. El independentismo se debate si volver a posturas más maximalistas viendo cómo la complicidad con los socialistas se ha convertido precisamente en un bocado en sus electores. 

En Ferraz piensan que habrá investidura, dando por hecho el apoyo de ERC y también de Junts. Sobre estos últimos, dicen que, una vez maduren los resultados, no tendrán otra opción que avenirse a facilitar la situación a Sánchez porque no se pueden permitir apoyar al PP y Vox y una repetición electoral les vendría “fatal”. Además, Ferraz tiene otro as en la manga: de ellos puede depender que Esquerra y Junts tengan grupo parlamentario en el Congreso, lo que se traduce en más protagonismo y más presupuesto.

El independentismo, no obstante, defiende que estos resultados no son extrapolables a unas catalanas porque se ha votado en clave más nacional y con la idea de un voto útil desde Cataluña para parar a Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Además, los datos alejan la posibilidad de un adelanto electoral porque el independentismo no está en su buen momento, con Aragonès haciendo equilibrios para sacar las leyes con un Govern en minoría. En el PSC creen que en la próxima cita subirán, ya fueron primera fuerza con Salvador Illa en 2021, pero que esta vez sí tendrán posibilidades de articular un Ejecutivo.

Más sobre este tema
stats