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España se recoloca en el mundo: más influencia en la UE y un poder blando a base de cultura y deporte

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Kristen Stewart se acerca al micrófono. El cine europeo está pendiente. Todos sueñan en ese momento con un Oso de oro. De la Potsdamer Platz al mundo. Toca el premio de interpretación y la actriz desliza en castellano: 20.000 especies de abejas. Revuelo en el patio de butacas. Aplausos. Sofía Otero, una niña española de nueve años, acaba de vencer. El jurado está conmovido con la verdad que transmite.

Es finales de febrero y la película pasó por el festival de Berlín tocando a todos los que la han visto, con la historia de una niña trans en un pueblo del País Vasco. Y apenas minutos antes en el escenario también hacía presencia otra española, Carla Simón, como miembro del jurado de uno de los cuatro grandes certámenes del mundo. Ella había arrasado un año antes allí mismo con la joya de Alcarràs.

Pero ese mismo fin de semana, el último de febrero, en otra de las grandes capitales europeas, con unas horas de diferencia, se abría otro sobre en un teatro con un nombre español. Rodrigo Sorogoyen entraba en el cielo del cine francés, ganando en París el Cesar a mejor película extranjera con As bestas, que ha sido un bombazo en taquilla en el país vecino. Le aplaudían allí mismo Monica Bellucci, Tahar Rahim y Brad Pitt. Le acababa de ganar a los mismísimos Ruben Östlund, con El triángulo de la tristeza, y Lukas Dhont, con Close. Pero es que también estaba sentado a unos metros Albert Serra, con su Pacifiction, que hace lograr el premio a la fotografía a Artur Tort, de Vic (Barcelona).

En España se habla con mucha pasión de lo que pasa dentro, pero ahora mismo están pasando muchas cosas fuera con españoles como protagonistas. Y es que el país se reposiciona en estos momentos en el mundo y está encontrando un nuevo lugar. Después de duros años en los que acaparó portadas por la crisis económica. La imagen de España ahora se asocia a un país que quiere jugar un papel más relevante en la Unión Europea y que tiene como punta de lanza el deporte, la cultura y el idioma. Se presenta ante el mundo con una renovación generacional.

España quiere acuerdos en la Presidencia de la UE

Esto llega en un momento en el que España asumirá a partir de julio la Presidencia española de la Unión Europea, en la que el Gobierno se ha implicado al máximo y que quiere que sea un éxito con el mayor número de acuerdos posibles. Pedro Sánchez lleva ya dos minigiras para preparar este periodo, que estará marcado por la guerra de Ucrania y sus efectos económicos, aunque también habrá aspectos vitales como la negociación de un pacto migratorio y de las futuras reglas fiscales.

España también ha dado la lucha durante estos años en la UE con debates que se han abierto camino y que sitúan al país como referente como los fondos europeos Next Generation, convirtiéndose en el alumno más aplicado del club europeo y recibiendo seis mil millones de euros en el último desembolso de mediados de febrero, y la excepción ibérica, que ahora quiere trasladarse a otros países del continente.

A pesar de la crispación que se ve todos los días en el Parlamento, la democracia española acaba de recibir dos buenas noticias. España ha recuperado posiciones en la lista de calidad democrática V-Dem, que coordina la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y ocupa el puesto 16. En el grupo con mejores notas sólo hay 18 naciones en el mundo. Además, el pasado mes de febrero The Economist volvió a situar a España en el club de las “democracias plenas” en el mundo, situándose en el puesto número 22.

Los medios internacionales miran a España frente al ruido interior

En España se vive como un terremoto político la modificación de la ley del solo sí es sí. Pero en el extranjero miran atentamente y aplauden las políticas feministas y LGTBI del país. La revista Time dedicó el pasado mes de febrero un amplio reportaje a Irene Montero y la ley trans ha acaparado la atención y alabanzas de muchos medios internacionales, con La Repubblica, calificándola de “histórica”, y The Guardian, hablando de la innovación que supone. En una reciente rueda de prensa en Eslovenia, a Pedro Sánchez le preguntaron por la polémica del sí es sí. Entonces pidió intervenir el primer ministro de ese país, Robert Golob, que dijo que las políticas españolas sobre mujeres y LTGBI son “un ejemplo a nivel europeo”. “No sois conscientes”, lanzó ante los periodistas españoles.

Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor en el departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, cree que esa dimensión internacional de España queda “un poco oculta” con el “ruido y la polarización” interna. Recuerda hechos como la cumbre de la OTAN en Madrid, el discurso de Pedro Sánchez ante el Parlamento en Kiev y la buena relación que hay ahora con la Casa Blanca o el Palacio del Eliseo. Pone énfasis en ese tratado de Barcelona con el país vecino y la relación con Alemania, donde el presidente español participó en una reunión del propio Consejo de Ministros.

“Hay una parte del panorama político, mediático e intelectual que desdeña esa realidad, y luego se fijan en puntos más discutibles como el Sáhara occidental y la relación con Marruecos o la atención del Parlamento Europeo con los fondos”, reflexiona Molina. “Es verdad esta idea de que España vuelve –señala–. Pero no es tanto que España esté boxeando por encima de su peso, sino que en el pasado se ha hecho bastante mal. Estamos volviendo a la normalidad. Es uno de los grandes estados de la UE y un miembro muy importante de la OTAN. Es una gran potencia cultural”.

Mira hacia atrás: “Primero fue la decisión de Aznar con la guerra de Irak. Desde ahí hemos ido con el pie cambiado. Zapatero, aunque tenía una posición diametralmente opuesta, no sirvió para enmendar eso. Tuvo un perfil exterior bajo, no le gustaba la política internacional. Luego vino la crisis de 2008, que se convirtió en una de deuda pública en 2010, y que crea a partir de 2012 una crisis del sistema político. España perdió influencia. Han sido muchos años, por unos motivos y por otros, donde no se ha cogido el tono. Rajoy tampoco tuvo un perfil internacional muy grande. Y le tocó lidiar con la crisis territorial y política”.

Ahora, indica Molina, Sánchez sí tiene un perfil internacional. “Y se hacen las apuestas correctas. Ayuda la pandemia, el Brexit, Trump y la guerra de Ucrania. Es decir, España se coloca donde tiene que colocarse. No se han cometido cosas extrañas en las posiciones con los socios”, agrega. “España es un país muy importante, se ha empezado a recuperar ese tiempo perdido”, resume. “No es tanto decir qué maravilla, sino que hemos pasado muchos años haciéndolo mal o perdiendo influencia”, comenta el investigador, que dice que la cultura es un elemento muy importante. No se olvida de que la población española es europeísta “y ahora también atlantista”. “Aunque nos peleamos en lo doméstico, en política exterior somos un país de bastantes consensos”, incide el profesor. E insiste en la importancia que tiene la lengua española ahora de cara al exterior.

La importancia del español y la música

Según el anuario 2022 del Instituto Cervantes, el español sigue creciendo y roza los 500 millones de hablantes nativos. Y está en 595 millones, cuatro más que en 2021, si se suman quienes tienen competencia limitada y los estudiantes. Casi 24 millones de personas lo estudian en estos momentos como lengua extranjera. Se trata de la segunda lengua materna en el mundo y la cuarta en el cómputo global (sólo superada por el inglés, el chino y el hindi). Los hablantes de español tienen un poder conjunto de compra del 9% del PIB y en 2060 Estados Unidos se convertirá en el segundo país hispanohablante del mundo, sólo superado por México.

Y esa fiebre por el español en Estados Unidos tiene en una española a uno de sus rostros más famosos: Rosalía. La barcelonesa se ha convertido en un fenómeno global. Hace unas semanas volvía a batir otro récord, logrando el Grammy al mejor álbum latino rock o alternativo con Motomami. Pero es que el 2 de marzo triunfaba en el Youtube Theatre de Los Ángeles ganando el premio de productora del año en los Billboard Women in Music. Ella pisará escenarios durante su gira que parecían imposibles para los artistas españoles, como el Coachella, en EEUU, el festival más importante del mundo, compartiendo cartel con Bad Bunny, Blackpink, Frank Ocean y Björk. La islandesa hace apenas una semana decía esto de la cantante española en una entrevista en Icon: “El apetito por la música en español estaba ahí y vino Rosalía y lo activó”.

Hay otro español al que no le asustan las cifras de vértigo de Rosalía porque las supera incluso en algunos apartados, y su nombre lleva meses en boca de todo el planeta. Se trata de Quevedo, que el pasado mes de julio se situó como el primer español en alcanzar el número uno de Spotify Global, con el tema Quédate, junto al argentino Bizarrap. No pudieron con él ni Harry Styles ni Kate Bush. Y tan sólo con 22 años. En España queda mucha música por delante y uno de los grandes anuncios ha sido que Andalucía acogerá la próxima gala de los Grammy latinos en noviembre, con Sevilla en el punto de mira (una ciudad que ha apostado también en los últimos años por los grandes eventos internacionales como los Premios Europeos del Cine o el desfile de alta costura de la maison Dior).

Sobre la importancia de la cultura en estos momentos se pronuncia Ángel Badillo, profesor de la Universidad de Salamanca y especialista en geopolítica de la cultura y relaciones internacionales. Hace este análisis: “La dimensión suave o blanda de nuestra proyección exterior es uno de los ejes más valiosos de la presencia de España en el mundo”.

“Casi la cuarta parte de nuestra proyección en el mundo es soft power, gracias a dimensiones como la ciencia, el turismo, las migraciones, el deporte o la producción cultural. Una parte muy importante de la visión de España en el mundo está vinculada al español, un idioma que compartimos como lengua materna con 500 millones de personas en el mundo. En los últimos años, el papel del fútbol en esa proyección ha sido determinante, en particular el FC Barcelona y el Real Madrid como marcas globales, reconocibles y asociadas a España en todo el mundo. El resto de las dimensiones de presencia blanda hacen a España un país reconocible, identificable y muy valorado en todo el mundo, especialmente entre los países occidentales, en África y Asia”, comenta.

Y añade: “Ciertos campos de la producción cultural contemporánea son muy valiosos y tienen cierto reconocimiento, pero debemos ser prudentes”. Y hay que serlo porque hay casos de éxito cultural que son “aislados” como Pedro Almodóvar, que volverá al festival de Cannes en mayo con un western con Pedro Pascal, un fenómeno que no es comparable con la “globalidad del deporte y del fútbol”.

De Ester Expósito a Carlos Alcaraz

También cita Badillo el fenómeno de La casa de papel, una de las series de Netflix más vistas en todo el mundo en los últimos años. España también ha apostado por el mundo catódico y quiere convertirse en un hub audiovisual. Ya ha conseguido colarse también en los televisores de muchos países gracias a Élite, que ha catapultado a nivel mundial a sus protagonistas, como Ester Expósito (la española con más millones de seguidores en Instagram) y Manu Ríos (que estará en el western de Almodóvar y que fue uno de los invitados estrella por Vogue en Nueva York en la gala Met). Veneno, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, se ha situado como una serie de referencia mundial para el colectivo LGTBi (The New Yorker la eligió entre las mejores series del año en 2020). Al otro lado del charco habrá mucha presencia española también en los Oscar, con Antonio Banderas como uno de los presentadores y con la hispanocubana Ana de Armas, nominada a mejor actriz por Blonde.

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Esa pasión por lo español fuera ha quedado retratado en blanco y negro en el último número de la revista Dust, una de las biblias mundiales de la modernidad. Ha sacado un cuidado especial titulado The Spanish Issue con diferentes portadas para coleccionistas con Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, Bad Gyal, Manu Ríos, Martiño Rivas, Rossy de Palma, Jon Kortajarena y Miriam Sánchez, y con retratos dentro de Guitarricadelafuente, Ana Rujas, Lys Duval y Lola Rodríguez.

Son las nuevas estrellas de un país en el que el deporte sigue estando a la cabeza a la hora de venderse allende los Pirineos. Estos días era la despedida oficial de Pau Gasol en la sede de Los Angeles Lakers, haciendo llorar a seguidores de todo el mundo. Y siguen ahí ondeando la bandera Rafa Nadal y Fernando Alonso, pero con jóvenes ya concentrando miradas y portadas como Carlos Alcaraz. 

Un país cuyo atractivo se ve en las cifras del turismo, con 71,6 millones de extranjeros visitando España el pasado año, alcanzando casi los datos prepandémicos y mejorándose los registros de estancia media y de gasto por persona respecto a 2019. Principalmente vienen de Reino Unido (15,1 millones de turistas), Francia (10,1 millones), Alemania (9,8 millones), Italia (algo más de 4 millones) y Países Bajos, con 3,9 millones, según los datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Los destinos predilectos: Cataluña, Balears, Canarias y Andalucía. España se recoloca en el mundo.

Kristen Stewart se acerca al micrófono. El cine europeo está pendiente. Todos sueñan en ese momento con un Oso de oro. De la Potsdamer Platz al mundo. Toca el premio de interpretación y la actriz desliza en castellano: 20.000 especies de abejas. Revuelo en el patio de butacas. Aplausos. Sofía Otero, una niña española de nueve años, acaba de vencer. El jurado está conmovido con la verdad que transmite.

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