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Europa apuesta por una desescalada más lenta que la española desde unas restricciones más duras

Tras una relativa uniformidad en el impacto de la pandemia en Europa durante la primera y la segunda ola, la tercera ha terminado de romper cualquier viso de similitud en cuanto al impacto de la pandemia. Los países que abordaron una Navidad con menos restricciones han tenido picos mucho menos agudos: los que permitieron con más o menos manga ancha las reuniones sociales y familiares lo han pasado muy mal. Sin embargo, la mayoría de los países de nuestro entorno han tomado medidas más centralizadas y duras cuando la transmisión arreció y ahora abordan una desescalada más lenta que la española. Italia es la única con limitaciones a la actividad económica más laxas que las de la mayoría de las comunidades autónomas, pero nunca sufrió una tercera ola como tal. 

En España, la decisión sobre las restricciones al covid recae únicamente en las comunidades autónomas: el Gobierno central se está encargando de recopilar los datos, de emitir recomendaciones, de coordinar las decisiones que competen a las fronteras del país y de implantar los marcos legales comunes, como el estado de alarma, que permiten a las regiones endurecer sus políticas –a no ser que un juez diga lo contrario, como en el caso de Euskadi–. El país acaba de salir del riesgo calificado de extremo según el semáforo covid aprobado por el Consejo Interterritorial, pero aún queda para bajar hasta las cifras que permiten controlar la pandemia. 

La incidencia acumulada (casos/100.000 habitantes) actual no está muy lejos de la registrada en grandes países como Portugal, Reino Unido, Francia o Alemania. Sin embargo, la desescalada de las comunidades sí que lo está. Madrid no ha llegado nunca a cerrar al menos el interior de la hostelería a pesar de que bordearon durante la tercera ola los 1.000 casos de IA a 14 días. Castilla-la Mancha, Euskadi –obligada por el juez–, Extremadura, Galicia y Navarra han reabierto la hostelería. La Comunitat Valenciana y Cataluña prevén hacerlo en los próximos días. Andalucía solo clausura servicios no esenciales cuando se superan los 1.000 casos de incidencia, con un sistema similar que Baleares o Aragón, que no han modificado sus baremos pero que desconfina progresivamente los territorios con mejor tendencia. Cantabria permite la apertura de locales comerciales, pero mantiene cerrado el interior de bares y restaurantes; al igual que Asturias en 17 municipios de "riesgo extremo". En cinco de ellos la hostelería sigue completamente cerrada. 

Reino Unido fue, a principios de enero, el país más afectado del continente por la pandemia. Actualmente, su incidencia acumulada a 14 días es algo mayor que la española (243,8, frente a 219), aunque a 7 días sí están mejor. Los comercios no abrirán en todo el país hasta el 12 de abril y los bares y restaurantes hasta el 17 de mayo, según el plan para la desescalada aprobado este pasado lunes por el Gobierno del tory Boris Johnson. Pese a estar más afectado por la variante B117, identificada por primera vez en territorio británico, su pico durante la tercera ola solo se distanció del pico español, alcanzado semanas más tarde, por unos 100 casos en cuanto a la incidencia a siete días, como se puede comprobar en el gráfico. 

La diferencia en cuanto a gestión y en cuanto a precaución frente a una posible cuarta ola, que en todo caso llegaría debilitada por el efecto de la vacunación, es notable. Pero no es el único país que se desmarca del plan español. En Francia, de hecho, aún no se plantea una desescalada desde el cierre parcial del país impuesto desde noviembre que logró evitar la tercera ola, pero que aún no ha conseguido bajar los datos hacia números más aceptables –se han estancado en los 400 casos–. El toque de queda se aplica desde las 18 horas hasta las 6 del día siguiente. Los bares y los restaurantes están cerrados: de hecho, algunos jóvenes franceses aprovechan la laxitud de Madrid para viajar hacia nuestras latitudes en busca de fiesta.

Alemania tampoco se plantea, al menos hasta el 7 de marzo, rebajar las medidas, que implican la clausura de todo el comercio no esencial. Lo único en lo que han cedido los länders es en la apertura de las peluquerías. El país sufrió una meseta a partir de la segunda ola y solo empezó a bajarla a mediados de enero, aunque en los últimos días ha vuelto a un ligero crecimiento. En todo caso, a excepción de diciembre, los germanos se han mantenido por debajo en incidencia de sus competidoras.competidoras

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En cuanto a Italia, la historia es completamente distinta. El Ejecutivo por entonces dirigido por Giusseppe Conte no relajó las medidas por Navidad, sino que las endureció. Y al igual que Alemania, no sufrió un aumento considerable de casos tras las fiestas, aunque su segunda ola alcanzó máximos no vistos en España durante las mismas fechas –pero sí superados aquí en enero–. El sistema, al igual que en otros muchos países, está mucho más centralizado. Cada región obtiene una calificación según su situación epidemiológica, aunque ninguna está en rojo, el peor estadio. En amarillo, pueden abrir bares y restaurantes hasta las 18 horas y el toque de queda empieza a las 22, tras la última relajación decretada a principios de mes. Desde entonces, y a pesar de no tener una tercera ola como tal, la incidencia se ha estabilizado en torno a los 300 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, con una peligrosa subida en los últimos días. 

Portugal, por su parte, estará confinada hasta mediados de marzo, como mínimo, tal y como confirmó recientemente su Gobierno. Su pico de la tercera ola, tras sortear las dos previas, fue de los más duros de la Unión Europea junto a República Checa e Irlanda. La clausura de enero empezó dejando abiertas las escuelas, aunque posteriormente también se cerraron. En la actualidad, su IA/14 días se sitúa en 278 casos, frente a los 219 españoles. Los vecinos peninsulares, junto a Alemania y Reino Unido, desescalarán más tarde que España con una situación epidemiológica similar.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aseguró este miércoles en el Congreso, en el debate sobre el estado de alarma, que la desescalada que está ejecutando el Gobierno madrileño es "demasiado rápida, demasiado ligera y poco responsable", teniendo en cuenta sus altos niveles de incidencia acumulada. Afirmó que el Ejecutivo está pidiendo "prudencia de todos los gobiernos autonómicos", dado que la presión asistencial sigue siendo demasiado alta. España ha doblegado la tercera ola a un ritmo similar al de sus vecinos, con medidas muy parecidas dirigidas, sobre todo, a clausurar espacios públicos, y ejecutadas por las autonomías en vez del Gobierno central. Pero en esta particular desescalada se pueden marcar, de nuevo, las diferencias. ¿Llegará una cuarta ola antes de la vacunación de la población vulnerable?

Tras una relativa uniformidad en el impacto de la pandemia en Europa durante la primera y la segunda ola, la tercera ha terminado de romper cualquier viso de similitud en cuanto al impacto de la pandemia. Los países que abordaron una Navidad con menos restricciones han tenido picos mucho menos agudos: los que permitieron con más o menos manga ancha las reuniones sociales y familiares lo han pasado muy mal. Sin embargo, la mayoría de los países de nuestro entorno han tomado medidas más centralizadas y duras cuando la transmisión arreció y ahora abordan una desescalada más lenta que la española. Italia es la única con limitaciones a la actividad económica más laxas que las de la mayoría de las comunidades autónomas, pero nunca sufrió una tercera ola como tal. 

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