"Las niñas no piensan en su futuro porque han perdido la esperanza". "La vida de las mujeres ha pasado a la nada". "Teníamos una buena vida". Estas frases forman parte de las historias de Arezo, Arzoo y Khadija, tres refugiadas afganas ya asentadas en España tras conseguir el asilo político. A algo más de dos meses para que se cumplan dos años del regreso de los talibanes al poder en Afganistán, tres refugiadas afganas hablan con infoLibre sobre cómo era su vida antes de agosto de 2021, su accidentada salida del país y su vida ahora en Europa.
Arzoo llegó a España con sus padres y su hermano en febrero de 2022. Ahora vive en Pamplona, cuando llegó a España fue atendida por CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) Navarra.Se crió en la ciudad de Herat, cerca del aeropuerto. "Aún tengo miedo por las noches, escucho el sonido de los aviones y las explosiones", confiesa. "La situación de las mujeres y las niñas ya estaba mal porque ya había hombres radicalizados que nunca han aceptado ni aceptarán la igualdad de género", critica. "Nunca han respetado a las mujeres trabajadoras. Sólo nos quieren para dar a luz", añade. Ella lo ha vivido en primera persona. Su vida, lamenta, "siempre ha sido dura", aunque nunca se rindió. De hecho, en su país era fiscal en el departamento de corrupción, un empleo en el que sólo había hombres.
La afgana recuerda el día en el que los talibanes tomaron el poder: "Ese día sacaron a todos los presos de las cárceles. Yo había tratado casos muy complicados, por lo que mi vida estaba en peligro", cuenta. No le quedó más remedio que irse de su casa y "vivir en secreto" en la de su hermana hasta que consiguió el asilo político en España, pero ella sigue allí con su marido, al igual que muchos de sus amigos. "Mi hermana y mis amigos están muy preocupados por el futuro de sus hijos. Antes del régimen mi hermana era profesora de escuela, ahora no sale de casa. Tiene una depresión muy fuerte", lamenta.
"Las niñas y las mujeres, no pueden hacer nada, es muy duro. No pueden salir más de 200 metros de su hogar sin su marido o su pariente masculino más cercano", añade. Ella, al menos, se siente "muy afortunada" de haber podido salir de ahí.
Khadija Amin trabajaba como periodista y presentadora en la televisión pública de Afganistán. Llegó a España el 23 de agosto de 2021, apenas unos días después de la toma de Kabul por parte de los talibales. Ese día, ella estaba "fuera de la oficina haciendo un reportaje, como un día normal". Antes, también como siempre, había presentado las noticias de las nueve de la mañana. Pero todo cambió cuando llegó a la oficina. Para entonces ya había escuchado que había demasiado ruido en la ciudad y su teléfono había recibido varios mensajes en los que leyó que los talibanes habían llegado.
Asegura que le costó creer que "todo hubiera cambiado tan rápido". "No podía aceptarlo. Cuando volví todo el mundo menos tres personas habían dejado la redacción, me dijeron que estar allí era un riesgo. Si llegaban y me veían me asesinarían", relata.
La incredulidad le hizo tener la esperanza de que no serían tan radicales. Por eso a los pocos días intentó entrar en la oficina con sus compañeras, pero no pudo. "Me dijeron que tenía que volver a casa y que no podría volver a mi trabajo. Recibí amenazas de los talibanes", recuerda.
Consiguió salir de allí gracias a una periodista de El País que le dijo que su nombre formaba parte de una lista que le permitía trasladarse a España. "Cuando llegué me recibió la ministra de Defensa, Margarita Robles", dice. Ahora escribe para el periódico 20 Minutos y ayuda a otras mujeres que siguen sufriendo en Afganistán. "El nivel de violencia allí es muy alto, cada día va a peor. Ya nadie escucha la voz de una mujer", lamenta.
Tiene dos hijos, pero tuvo que dejarlos junto a su padre en Afganistán. Lo único que sabe de ellos es que salieron, pero desconoce su paradero.
Arezo Rahimi, que jugó al fútbol desde el colegio, era presidenta de la Selección de Fútbol femenino de Afganistán y entrenadora de la Selección de menores de 15 años. Antes de agosto de 2021 en su país tenían "infinitas posibilidades". "Teníamos casa y un buen trabajo", relata. A lo que ella se dedicaba ya estaba mal visto, pero ahora "está prohibido". "Como todo lo que antes podía hacer una mujer", dice.
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Aterrizó en nuestro país el mismo día que Khadija, pero en compañía de su marido y embarazada. Arezo fue atendida también por CEAR, como Arzoo. En su caso, fue gracias a la ayuda del periodista español Antonio Pampliega, que conocía a sus hermanas, que ya vivían en España. Con su intermediación, consiguió entrar en el plan de refugiados y obtener el asilo político. Ahora, Arezo ha empezado a entrenar al equipo femenino de 11 a 14 años del Atlético de Madrid. "Ser entrenadora de fútbol es lo que más me gusta", celebra.
Lamenta que, aunque ha salido de Afganistán, las dificultades no han acabado. Sobre todo a la hora de buscar trabajo. "Hace unas semanas me rechazaron de un supermercado por llevar el hiyab", cuenta.
Desde que empezó la guerra en Afganistán en 2001, el país es uno de los que tiene más desplazamientos de refugiados. El 15 de agosto de 2021 los talibanes llegaron a Kabul y tomaron el poder. Ese año se desplazaron en el extranjero 2.712.900 refugiados de origen afgano, según datos de la (CEAR).
"Las niñas no piensan en su futuro porque han perdido la esperanza". "La vida de las mujeres ha pasado a la nada". "Teníamos una buena vida". Estas frases forman parte de las historias de Arezo, Arzoo y Khadija, tres refugiadas afganas ya asentadas en España tras conseguir el asilo político. A algo más de dos meses para que se cumplan dos años del regreso de los talibanes al poder en Afganistán, tres refugiadas afganas hablan con infoLibre sobre cómo era su vida antes de agosto de 2021, su accidentada salida del país y su vida ahora en Europa.