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Los expertos defienden la financiación de Champix para luchar contra el tabaquismo

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Continúa la guerra contra el tabaco en España. Semanas después de que la Generalitat de Cataluña anunciara sus planes de prohibir que el humo de los cigarros inundara las terrazas de los bares y de que el Ministerio de Sanidad lanzara su última campaña contra los nuevos métodos de consumir tabaco como los vapeadores, la ministra en funciones, María Luisa Carcedo, anunció que la Seguridad Social financiará un tratamiento para dejar de fumar. Se trata de los Champix, el nombre comercial que se ha dado a la vareniclina y que, según los expertos, es el método más eficaz para abandonar la adicción.

"Para nosotros ha sido un hito histórico", celebra Andrés Zamorano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). Y es que la medida, más que un gasto para las arcas públicas, supone una inversión. "Cualquier gasto en prevención es una ventaja a largo plazo", resume Marta Blanco, médico de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). La medida entrará en vigor, previsiblemente, a partir del 1 de enero del año 2020, cuando serán las comunidades las que, como competentes en materia de sanidad, harán efectiva la norma. Excepto Navarra, que ya tiene experiencia en la subvención de este tipo de tratamientos. Y el resultado ha sido positivo: en tan sólo un año, 2.000 personas dejaron de fumar

Lo anunció Carcedo hace unos días y este mismo lunes lo acordó la Comisión Interministerial de Precios. Y tan sólo en 24 horas, Zamorano ya aseguraba que notaba los efectos de la decisión. "Lo que va a conseguir esta medida es que mucha gente retome el 'tengo que dejar de fumar", dice. Porque las dificultades para dejar la adicción provocan que muchos fumadores precisen de ayuda, pero si esta no se puede costear, el intento se convierte en un fracaso. Y, como en casi todo, aquí entran en juego las desigualdades. "Sabemos que donde hay una mayor tasa de fumadores es en las clases socioeconómicas más desfavorecidas, así que de este modo incidimos en los más débiles", asegura Blanco, que lamenta que el tabaquismo sigue siendo "un problema muy importante".

El número de fumadores no es muy elevado pero la incidencia es preocupante. Según la Encuesta Nacional de Salud de 2017 publicada en el Instituto Nacional de Estadística (INE), sólo un 22% de la población mayor de 15 años afirma fumar a diario y un 2,34% dice hacerlo de forma ocasional. Por el lado contrario, hay un 50,65% de personas que aseguran que nunca han fumado. No obstante, según el Ministerio de Sanidad, "se estima una media nacional de 51.870 muertes atribuibles al año" al tabaco.

Un producto conocido

Probablemente, cualquier persona adicta al tabaco ya había oído la palabra Champix mucho antes de que saltara la noticia, porque el producto no es nuevo. Zamorano, sin ir más lejos, asegura que lo lleva recetando, como mínimo, diez años. Y también afirma con rotundidad que es "seguro y eficaz". "Hay tres tratamientos que lo son: el tratamiento sustitutivo con nicotina, el Bupropion y la vareniclina", explica. Pero "se ha demostrado que esta última es mejor que el resto", pues "duplica o triplica las probabilidades de ser exfumador". Lo que ocurría hasta ahora es que su coste era muy elevado. Según detalla Zamorano, el tratamiento completo puede costar entre 307 y 385 euros. Unos precios, no obstante, inferiores a los que supone la adicción: fumar una cajetilla diaria de una marca de tabaco que cueste 5 euros implica un gasto mensual de 150 euros. Aun así, admite Zamorano, es habitual que cuando una persona fumadora acude a la farmacia y ve el precio "se eche para atrás". "Con la financiación vamos a conseguir que más gente se lance", celebra. 

Pero hay otra barrera además de la económica: la de los posibles efectos secundarios. Los Champix tienen, pero como todos los fármacos, según insisten los expertos consultados. "Hay personas que tienen sensación de malestar en el estómago, pero se soluciona tomando el fármaco después de comer", dice Zamorano, que cuenta que otra de las sensaciones que experimentan los pacientes es la de los "sueños vividos". ¿En qué consiste? El presidente del CNPT cuenta que hay muchas personas que pasan por consulta quejándose de que el tratamiento les hace soñar más, pero no es cierto. Lo que ocurre, explica el experto, es que recuerdan más lo que sueñan, algo que tiene fácil solución eliminando la toma nocturna.

"Es un fármaco que se tolera perfectamente, no hace que nadie se siente peor", afirma. Por ello, cualquier persona puede tomarlo. "No interacciona con ningún otro medicamento y se elimina por el riñón, así que las únicas personas que no podrían tomarlo son aquellas que adolecen de un problema renal grave", dice. 

Blanco, por su parte, aunque admite que los Champix pueden tener efectos secundarios —"como todos los medicamentos"—, asegura que estos, sin duda, tienen un poco de "mito". Más que nada porque, declara, cuando una persona está sometida a un proceso de deshabituación tabáquica experimenta una serie de síntomas. Y "es difícil identificar hasta qué punto los efectos que experimenta la persona son consecuencia del fármaco o del síndrome de abstinencia", dice. 

Un tratamiento progresivo

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Precisamente, es ese síndrome de abstinencia lo que el fármaco pretende paliar. Según explica Zamorano, la vareniclina funciona como un "tratamiento dual": por un lado, genera dopamina —es decir, la sensación de placer— y, por otro, reduce la satisfacción que produce el consumo de nicotina. "Cuando una persona toma Champix, deja de tener el efecto de recompensa inmediata que le provoca el tabaco", explica. 

Y esto ocurre durante las 12 semanas que dura el tratamiento. ¿Y cómo se realiza? Según explica Zamorano, lo principal es fjar una fecha para apagar el último cigarrillo. Y una semana antes se toma la primera pastilla. Durante esos siete primeros días se puede fumar, aunque es aconsejable ir haciéndolo cada vez menos. "Los pacientes van notando que el tabaco les empieza a saber diferente", dice el presidente del CNPT. "Se trata de una dosis con titulación, es decir, que se incrementa poco a poco", explica. De este modo, los tres primeros días la persona consume 0,50 miligramos en el desayuno; el cuarto, el quinto, el sexto y el séptimo día, 0,50 miligramos en el desayuno y en la cena; y a partir del octavo día, 1 miligramo cada 12 horas. 

Pero esto no funciona demasiado si no se complementa con un tratamiento de la adicción emocional al tabaco. "Es importante que vaya acompañado de un tratamiento cognitivo conductual. Hay que preguntar al paciente por qué fuma, por qué quiere dejar de fumar y qué situaciones identifica como peligrosas para recaer", explica Zamorano. Y en ese punto, dice, se le pueden dar consejos, como que abandone hábitos relacionados directamente con sacar un mechero y encenderse un cigarro, aunque tiene que ser el paciente mismo el que los gestione. "Al final son ellos los que tienen que buscar las alternativas", dice. "No es la panacea", pero los medicamentos son "más eficaces" que tratar de apagar el tabaco para siempre sin ayuda, sentencia Blanco. 

Continúa la guerra contra el tabaco en España. Semanas después de que la Generalitat de Cataluña anunciara sus planes de prohibir que el humo de los cigarros inundara las terrazas de los bares y de que el Ministerio de Sanidad lanzara su última campaña contra los nuevos métodos de consumir tabaco como los vapeadores, la ministra en funciones, María Luisa Carcedo, anunció que la Seguridad Social financiará un tratamiento para dejar de fumar. Se trata de los Champix, el nombre comercial que se ha dado a la vareniclina y que, según los expertos, es el método más eficaz para abandonar la adicción.

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