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Análisis

FAES, mucho más que Aznar: nombres y conexiones de la fundación que marca el paso a Feijóo

José María Aznar en la inauguración del "campus" de FAES, el pasado 12 de septiembre.

12 de septiembre de 2023: José María Aznar pide una respuesta "nacional" para frenar una posible amnistía. 13 de septiembre de 2023: la dirección del PP convoca –tras una adaptación y/o rebaja de la idea– un acto en Madrid contra la amnistía, que tiene lugar este domingo. Así ha sido la exhibición de fuerza. De ese grado es la influencia en el PP de Aznar, que realizó su llamamiento para "tiempos dramáticos" en la apertura del "campus" de FAES, el think tank que en un momento de vacilaciones sobre el rumbo a tomar ha decidido dar un paso al frente, añadir tremendismo al diagnóstico, agitar el recuerdo de ETA y señalar el camino de la movilización, demostrando su condición de principal foco de irradiación ideológica del partido. Y moviendo a Alberto Núñez Feijóo a una maniobra de aspecto defensivo, fácil de interpretar como un gesto de inseguridad.

El logotipo de FAES en el acto que sacudió al PP, forzando a la dirección de Feijóo a una cesión inmediatal al ala dura, no sólo aporta telón de fondo. También aporta nombres y conexiones fundamentales para entender con perspectiva histórica las tripas de la derecha española y la encrucijada de Feijóo, que ve cómo sus –tímidos– intentos de armar una posición propia sobre la pluralidad de España y la relación con los partidos nacionalistas tropiezan con el rechazo y el trabajo político previo realizado por figuras como Jaime Mayor Oreja, María San Gil –veteranos adalides de la movilización callejera– o Cayetana Álvarez de Toledo. La selección de los tres nombres tiene dos porqués: primero, porque son el ayer y el hoy de una parecida narración nacional cada vez más incontestable en el PP; segundo, porque los tres están en FAES.

Aznaristas, neoliberales, históricos de la línea dura

Pero, ¿qué y quién es FAES, más allá de Aznar?

La naturaleza de la fundación se explica a través de su listado de patronos, cuya última actualización ante el Ministerio de Justicia sitúa –por supuesto– al padre fundador en la presidencia, con el expresidente de Endesa Manuel Pizarro como vicepresidente y un puñado de incondicionales de Aznar –como Ángel Acebes, el ministro del Interior durante el 11M, y Gabriel Elorriaga– y seguidores de la doctrina neoliberal –como Fernández-Lasquetty, cerebro de la privatización de hospitales en Madrid– en las vocalías.

Pero los nombres más significativos en la cúpula de FAES, fundación con la que se alinea al milímetro el PP de Isabel Díaz Ayuso, son otros dos: Mayor Oreja y su "hija política" María San Gil. Su presencia en el patronato de FAES sirve como recordatorio del papel de la fundación de Aznar como espacio que mantiene en la órbita del PP a la histórica línea dura que dio el portazo a Mariano Rajoy y que desde entonces aspira a enderezar el rumbo del partido girando el timón a la derecha. Ahora el mensaje de Aznar, con su llamada a la rebelión de la nación en riesgo de extinción, con su evocación de las movilizaciones contra ETA ("¡Basta ya!"), constituye un éxito de Mayor y San Gil, que llevan más de una década utilizando, desde una miríada de organizaciones de la derecha católica y nacionalista, ese mismo argumentario: no es ya que España se rompa, es que España se acaba.

ETA vive

Según el relato de Mayor y San Gil, se avecina una épica batalla en defensa de la unidad nacional. Es esencial, en este relato, el papel de ETA. Mayor se niega a reconocer su desaparición y la ve no sólo viva y coleando, sino liderando bajo nuevos disfraces la coalición antiespañola. Es su obsesión. Y no es nueva. Desde 2012, en los primeros pasos de Rajoy en el poder, Mayor ya puso en cuestión su política antiterrorista, con el tercer grado al etarra Bolinaga –enfermo de cáncer– como detonante de la indignación del exministro. Cuando Mayor dijo adiós al PP en 2014, la interpretación más extendida fue que se marchó porque no soportaba la tibieza contra el nacionalismo, lo que le granjeó en la derecha española un sólido prestigio de conservador insobornable y martillo de moderados, especialmente en relación al trato con independentistas.

En realidad, mirada con lupa, la posición de Mayor sobre ETA no está exenta de zigzagueos. Aznar aplicó durante una tregua de ETA en 1998, con Mayor en Interior, una política favorable a los presos para "crear un ambiente", en palabras del entonces ministro. Memorable es la autorización en 1998 de Aznar de dialogar con el "movimiento vasco de liberación", también con Mayor como ministro. No obstante, el imaginario derechista ha orillado esta hemeroteca incómoda, que Mayor ha enterrado a base de insistir en una idea a priori difícil de sostener: ETA no ha perdido; al contrario, empezó a ganar justo al dejar de matar tras su pacto con Zapatero, acta fundacional de un "frente popular" que abarca toda la izquierda y el independentismo, amenazando la existencia de España. Ante un desafío así no basta con hacer oposición, hay que tomar la calle. Ese es el diagnóstico de Mayor y ese es el tratamiento que prescribe. Si durante la era Rajoy era minoritario en el PP, hoy ya no está claro que lo sea.

Y más cuando Aznar, justo ahora que el partido debe decidir su estrategia, no sólo recoge el guante de la llamada a la calle sino que también agita el recuerdo de ETA. “Hay que decir de nuevo ¡Basta ya!", afirma, rescatando el nombre del emblemático movimiento civil contra la banda terrorista. Hay más. Elementos centrales del llamamiento de Aznar –"riesgo existencial para la continuidad de España como nación", "destrucción programada de la nación"– son una interpretación con pocas variaciones de la música tradicional de Valores y Sociedad, de NEOS, de Libertad y Alternativa, de Villacisneros, por mencionar algunas de las asociaciones animadas por Mayor y/o María San Gil, que sueñan con una España conservadora echada a la calle como en la primera legislatura de Zapatero.

Este domingo toda esa música sonará en el acto del PP en Madrid. Es verdad que Feijóo le ha bajado el volumen, convirtiendo en acto de partido al aire libre lo que en la idea original de Aznar debía ser una manifestación con todas las letras. Pero sonará. Está por ver si Feijóo interpreta la partitura completa. Quien sí se la sabe, y también está previsto que tome la palabra, es Ayuso. "ETA está viva y en el poder. Vive de nuestro dinero y quiere destruir España", dijo en mayo.

Las revelaciones de Aznar

Al margen de cómo salga el acto del domingo, la presión sobre Feijóo difícilmente se detendrá. Si esta vez ha evitado una foto de Colón, ahora han comenzado ya a elevarse las voces para que confirme –como ya ha hecho Ayuso– su presencia en otra manifestación contra la amnistía, esta vez el 8 de octubre en Barcelona, más delicada porque sí asistirá Abascal. Álvarez de Toledo, patrona de FAES, destaca en la campaña para que se sumen a la misma todos "los demócratas", mientras la dirección del PP se resiste a anunciar la presencia de Feijóo. Es fácil observar cómo la tesis creciente en la órbita FAES sostiene, ante las dudas de Feijóo, que el PP no debe tener el menor temor a la coincidencia con Vox. Otra vez, Mayor y San Gil son pioneros en esto: en su maraña organizativa cooperan desde hace años, al margen de las discrepancias entre las direcciones de sus partidos, cuadros del PP y de Vox, en una alianza que se vale del eficaz pegamento ideológico del antiabortismo.

Atlas Network

Si la función principal de FAES puertas adentro, en España, es tensar ideológicamente al partido, puertas afuera se ha convertido en la terminal local de lo que podría llamarse la internacional neoliberal. La red de la que forma parte FAES martillea con un discurso que deja poco espacio para ese conservadurismo compasivo que, al menos en teoría, es una de las dos almas del PP. La idea central del movimiento: el Estado debe reducirse al mínimo para no estorbar a la iniciativa privada, auténtica fuente de riqueza y creatividad. La segunda idea: no hay que ceder un milímetro en la "batalla cultural".

El máximo exponente de toda esta red Atlas Network, un think tank estadounidense que también explica mucho sobre la naturaleza de FAES. Atlas lleva más de cuatro décadas aplicando el máximo grado de beligerancia a su batalla contra la izquierda, sobre todo en Latinoamérica. A juicio de Román Cuesta, observador de las conexiones y empeños de las derechas radicales a uno y otro lado del Atlántico, la alianza y hasta la mímesis de FAES con Atlas mete de lleno a la fundación en una "cruzada cultural" en la cual cualquier tibieza es inaceptable. Cuesta no tiene dudas: la agenda de Aznar y sus satélites, la agenda de FAES, es aprovechar la "débil posición de Feijóo" para promocionar un liderazgo más decidido a ceñirse al doble credo nacionalista y neoliberal.

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