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Feijóo se entrega al ala dura y saca al PP a la calle al dar por perdida su investidura

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Demasiadas semanas, cero oportunidades de tejer alianzas más allá de Vox, UPN y Coalición Canarias. Doce días antes de que comience el debate de investidura en el que Alberto Núñez Feijóo invocará su supuesto derecho a gobernar por haber liderado la lista más votada, el candidato ha tirado la toalla. Superado por los llamamientos de los medios afines al espacio político de la derecha, por la alianza con Vox y sus invocaciones a tomar las calles y empujado por influyentes líderes del ala más radical su partido de ahora y de antes, como Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar, Feijóo no ha tenido más remedio que intentar ponerse a la cabeza de la manifestación.

Si es que eso es lo que convoca finalmente el PP, que este miércoles apenas quiso dar detalles de lo que prepara para el domingo 24 en Madrid y que finalmente podría adoptar la forma de una concentración o de un mitin al aire libre. “Un gran acto que será abierto, si el tiempo lo permite, para que la sociedad pueda participar”, fue todo lo que dijo la secretaria general del PP, Cuca Gamarra cuando anuncio la iniciativa.

Génova enviará representantes a las movilizaciones que se convoquen contra la amnistía, como la que prepara para el 8 de octubre Societat Civil Catalana, pero en principio no tiene intención de exponer a su líder a actos en los que participe también Vox, consciente de que en el pasado los ultras fueron quienes rentabilizaron la unidad de acción de la derecha en la calle. 

No obstante, saben que su presidente no puede permanecer ajeno a la estrategia de las pancartas. Sobre todo después de que Ayuso haya confirmado su presencia en la protesta de Barcelona y de que Aznar haya pedido manifestaciones masivas, como las que llevaron a millones de ciudadanos a oponerse a ETA al grito de ¡basta ya! en el año 1997. 

En busca de formato

Así que, para no verse desbordados, y a pesar de la aversión de su líder a participar en protestas callejeras, el equipo de Feijóo está preparando un formato controlado por el PP, con los suyos y sin líderes de Vox que eventualmente puedan adueñarse de la movilización. Fuentes de Génova hablan de un discurso al aire libre, aunque todo está aparentemente muy abierto: este miércoles el PP aseguró que el propio Feijóo había invitado a participar al presidente de UPN, Javier Esparza, con el que se reunió en la sede del partido. Esparza, sin embargo, explicó más tarde que no le había dicho nada.

Para que no parezca que Feijóo está decidiendo al rebufo de Aznar, el equipo de Génova ha trasladado que su líder ya adelantó la idea el pasado lunes a los barones del partido, aunque no comunicaron nada a la prensa. 

El objetivo, una vez que la investidura se da por perdida —al PP únicamente le queda una interlocución con el PNV, cuya dirección le ha trasladado ya varias veces su negativa a votar su candidatura mientras mantenga acuerdos con quien considera un partido “fascista”—, es hacer imposible un acuerdo entre el PSOE y Junts que haría inevitable una repetición electoral el próximo 14 de enero.

Ensayo en Santiago

Una posibilidad que ha manejado el PP es buscar, con la excusa de la posibilidad de lluvia, un recinto cerrado y que la protesta tenga más forma de gran mitin que de manifestación o concentración en la calle. Es lo que el PP ha organizado para este domingo en el Pabellón Multiusos Fontes do Sar en Santiago de Compostela.

El equipo de Feijóo no quiere correr riesgos innecesarios. Saben que la radicalización de la protesta contra la amnistía les mete en un escenario de competición con Vox y da mucho protagonismo a dirigentes que opacan la figura del líder gallego, lo que a la postre puede perjudicar su liderazgo. Feijóo sigue sin tocar poder y se hunde cada vez más en el papel de jefe de la oposición, mientras sus potenciales sucesores, Ayuso y el andaluz Juanma Bonilla, disfrutan de cómodas mayorías absolutas y pueden exhibir sus respectivas gestiones a través de los gobiernos que presiden.

Entretanto, las reacciones al endurecimiento de la estrategia de Feijóo, que parece haberse desentendido de que en menos de dos semanas tiene que defender una investidura en el Congreso hasta el punto de convocar un acto de protesta solamente dos días antes, no han tardado en llegar.

Confrontación entre españoles

El portavoz del PSOE en la Cámara Baja, Patxi López, acusó a Aznar, y por extensión a Feijóo, de buscar la confrontación y el enfrentamiento entre españoles. Sus palabras solamente sirven para dividir y polarizar a la sociedad, por lo que le recomendó guardar silencio: “Mejor que se calle”, pidió. 

Los socialistas atribuyen la radicalización del PP a la necesidad de “llenar su vacío”, dado que en este tiempo previo a la investidura el PP ha demostrado que no tiene propuestas ni proyecto para España. Por no tener, añadió López, no tiene liderazgo, porque en vez de centrarse en su investidura, lo que hace es “obedecer a Aznar, Ayuso y compañía”.

Más dura todavía fue la líder de Sumar y vicepresidenta en funciones del Gobierno, Yolanda Díaz, que acusó a Feijóo, de impulsar un proceso “deconstituyente” con su intento de investidura, que ha tildado de “fraude constitucional”. La derecha, acusó, está en una “deriva muy peligrosa” al intentar dibujar la “ilegitimidad” de un Gobierno de coalición antes incluso de que haya nacido.

El objetivo de Feijóo, denunció, es provocar una “desestabilización social”, lo que en su opinión le convierte en un “aprendiz” de Donald Trump. El PP no solamente está asumiendo como propios los postulados de la “extrema derecha”, sino que su única estrategia es la “deslegitimación” del resultado electoral del 23J, azuzando para ello el enfrentamiento de “una parte del país contra otra”. 

Incendiar Cataluña

“Es su única receta, el uno contra otros. Lejos de abundar hacia la convivencia pacífica, lo que quieren hacer es lo que escuchamos en campaña: incendiar Cataluña y de paso incendiar el resto del país”, advirtió Díaz antes de pedirle que, a la vista de que carece de apoyos suficientes, renuncie a la investidura y deje de hacer perder tiempo al país.

La protesta que está organizando el PP será la primera de la era Feijóo, pero ha venido precedida de otras muchas cada vez que gobierna en PSOE, algunas de ellas con el argumento de que la unidad de España estaba en peligro y en las que los argumentos son idénticos a los actuales.

Empezó Mariano Rajoy, arropado también por José María Aznar, el 4 de diciembre de 2005 en la Puerta del Sol de Madrid. Igual que ahora, la derecha se movilizaba de manera preventiva, para evitar que saliese adelante la reforma del Estatut de Catalunya que acabó siendo aprobada muchos meses después y anulada parcialmente por el Tribunal Constitucional en el año 2010.

“El Estado autonómico no significa que nuestra nación se fragmente en parcelas. No hay más que una nación, la española, que formamos todos los españoles. Y no reconocemos más que un único poder soberano, cuyo propietario es el pueblo español entero” y que, según el PP estaba en peligro por la reforma estatutaria, cuyo fracaso está precisamente en el origen de la expansión del independentismo catalán. 

La España que se rompía

Aquello ya le parecía muy mal a Rajoy, que predecía toda clase de males: “Por vez primera desde 1978 se rompen todos los consensos, incluidos los de la lucha antiterrorista y el modelo de Estado”, por culpa de un PSOE que hacen acompañar por “nostálgicos de la confrontación”, de “voces que nos trasladan a un pasado que nos divide”.

El 19 de febrero de 2019, el PP también salió a la calle para impedir que España se rompiera. Entonces el líder del partido, Pablo Casado, tuvo que compartir escenario por primera vez con Santiago Abascal (Vox) y Albert Rivera (Ciudadanos), una foto en la Plaza de Colón de Madrid que hasta ese momento había sido inédita. Entonces la protesta se apoyaba también en una presunción, muy parecida a la de ahora, que resultó ser falsa: que Sánchez iba a quebrar la soberanía nacional con tal de “perpetuarse en el poder”.

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“El tiempo de Sánchez ha acabado”, pronosticó Casado aquel día. “No cabe más rendición socialista ni más chantaje independentista. Hoy empieza la reconquista”, enfatizó en referencia a las elecciones generales que se celebraron poco después, en el mes de abril, y que no solamente ganó el PSOE sino en las que Ciudadanos a punto estuvo de superar al PP.

Un año y cuatro meses después, el 13 de junio de 2021, de nuevo en una Plaza de Colón dominada por los partidarios de Vox con los indultos parciales destinados a los condenados por el procés como excusa, Casado volvió a invocar los mismos argumentos. Acusó a Sánchez de“vender” la “soberanía nacional, la unidad nacional y la igualdad de los españoles por un puñado de votos y seguir en la Moncloa unos meses más”. “Pedimos que mire a la cara a los españoles y les explique por qué les quiere robar una parte de su nación. Y por qué quiere que algunos españoles tengan distintos derechos y obligaciones que otros.

Y por qué negocia en una cárcel con unos delincuentes aquello que todos votamos hace 40 años en una Transición ejemplar”, decía el entonces líder del PP en un acto cuyo protagonismo le acabó robando Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de Madrid, mucho más apreciada por los manifestantes que su jefe de filas, llegó aquel día a invocar a Felipe VI para parar las medidas de gracia: “¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de eso?”, se preguntó ante los micrófonos de los periodistas.

Demasiadas semanas, cero oportunidades de tejer alianzas más allá de Vox, UPN y Coalición Canarias. Doce días antes de que comience el debate de investidura en el que Alberto Núñez Feijóo invocará su supuesto derecho a gobernar por haber liderado la lista más votada, el candidato ha tirado la toalla. Superado por los llamamientos de los medios afines al espacio político de la derecha, por la alianza con Vox y sus invocaciones a tomar las calles y empujado por influyentes líderes del ala más radical su partido de ahora y de antes, como Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar, Feijóo no ha tenido más remedio que intentar ponerse a la cabeza de la manifestación.

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