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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Feijóo prepara el terreno para un escenario sin una mayoría que le permita gobernar en solitario

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El objetivo sigue siendo gobernar en solitario, pero en la calle Génova no las tienen todas consigo. Las encuestas, tozudas, dicen que, en caso de que la derecha sume, el PP necesitará a Vox. Y los ultras mantienen que, si sus votos son necesarios, exigirán entrar en el Gobierno siguiendo el guion establecido en Castilla y León hace menos de un año. De ahí que Alberto Núñez Feijóo haya recuperado la propuesta que planteó en abril del año pasado y que aparcó cuando el resultado de las andaluzas le hizo creer en la posibilidad de una victoria arrolladora: un pacto con el PSOE para facilitarse mutuamente la investidura sin necesidad de llegar a acuerdos con otros partidos y con el mayor número de votos como único criterio. O, lo que es lo mismo, un acuerdo para dejar fuera del Gobierno a Unidas Podemos y a Vox.

La tradición política española da prioridad en la investidura al partido más votado, que suele ser el que tiene más diputados en el Congreso. Pero la consolidación de los bloques políticos, uno a la derecha formado por PP y Vox y otro a la izquierda compuesto por PSOE y Unidas Podemos, hace posibles, al menos sobre el papel, mayorías de gobierno contrarias a los intereses del partido con más votos populares o con más escaños. 

El problema del PP es que, en ese escenario, la izquierda tiene ventaja: si PP y Vox no tienen mayoría absoluta —aun con la ayuda de partidos regionalistas o foralistas como Foro o UPN—, el PSOE puede intentar la investidura con el apoyo no sólo de Unidas Podemos sino del amplio grupo de diputados que representan a formaciones nacionalistas o independentistas y que están poco dispuestas a favorecer un gobierno de la derecha y en ningún caso son favorables a un Ejecutivo que incluya a Vox.

Alberto Núñez Feijóo sabe que, si los números dan y quiere gobernar, necesitará a los ultras, aunque él mismo haya admitido esta semana que una coalición con la ultraderecha sería “mala para nuestro país”. Por eso ha empezado a preparar el terreno en los mismo términos que aplicó en Castilla y León.

Allí el líder del PP defendió el pacto con Vox con el argumento de que era mejor gobernar con los ultras que repetir las elecciones. Y tratando de culpar al PSOE de la decisión de Alfonso Fernández Mañueco de acordar con la extrema derecha un reparto de sillas en la Mesa de las Cortes y en la Junta de Castilla y León. “No había opciones”, aseguró entonces. 

Justificación

Esa es, exactamente, la excusa que Feijóo se prepara para poner encima de la mesa con el fin de justificar, llegado el caso, el acuerdo con Vox. Por eso ha vuelto a pedir a Pedro Sánchez un acuerdo por el que ambos se comprometan a facilitarse la investidura. Que el PP facilite la de Sánchez si el PSOE es el más votado y a la inversa. Empezando por los gobiernos municipales y autonómicos que se eligen el 28 de mayo y que en muchos casos obligarán a llega a acuerdos para elegir alcaldes e investir presidentes. 

“Yo no seré presidente del Gobierno si no gano las elecciones”, se comprometió Feijóo en un acto público el pasado lunes. “Eso es claridad y concisión”, añadió antes de matizar que sólo lo hará si el PSOE se compromete a hacer lo mismo: “Ya me gustaría que a lo largo de la campaña electoral el señor Sánchez y yo nos pusiésemos de acuerdo en eso”.

Feijóo, consciente de que Sánchez llegó a renunciar a su escaño en 2016 precisamente para no tener que facilitar la investidura de Mariano Rajoy poniendo en práctica lo que él ahora está planteando, puso como ejemplo lo ocurrido en 1996. Entonces, recordó, Felipe González renunció a llegar a acuerdos para ser investido con el apoyo de Convergencia i Unió (CiU) y con el PNV porque “entendió” que a quien le correspondía gobernar era al PP, que había sido el partido más votado en las elecciones aunque la diferencia fuese de menos de 300.000 papeletas (en realidad González habría necesitado también a la Izquierda Unida de Julio Anguita, con la que el PSOE mantenía diferencias irreconciliables).

“Me gustaría volver a ese tipo de acuerdos que son los que dan sosiego y tranquilidad a la política española”, confesó Feijóo en una declaración que supone un reconocimiento implícito de que el PP por sí sólo tendrá muy difícil alcanzar la mayoría que necesita para abrirle la puerta de La Moncloa. 

El líder de la oposición dice siempre que su plan es ampliar el espacio político del Partido Popular por las derecha y por la izquierda para conseguir una “amplia mayoría” que le permita gobernar en solitario. ¿Y qué entiende el líder del PP por “amplia mayoría”? Exactamente, según fuentes del PP consultadas por infoLibre, sumar más apoyo que PSOE y Unidas Podemos juntos. Algo parecido a lo que Isabel Díaz Ayuso consiguió en 2021 y que, a la vista de su incapacidad para llegar a acuerdos y aprobar Presupuestos, de poco le ha servido.

El PP no crece lo suficiente

En Génova están muy satisfechos con la buena evolución que el partido ha tenido en las encuestas desde la llegada al timón del sustituto de Pablo Casado. Y aunque hay signos evidentes de que el llamado efecto Feijóo se ha desinflado, esperan compensarlo con el coste electoral que, están convencidos, supondrá para el PSOE haber reformado el Código Penal para suprimir el delito de sedición y cambiar el de malversación.

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Pero más allá de la retórica que habla de obtener una mayoría suficiente, saben que seguramente tendrán que llegar a alguna clase de acuerdo con Vox que, con toda probabilidad supondrá su entrada en el Gobierno. En Génova dan por seguro que Sánchez rechazará la oferta y se negará a acordar con Feijóo que el candidato más votado sea el que se convierta en presidente. Y quieren utilizarlo para justificar el acuerdo con Vox que anuncian las encuestas que dan mayoría absoluta a la derecha.

En realidad, el principio de que debe gobernar la lista más votada que defiende Feijóo no forma parte del ordenamiento constitucional español, que fue diseñado para favorecer que los partidos lleguen a acuerdos y formen mayorías en el Congreso con el fin de garantizar la estabilidad de las legislaturas.

La fórmula que propone el PP alteraría las reglas de juego establecidas por la Constitución al sustituir de hecho un modelo parlamentario basado en la representación proporcional por otro mayoritario en el que la candidatura más votada, aunque lo fuera apenas por un 20 o un 25% de los votos, se llevaría automáticamente la Presidencia del Gobierno sin mediar debate, negociación ni votación parlamentaria. Haría posible el gobierno de la minoría al hacer innecesaria la búsqueda de mayorías estables y enfrentaría al Ejecutivo resultante a un escenario de inestabilidad mucho más acusado que el actual.

El objetivo sigue siendo gobernar en solitario, pero en la calle Génova no las tienen todas consigo. Las encuestas, tozudas, dicen que, en caso de que la derecha sume, el PP necesitará a Vox. Y los ultras mantienen que, si sus votos son necesarios, exigirán entrar en el Gobierno siguiendo el guion establecido en Castilla y León hace menos de un año. De ahí que Alberto Núñez Feijóo haya recuperado la propuesta que planteó en abril del año pasado y que aparcó cuando el resultado de las andaluzas le hizo creer en la posibilidad de una victoria arrolladora: un pacto con el PSOE para facilitarse mutuamente la investidura sin necesidad de llegar a acuerdos con otros partidos y con el mayor número de votos como único criterio. O, lo que es lo mismo, un acuerdo para dejar fuera del Gobierno a Unidas Podemos y a Vox.

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