Feijóo entierra su imagen de moderación mientras se imponen las tesis de Ayuso sobre el bloqueo del CGPJ

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Cuando Alberto Núñez Feijóo desembarcó en el despacho principal de Génova 13 el pasado mes de abril, llegó con el aura de moderado y la batuta de sentido de Estado. Se vaticinaba una oposición radicalmente diferente a la del duro Pablo Casado y se abría la puerta de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, bloqueado por los conservadores desde finales de 2018.

Pero esa imagen estalló este jueves por la noche. Un punto de inflexión total. Alberto Núñez Feijóo rompía las conversaciones con el Gobierno (ya en su fase final) por un cóctel explosivo de motivos. Y con un principal temor: la reacción dentro de sectores de su partido y de la derecha mediática. Las posibles cesiones y esa imagen pesaron más que el compromiso constitucional.

Desde este jueves por la noche, Feijóo es más Casado que nunca. Con el mismo ecosistema del anterior líder del PP: oposición destructiva, excusas para la no cumplir con la Carta Magna, presión de la derecha mediática ante cualquier acercamiento a Pedro Sánchez y la amenazadora sombra que llega de la Puerta Sol con Isabel Díaz Ayuso marcando el ritmo ideológico del partido.

Uno de los motivos determinantes de ese no a la reforma vino de Ayuso. Todo estaba preparado, según ha confesado el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, para escenificar el acuerdo este mismo viernes. Y, de repente, con la excusa de una promesa de reformar el delito de sedición por parte del Gobierno, que lleva vigente desde la investidura en 2019 y que había sido desvinculada por la propia Cuca Gamarra, se reventó la negociación.

El 'no' de Ayuso

Pero la presión llegó desde dentro de sus filas. La presidenta madrileña, como adelantó El Periódico, se comunicó el jueves por la mañana con el expresidente de la Xunta de Galicia para hacerle saber que no estaba de acuerdo con el pacto del Poder Judicial. Llevaba tiempo Ayuso presionando en esa dirección, apenas unos días antes se había pronunciado de esta manera: “A mí lo que me preocupa, sobre todo, es una negociación, con un Gobierno, el de Sánchez, que miente por sistema y que no es de fiar”.

A pesar de que la relación es buena entre ambos, los dos se miden también. Feijóo la controla mejor que Casado, pero sectores del partido le advirtieron desde su llegada que ella iba a seguir intentando marcar el camino ideológico. De hecho, programó una convenció que Génova 13 le ha hecho retrasar. Va a por todas.

Ese no de Ayuso también fue respaldado en otras conversaciones, según reveló Génova, con otros barones como Juanma Moreno (Andalucía), Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), Fernando López Miras (Murcia) y Alfonso Rueda (Galicia). 

Y en este universo de la derecha también la mediática azuzó durante estas horas contra el pacto. Por ejemplo, Federico Jiménez Losantos dejaba clara la postura de algunos sectores con mucha influencia en este espectro político: “El PP debe seguir bloqueando el asalto al Constitucional de Sánchez mediante la fórmula de no renovar el Consejo General del Poder Judicial”.

Además, la decisión responde, para muchos dentro del partido, al propio estilo del presidente del PP, cuya figura del día a día no era conocida fuera de los ámbitos gallegos. Como explica un diputado del Partido Popular: “Aquí es Feijóo en estado puro, se sintió engañado”.

El líder del PP sostuvo este viernes: “Sé que los ciudadanos añoran acuerdos y pactos de Estado, yo también y estoy seguro de que llegarán con este PP y con otro PSOE”. Y pidió a los socialistas que “rectifiquen” en su intención de reformar el delito de sedición porque no es “compatible” con renovar el Consejo General del Poder Judicial. Esta es la excusa número veinte que pone el Partido Popular desde hace cuatro años para no renovar. No se trata de una novedad: el presidente del Gobierno ya prometió ese cambio en el Código Penal durante su discurso de investidura.

De hecho, durante la negociación no había sido un problema. Según reveló el ministro Félix Bolaños, el pacto estaba a punto de cerrarse. Había planes de anunciarlo este mismo viernes y Sánchez tenía en mente reunirse con Feijóo el 2 de noviembre. Pero la conversación por teléfono entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo el jueves por la tarde (el presidente estaba de viaje oficial en Sudáfrica) rompió todo. El popular suspendía las conversaciones con la excusa de la sedición. Estupor máximo en el Ejecutivo.

"Le han temblado las piernas"

En el PSOE lo leyeron así: “Le han temblado las piernas. Una espantada de libro. Losantos le ha dado caña, un tuit de Ayuso y a la lona”. En el comunicado oficial del partido se hizo esta reflexión: “Feijóo demuestra una absoluta falta de autonomía política al no resistir las presiones de la derecha más reaccionaria que, en todo momento, ha estado boicoteando esta negociación para que no llegara a buen puerto”.

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"Lo que ha pasado es bastante fácil de entender, el acuerdo estaba hecho, estaba listo y estaba para ser firmado, pero ha habido unas presiones enormes de la derecha más extrema, que desde el primer momento ha querido romper ese acuerdo", sostuvo este viernes el ministro Félix Bolaños, que fue el encargado de negociar directamente con Esteban González Pons, vicesecretario de Acción Institucional del Partido Popular. “No aguanta la presión”, resumió.

Para Bolaños: "Desde ayer ha perdido todo su crédito como líder de un partido moderado , europeo, pactista y constitucional". Por eso, en su opinión, esto supone el inicio del “declive definitivo” del expresidente de la Xunta como líder de la oposición. La gran incógnita, que no ha respondido ahora el Gobierno, es qué va a hacer ante este bloqueo, si va a dejar así la situación o intentará mover ficha rápidamente. 

El compromiso de sedición se mantiene intacto y la idea es llevarlo a las Cortes Generales cuando se arme una mayoría suficiente. Una de las posibilidades es que el Gobierno sí reaccione a través del nombramiento de los dos magistrados que le corresponden en el Tribunal Constitucional (se estaba esperando a que hiciera lo mismo el Consejo General del Poder Judicial, que incumple la ley desde el pasado 13 de septiembre). Además, está la vía que se desechó, con el rechazo de Bruselas, de hacer un cambio de ley para rebajar la mayoría que se necesita para nombrar a los vocales del Poder Judicial.

Cuando Alberto Núñez Feijóo desembarcó en el despacho principal de Génova 13 el pasado mes de abril, llegó con el aura de moderado y la batuta de sentido de Estado. Se vaticinaba una oposición radicalmente diferente a la del duro Pablo Casado y se abría la puerta de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, bloqueado por los conservadores desde finales de 2018.

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