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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Feijóo resucita la política de la crispación en vísperas de su investidura fallida

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Banderas de España, “fraude reiterado”, “chantaje inadmisible”, “indignidad”, “el paso a otro régimen”... El PP se ha echado a los brazos del ala más dura de la formación y Alberto Núñez Feijóo ha puesto la pista ya para que aterrice una forma de hacer oposición dura y de crispación social. Con un estilo ya practicado por los populares en otras épocas cuando el PSOE está al mando: agitación en la calle y ecos del “usted traiciona a los muertos” de Mariano Rajoy a José Luis Rodríguez Zapatero.

Núñez Feijóo concentró a la plana mayor del partido en un acto en la plaza Felipe II de Madrid a las puertas de su debate de investidura (que se prolongará del martes al viernes). El presidente del PP ya actuó como líder de la oposición ante el público (que el PP cifró en más de 60.000 personas, mientras que la Delegación del Gobierno rebajó a 40.000) y dibujó el relato que va a desplegar a partir de ahora, volcándose en describir los efectos de una posible ley de amnistía de la que no conoce ningún detalle o condiciones, ni siquiera si se acabará llevando a cabo.

El popular apenas se refirió a su investidura y se limitó a decir que es la de la “mayoría”, pero en todo momento sobrevoló el fantasma de que no tiene los números suficientes. El presidente del PP, al que el rey le encargó formar Gobierno, no deslizó ninguna propuesta ni adelantó ninguna de las medidas que puede poner sobre la mesa en el Congreso (el debate de investidura obliga a los candidatos a desarrollar un programa para el país). Todas sus palabras estaban pensadas para zarandear el ánimo de los congregados.

El PP busca capitalizar la oposición

El PP echó el resto para conseguir imágenes impactantes en la plaza de Felipe II, en la zona del distrito de Salamanca, uno de los lugares con mayor índice de voto de la derecha y de mayor renta. En un primer momento se planeó hacerlo en la plaza de España, pero era un lugar mucho más grande y difícil de llenar. Las organizaciones de todos los territorios pusieron en marcha su maquinaria con autobuses llegados desde toda España y con el PP madrileño movilizando al máximo a los suyos. También el escenario ayudó al colocarse no al final del espacio, sino pasadas las esculturas de Dalí.

Y la idea del PP, como se evidenció en el acto, es capitalizar desde ya esa oposición si Pedro Sánchez logra armar una mayoría para conservar La Moncloa. Por eso, el discurso fue leído por muchos observadores como la base de lo que pretende hacer el PP a partir de ese momento. Feijóo quiso acompañarlo con una foto de unidad del partido con los barones y los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy, que lograron neutralizar un gran protagonismo de Isabel Díaz Ayuso (que volvió a ser la más vitoreada pero de manera más espaciada que en el balcón de Génova durante la noche electoral).

Feijóo puso las bases de esa futura oposición en la que va a dibujar a un PSOE como un partido que ya no es de Estado y a un Pedro Sánchez que cede ante los independentistas para conservar el Palacio de La Moncloa. Estos fueron los ejes que recorrieron su discurso y que conectó con Rajoy, Aznar, Ayuso y Martínez-Almeida. Ese espíritu de ‘España se rompe’ que ha utilizado la derecha cuando están en el Gobierno los progresistas.

Y el otro objetivo es situarse al frente de esa oposición. Por eso la orden fue que primaran las banderas de España (a un euro cotizaban en los puestos ambulantes en los aledaños) frente a las siglas del PP, con el fin de cazar también en el río de Vox. Feijóo quiso lanzar guiños a la ultraderecha de Santiago Abascal., al que agradeció públicamente que vaya a dar su voto a favor durante el pleno del Congreso (además de los dos diputados de Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro).

Calentando la calle

Asimismo, la escenificación del acto deja otra señal: el PP va a calentar la calle, quiere que quede en el imaginario público que la mayoría está con su partido azuzando la idea de que se va a producir un acto de desigualdad entre españoles ante una amnistía que dan por hecha. En el PSOE son conscientes de que tendrán que hacer mucha pedagogía sobre los futuros acuerdos ante la ofensiva que va a desplegar la derecha.

El PP, que siempre se queja de las manifestaciones de la izquierda cuando gobierna, vuelve a la casilla de salida. Para la historia está Rajoy frente a Rodríguez Zapatero durante la reforma del Estatut de Cataluña y la consiguiente tensión en la calle y entre partes de España con Cataluña. Ahora, además, la mayoría de comunidades está en manos del PP y sus presidentes se trasladaron hasta Madrid para participar en el acto de este domingo, por lo que se aleja espíritu de diálogo de estas instituciones con la Generalitat. 

El argumentario que desarrolló Feijóo pasa por atacar duramente al PSOE como “cómplice” de la “indignidad”: con la invocación de que los españoles “no son tontos” y no van a “tragar” con una ley de amnistía. El líder del PP volvió a insistir en la idea, como ya desarrolló tras el primer Pleno del Congreso, de que se está cometiendo un “fraude” por parte de los socialistas. 

Feijóo no desaprovechó la oportunidad brundada por históricos dirigentes del PSOE como Felipe González y Alfonso Guerra: “Podrán ser señalados por un Partido Socialista que ya no es un partido de Estado, pero serán señalados por la mayoría de los españoles como hombres y mujeres de Estado, que eso es lo importante”. Estas palabras coinciden con los llamamientos reiterados a diputados socialistas para que traicionen la disciplina de voto e invistan a Feijóo. Trabajó, al hilo, la idea que quiere extender de que la Cámara Baja se ha convertido en un “karaoke”, una expresión que esta haciendo calar en los últimos días, y puso como objeto de rechazo los “pinganillos” en la Carrera de San Jerónimo.

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Esa línea de oposición ya fue practicada en su día por Aznar y Rajoy, que Feijóo ha revivido para atacar a Sánchez. El primero se olvidó en su intervención de sus pactos con Jordi Pujol para su primera investidura, pero hizo un llamamiento a todos los españoles a “alzar la voz” ante la “humillación”. El otro expresidente del PP, que estaba en La Moncloa cuando la DUI, reivindicó su 155 para calmar Cataluña (una medida que precisamente apoyada por el PSOE en aquellos duros días).

La imagen opuesta al acto de Felipe II estaba en Gavà (Barcelona), a 601 kilómetros. Pedro Sánchez protagonizaba la Fiesta de la Rosa del PSC. Desde allí criticó que el PP aliente el transfuguismo y cree que en el acto los populares se boicotean a ellos mismos: "Hoy se están manifestando en contra de un Gobierno socialista. Pues lo siento. Va a haber un Gobierno socialista". También lamentó la actitud del PP la vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, que ve a la derecha intentando “incendiar” Cataluña y cree que el liderazgo de Feijóo no tiene futuro. Con otra línea de cara a la negociación: "Creo que soy clara: donde hay acuerdo no hay unilateralidad. Creo que cuando alguien se sienta a negociar, ya se desprende de la unilateralidad".

Desde el independentismo, Jordi Turull (Junts) dijo que no le impresionaba el acto del PP y que representó el espíritu del “a por ellos”: “Nosotros tenemos la legitimidad de las urnas y otros lo intentan con las togas y mecanismos que no son los democráticos”. Además, para el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, la concentración evidencia el “medio a la democracia” de los populares: “Más que nunca, amnistía y referéndum”.

Banderas de España, “fraude reiterado”, “chantaje inadmisible”, “indignidad”, “el paso a otro régimen”... El PP se ha echado a los brazos del ala más dura de la formación y Alberto Núñez Feijóo ha puesto la pista ya para que aterrice una forma de hacer oposición dura y de crispación social. Con un estilo ya practicado por los populares en otras épocas cuando el PSOE está al mando: agitación en la calle y ecos del “usted traiciona a los muertos” de Mariano Rajoy a José Luis Rodríguez Zapatero.

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