Felipe VI no cita a Cataluña en su mensaje, pero reclama "voluntad leal de construir y no de destruir"

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Ibon Uría

El mensaje de Navidad de Felipe VI tuvo este año un total de 1.682 palabras y ninguna de ellas fue "Cataluña". Pero la cuestión catalana estuvo muy presente en un discurso donde el monarca llamó a "construir" y "no destruir", reclamó una lealtad a todos los actores y reivindicó "los derechos de todos los españoles" para organizar "la vida en común". Argumentó que "vulnerar las normas" solo conduce "a tensiones y enfrentamientos estériles" que no resuelven los problemas, y que también lleva al "empobrecimiento moral y material de la sociedad". Así pues, sostuvo que "el progreso" y "el bienestar" requieren siempre de "una convivencia democrática basada en el respeto a la ley". Todo ello un día después de que los partidos catalanes que defienden el derecho a decidir se reunieran en el Parlament para debatir sobre la forma de impulsar un referéndum sobre la independencia.

Es el segundo año en el que el jefe del Estado dedica buena parte de su intervención a Cataluña, aunque sin citarla. En 2015 lanzó un "mensaje de confianza en la continuidad de España" y, en esta ocasión, emplazó a "pensar en la España que queremos para las próximas décadas" con "voluntad decidida" de "engrandecer y no de empequeñecer, de fortalecer y no de debilitar". Recalcó además que son tiempos para "profundizar" en una España "donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas" y de "poner el acento en aquello que nos une construyendo sobre nuestra diversidad" en lugar de "fracturar" o enardecer "divisiones internas".

"Son tiempos, en fin, en los que tenemos motivos y razones más que poderosas para la unión, para trabajar todos juntos, desde cualquier lugar de nuestro gran país, con ilusión, con ideales y con proyectos para la mejor España", dijo el monarca durante su discurso [ver en PDF], con el que también trasladó un mensaje de optimismo al expresar que cree "sinceramente" en "una España consciente, solidaria, firme en sus valores, alejada del pesimismo, de la desilusión o el desencanto". "Creo en una España decidida a superar las dificultades que, aunque grandes, son también vencibles", proclamó.

Vuelta a la "serenidad" política

La cuestión catalana, eso sí, no fue la única que ocupó los algo más de doce minutos de intervención. Tras un 2016 protagonizado por un periodo de diez meses de Gobierno en funciones donde el papel del monarca adquirió un protagonismo inédito en los últimos años, el jefe del Estado se felicitó en su tradicional mensaje por la superación de "una compleja situación política" y por el hecho de que "en nuestra sociedad se haya recuperado la serenidad" tras la investidura de Mariano Rajoy. "Como igualmente es esencial de cara al futuro –advirtió–, que el diálogo y el entendimiento entre los grupos políticos permita preservar e impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de nuestra sociedad".

Hubo también una mención en el discurso del monarca a la crisis económica y sus consecuencias. Felipe VI dijo a este respecto que "vivimos con la esperanza de la recuperación que ya hemos iniciado", pero llamó la atención sobre la necesidad de "corregir las desigualdades" derivadas de la recesión y de "fortalecer nuestra cohesión social". Para ello, recomendó, es "muy importante" que los jóvenes tengan "oportunidades de futuro" y que las personas "más vulnerables" no sean dejadas atrás en la España del siglo XXI, y también que las familias "puedan recuperar su nivel de vida".

Precisamente de la familia como institución destacó su valor, pues "su ayuda ha permitido a muchos sobrellevar los peores momentos" de la recesión, como también alabó el "esfuerzo sereno" de "trabajadores y profesionales" durante los años "largos y difíciles" de la crisis para sostener "con gran dignidad" a sus familias "sin desfallecer" ni "resignarse". El monarca elogió a quienes "asumieron riesgos para crear o defender puestos de trabajo" y a "los servidores públicos" que, "con una extraordinaria vocación", se ocupan de cuestiones como la sanidad, la educación, la cultura y la ciencia o la seguridad, porque "hacen posible que nuestro Estado funcione y que podamos celebrar un día como hoy", dijo.

Finalmente, tuvo palabras elogiosas hacia las muestras de "solidaridad" de los españoles ante cualquier catástrofe o adversidad: "Muchos de vosotros –reconoció– entregáis con generosidad vuestro saber, vuestro tiempo y esfuerzo, y sobre todo vuestro corazón, para ayudar a los demás; sois capaces de reaccionar ante cualquier emergencia, probando siempre que, allá donde haga falta, allá donde se necesite una palabra de aliento o una mano amiga, hay un español que demuestra con obras la grandeza y el alma más profunda de nuestra tierra". En este sentido, justo al comienzo de su discurso, envió un saludo especial a las víctimas de las recientes inundaciones.

La educación, tarea clave

El jefe del Estado dedicó algunos minutos a destacar la importancia de la educación, que señaló como "clave esencial" para poder "adaptarnos" a una "nueva realidad imparable" y para "desarrollar al máximo nuestras habilidades". Felipe VI apuntó que el modelo educativo debe asegurar y actualizar "permanentemente" los conocimientos de los estudiantes, pero recalcó que también debe servir para formar a los más jóvenes en lenguas, cultura, civismo y valores. En definitiva, concluyó que debe prepararlos para "ser ciudadanos más libres y más capaces". 

Así, enlazó, los jóvenes podrán "actuar con éxito" en campos tan diversos como la ciencia, la economía, la cultura, la industria o la seguridad, y "preservando siempre los valores humanos que nos identifican y nos definen". La educación en España, agregó, deberá fomentar la investigación y la innovación, y promover el "espíritu emprendedor" como uno de los "rasgos y exigencias de la sociedad del futuro". "No debemos esperar a que esa nueva realidad se imponga sobre nosotros, tengamos la fuerza suficiente como país para anticiparnos y asumir el protagonismo necesario en la nueva etapa que se abre ante nosotros", animó.

Un mundo incierto

Esa nueva etapa, admitió, presenta un escenario con "grandes desafíos políticos, sociales o en materia de desarrollo y seguridad" que exige "concentrar nuestras energías en mirar hacia el mundo que nos rodea y darnos cuenta cabalmente de por dónde va". Entre los grandes cambios de los últimos tiempos, destacó que la tecnología "ha cambiado la forma de comunicarnos y relacionarnos" y ha alterado por completo cómo recibimos información, formamos nuestras opiniones o tomamos decisiones en el día a día. "Se ha introducido en nuestas empresas, fábricas e industrias, transformando los procesos productivos y los empleos", repasó el monarca.

"Nunca antes en la historia de la Humanidad y en un espacio de tiempo tan corto, se habían producido cambios tan grandes. Hoy sabemos que no se trata ya solo de una revolución tecnológica: es algo mucho más profundo. Es un nuevo modelo del mundo que traspasa fronteras, sociedades, generaciones y creencias", reflexionó hacia el final de su mensaje televisado, que cerró con una despedida en castellano y en las tres lenguas cooficiales: euskera, catalán y gallego.

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Con respecto a la escenografía del mensaje, el jefe del Estado eligió en esta ocasión su despacho habitual en el Palacio de la Zarzuela como ubicación, y apareció sentado frente a un amplio escritorio con las banderas de España y la Unión Europea de fondo. El año pasado, por ejemplo, el mensaje se grabó en el Salón del Trono del Palacio Real, una estancia muy amplia, finalizado en 1722 y que conserva la decoración original de la época. Esta vez se prefirió un espacio más reducido.

Sobre la mesa, tal como indicaron fuentes de la Casa del Rey, podían apreciarse dos fotografías familiares y algunos objetos de escritorio, mientras que en una estantería situada detrás del jefe del Estado se observaban hasta cuatro fotografías: una de la familia real en el balcón del Palacio Real durante la proclamación de Felipe VI en 2014; otra de la jura de la Constitución del ahora rey, cuando tenía 18 años; una tercera de los reyes y sus hijas este pasado verano en Marivent, y una cuarta de Juan Carlos I y doña Sofía.

Justo antes de emitirse la grabación, se mostraron imágenes del Palacio de la Zarzuela y del salón de Audiencias con el himno de España como telón de fondo, y al concluir el mensaje se proyectaron cinco instantáneas, tomadas este mismo año, de la familia real en distintos actos, como la apertura de la XII legislatura o visitas a centros de trabajo y mercados. La última de ellas fue la fotografía de la familia real para su felicitación navideña de este 2016.

El mensaje de Navidad de Felipe VI tuvo este año un total de 1.682 palabras y ninguna de ellas fue "Cataluña". Pero la cuestión catalana estuvo muy presente en un discurso donde el monarca llamó a "construir" y "no destruir", reclamó una lealtad a todos los actores y reivindicó "los derechos de todos los españoles" para organizar "la vida en común". Argumentó que "vulnerar las normas" solo conduce "a tensiones y enfrentamientos estériles" que no resuelven los problemas, y que también lleva al "empobrecimiento moral y material de la sociedad". Así pues, sostuvo que "el progreso" y "el bienestar" requieren siempre de "una convivencia democrática basada en el respeto a la ley". Todo ello un día después de que los partidos catalanes que defienden el derecho a decidir se reunieran en el Parlament para debatir sobre la forma de impulsar un referéndum sobre la independencia.

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