Gallardón, la última víctima del 'método Rajoy'

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Dicen sus fieles que si algo bueno tiene el presidente del Gobierno es que sabe medir perfectamente los tiempos y que es previsible. Que son los que le rodean los que se ponen nerviosos y, en ocasiones, toman decisiones por anticipado y de forma precipitada. Es lo que, en los últimos años de su etapa como líder de la oposición, algunos en el Partido Popular bautizaron como 'método Rajoy', ese que consiste en dejar que los problemas se prolonguen en el tiempo y que sean sus protagonistas los que se vean obligados a tomar una decisión. 

El líder del PP tiene alergia a responsabilizarse de los 'cadáveres políticos que van quedando por el camino.  Baste recordar su actuación con los dirigentes –muchos de ellos de primer nivel– que fueron imputados a partir de febrero de 2009, cuando estalló el caso Gürtel. Rajoy nunca les exigió una dimisión. Esperó a que fueran los propios implicados los que dieran un paso atrás. 

Pero no sólo ocurre con los asuntos relacionados con los escándalos de corrupción. Ya en su etapa como presidente del Gobierno, Rajoy ha visto cómo algunos de sus compañeros de partido se han ido apartando o amagando con retirarse después de esperar algún gesto suyo, alguna pista sobre su futuro cuando se han visto en la cuerda floja. En la hemeroteca hay sonados ejemplos. Pero no hay que bucear muy lejos. Esta misma semana, el ministro de Justicia busca alguna pista sobre la suerte que correrá la reforma de la ley del aborto después de que se disparasen las alarmas sobre la posibilidad de que se esconda en un cajón. Y, según su entorno, parece dispuesto a apartarse de la política (otra cosa es cuándo). Y la semana pasada, Ana Botella anunció que no integrará la lista del PP al Ayuntamiento de Madrid. Lo hacía cansada de las críticas internas, de la falta de apoyo del partido y del silencio de su jefe de filas sobre los planes que tiene de cara a las municipales y autonómicas de mayo de 2015.

Aquí se repasan algunos ejemplos de sufridores del 'método Rajoy'.

1. Alberto Ruiz-Gallardón

El silencio de su jefe, el hombre que puso en sus manos la reforma de la ley del aborto, ha dejado descolocado al ministro de Justicia, que espera un pronunciamiento explícito sobre si, tal y como adelantó el pasado sábado el diario El Mundo, el Gobierno ha decidido enterrar esta promesa electoral por el miedo a que perjudique a su partido en las próximas citas con las urnas. Según su equipo, de la explicación que le dé el líder del Ejecutivo depende la decisión que tome su futuro. Está, pues, en el aire la posibilidad de que a Rajoy se le abra la primera crisis de Gobierno de su legislatura.

El enfado y desconcierto de Gallardón ha ido in crescendo desde ese sábado, cuando se conoció la noticia. Y es que nadie del Gobierno ni del Partido Popular salió a defenderle. Ni a él, ni a un proyecto que considera un encargo del Ejecutivo. El lunes, el partido no celebró la tradicional rueda de prensa posterior a la reunión del comité de dirección, una forma de evitar la polémica. Y el miércoles, en la sesión de control al Gobierno, sólo el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, estaba presente cuando la diputada del PSOE Carmen Montón preguntaba sobre la muy discutida iniciativa.

Ni el presidente del Gobierno ni su mano derecha, Soraya Sáenz de Santamaría, han defendido de forma cerrada este tema desde que el anteproyecto de reforma salió del Consejo de Ministros del 20 de diciembre de 2013. Es, como si fuera un empeño del ministro, como si hubiese actuado por cuenta propia, algo que descartan las fuentes que conocen el funcionamiento de la Moncloa. Este último viernes se cumplía precisamente la fecha que el propio Gallardón había dado públicamente para la aprobación de su reforma del aborto. Preguntada por el asunto tras el Consejo, la vicepresidenta explicó que se trata de una norma de "gran sensibilidad social" y que el ministro tiene el "encargo de buscar el mayor consenso". 

Independientemente de la decisión que tome el ministro –algo que abordará la próxima semana, cuando Justicia haya articulado la respuesta al desafío soberanista de Artur Mas– Gallardón queda muy tocado en todo este proceso. Y desautorizado. 

En su defensa, Rajoy podrá decir siempre que él (personalmente) no dijo una sola palabra pública al respecto.

2. Ana Botella

No es un secreto que la legislatura de la alcaldesa de Madrid no ha sido un camino de rosas. A su pésima gestión de la tragedia del Madrid Arena, donde murieron cinco adolescentes, se suma el fracaso de la candidatura olímpica, los recortes y algún patinazo a la hora de criticar las políticas de Mariano Rajoy que no le perdonan los fieles al presidente. En todos estos años, Ana Botella no se ha sentido muy respaldada por su partido, y menos por el PP de Madrid, presidido por Esperanza Aguirre. Dicen los que la conocenque en los últimos meses, en algún momento llegó a tener ganas de entrar en la carrera por ser incluida en las listas electorales al Ayuntamiento de Madrid, pero que se ha rendido al constatar lo agitado del panorama.

Botella nunca buscó una ratificación. Pero sí esperó más apoyo, al menos mientras seguía en el cargo que heredó de Alberto Ruiz-Gallardón cuando éste se marchó al Gobierno de Rajoy. Rendida, hace unas semanas comunicó a Rajoy, sin que él dijese nada al respecto ni en favor ni en contra, que no quería ser candidata. Que se retiraba. Que agotaba la legislatura y nada más.

Con su paso atrás, facilita a Rajoy las cosas. Pocos en el partido esperaban su continuidad, pero el líder de los conservadores se ahorra el trago de rechazarla y de pasar a la historia (también) como el hombre que acabó con la carrera política de la mujer de José María Aznar. Lo que no ha evitado es que Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes hayan entrado en campaña de cara a las municipales y autonómicas de mayo de 2015. Y que las quinielas internas estén en ebullición. Esas quinielas que tanto enfadaban a Botella.

3. Jaime Mayor Oreja

Su caso es muy similar al de la alcaldesa de Madrid. En este mes de mayo se celebraron elecciones europeas. Y Jaime Mayor Oreja, el candidato del PP en las últimas citas electorales, decidió apartarse de la carrera por encabezar la lista a comienzos de año. El exministro del Interior comunicó a principios de enero su renuncia a encabezar la candidatura de su partido a las elecciones europeas a Mariano Rajoy. Y el 27 de enero, el PP emitió una nota oficial con la información. Se desconoce si Rajoy le ofreció el puesto. Pero el anuncio llegaba después de meses en los que el distanciamiento entre el discurso oficial del PP y el de Mayor Oreja, sobre todo en materias como la política antiterrorista, había sido evidente. 

El nacimiento de Vox, la formación liderada por Santiago Abascal, y en la que se integró el exfuncionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, víctima de ETA, pesó mucho en la decisión del exministro de Aznar. Los que le conocen sostenían que era incapaz de competir en las urnas con Ortega Lara.

Como en el caso de Ana Botella, la decisión de Mayor Oreja fue tomada en un momento en el que los cargos del PP vivían momentos de nerviosismo ante las listas electorales. En este caso, Rajoy apuró los plazos al máximo antes de anunciar que el elegido era su ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete

4. Francisco Camps

Julio de 2011. Tras ganar las elecciones autonómicas en el mes de mayo, Francisco Camps decía adiós a la primera línea de la política y dejaba la Presidencia de la Generalitat Valenciana. Rajoy, que apoyó incluso que fuese en las listas electorales, en una delicada situación judicial esperó que fuese él mismo el que escribiese su propio final. Habían pasado 880 días desde que, en febrero de 2009, su nombre había aparecido relacionado con el caso de los trajes.

Su renuncia sorprendió al partido. Horas antes, había pactado con su jefe de filas aceptar el delito –cohecho pasivo impropio– y continuar como presidente autonómico. Es decir, que el propio Rajoy estaba dispuesto a mantenerle al frente del Gobierno regional.

Del mismo modo que Rajoy aceptó que el que fuera uno de los barones de referencia del PP fuese en las listas con causas pendientes con la Justicia, avaló que esa misma lista que Camps encabezaba estuviese integrada por más nombres relacionados con casos de corrupción. Además del president, tres imputados más y seis implicados. Gran parte de ellos, en la parte alta de las listas. Tampoco en estos casos Rajoy hizo ningún movimiento para prescindir de ellos. Alberto Fabra heredó un grupo parlamentario salpicado por los escándalos. Y varios de sus diputados han ido abandonando a medida que avanzaban las investigaciones judiciales.

5. Jaume Matas

Hoy está en prisión. Pero durante muchos años fue puesto por Rajoy como un ejemplo a seguir por todos sus compañeros. Hasta 2009, cuando estalló el escándalo del Palma Arena. Jaume Matas fue presidente de Baleares entre 2003 y 2007 y, cuando estalló el caso, seguía siendo militante del partido. El Palma Arena investiga las irregularidades cometidas durante la construcción de este velódromo, un proceso en el que el precio final duplicó la cantidad prevista en un principio, hasta los 100 millones de euros. 

En octubre de 2009 Matas ya prestó declaración ante el juez en el marco de este escándalo. Pese a las presiones que recibió del PP de Baleares, ya en manos de José Ramón Bauzá, el expresident aguantó como militante hasta el 29 de marzo de 2010. Rajoy nunca le pidió nada.

Un día antes de su renuncia, el juez decretó prisión provisional con una fianza de 30 millones de euros. "Le deseamos lo mejor al señor Matas y que se defienda y, si puede, demuestre su inocencia", dijo Rajoy ese 29 de marzo de 2010 cuando se le reclamó una valoración de su compañero de los consejos de ministros de Aznar.

El PP se queda huérfano de referentes en el ala dura tras el portazo de Mayor Oreja

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6. Josep Piqué

El 19 de julio de 2007, el presidente del PP recibió una carta de Josep Piqué, por entonces líder del PP de Cataluña, en la que le comunicaba su renuncia. Y Mariano Rajoy, que había frenado su marcha casi dos años antes, la aceptaba. "Le dejó caer", considera un dirigente que conoció bien las circunstancias de aquella salida.

El exdirigente conservador tomó su decisión después de que ese mismo día tres periódicos publicasen una información en la que, citando fuentes de la dirección nacional del PP, los nombramientos del equipo electoral del partido en Cataluña se debían a una imposición de Génova. En este equipo figuraban Alberto Fernández Díaz como director de campaña en Barcelona, Alicia Sánchez Camacho en Girona y Daniel Sirera y Xavier García Albiol como coordinadores. Entre estos nombres no figuraban los de Rafael Luna o Francesc Vendrell, dos de los hombres de confianza de Piqué.

Dicen sus fieles que si algo bueno tiene el presidente del Gobierno es que sabe medir perfectamente los tiempos y que es previsible. Que son los que le rodean los que se ponen nerviosos y, en ocasiones, toman decisiones por anticipado y de forma precipitada. Es lo que, en los últimos años de su etapa como líder de la oposición, algunos en el Partido Popular bautizaron como 'método Rajoy', ese que consiste en dejar que los problemas se prolonguen en el tiempo y que sean sus protagonistas los que se vean obligados a tomar una decisión. 

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